Supe por primera vez de Luis Alberto de Cuenca a principios de los 80, en una separata encartada a modo de preliminar en el tomo I del Palmerín de Inglaterra de Ediciones Miraguano. En ella, como introducción a la obra clásica de caballería, entremezclaba nombres como Lanzarote o Aragorn, Amadís o Flash Gordon, Corum Jhaelen Irsei, John Wayne o Don Quijote, para definir al caballero andante; seguía con los ojos del héroe citando a Conan, los aqueos de la la Ilíada, Rustem o Sigfrido, la mirada de odio de Elric de Melniboné, de cólera en Carlomagno, o el brillo de las pupilas de Gandalf el Gris; citaba la entrega de Perseo o Teodorico, los viajes de Bran o Teigue, o el sueño de Lochan, como bases que animan el fuego caballeresco de los héroes de la Tabla Redonda; el destrier de Roland o los caballos de Aquiles, pilares de la caballería; y la espada, arma noble por excelencia de la poesía heroica, con quien, incluso, el héroe habla (la lanza en los poemas oméricos o celtas, y en los nórdicos el hacha ).
¿Sorprende que me atrajera? Encontrar reunidos tantos nombres y personajes fantásticos atractivos, de novelas, cómic o cine, para comentar una obra clásica, en una edición «erudita» y «seria» me fascinó, lo confieso. No es de extrañar que cuando, poco después, tras el nº 2 de Berserkr, recibiera una colaboración suya sobre Los Dioses Germanos para ser publicada en el fanzine antes que en una revista científica especializada, me sintiera dichoso y honrado. Me hizo comprender que Berserkr, con sólo dos números, ya era mayor de edad.
Gran tipo Luis Alberto, a quien no he tratado lo suficiente. Fue un placer reencontrarle el pasado 19 de Junio en la entrega del premio Manuel Alcántara de poesía, con el marco incomparable del Castillo de Gibralfaro y el mar de fondo a nuestros pies, en la noche malagueña más hermosa del año, de la que era protagonista indiscutible. Y, a pesar de todo, me buscó y regaló su tiempo en privado entre tanta gente, y regresamos a aquella época de Berserkr veinte años atrás, que comentó ilusionado junto temas nuevos, autores y personajes; incluso me llegó a realizar una sorprendente propuesta, ilusionante, sobre el fanzine, que si bien yo mismo he llegado a considerar en más de una ocasión aún no termino de asimilar. Pero pensaré en ello, detenidamente.
Gracias, Luis Alberto. Fue todo un regalo.