REY CONAN: La Corona de Hierro. La película que nunca fue.

Navegando por la red me ha llamado la atención una curiosa noticia sobre el cartel de una película que nunca fue realizada: King Conan, Crown of Iron, imaginada y magníficamente pintado por el artista polaco, fan de Howard desde los 10 años, Maciej Kopciuch.

La obra es magnífica, como podéis observar.  Compuesta al óleo sobre la imagen de Arnold Swarzenegger, primer rostro de Conan en el cine bajo batuta de John Milius (he de reconocer que Arnold, aquí, representa a la perfección esa visión imaginada del cimmerio, ya rey), utilizando técnicas similares a la del maestro Frazzetta, también admirado por el artista.

Lo admito: viendo el cartel, me hubiese gustado disfrutar  la película.

Si queréis conocer más sobre el autor y la obra, os remito a la página original, entresacada de thearnoldfans.com, sitio de los seguidores del actor, y actual gobernador de California.  Fue publicada en 2005.

La serie CONAN el Cimmerio finaliza en el nº 25

Como ya lo hiciera antes con su predecesora, Conan (en España Conan, la Leyenda), Darh Horse cierra la cabecera Conan el Cimmerio, con la que actualmente presenta las aventuras del héroe bárbaro por excelencia, en  su número 25 (la anterior gozó de 50), con fecha de publicación 24 de noviembre, tras completar la adaptación del relato original de R.E. Howard, Sombras de Hierro en la Luna.


Sin embargo, ello no significa que se acaben las nuevas adaptaciones del bárbaro en cómic.  Dark Horse trabaja en ella por partida doble:

  • por un lado, el equipo creativo actual, Timothy Truman y Tomás Giorello (que han ido creciendo con cada nuevo número) da un salto de varios años en la vida del cimmerio para adaptar una nueva historia de la época de Conan Rey: La Ciudadela Escarlata.
  • por otro, la adaptación cronológicas de aventuras escritas por Howard proseguirá con El Camino de los Reyes, continuación de Sombras de Hierro… Y es aquí donde salta la noticia: ¡Roy Thomas, el padre de Conan en los comics, y verdadero artífice de su enorme éxito, será quien se encargue de la misma!.

Definitivamente, la Fantasía Heroica de Robert Ervin Howard está siendo rentable para Dark Horse, pues a las series nuevas y recopilaciones de antiguas de los personajes Solomon Kane y Kull, añade ahora un nuevo título (que retoma aquel clasico de Marvel):  La Espada Salvaje de Robert E. Howard (Robert E. Howard ‘s Espada Salvaje), donde serán publicadas historias de otros personajes del autor tejano, como Agnes de Chastillon, Bran Mak Morn, El Borak o Steve Costigan.

Estad atento, pues en breve ampliaremos todos y cada uno de estos temas.

CONAN, el Cimmerio

Planeta de Agostini ha iniciado la publicación en España de la segunda colección de comics que Dark Horse dedica a revitalizar el más famoso personaje de Robert E. Howard; en esta ocasión, tal vez recordando aquella mítica primera serie de novelas editada por Lancer Books en 1973 (Bruguera en nuestro país), la colección se titula genéricamente Conan el Cimmerio (en los libros Conan de Cimmeria).   La primera colección también lo hacía; pues aunque en España se renombró a Conan la Leyenda, en origen fue Conan, a secas.  Veremos si las siguientes mantienen un criterio similar.

Como la serie anterior, Conan el Cimmerio se estructura en arcos argumentales diferentes que después conforman una novela gráfica completa, de casi 200 páginas.  El volumen 7 (USA) se titula Cimmeria, como aquel excelente poema sombrío de Howard, del que parte Timothy Truman, su guionista, y utiliza de introducción a su historia.  Pero si aquel volumen cero, Nacido en el campo de batalla, narraba la juventud de Conan en Cimmeria hasta su partida a los reinos hiborios, la nueva colección se inicia con su retorno -tres años después- a las montañas umbrías que le vieron nacer, en su primera añoranza de un país y unas tierras que volverá a abandonar de nuevo, tras la aventura que mantiene junto a personajes recuperados de aquellas páginas: Caollan, su amiga de juventud y primer amor, o Horsa, el Aesir entresacado de La hija del Gigante Helado.  Pero el verdadero co-protagonista del volumen es su abuelo Connacht, cuyas aventuras revive el cimmerio en continuos flashbacks, recordados o comentados por un extraño anciano de un ojo tapado que recuerda demasiado a cierto peregrino gris… y que son recreadas en imágenes por un veterano Richard Corben, maestro del cómic fantástico, cuya recuperación supone no sólo un acierto, sino todo un guiño al aficionado que recuerda con nostalgia su magnífico Bloodstar, adaptación de la novela El valle del Gusano, de Howard.


No voy a destripar la historia.  No es el momento.  Tan sólo comentar que la serie mantiene el nivel de la anterior, y el mismo equipo creativo con que acabó aquella.  Timothy Truman, sin ser Busiek, mantiene muy buenos momentos en sus adaptaciones (aunque me decepcionó un tanto en su desarrollo de La Mano de Nergal).  En la parte artística el argentino Tomás Giorello refuerza la imagen dura del joven bárbaro y cumple su cometido, sobre todo cuando no aplica tintas fuertes; pero no es Cary Nord, creador de la nueva imagen del cimmerio, de momento no igualada (regresará, más adelante, con unas portadas magníficas); Richard Corben es un guiño al aficionado, como antes comentaba, y sólo en el primer volumen; y el madrileño Jose Antonio Villarrubia es un colorista bastante más sombrío que el luminoso inicial de Dave Steward; pienso que su labor sería más llamativa si se aplicara directamente sobre lápices, como en los volúmenes iniciales, para suavizar el dibujo a tinta de Giorello.

Las portadas de la serie anterior llamaban la atención.  La nueva también lo intenta.  Han cambiado los criterios respecto a la continuidad del artista, que varía en cada arco, y hay que reconocer que van in crescendo.  Así tras un discreto Frank Cho en Cimmeria (ignoro por qué el primer número español no incluye la de Giorello para el nº cero USA, con más fuerza que la utilizada), y un llamativo pero hierático J.M. Linsner en Coloso Negro, en Kozaki irrumpe con fuerza impresionante el ilustrador de Kull, Justin Sweet, al que sigue un espectacular Cary Nord en los últimos números publicados (23).  Ojalá mantengan esta tendencia ascendente.


Hasta el momento, la serie Conan el Cimmerio contempla (en USA) los siguientes arcos argumentales (que no mantienen al completo la continuidad «oficial» establecida en su día por Lyon Sprague de Camp, e imagino que reservan a Bêlit para algo más especial), siempre sobre la base de un relato o idea original de Howard:

  • Volumen 7:  Cimmeria (publicado)
  • Volumen 8:  El Coloso Negro (publicado en serie mensual)
  • Volumen 9:  Los Compañeros Libres (Kozaki) (como serie, en curso)
  • Volumen 10: Sombras de Hierro en la Luna (a partir de junio)

Además, un número suelto El Peso de la Corona, ambientado en la frontera de Aquilonia, escrito y dibujado por Darick Robertson, un tanto brutal, y catalogado como «fábula para adultos», y una curiosa anticipación de aquella sensual vampira lujuriosa que fue Akivashala mujer que nunca murió, entresacada directamente de las páginas de La hora del Dragón.

Animo a todos los aficionados a seguir esta serie; si es posible, libre de comparaciones con lo ya conocido.  Seguro que no defrauda; y en ella encontraremos momentos de alto nivel, cercanos en ocasiones a la visión inicial de Howard.


Robert E. Howard. La Biblioteca del Laberinto.

El Reino de las Sombras y otras historias de un exiliado de la Atlántida es el título de la séptima entrega dedicada a R.E.Howard de La Biblioteca del Laberinto, colección en la que Francisco Arellano, editor mítico y compañero de Círculo, se dispone recuperar la obra completa del escritor tejano.

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El volumen recopila  los relatos y poemas que Robert Ervin Howard dedicó al Rey Kull; doce textos en total, todos ellos notables y dos excepcionales, en opinión de Jacques Bergier, que prologa la obra.   Son muchos los críticos que encuentras entre los episodios de Kull de Atlantis parte de la mejor literatura que realizara el autor de Cross Plain.

El Reino de las Sombras, que da nombre al libro, fue el primer relato sobre el atlante escrito por Howard.  Apareció publicado entre las páginas míticas de Weird Tales en agosto de 1929, tres años antes que el primero de  Conan el bárbaro, su mayor éxito, cuyas raíces beben en este personaje.

Todo interesado en el cimmerio debería conocer también su primera encarnación, aquella en la que se basa, el Rey Kull, y para ello este volumen es el indicado.  Pero si, además, desea introducirse en el resto de personajes creados por R. E. Howard, La Biblioteca del Laberinto le ofrece ahora la mejor oportunidad de hacerlo, pues ha iniciado y tiene la intención de publicar toda su obra (algunos de cuyos relatos fueron readaptados a historias del bárbaro, bien en literatura o, sobre todo, a cómic, por Roy Thomas).  Los títulos de la colección publicados hasta el momento son (en orden inverso):

El Señor de Samarcanda y otros relatos históricos.  Con la primera selección de relatos de corte histórico, al estilo de Walter Scott, ambientados en la caída del Imperio Romano de Occidente y la llegada de los bárbaros, aventuras en las cruzadas, o con guerreros norteños.  Prólogo de Luis Alberto de Cuenca.

El Valle Perdido de Iskander.  Primera parte del ciclo de aventuras de Francis Xavier Gordon, El Borak; un antiguo pistolero de El Paso, convertido en justiciero en las tierras de Asia cercana, como un nativo  más frente a la opresión de Occidente; como lo fue Lawrence de Arabia, pero en Afganistán.  Tesoros escondidos, adoradores diabólicos y mucho más…  Con ilustraciones de Mike W. Kaluta.

Callejones en Tinieblas y otras historias.  Protagonizadas por Dennis Morgan, marinero y púgil de segunda clase, torpe, patán y camorrista, que solventa todas sus disputas y aventuras a base de puñetazos.  Un ciclo menor dentro de la obra de Howard.

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Espadas de Shahrazar, y otras historias orientales. Entre las que encontramos las de Kirby O’Donnell, aventurero americano que actúa entre los kurdos frente a espías internacionales.  Su aventura «El Dios Manchado de Sangre«, fue re-adaptada por DeCamp como historia del cimmerio.

Sangre en el Desierto y otras aventuras de mar y tierra.  Con el ciclo primerizo de aventuras de Wild Bill Clanton (escritas con el seudónimo de Sam Walser), y otras del pirata Terence Vulmea, también re-adaptadas («Espadas de la Hermandad Roja», y «La Venganza de Vulmea el Negro»), cuyo ciclo se cierra con este y el anterior volumen.  Prólogo de Eugenio Fraile.

Espadachinas.  Interesante primer volumen de la serie, que recopila las historias de mujeres guerreras de Howard.  Incluye las tres historias de Agnes de Chastillon, también conocida como Agnes la Negra, Agnes de la Fere, o La Espadachina, en la Francia del S.XVI; «La sombra del buitre» (la aventura original de Sonya la Roja de Rogatino, algo diferente de la adaptada a Conan) y una aventura de Helen Tavrel, acompañando al pirata Vulmea el Negro.

También, como complemento altamente recomendable, se acaba de publicar Cuando cantan las Espadas, una nueva edición de la obra imprescindible «La Canción de las Espadas» (1983).  En ella, Javier Martín Lalanda, uno de los mayores especialistas sobre el escritor tejano (y uno de los propulsores de Berserkr en su día), realiza un recorrido por toda su obra y personajes, ahora ampliada, revisada y puesta al día.   Lo antes dicho: imprescindible.

La Hija del Gigante Helado, e Hyperbórea

Volumen 1 (USA) recopilando las nuevas aventuras del cimmerio en cómics, narradas sobre textos de R.E. Howard y una base de fuentes literarias grecolatinas y clásicas .

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Titulado en origen La Hija del Gigante Helado y otras historias, el volumen se inicia con el número cero de la colección, donde tiene lugar la aparición de las crónicas de los escribas nemedios entre las ruinas de una recién descubierta Tarantia, siglos después de la época hiboria; y un aburrido príncipe conquistador que hace que se las narre un extraño visir, poco entusiasmado de hacerlo.

Sabed , ¡Oh príncipe!, que entre los años en que los océanos anegaron Atlantis y las resplandecientes ciudades, y los de la ascensión de los hijos de Aryas, hubo una edad no soñada en la que reinos luminosos ocuparon la Tierra como el manto azul bajo las estrellas…

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En nuestro caso, la primera crónica recoge la llegada de Conan a las tierras nevadas de Asgard, tras el asedio a Venarium y la muerte de su abuelo (ver Nacido en el campo de Batalla).  El joven, de poco más de 16 veranos, se aleja de su tierra y encamina hacia el norte con idea de alcanzar Hyperbórea, tierra de leyendas más allá del viento del norte, supuesto lugar romántico de verano y felicidad eterna en las historias que le narraba su abuelo [1].

Como se ha dicho en otro post, la colección fue planificada de forma que cada volumen recopilatorio recoja un relato original de R.E. Howard, en este caso, La Hija del Gigante Helado.  En su llegada a un poblado aesir, «Fuera de las Colinas Umbrías», coincide con una razzia de asaltantes pelirrojos, a los que enfrenta, y salva a la hija del jefe, junto a otras mujeres, mientras sus hombres regresan.  Tras pasar la noche con ellos (en realidad, con Henga, lo que le gana la enemistad de Sjarl), les acompaña en una expedición de castigo contra los asaltantes vanires. La comanda Niord, de quien se ha ganado su confianza; Gorm es el explorador; y envían mensaje a Wulfhere, que se les unirá junto a sus guerreros.  La Hija del Gigante Helado ha sido introducida con elegancia.

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El segundo episodio, la adaptación de uno de los más bellas historias narradas por Howard, lo encuentro lleno de luces y sombras.  De principio, reconozco que es difícil trasladar de forma fiel la poesía narrativa a imágenes, lograr que el lector identifique aquellas que ve con esas otras que él mismo ha imaginado previamente, en el relato original, o en versiones anteriores.   En este aspecto, yo prefiero la inocencia sensual de la Atali de Barry W. Smith, con todos sus defectos, a la descarada y dominante de Nord; como prefiero sin cortapisas el Conan bien pertrechado frente a la nieve de este último, mucho más real, al bárbaro semidesnudo del primero; o los silencios lejanos de una batalla agotada que utiliza el inglés, más acorde a mi entender con la descripción de su inicio que hiciera el autor tejano, a la roja sangre destacada sobre la nieve pálida que nos presenta esta versión moderna, con muchos más medios y colores, también cercana al original; y, por supuesto prefiero la representación realista de los gigantescos hijos de Ymir que realiza Smith, frente a esos yetis de colmillo partido que presenta Cary Nord.   En todo caso, se trata de dos versiones distintas de una misma historia, ambas de calidad; y es cuestión de gustos decantarse por alguna.

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Lo que en verdad diferencia esta nueva versión de Busiek de la de Thomas, aparte de su ubicación en el tempo del cimmerio, con algunos años de diferencia y previa a su llegada a Zamora (cuestión de derechos de adaptación en su día, no lo olvidemos) es su continuidad e immersión en el resto de historias.  La de Roy Thomas fue presentada (siguiendo pautas de Lion Sprague de Camp y Lin Carter) como un relato aislado del resto de historias, en un regreso del bárbaro a sus tierras norteñas; Busiek, huyendo de toda influencia distinta a Howard, la presenta a continuación del abandono inicial de Conan de su poblado, y enlaza con su búsqueda de Hyperbórea, antes de su llegada a los reinos hiborios.  En este sentido, el episodio moderno obtiene continuidad y fuerza, y desarrolla una historia más amplia que la primigenia.  La aventura queda ahora inmersa en una secuencia prolongada, donde el cimmerio, en su tercer episodio, «A Lomos del Viento del Norte«, continúa con los aesir su feudo de sangre contra los de Vanaheim, donde todos serán traicionados por un Sjarl despechado, y hechos prisioneros y esclavos por las avanzadas de unos hyperbóreos, que no son aquellos seres pacíficos con los que él, iluso y joven, llegó a soñar.  El casco de guerrero que su padre le confeccionó con sus manos en la herrería (en la película de John Milius era una espada) queda sobre la nieve, perdido ya para para siempre.

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La segunda parte del volumen recoge la estancia de Conan como esclavo de los hyperbóreos, y sus esfuerzos para escapar a tal circunstancia.   La Hyperbórea que concibe Busiek bebe de los textos clásicos, tan del gusto de Howard para inspirarse, en este caso grecolatinos; así queda manifiesto en el título de algún episodio (Hyper Bóreas, en latín, significa más allá de Bóreas, o viento del norte) y en la propia concepción del reino y los personajes [1]; pero sin dejar de lado ideas de uno de aquellos amigos epistolares del tejano en el Círculo Lovecraft, y de influencia mutua, como fue Clark Ashton Smith, autor de una serie de 10 relatos y un poema ambientados en esa tierra [2].   Estos nuevos hyperbóreos viven en un mundo idílico similar al que describe Píndaro en sus versos [3]: eternos e inmortales, poseedores de todos los lujos, vicios, caprichos o diversiones que desean.   También nigromantes (siguiendo tal vez la estela del sacerdote-mago Abaris, que estudió con Pitágoras), dominadores de una magia con la que extraen la esencia vital de sus esclavos, que utilizan para fabricarse una vida eterna.  Debido a ello (tal y como reivindica Nietzche, o cita James Joyce en Ulises), han trascendido su esencia humana original y se sitúan por encima de cualquier cuestión moral o filosófica que les concierna; y experimentan, y transforman esclavos en seres sin mente, gigantescos esclavistas a su servicio. Y después, tras una vida tan larga y ya sin deseos o inquietudes, se aburren y languidecen, y se suicidan, cuando así lo deciden, arrojándose al vacío sin fondo que existe bajo la fortaleza, acompañados de esos esclavos que son parte de su esencia…

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Los tres episodios que ocupan la mini saga de Hiperbórea de este volumen (norma más o menos generalizada para toda la serie) recogen todas estas ideas, junto a la rebelión de Conan y su relación con Iasmini, una esclava turania que encuentra en el cimmerio la única vía posible para escapar de sus captores, antes del suicidio colectivo que le espera junto a su deprimido y lánguido amo.   Sin embargo, el bárbaro no se irá de allí abandonando a sus compañeros de Asgard o Vanaheim, capturados juntos; a pesar de que ello supone una dificultad añadida a una misión ya imposible.   Los planes no salen siempre como se trazan, y finalmente será Conan el único que logre escapar con vida del país remoto de los hiperbóreos.

La historia se completa con 14 páginas del cuaderno 7 de la serie, el episodio «Ojo por Ojo«, donde un Conan solitario y decidido, pero exhausto, extrae fuerzas de sus deseos de venganza para atravesar las terribles montañas de nieve hasta la frontera brytunia, siguiendo la pista de Sjarl y Einar, los aesires traidores que ocasionaron su captura por los esclavistas.  Cuando los encuentra en un poblado perdido da muerte violenta a ambos, y enfrenta a una justicia que se aparta ante su mirada fiera.

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Esa noche medita junto a la bebida y recuerda los abrazos tiernos de Iasmini, y los camaradas perdidos; sueña con la muerte y la verdad de la magia, que ha conocido de cerca por primera vez; y duda si regresar a las umbrías montañas de su tierra.   Al amanecer decide que ha visto lo bueno y malo de otras tierras; pero necesita ver más.  Y se encamina a Nemedia.

Kurt Busiek, al igual que Roy Thomas en su día, es uno de esos autores artesanos de las historias que construye, que además de cultura propia vuelcan amor y honradez en aquello que hace, por lo que  obtiene resultados coherentes y bien trabajados.  El dibujo preciosista de Cary Nord, coloreado directamente sobre los lápices, y con un elaborado trabajo previo de documentación en vestuarios y ambientes, y nos trae, junto a escenas idílicas, composiciones épicas de grandes movimientos de masas, y no rehuyen de ese punto de crueldad necesario para representar una época de barbarie y dolor como debió ser la hiboria.   Por ello la conjunción de ambos en su confección convierte a La Hija del Gigante Helado y otras historias en uno de esos volúmenes mágicos (192 páginas) que no debería faltar en la biblioteca del buen aficionado a la Fantasía épica.  Si algún día se recopila en España, no lo dudes: hazte con él sin pensarlo.

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[1]  Para los antiguos griegos, Hyperbórea era un país idílico, un antiguo paraíso, una isla (¿Groenlandia?) entre los hielos del ártico, más allá del río Océano; con un clima benigno y balsámico, donde su gente vivía más de mil años.  También se les describe como inmortales y gigantes.

[2]  En la evolución de Hyperbórea que entrelaza Busiek en su historia, describe cómo inicialmente los humanos construyen la fortaleza sobre las montañas para defenderse de unas bestias simiescas similares a aquellos voormis que Ashton-Smith situa en los montes Eiglopheos, utilizados también por Howard.  Uno de los mayores placeres encontrados al realizar estos comentarios ha sido no sólo la relectura de los episodios de Conan que les atañe, sino el haber disfrutado de nuevo de la magnífica prosa de Clark Ashton-Smith, en mi opinión mejor incluso que la de Howard.

[3]  «Nunca encontrarás por tierra o mar el maravilloso camino que conduce al país de los hiperbóreos […]  Nunca se ausenta la musa de sus caminos: tañen las liras y lloran las flautas, envueltas en coros de doncellas.  No existe la enfermedad ni la ingrata vejez en su sangre sagrada; lejos del trabajo y la batalla viven.»