CONAN el Bárbaro, volumen 4: LA CANCIÓN DE BÊLIT

Ficha CB4Con el volumen 4 de Conan el Bárbaro (Conan volumen 16, en la edición original de Dark Horse), Planeta de Agostini cómics se ha dado prisa en finalizar el  arco de aventuras que recoge la nueva adaptación al cómic de uno de las más aclamados relatos de Robert E. Howard, La Reina de la Costa Negra, esta vez a cargo de Brian Wood, y un variado reparto de dibujantes.

Una adaptación polémica, sin duda; dado que algunos insisten en aclamar esta nueva versión del cimmerio, quizá por ser diferente a las visiones anteriores del personaje, y otros, los más antiguos y veteranos, la critican precisamente por lo mismo.  Personalmente, y aunque incluido en este segundo grupo, he procurado no juzgar la obra en comparación con otras (aunque, a veces, es imposible no hacerlo) que no sean sino el relato original de Howard, su visión, espíritu y poesía, que la tiene, junto a la acción dramática y fiera que refleja a veces.  Esa era la intención inicial de Dark Horse cuando Kurt Busiek se hizo cargo de la serie, que mantuvo Timothy Truman en su relevo (y sigue demostrando en Conan Rey), pero que ha desaparecido desde entonces.  Y en este sentido (siempre en mi opinión), Brian Wood, tras un principio en el que parecía haber captado esa idea y el espíritu de Howard, termina por no dar la talla.  Y digo ésto porque se atreve a reescribir a REH (no adaptarlo, como hacen otros) en muchos de sus momentos más inspirados; y -seamos sinceros- para superar a Howard hay que ser muy bueno, o algo necio; y Wood, por muchos premios anteriores que posea, no alcanza nunca a mejorar al maestro, y para mí, por tanto, entra en esa segunda categoría.

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CB 19p1Pero centrémonos en el volumen:

Antes de abordar el arco final del relato de Howard, Wood nos propone una historia en tres números acerca de unas piedras negras obtenidas en un abordaje, que traslada de nuevo a la pareja protagonista tierra adentro, lejos de La Costa Negra (qué poca aceptación tiene para este hombre historias en el mar, costas desconocidas, o islas perdidas y misteriosas, que tanto juego podrían dar…); una relato que no aporta nada nuevo o de interés a historia del bárbaro o los personajes, y no merece perder más tiempo en ella; sólo indicar que los dibujos corren a cargo de un correcto Paul Azaceta, aun pese a sus entornos (poblados, barcos…) demasiado modernos para la época.

La adaptación de La Canción de Bêlit (parte final del relato original de Howard), se realiza en cuatro números (tres en realidad, más otro de cierre y transición). Por sí misma, puede resultar interesante, bien ambientada en el entorno opresivo y asfixiante del río Zarkheba, plagada de escenas de acción sobre-detallada en numerosas viñetas, muy del gusto actual.  El dibujo de Riccardo Burchielli ayuda a construir el ambiente, presentando una Bêlit rotunda y salvaje, en una relación muy sensual con el cimmerio (siguiendo el diseño inicial de Becky Cloonan aunque de extraño gesto y nunca comparable a la de Buscema).

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Wood consigue una historia que al terminar no deja mala impresión, con ese añadido final donde intenta trasladar la desazón un un joven que ha perdido a su amada y el sentido de su vida, y vaga por poblados negros convertido en un «hombre fantasma», jugueteando con la muerte…  Sin embargo, tras su lectura (y durante ella) sientes que falta algo… Algo que es importante: la poesía, los sentimientos, el dramatismo que perfila Howard en determinados momentos para construir el terrible drama final, la victoria definitiva del amor sobre la muerte, que siempre han marcado este relato y hecho de él uno de los mejores y más recordados del autor.

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Y es que Wood, centrado en la fiereza física de la tigresa shemita, su ardor guerrero y salvaje en el combate y el sexo, demuestra no haber comprendido al completo un personaje complejo como Bêlit, y obvia, o minimiza, la pasión salvaje de sus sentimientos, su fuerza vital y amor verdadero hacia Conan, salvaje y fiero como ella misma y tan fuerte como para traspasar la muerte si él la llega a necesitar.  Y así, la declaración de amor pasional en la que promete su regreso queda perdida y nada clara en una sola viñeta, de fuerte intención sexual y cargada de texto, donde no destaca la frase más importante… Y no hay dramatismo alguno en la escena donde Conan la necesita y ella cumple su promesa (aquí no está atrapado, sino que encara a su enemigo espada en mano). Con ello, la historia pierde su fuerza, toda su magia, aquello que la hace ser recordada y distinta; una escena recogida por cuantos artistas ha ilustrado al autor desde 1934, año que se publicó el relato, copiada y readaptada a Valeria en el film Conan el Bárbaro de John Milius y otros… y que aquí se difumina.

Distintos artistas

La historia finaliza con la despedida y funeral «vikingo» que otorga Conan a la diablesa del mar, alternada con la transición de ánimos del personaje, desde la apatía a su abandono a la muerte en combate singular, hasta su recuperación y marcha hacia los reinos negros; una historia que ya será narrada por Fred Van Lente (El Pueblo del Círculo Negro) en el siguiente arco argumental de la serie, llamada ahora Conan el Vengador, cuya primera historia en tres números, Sombras sobre Kush, ha sido dibujada por Brian Ching (de nuevo un estilo «moderno» en su interior, sin nada que ver con las portadas; confiemos que el guión merezca la pena).

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En estos 25 episodios de Conan el bárbaro -cuatro volúmenes-, a Wood le han sobrado historias fuera de contexto (por ejemplo, en Cimmeria), y le ha faltado un mínimo intento de explicar o comentar siquiera el sobrenombre de Amra, el león, con que fue conocido el bárbaro mientras era compañero de Bêlit.

Excelente la edición española de Planeta de Agostini Cómics, como siempre, similar a la original, si bien encuentro una pega en ambas: la portada elegida para el tomo; tanto una como otra, entre las 7 dibujadas por Massimo Carnevale, todas ellas atractivas, optan por una de las primer ciclo, sin relación con la historia principal.  Yo hubiese elegido cualquiera de las otras, donde se muestra el Antiguo; en especial la del nº 22, donde también aparece Bêlit.

CB4-La Canción de Bêlit

Sí aciertan, a cambio, en la elección de portada para el siguiente volumen del personaje (ya a la venta), esta vez como Conan Rey: La Hora del Dragón (ver reseña aquí y aquí): un trabajo impresionante de Sanjulián, para una excelente adaptación de Truman y Giorello.  No os la perdais.

Conan, La Leyenda, 12 y La Rueda del Tiempo 1. Novelas gráficas para febrero.

En unos días salen a la venta dos volúmenes de cómic en formato libro, o novelas gráficas, como me gusta llamarlas, sobre temas o personajes de Fantasía épica, editados ambos por Planeta de Agostini:  El volumen 12 de Conan: El Trono de Aquilonia, y el primero de la adaptación al cómic de la eterna saga de Robert Jordan, La Rueda del Tiempo: Nueva Primavera.

Conan 12 - El Trono de Aquilonia PA LaRuedadelTiempo-Primavera Comic

Si Roy Thomas siempre ha sido un aliciente, el episodio que narra es uno de los que más se aleja de la premisa inicial de Dark Horse para esta nueva adaptación al cómic del cimmerio: prescindir de todo aquello sobre el personaje que no parta del propio Howard y presentar nuevas historias basada sólo en sus escritos; si en todos los volúmenes restantes existe al menos un relato, fragmento, o poema original del tejano, y el resto construido a su alrededor, en los dos volúmenes encargados a Thomas (éste y el anterior, El Camino de los Reyes) no ocurre así: todo es nuevo, utilizado como relleno para cubrir el hueco y la transición física del cimmerio desde el mar de Vilayet hasta el puerto de Argos, donde embarca hacia Bêlit.  Gráficamente, tampoco Hawthorne destaca, y se aleja de esa imagen clásica del bárbaro que se mantiene en el imaginario colectivo de los seguidores del personaje en cómic…

Tengo curiosidad por La Rueda del Tiempo, serie famosa del fallecido Robert Jordan que nunca continué en literatura debido a su extensión, 15 tomos (20 en edición española) el último terminado por Brandon Sanderson recientemente (algo así como lo que muchos temen que ocurra con Canción de Hielo y Fuego…).  Veremos qué nos depara.

CONAN REY. La Ciudadela Escarlata.

Planeta de Agostini comics continúa ofreciéndonos la nueva versión de Conan en cómics que realiza Dark Horse.  Desde hace varios números, directamente como Novela Gráfica, formato que siempre he defendido y solicitado, no sólo porque añade un plus de calidad a unas muy buenas adaptaciones del personaje al medio gráfico y permiten su lectura completa, sino porque así fueron concebidas en origen, independiente a su primera publicación en forma de mini-serie y cuadernillos mensuales.

La que ahora nos presenta es la primera que Dark Horse realiza del reinado de Conan siguiendo los relatos originales de Robert E. Howard.  Y he de reconocer que Timothy Truman, un enamorado estudioso de la obra original (como demostró a lo largo de los casi cuatro años anteriores que se encargó de las series Conan y Conan el Cimmerio) realiza una magnífica adaptación del relato inicial y sigue fielmente la historia de Howard, al tiempo que le aporta un toque muy personal, basado en datos sugeridos por el propio autor tejano:

En la introducción al tomo, Truman nos confiesa que siempre le intrigó y atrajo aquella famosa carta que Howard escribió a P. Schuyler Miller en marzo de 1936, poco antes de quitarse la vida, donde ofrece aspectos de la vida del cimmerio complementarios a los descritos en sus relatos.  Allí indicaba que Conan reinó muchos años en Aquilonia, en un periodo turbulento e inquietante…  En otro momento, Howard confesó también tener la sensación de ser el propio cimmerio quien le trasladaba personalmente las historias de su vida, que él transcribía después; historias de guerrero, contadas en periodos de descanso junto a la lumbre, sin orden ni cronología…

Por ello, cuando Dark Horse le encarga la adaptación de las historias del reinado de Conan, decide utilizar al propio monarca, en un periodo avanzado de su reinado, como hilo conductor de la misma, y será el propio cimmerio, ya envejecido pero aún con un aspecto formidable (magníficamente representado por Giorello), quien narra en primera persona sus aventuras a un escriba nemedio (enviado por el consejero Publius para dejar registro de su regencia), dando origen así a las conocidas Crónicas Nemedias que nos han legado sus hazañas.  Este recurso será utilizado también en el segundo arco argumental que ambos adaptan, El Fénix en la Espada, cronológicamente anterior al actual (publicado recientemente en USA; ojalá se encarguen ambos de adaptar también La Hora del Dragón).

Gráficamente, la obra es impresionante; no sólo por esa excelente portada de Gerald Parel, sino también el interior, con  ilustraciones de un Giorello que continúa la progresión artística que demostrara en las series de juventud del bárbaro, que tan bien se adapta a su imagen clásica en cómic desde el cánon que marcaran Buscema y otros en Marvel, siguiendo la estela de Frazetta (y que tánto se echa en falta en las series más recientes de Dark Horse, desde que ambos las abandonaran para hacerse cargo de su época crepuscular).  El Conan de Giorello se adapta perfectamente a la edad que representa el personaje en cada instante: maduro y en pleno desarrollo muscular sobre los 40, cuando transcurren los hechos; robusto, pero sin perder el tono, unos 20 años después, mientras los narra al escriba, dotado de una serenidad imponente que le han aportado los años (en este caso, también de una barba poblada, concesión -quizás inconsciente- a la propuesta de un denostado hoy -con razón- Lyon Sprague de Camp en su Conan de Las Islas).  Sus ilustraciones, con un aceptable desarrollo de planos cambiantes, reflejan fuerza en cada una de las viñetas, pues ya sean éstas pequeñas, medianas, a un tercio, página completa o doble página, aparecen todas cargadas de detalles que acompañan a las figuras; sus rostros reflejan emociones; sus escenas de batallas transmiten acción, reviven ejércitos numerosos de muchos «extras»; sus escenas de populacho crean sensación de muchedumbre; y las de interior, las que apenas contienen figuras, son generosas en detalles complementarios.  Todo ello aderezado por José Villarrubia con colores en claroscuros donde dominan tonos sombríos y crepusculares, en los que no escapan pequeños detalles de colorido vivo como iluminación en contraste, y una sorprendente fidelidad también a los pequeños detalles del relato original, como esa planta infernal que mantiene confinado a Pelias.

Una obra, en resumen, muy recomendable, tanto por su fidelidad a la historia como las aportaciones intermedias (las narraciones del rey al escriba, como nexo de unión entre los cuatro números de la miniserie, donde no faltan recuerdos a Rinaldo u otros personajes y situaciones conocidas) o final (un recuerdo emocionado a las propias palabras de Howard que le inspiraron, y su máquina de escribir, que constituye el mejor homenaje a un autor admirado); o las imágenes, verdaderos retablos de ilustraciones cargadas de detalles alrededor de la acción principal, que hacen disfrutar al aficionado a la buena narrativa gráfica secuencial, el buen cómic.  Si alguna pega le encuentro es no haberse recreado lo suficiente en esa escena final en la que el cuerpo de Tsotha-Lanti persigue al águila-Pelias que le ha arrebatado una parte importante (no entro en detalles, pero ya me entendéis), que constituye uno de esos finales sorprendentemente geniales a los que el tejano nos tiene acostumbrados.  Pero no resta méritos al conjunto.  Y, tal vez, ese homenaje final al autor lo hacía imposible.

Disfrutadla, pues, os lo recomiendo, mientras quedamos a la espera de El Fénix en la Espada.  El siguiente volumen que nos aguarda (ya anunciado, en breve), La Reina de la Costa Negra, con todo su atractivo innato, mantiene registros muy diferentes, sobre todo a nivel gráfico.

 

PRÍNCIPE VALIENTE, de Harold R. Foster.

No puedo dejar de hacerme eco de la nueva edición de Planeta de Agostini de Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo, la obra épica (por contenido y en sí misma) del maestro Harold Foster.

Son varias las ediciones que Príncipe Valiente ha tenido en España, desde aquella mítica de BuruLan, de 1972, y volví a disfrutar con la de Tebeos S.A.Ediciones B en 1988, que, fascículo a fascículo, alcanzó a mostrarnos la época de John Cullen Murphy (sin comparación posible a la de Foster), si bien la intensidad del color maltrataba el genial trazo a pincel de su autor.  Desde hace años, en los foros de aficionados se comenta la necesidad de disponer de una edición digna de esta obra (para muchos, la obra maestra de los cómics).  Hace años, también, se oye la posibilidad de que Planeta de Agostini realice tal edición, pero no llegaba (en 2006 presentó una colección de tomos reducidos y nuevo color, de calidad, pero demasiado intenso aún para que destacase la tinta).   Sin embargo, existe una edición de Manuel Caldas, con traducción de Rafael Marín, (editorial Libros de Papel) que recomiendo a quien de verdad desee disfrutarlo.  Casi con toda seguridad, se trata de la mejor reproducción de la obra de Foster realizada hasta el momento; aunque exenta de color, «en glorioso blanco y negro».

PV 213, de Manuel Caldas. Picar sobre la imagen para acceder, y disfrutar a tamaño original.

¿Ha llegado el momento de una edición digna en color?.  Podría ser.  Eso, al menos, es lo que nos propone Planeta con esta colección, que califica de «definitiva«, en el 75 aniversario de publicación de la primera plancha de la serie (13 de Febrero de 1937).

La propuesta que se nos hace con esta colección parece atractiva: una edición integral de la obra desde su primera página hasta el presente; 75 tomos (aunque no a tamaño , uno por cada año, incluyendo hasta la plancha del 25-12-2011.  Toda la obra de su creador, Harold Foster (hasta 1970, aunque siguió realizando guiones y bocetos hasta 1979), y sus continuadores John Cullen Murphy y Gary Gianni (desde 2004, con guiones de Mark Schutlz, una época más atractiva y fantástica que la de Murphy).  Y, sobre todo, un color restaurado viñeta a viñeta a partir del original, mucho más luminoso y transparente, respetuoso con el dibujo base a tinta, y que permite disfrutar del mismo; al menos, eso parece a primera vista.  Hay una muestra de varias páginas del primer tomo aquí.

De confirmarse (aún no he podido comprobarlo realmente, papel en mano, y desconozco el origen de su realización -podría ser la edición alemana de Bocola-, pero todo parece indicarlo así), la propuesta es grandiosa -tanto como la obra de Foster-, y altamente recomendable para todo aquel que no disponga de la misma, o desee disfrutarla de nuevo en una edición digna.  Hace ya 30 años, en mis inicios, escribí en prensa un artículo (que aún conservo) titulado La Poética del Cómic, donde utilizaba Príncipe Valiente como ejemplo principal de mi exposición.  Ya en aquella época, la obra de Foster fue para mí obra maestra, de culto, y no he cambiado de opinión desde entonces.  El trazo maestro de su pincel a tinta; sus sombras, como grabados; su recreación de una edad media polifacética; el dominio maestro de la figura humana; la grandiosidad y realismo de escenas, construcciones y paisajes; su exquisita composición de viñetas y encuadres únicos; la profundidad de unos planos extensos, donde introduce numerosos personajes en movimiento, como extras de una gran producción cinematográfica; pero, sobre todo, la humanidad, fantasía e ingenio de sus historias que -junto a unas imágenes hermosas- convierten la narración en poesía a los ojos del lector, hacen de Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo la mejor muestra y exponente del (nunca como aquí) bien llamado noveno arte.

PV 301, en edición de Manuel Caldas. Pinchar sobre la imagen para ver a tamaño original

En todo caso, el éxito de la obra no es tanto fruto del virtuosismo (que también) como de su labor artesana.  Foster fue, ante todo, un trabajador, un verdadero artesano del dibujo (se cuenta que dedicaba más de 50 horas para realizar una página semanal), basado en una extensa documentación que otorga a su obra un realismo mágico al tiempo que detallismo preciosista; algo que puede apreciarse en el más mínimo detalle que compone cada uno de los aspectos de sus viñetas, verdaderas ilustraciones semejantes a grabados de Durero, mucho más que simples dibujos de historietas; anatomía, vestimentas, armas, paisajes, arquitectura… el más simple detalle de los infinitos que adornan cada una de sus viñetas son fiel reflejo de la época que narra, una Edad Media ecléctica y amplia, a veces demasiado variable en el tiempo.

Fue, además, el precursor del cómic adulto.  No sólo a partir de un dibujo naturalista (ya utilizado antes en su adaptación al cómic de la obra de Burroughs, Tarzán de los Monos), que rompía con la tradición caricaturesca de los cartoons, sino introduciendo unos guiones sólidos, basados también en el realismo, que huían del característico estilo satírico habitual por entonces; y protagonistas muy humanos, dotados de vida real dentro de una fantasía medieval, pero también de problemas corrientes, incluso demasiados actualizados para su época.  Personajes cercanos, tanto al autor como al lector.

El éxito de la serie fue inmediato; tanto que su estela se mantiene, aún hoy, inalterable en las páginas dominicales de prensa del King Features Sindicate.  La influencia de Foster, inmensa; tanto en autores como en personajes (sin ir más lejos, nuestro Capitán Trueno, entre muchos otros).  La presencia del personaje, eterna; en diversos medios y adaptaciones, la más conocida de todas esa versión en cine dirigida por Henry Hathaway en 1954, con Robert Vagner dando vida a Val.

Reproducción del poster belga de la película de 1954. ¿No os recuerda su estética a la de los cuadernillos del Capitán Trueno?

Se podría hablar mucho sobre Príncipe Valiente y Hal Foster.  Pero sería para repetir de nuevo que para muchos siguen -y seguirán- siendo la obra maestra del cómic, y su inolvidable autor.  Así lo pienso.  Así lo pensamos muchos; y somos legión.

CONAN La Leyenda, Edición Integral Volumen 2: ______________ EL DIOS DEL CUENCO y otras historias

Planeta de Agostini continúa y sigue los pasos de la edición original americana de CONAN por Dark Horse y nos presenta CONAN La Leyenda: El Dios del Cuenco y otras Historias en castellano, en formato libro y tapa dura, tal y como fue concebido en origen, un volumen único conteniendo un arco argumental completo, y dentro de éste una historia (o fragmento) original de Robert E. Howard.

No voy a insistir en las bondades de una serie que, en el formato que ahora se presenta, un volumen único, contiene toda la fuerza y calidad que llevaron a sus autores a ser nominados al premio Eisner, que Kurt Busiek obtuvo ; ambos consiguieron la revitalización completa de un personaje que parecía definitivamente muerto por agotamiento y ellos recuperaron con éxito, acercando su imagen más a la de su origen y pensamientos de su autor, R.E. Howard, en una apuesta editorial que supuso su regreso como serie de cómic (también al cine, por extensión).

Este volumen 2 no es el mejor de la serie, pero contiene momentos inolvidables: una transición bien argumentada del paso del cimmerio desde el norte sombrío, donde transcurren las aventuras del primer volumen («La hija del Gigante Helado y otras Historias«), a las ciudades civilizadas del sur, en este caso Brythunia, donde Conan se inicia como ladrón y deja muestras de esa astucia y agilidad mental que caracterizan al personaje de REH (y se le niega en el cine, en la versión Schwazenegger) , o la introducción de un nuevo personaje de concepción genial: Janissa la Enviudadora, cuyo nombre en castellano tal vez no transmita igual fuerza que el original (WidowMaker), que Busiek tal vez concibió como sustituta de Red Sonja en esta nueva etapa (nadie puede sustraerse al pasado).  Pero, sobre todo, una adaptación más fiel del relato original de Howard «El dios del cuenco«, manteniendo y ampliando los caracteres originales.  Y la introducción en la serie de Thot-Amón.

El volumen incluye los números 0 (presentación), 7 (parte final), y del 9 al 14, donde transcurre la historia en Nemedia, y se narra su traslado a Corinthia.  No hay un salto de continuidad, pues el 8 pertenece a la juventud de Conan, que Busiek fue introduciendo cada ciertos números, recopilada más tarde también, en ese volumen magnífico, que ya hemos comentado, «Nacido en el campo de Batalla«.

La dicho, un volumen que no debe faltar en la biblioteca del buen aficionado, en formato novela gráfica de lujo.