Corre el año 1014. En Irlanda, las tribus celtas unidas bajo el mando del rey Brian Boru se enfrentan a los invasores vikingos ante los muros de Dublín. Hasta allí llega Conn, un guerrero y hombre del rey que ha sido esclavo, a tiempo para unirse a la batalla y buscar venganza. Pero según describe Robert E. Howard en el relato «El Dios Gris Pasa«, en la llanura de Clontarf no solo se enfrentaron celtas y nórdicos, sino el nuevo dios Blanco de los cristianos, y Odín, el dios Gris pagano de los hombres del Norte; y en el magistral relato que compone el tejano intervienen reyes, príncipes guerreros, héroes, saqueadores, razas antiguas y valquirias, que sobrevuelan el campo de batalla y recogen a sus caídos. Y sobre ellos, el viejo Dios Gris pasa…
En El Crepúsculo de Dios Gris, Haltunen adapta con fidelidad el relato de Howard. Pero no sólo eso: sus imágenes recrean con todo detalle construcciones, vestimenta y armas de la época, que fueron investigadas a conciencia por el autor para alcanzar el máximo rigor histórico, como suele hacer en sus obras, como el estudio previo de abajo, para su adaptación de la Anábasis (La Marcha de los diez mil) de Jenofonte.
Petri Haltunen es un prolífico autor finés (con pinta de vikingo heavy), poco conocido en nuestro país, pero al que le va lo épico. En más de 20 años ha dibujado numerosas novelas gráficas, e ilustrado libros de este género, como Conan, Tarzán, o Canción de Hielo y Fuego (podéis verlos en su página, pulsando aquí). En su dibujo, extremadamente detallista, hasta el límite de dibujar una a una las argollas de una cota de malla, abundan las viñetas cargadas de personajes. En la obra que nos ocupa, por ejemplo, es impresionante su recreación histórica de la batalla de Clontarf, que llega a ocupar casi la mitad de las páginas.
Aunque su anatomía no resalte el realismo (a mí no terminan de agradarme sus rostros), sus composiciones detalladas y sombreado de trazo fino resultan impactantes. Entre sus adaptaciones al cómic se encuentra La Reina de la Costa Negra, publicada en España por la revista Sword (ahora disponible en Aleta Ediciones); una obra primeriza sin duda (1991), pero no por ello menos impresionante, con una Bêlit salvaje y despiadada como pocas. Su evolución desde entonces ha sido constante.
Tampoco El Crepúsculo del Dios Gris es una obra reciente, sino de 1994. Pero no por ello dejará de impresionaros.