SOMBRAS DE HIERRO A LA LUZ DE LA LUNA en BD (Conan le cimmérien, vol. 6)

Se trata de uno de los relatos menores de Conan (y, aún así, mejor que la mayoría de muchos autores), que sigue el conocido cliché de chica hermosa, desvalida y ligera de ropa, ciudad de entorno asfixiante y peligroso, y amenaza terrorífica sobrenatural, que tanto le sirvió a Howard para llegar al público. Sin embargo, es pura aventura y acción bien construida. También una de las sorpresas agradables de esta colección de Glénat, una adaptación excelente de Virginie Agustín, desconocida por mí hasta ahora, que encara el relato como autora completa, a cargo del guion, ilustraciones y color.

A finales de 1932, tras publicar El Coloso Negro (que, además de insinuaciones veladas o desnudos, finaliza con una escena de sexo sobre el altar de Thugra Khotan) y haber obtenido su primera portada en Weird Tales, Howard confirma que la introducción de elementos sexuales en sus relatos no perjudica sino ayuda a su publicación, y decide explotar este tema en los tres siguientes. El primero será Sombras de Hierro en la Luna, una historia de transición entre sus correrías como pícaro y ladrón en diversos reinos hiborios y su primera estancia en los reinos orientales de Turán e Hyrkania, como capitán de piratas del Vilayet (aunque, tradicionalmente, haya sido situado en una época posterior de su vida [1]).

Sea cual sea la cronología elegida, Conan se enrola como mercenario en las Compañías Libres durante una campaña en Koth, que, tras firmarse la paz y quedar sin trabajo, se dedican al pillaje y saqueo de caravanas en la frontera de Turán. Los hyrcanios los llaman kozaki. El reyYildiz envía un ejército de 15.000 hombres al mando del Sha Amurath, gobernador de Akif, que los detruye y sólo el cimmerio consigue escapar, escondido en el río Ilbars. Allí, por una feliz coincidencia, encuentra y masacra al gobernador en presencia de Olivia, una esclava que ha escapado de su harén. El relato contempla este encuentro, la huida de Conan y Olivia a una isla deshabitada en el mar Vilayet donde les aguardan todo tipo de peligros: el sobrenatural de unas extrañas estatuas de hierro, el animal de un gigantesco hombre-mono gris devorador de hombres y el de unos piratas de la Hermandad Roja, a los que finalmente se une y convierte en su capitán.

Pero, más que Conan, la verdadera protagonista del relato es Olivia, noble hija del rey de Ofir, vendida como esclava por negarse a ser la esposa de un príncipe de Koth («y os llaman bárbaros a vosotros, Conan de Cimmeria»). Howard decide adoptar un punto de vista femenino (no tanto feminista) para narrar la historia y mostrarnos los hechos, sus sensaciones y sentimientos ante la aventura y peligros que afronta. Y su evolución personal.

Porque si el cimmerio cambia de actitud durante el relato, y pasa de un perfil salvaje, furioso y acorralado, que obtiene justa venganza en la carnicería sangrienta que practica sobre el sádico Sha que orquestó la masacre de sus compañeros y, al terminar regresa a su estado habitual de bárbaro decidido, ingenioso y autosuficiente, Olivia, más que cambio experimenta una evolución completa de personalidad y carácter, desde la resignación y sumisión inicial a la aceptación, madurez, y reafirmación final de sí misma y sus circunstancias.

Ella es -sí- la típica princesita del cuento, desvalida y en peligro, que teme al kozaki por su salvajismo, pero menos que a Sha Amurath, el látigo o las vejaciones, por lo que supera el miedo que le produce y le pide huir con él, un proscrito, un paria… Ahí demuestra una personalidad que ya mostró en su negativa a aceptar la vida de sumisión que otros habían decidido por ella (y que, en parte, recuerda a Agnés de Chastillon, personaje que Howard concibió meses antes); una personalidad que se refuerza en la soledad de la isla, cuando encara el terror que la abruma, abandona la pasividad y libera a Conan de los piratas, un bárbaro, un salvaje, pero que la ha tratado mejor que ningún hombre antes. Al final, elige quedarse a su lado, por más que suponga aceptar una vida incierta como reina del mar azul, ensangrentado por el saqueo y el pillaje.

Una percepción que Virgine Agustin [2] -mujer- recoge en este cómic con maestría. Al igual que reproduce, con silencios, el ambiente opresivo y la malignidad del templo o las estatuas de hierro, la belleza de los paisajes en grandes planchas de vegetación y colores lujuriosos, o el detalle de miradas cómplices que intercambian los personajes. Pocas veces he encontrado tanta descripción mediante viñetas mudas, sin texto, o intercalando planos cambiantes.

El suyo no es un dibujo perfecto, sino efectivo; sus rostros -a veces caricaturas- transmiten emociones, sentimientos; sus cuerpos no sigue el canon pero no desentonan, impactan. Su Conan, de rasgos brutos y fieros, es un bárbaro real, salvaje y poco civilizado; Olivia una cortesana delicada, indefensa, temerosa o decidida cuando encarta; su Sergius de Krosha un ser gigantesco, deforme y, sin embargo, cuadra; las estatuas de hierro son gárgolas infernales que incitan pavor… Y su adaptación, muy digna, fiel al texto original, que respeta e interpreta pero no reescribe (como Howard merece).

¿Y qué es todo eso, en definitiva, sino buen cómic…?

NOTAS

[1] — De forma tradicional, esta historia ha sido situada más adelante en la cronología del cimmerio, cuando tiene sobre 30 años y tras los sucesos de La Reina de la Costa Negra. Así lo hicieron tanto Miller y Clark, como Sprague de Camp, Robert Jordan o Joe Marek. Sin embargo, en 2003, un detallado estudio de Dale Rippke en las páginas de «Rehupa» lo resitúa tiempo atrás, sobre los 21-22 años del personaje, antes de sus aventuras con Bêlit. El motivo lo justifica y razona con hechos entresacados de los textos del autor tejano, sin la influencia o modificación posterior de otros: De un lado, la destreza con el arco que el cimmerio demuestra en alta mar, entre vaivenes de las olas, durante el primer ataque de los corsarios negros, que él mismo explica aprendió durante su estancia en Hyrkania. De otro, sus pertrechos de guerra y capa roja de mercenario en esa y otras aventuras, de los que carece aquí. Pero, sobre todo, porque si ocurre poco después de los tres años que pasa en el mar junto a Bêlit, con la marcada huella que debió dejarle, ¿por qué no se encuentra ésta entre sus recuerdos?. Y, en especial, porque los hechos de «Sombras de hierro…» transcurren durante el reinado de Yildiz en Turán, cuyo relevo debió suceder en algún momento entre «La Reina…» y El Diablo de Hierro, donde ya gobierna Yezdigerdz. En fin, matices e interpretaciones varias. Pero yo, tras las manipulaciones interesadas de Sprague de Camp, me quedo con la cronología más moderna, justificada y aceptada hoy, de Dale Rippke (que es también la que siguieron Kurt Busiek y Timothy Truman en la serie de Dark Horse).

[2] — Virgine Agustin proviene del mundo de la animación, habiendo colaborado con los estudios Disney Tarzán» y «Hércules») o televisión France3 y en la película «Corto Maltes, la corte secreta de los arcanos«. Después pasó al cómic (bande dessinée). En España, según Tebeosfera, tiene publicadas la serie «Alim, el curtidor» (Norma, 2005), «Whaligoë» (Yermo, 2014) y «Las cuarenta elefantas» (Yermo, integral, 2019). Y yo sin disfrutarla…

LA CIUDADELA ESCARLATA en BD (Conan le cimmérien, vol. 5)

Es, posiblemente (a mi entender), el más flojo de los 10 primeros volúmenes de la nueva adaptación al cómic (bande desinée) que está realizando Glénat sobre el personaje creado por Robert E. Howard. Debajo justifico el por qué lo digo.

Se trata del cuarto relato del personaje que escribió Robert E. Howard, si bien sería el segundo publicado (Weird tales, enero de 1933) tras El Fénix en la Espada, su primera historia (La hija del Gigante Helado y El Dios en el Cuenco fueron rechazados por Farnsworth Wright). Y, cómo el anterior, transcurre durante el periodo de madurez de Conan, cuando ya es rey de Aquilonia.

Ambas historias contienen puntos en común más allá de la amenaza/conspiración hacia el reino o su persona, que si en el primer relato proviene de un acto interno, ejecutado por súbditos disconformes que procuran derrocarlo, en el presente llega del exterior, por las pretensiones expansionistas de sus vecinos, los reyes Almarus de Ofir y Strabonus de Koth y el malvado brujo Tsotha Lanti, que lo capturan con una celada y preparan su abdicación a favor de un sátrapa de sangre real, Arpello de Pellia, por supuesto a su servicio.

La trama muestra la traición y captura de Conan, su huida accidentada de las oscuras mazmorras de la Ciudadela Escarlata, su encuentro con Pelias, hechicero prisionero y enemigo del anterior, que le facilita un regreso rápido a Aquilonia, a tiempo de detener las tropelías del usurpador, recuperar el trono, reunir al pueblo y los barones hasta conseguir la derrota del ejército invasor. Se ve claro que Howard, tras el rechazo previo de dos relatos de juventud del cimmerio (alguno muy bueno, aunque delicado en su motivación), decide regresar a un entorno de confort como el ya obtenido, aunque más elaborado:

En ambos relatos aparecen brujos que conspiran contra el rey, seres monstruosos invocados desde otro plano dimensional y fuerzas sobrenaturales -más hechicería- que apoyan la causa del rey bárbaro. Sin embargo, mientras en el primero utiliza para configurar Aquilonia un entorno medieval incipiente, poco diferenciado de una Antiguedad tardía y casi tribal, en el segundo incorpora de pleno un sistema de Medievo avanzado, con un feudalismo fuerte, barones enfrentados y gremios de comerciantes; y un pueblo veleta, ciudadanos y campesinos, que aspira a un líder natural, fuerte y consistente, sea éste cual sea. Por otro lado, en La Ciudadela Escarlata, además incorporar descripciones épicas de batallas grandiosas, tan propias del autor, Conan recuerda diversos roles de su pasado antes de ser rey que presagian historias futuras; también, un carcelero lo reconoce como «Amra«, el león, un pirata que asolaba tiempo atrás las costas de Kush (aún no se menciona a Bêlit, La reina de la Costa Negra y principal atractivo del que será su siguiente relato).

El problema de esta adaptación al cómic es que ignora el recurso infalible de Howard para entremezclar diferentes culturas y periodos de la historia, para infundir en el lector visiones claras del entorno sin recurrir a mayores explicaciones; y Le Roux lo interpreta de forma demasiado literal. Gráficamente, con un dibujo muy correcto y sin alaracas, su interpretación de Aquilonia (calles, adornos, armaduras, murallas, uniformes o vestimentas) nos sitúa en un entorno en exceso adelantado, cercano a la Guerra de los Cien Años, que desentona y a mí, personalmente, me saca de situación. Sin embargo, sus páginas de batallas, sin llegar a brillantes, están bien construidas y dotadas de cierta épica efectista. Étienne Le Roux («La memoria en los bolsillos», «14-18», ambas en Norma Editorial) es un buen dibujante que igual admira a los maestros franco-belgas que ilustra como Bernie Wrigtson; aquí utiliza un estilo realista intermedio que no está nada mal, aunque hubiese preferido un homenaje a Wrightson… En todo caso, me gusta su Conan de barba regia y constitución natural, diferente al que estamos acostumbrados.

Es en el guion adaptado de Luc Brunschwig donde encuentro más problemas. La historia comienza en Tamar, con la noticia de la derrota de Conan, comunicada por Flavio, el juglar del rey (¿?) (que cabalga a lomos de un oso…¿?), y desencadena los acontecimientos que suceden en Aquilonia en paralelo a los hechos que vive el cimmerio en la planicie de Shamu y la frontera de Ofir. No está mal como recurso (por más que Howard los trate con rapidez, al final, y aquí cobran relevancia y destacan en exceso la figura del títere Arpello, figura gris en el original). Pero excluye y obvia otros personajes de vital importancia como el Conde Trocero de Poitain o el canciller Publio, a quienes ni nombra o los cita con nombres cambiados, como los barones Pomero de Shamar o Enaro de Sica (¿?) y deja como principal valedor de Conan en la ciudad al juglar Flavio…

No contento con ello, sustituye la enorme serpiente Satha, «la vieja» (imagen icónica donde las haya, tras la genial ilustración de Frazetta) por un gran sapo repugnante, que debió entender más terrorífico… Todo ello me lleva a pensar que Brunschwig desconoce al autor, el personaje y su entorno, o –lo que es peor, teniendo tan cerca a Patrice Louinet-, decide pasar de él y reescribir la historia a su criterio, creyendo ser más interesante que el propio autor (el gran pecado de más de un guionista y director «genial»…).

Y es una lástima, porque el resto de la historia, la principal, no está mal adaptada.

Para colmo, el ensayo de Patrice Louinet, co-director de la colección y uno de los mayores entendidos del mundo en R.E. Howard, dentro de su maestría habitual, no me ha parecido de las mejores, lo que contribuye a una menor puntuación general.

Por todo ello, esta adaptación de La Ciudadela Escarlata al cómic se convierte en la más floja de cuantas realiza Glénat y, posiblemente, de cuantas se hicieron antes (por Marvel y Dark Horse), lejos del respecto y fidelidad al original que demostraron Roy Thomas y Timothy Truman en su día. Puestos a comparar, de ellas, y aunque venero la interpretación realizada por Frank Brunner, que me impactó en su día (aunque, vista hoy, quede algo constreñida y confusa en 40 páginas), prefiero sin duda la de Dark Horse y el dibujo impresionante de Tomás Giorello (mucho más libre y grandioso, en una auténtica novela gráfica de casi 100 páginas).

Como digo, una verdadera lástima, pues si hasta ahora la edición de Glénat (escribo tras leer sus 10 primeros títulos) alcanza un notable alto, incluso el sobresaliente, este volumen se queda sólo en suficiente; el único por el momento.

Para otros comentarios sobre La Ciudadela Escarlata (Dark Horse) en este blog,

clica aquí, o sobre la imagen

Dibujo de Tomás Giorello, para la versión de Dark Horse

VILLANOS EN LA CASA, en BD (Conan le cimmérien, vol.10)

Nos encontramos ante una excelente adaptación al cómic de «Villanos en la casa», de Robert E. Howard, realizada por Patrice Louinet con dibujos de Paolo Martinello, como nº 10 de la colección «Conan le Cimmérien» de Ediciones Glénat.

(Todas las imágenes se amplían al hacer clik sobre ellas. Recomiendo hacerlo, para contemplar la espectacularidad de algunas escenas.)

La historia (curiosamente titulada en francés «La casa de los tres bandidos» [Conan, Murillo y Nabónidus]), una de las últimas del primer ciclo del personaje (publicada en enero de 1934), contiene interesantes peculiaridades o cambios respecto a las precedentes:

De un lado, la casi nula presencia femenina entre sus páginas (el ajuste de cuentas con la novieta de turno es testimonial) lo que le priva -de nuevo- de la portada en Weird Tales, pese a ser uno de los personajes mejor valorados por los lectores. De otro, y sobre todo, destaca la introducción de la tecnología y la ciencia para justificar lo sobrenatural: el Sacerdote Rojo, un poderoso villano que despierta el terror de sus conciudadanos como hechicero, resulta ser un científico avanzado a su tiempo que, frente a la magia, utiliza elementos tecnológicos y ardides psicológicos para obtener sus fines corruptos, y habla sin tapujos de «evolución natural». Howard recoge, sin duda, el enfrentamiento candente en la época (y que aún mantienen algunos) entre evolucionistas y creacionistas y toma partido, mostrando claras sus preferencias.

Pero revela también su desprecio por la política (en este caso local), en la que sitúa por igual a sacerdotes y aristócratas, ambos ávidos de poder, y la concibe como un defecto inherente a la civilización. Aún no utiliza el conocido discurso de enfrentamiento con la barbarie (entendida como elemento natural, no sujeta a leyes opresoras) que expondrá un año después en Más allá del río Negro. Pero Patrice Louinet sí lo hace, poniendo en sus labio la frase «Por lo que se ve, es ilegal matar a un jodido sacerdote, aunque sea el peor de los bandidos», anticipo quizás del desconcierto que siente ante el juez unos meses más tarde, en La Reina de la Costa Negra, para justificar sus actos transgresores como ladrón o asesino («el más honesto de los tres villanos» en palabras de Murillo).

El relato (Howard confiesa por carta a Clark Ashton Smith que se escribió solo, de un tirón y apenas sin corregir) transcurre intramuros, dentro de la ciudad, la cárcel o la mansión del sacerdote rojo, lejos de los espacios abiertos que contemplan grandes batallas. Howard nos introduce en el ambiente ominoso de las cloacas (incluidas las políticas), pasillos amenazadores y habitaciones llenas de trampas; un interiorismo que propicia la reflexión y que prevalezcan los personajes. El autor prefiere la narrativa a los diálogos, y ello propicia una adaptación al cómic en grandes grandes planchas que enlazan viñetas sin texto, ilustraciones plenas de pequeños detalles y un sin fin de personajes de adorno, planos que cambian de enfoque y secuencias bien dirigidas, que consiguen el equilibrio perfecto en una narración secuencial de lujo.

Howard inicia el relato con la historia ya planteada, el cimmerio en la cárcel y, después, con una concisión precisa, propia de un maestro, traza y nos explica en sólo unos párrafos lo sucedido (la ejecución del compañero y su venganza sobre el sacerdote de Anu que los traicionó). En el cómic, la historia se comprende mejor si se cuenta en secuencia, desde su inicio (1). Los autores se permiten utilizar 16 páginas (europeas, grandes planchas) para narrarla; y funciona muy bien. Nos encontramos ante una gran versión, una adaptación que respeta el original y demuestra que se puede ser creativo sin cambiar ni reescribir lo que ha contado el autor.

Me gusta que Patrice Luinet opte por la opción propuesta por Dale Ripke en su cronología «Tormenta Oscura»(2) y que el amigo ajusticiado sea el mismo Néstor de Gunderland que Conan conoce en la sinopsis de El aposento de los muertos (3). Como me ha parecido magnífica la recreación gráfica de Thak por Paolo Martinelli, mucho más humana en su bestialidad que otras (incluida la de Frazetta) y acorde a lo que el escritor tejano quiso reflejar en las palabras de Conan:

«Esta noche he matado a un hombre y no a una bestia».

El aspecto gráfico resulta impactante, como podéis comprobar. El cimmerio se nos presenta como un joven bárbaro (de 19 años) que impresiona por su corpulencia pero a la vez es ágil, de reacciones felinas y mirada viva, salvaje e inteligente. También acierta Martinelli con el resto de personajes, la ambientación y los fondos, incluso el color o intercalando planos y contrapicados, obteniendo en conjunto una narrativa muy ágil. Incluso añade un guiño de humor en la taberna, cuando representa a la veterana prostituta pelirroja, inflada y deforme, de nombre Sonia, que viste un conjunto bikini de mallas plateadas.

Sólo le encuentro una pega (ínfima): los escenarios; ese eclecticismo arquitectónico que mezcla indiscri-minadamente construcciones antiguas, torres estilizadas, muros medievales, templos de corte oriental o arcos de todo tipo, junto a elementos decorativos de diversas épocas y enormes adornos renacentistas o neoclásicos; incluso en un barrio bajo como El Laberinto. A mi entender, otorgan espectacularidad al ambiente, pero despojan de personalidad a la ciudad de Corinthia. Por lo demás, grandioso.

El ensayo final de Louinet que acompaña a cada álbum de la serie, aunque magnífico como siempre, me resulta menos brillante que otros; pero sus comentarios añaden un plus de calidad al álbum. No en vano lo firma uno de los mayores entendidos en Robert E. Howard o su obra; en este caso, también el guionista.

En suma, un nuevo ejemplo del buen hacer de esta colección de Glénat, que demuestra que es posible realizar una gran historia personal respetando las fuentes, adaptar sin inventar ni reescribir a su autor.

NOTAS:

(1) – Todas las adaptaciones previas lo han hecho así: en Marvel, Roy Thomas, en un número anterior, mientras utiliza dos cuadernillos para completar la historia; en Dark Horse, Timothy Truman usa cuatro para narrarla (88 páginas), más una extensa precuela.

(2) –The Dark Storm Conan Cronologie, publicada en los números 180, 181 y 182 de REHUPA (2003). Timothy Truman sigue ya esta cronología, adoptada en su mayor parte por la colección de Dark Horse. La versión de Roy Thomas es bastante anterior, y se encuentra contaminada por las acciones de L. Sprague deCamp.

(3) -Sinopsis de una historia de Conan no narrada por Howard. Diversos autores la han continuado y reescrito después, como relato y en diferentes cómics.

Mujeres Guerreras (II): CATHERINE LUCILLE MOORE

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CL Moore

Catherine Lucille Moore (1911-1987, Indianápolis) fue una niña enferma en sus primeros años; tras ingresar en primer grado, una enfermedad la obligó a dejar la escuela, a la que no regresó hasta quinto. Mientras, aprendió en casa, rodeada de libros de mitología griega, novelas de Oz, de Frank Baum, o los Ciclos de Marte y Tarzán, de Edgard Rice Burroughs. (Comenzaba a estar perdida…)

Lo peor es que, junto a un primo, comenzó a imaginar historias romáticas de jóvenes héroes llenas de aventuras, en una época situada alrededor de 1200-1250, para la que desa-rrollaron una teología y mitología propia, tradiciones y leyendas, mapas, la casa gober-nante con su árbol genealógico, batallas y canciones de una larga saga de héroes. Y un personaje en concreto: Dalmar j’Penyra, pelirrojo de ojos negros, duque y pirata, picaresco y poderoso amante, invencible en cualquier tarea que decidiera emprender; todo un canalla… al que decidieron dar muerte en 1256, a los 35 años, la edad máxima a la que unas jovencitas como ellas imaginaban que un hombrepodía mantener su atractivo… (1)

Más tarde, ingresaría en la universidad de Indiana. Pero la Gran Depresión la obligó a dejarla y buscar trabajo en un banco. Y fue en un quiosco frente a su oficina donde, en 1931, encuentra un ejemplar de «Amazing Stories«, al que siguieron muchos otros , de «Wonder Stories«, «Astouding» y «Weird Tales«. (Definitivamente, estaba perdida…)

«Estas cosas son como una droga, ¿no? . Una, simplemente, no puede detenerse» (1)

Pero lo que Moore realmente deseaba era escribir, más allá de tres historias casi de cuentos de hadas que había publicado en un periódico estudiantil. Y, como tenía tiempo de sobra en el trabajo y debía aparentar que estaba ocupada, comenzó a escribir poemas en su máquina de escribir, para mejorar su velocidad. Y uno de esos poemas le llevó a pergeñar el comienzo de Shambleau, la primera historia de Northwest Smith, que apareció publicada en Weird Tales en noviembre de 1933. En la firma, utilizó sus iniciales, «CL«, para que en el banco no supieran que tenía ingresos adiciona-les, por temor a que la despidiesen. Cobró por ello 100$, su sueldo de un mes.

La carrera de Catherine Lucille (mejor dicho, CL) fue meteórica. No sólo los críticos la alababan, sino también el gran público, que la votó como historia más popular del año y la segunda de la década, por encima de personalidades de reconocido prestigio, como C.A.Smith, E.Hoffman Price, H.P.Lovecraft, R.E.Howard o S.Quinn, a quienes admiraba y muchos de ellos se deshicieron también en elogios hacia su obra. En abril de 1934 se publicó su segundo relato, Sed Negra, que fue valorada por los lectores por encima de «Sombras de Hierro en la Luna» de Robert E. Howard, publicada en el mismo número. Pero ella tenía clara su propia opinión:

«Me gustaría leer todo lo que Robert E. Howard ha escrito.  Su primera historia que leí fue «Gusanos de la Tierra» y, desde entonces, he sido su fan. Y, por supuesto, de Lovecraft y Price. (1)

También ellos lo tenían claro, por las apasionadas referencias que de ella hacían en sus cartas, tanto particulares como públicas en «Eyrie«. Tanto, que no tardaría en ser parte del llamado Círculo Lovecraft (extendido), con el apodo de Sister Katy (2).

Es por esa época (en carta de 28 de marzo) que CLM revela a Barlow su género. No está claro cómo se extendió el rumor, pero en el número de mayo de «The Fantasy Man», se anunció con descaro y alegría que el creador de las historias de éxito de Northwest Smith era una mujer. Puede que Howard, como suscriptor de la revista, se enterase por este medio. Lo que sí está claro es que su interés por ella iba en aumento y recurría a Barlow (interlocutor epistolar de casi todos ellos a través de HPL) para conocerla mejor; al tiempo que Moore indagaba en Lovecraft sobre el tejano a quien admiraba. Y ambos, sin conocerse, extasiaban a los lectores de «Weird Tales» con sus personajes, Smith y Conan, a los que alababan, comparaban y exaltaban en su favor, prácticamente a la par.

Tras publicar el tercer relato de Northwest Smith, «Sueño Escarlata», CL Moore decide enterrarlo… temporalmente. Farnswort Wright editor de Weird Tales le ha aceptado ya una nueva historia, con una dama medieval pelirroja como personaje…

JIREL DE JOIRY

CL Moore seguiría publicando de forma regular y continua historias de ambos persona-jes (la conjunción completa y definitiva de aquel Dalmar j’Penyra, pelirrojo y canalla, de su juventud), que gozan del fervor de sus propios colegas escritores y, muy especialmente, de los lectores, que situaban a Jirel y NW Smith a la altura de Conan; los escasos detractores de su obra o estilo generaban defensas apasionadas de colegas como R.E.Howard y, sobre todo, HP Lovecraft.

Fue así hasta 1936, un año de fuertes impresiones para ella: por un lado, en junio, se suicidó REH, noticia que le afectó muy especialmente, por la amistad (epistolar) que se profesaban y afinidad de género (espada y brujería) que cultivaban, cada uno de forma y enfoques muy diferentes. Su carta de despedida fue, entre las de otros colegas, de las más apasionadas y cercanas. Tanto le afecta, que incluso llega a abandonar el personaje de Jirel de Joiry.

Por otro lado, 1936 fue el año en que Henry Kuttner comienza su correspondencia con ella. Kuttner había sido muy bien acogido por Lovecraft, con quien compartía admiración, llegando a realizar una defensa apasionada de su estilo, hasta decir: «CL Moore me parece mejor escritor que Lovecraft… que el Lovecraft actual» (3).  A inicios de año decide escribir a CL Moore (tratándola de inicio de Sr. Moore), y más tarde, en una de sus cartas le incitará a recuperar el personaje de Jirel, incluso proponiendo una colaboración entre ambos. CL acepta y así lo comenta a HPL, que se alegra por ambos y les anima. El relato es un crossover entre Jirel y NW Smith, «La búsqueda de la gema de las estrellas«, que supone el regreso de la guerrera y la conjunción completa, pelirrojo y canalla, de aquel personaje de antaño, Dalmar j’Penyra. Sólo ´que HPL no llegaría a verlo: se publicó en WT en septiembre de 1937, y el había fallecido el 15 de marzo.

Catherine Lucille Moore y Henry Kuttner se casaron en 1940. CL Moore no volvería a publicar con su nombre, pero no dejó de escribir por ello. Desde ese momento, son muchos los relatos que ambos publican, sólo con la firma de él o bajo pseudónimos como Lewis Padgett, C. H. Liddell o Lawrence O’Donell. (5) Hasta 1958, que Kuttner muere prematuramente, a los 42 años.

CL Moore no volvió a escribir desde entonces. Casada en segundas nuncias, murió el 4 de abril de 1987, víctima del Alzehimer.

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NOTAS:

  • (1) Extracto de diversas cartas de C.L.Moore a R.H.Barlow en 1934
  • (2) El Círculo principal estaría compuesto por 
    • H.P.Lovecraft («Luveh-Kerapf«, Sumo sacerdote «Ech-Pi-El»)
    • lark Ashton Smith (el mago oscuro «Clarkash-Ton«)
    • Robert E. Howard Bob dos pistolas«)
    • August Derleth (el «Conde D’Erlette«, autor del Culto a los Gules)
    • Frank Belnap Long Belknapius«)
    • En el Círculo ampliado también podrían considerarse otros corresponsales (con «nick» o no) que participaron o intercambiaron personajes o Mitos, como:  Robert BlochBoh-Blok» o «Robert Blake» en «El morador de las tinieblas»),Donald Wandrei («Melmoth«), Henry KuttnerCL Moore («Sister Katy»), Henry Hasse, E. Hoffman Price, Fritz Leiber…
  • (3) Weird Tales, septiembre de 1934
  • (4) Para mayor documentación sobre la autora y citas a las que se hace referencia, consultar el excelente prólogo de Javier Jiménez Barco a la reciente edición «Jirel de Joiry, la saga completa», de Costas de Carcosa (marzo 2019) o el artículo «Conan y Jirel: Robert E. Howard y CL Moore» por Bobby Derie, publicado en tres partes en http://onanunderwood5.blogspot.com
  • (5) En el año 2007 se estrenó la película The Last Mimzy (Mimzy: Más allá de la imaginación en España e iberoamérica), que adapta el cuento «Mimzy Were the Borogoves», de Lewis Padget, uno de sus pseudónimos conjuntos.

Mujeres Guerreras: Jirel de Joiry, de CL Moore, y otras

Hace ya muchos años, en el editorial del nº 5 de BERSERKR, dedicado a las mujeres guerreras, escribí:

En este número realizamos un proyecto deseado hace tiempo: rebatir los argumentos dados por aquellos que han tachado a la Fantasía Heroica de machista. No vamos a negar que, en ocasiones, así haya sucedido, pero ¿qué familia no tiene en su seno ovejas negras?.

Así, (…) utilizamos la figura de Red Sonja como ejemplo, ampliándolo con otras como Marada o Las Amazonas de Gianluiggi Zuddas, (Jirel de Joiry, de C.L.Moore, o Rifkind de Lynn Abbeey y alguna más deberán quedar para mejor ocasión)…

Han debido pasar 35 años para retomar aquel proyecto. Por entonces, fueron muchas las cartas (método habitual para comunicarse) preguntando por quiénes eran Jirel o Rifkind (ésta -si no me equivoco- aún continúa inédita en España, a la espera que alguien se decida publicar su historia).

Aprovechemos este encuentro del Club de Lectura de Literatura Fantástica en Málaga, con lectura de las aventuras de Jirel de Joiry, para reivindicarlas, en los siguientes apartados:

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MUJERES GUERRERAS en la historia.

CATHERINE LUCILLE MOORE

JIREL DE JOYRY

ESPADACHINAS de Robert E. Howard

RIFKIND, de Lynn Abbey