Más épica que fantástica, una novela de acción bélica y estrategia militar en un mundo feudal imaginario.
Para alguien que hace 20 años reclamaba entre las páginas de BEM y Berserkr una apuesta editorial por la Fantasía española (inexistente entonces, excepto en fanzines), iniciar un regreso a los orígenes con reseñas de novelas, supone, en el panorama actual, un cambio sustancial y un ejercicio agradable, …pero todo un reto envenenado.
Porque si entonces nada había, hoy se publica de todo; y abundan títulos que abusan de clichés y estereotipos, y encaminados a un público juvenil. En este contexto, iniciarse con la obra de un autor español novel, y no otro consagrado o extranjero, siendo lógico en mi caso (y puede que hasta obligatorio), no deja de ser arriesgado, y algo incómodo. La Estrella Oscura, sin embargo, ha sido una apuesta segura y atractiva, más allá de esa vitola previa de novela finalista en el Premio Minotauro. Y no me ha defraudado.
Porque huyendo de enfrentamientos manidos entre razas diferentes, seres mágicos o híbridos de animal, la Crónica de Nerdhos apuesta por personajes sólo humanos. La trama se sitúa en una época histórica similar a nuestra Alta Edad Media, donde se mezclan conceptos ya feudales con vestigios tardíos de un antaño esplendor perdido (que rememora al romano o visigodo). En una península aislada de ese mundo imaginario coexisten cuatro reinos, en un delicado equilibrio de poderes y alianzas. Un equilibrio que, al tiempo que afectado por tensiones fronterizas, termina siendo forzado por unos extraños sucesos al otro lado del estrecho, “de donde nada proviene, y quien allí va jamás regresa”. El sur es para ellos una tierra desconocida, Darnar, habitada por tribus bárbaras que guerrean entre sí, y no pueden ser unidas… pero un ejército numeroso invade Nerdhos desde el estrecho y avanza sigiloso por sus eriales desérticos. Nadie conoce sus intenciones, ni intuye sus consecuencias. Pero ha llegado el momento de que alianzas y acuerdos se reafirmen, o se revelen las verdaderas intenciones de sus dirigentes y las diferentes facciones de poder interno.
Leonardo Ropero hace uso de una prosa de estilo rápido, basada en gran parte en diálogos, para introducirnos pronto en una dinámica de acontecimientos que se suceden de forma continua; una trama de acción directa, enfocada a potenciar el desarrollo de la acción bélica y la estrategia militar, que constituyen en definitiva el eje central de la obra y su verdadero objetivo final. No en vano la novela incluye un apéndice, el “Tratado de las Estrategias”, cuyas citas salpican su interior, y sirven como prefacio a varios capítulos; máximas que a veces (salvando distancias), recuerdan las de Sun Tzu en “El Arte de la Guerra”.
En beneficio de esa acción militar nada sangrienta que domina la novela, su autor esquiva toda descripción a detalle sobre reinos y personajes, o motivaciones, que sólo apunta con levedad y algo superficialmente; lo suficiente como para definir perfiles diferenciados que permitan al lector identificarlos sin problema: esa nobleza añeja de la sociedad de Albhanta, recuerdos de una grandeza perdida; militares leales frente a la sociedad civil y un senado decadentes; el noble espíritu de caballería que domina en Edarian, esa potencia que emerge; o la extraña encomienda de Caballeros de Nerdhos, guerreros místicos (sin inspiración divina), cuya razón única de existir es una intachable vocación marcial. Con todo, la figura de esos caballeros de túnicas blancas por territorios desérticos, ecos de cruzados sin cruz, reúne en sí misma alguno de los mayores aciertos y defectos que posee la obra. De un lado, su estoicismo, arrojo, y obediencia absoluta, propios de una orden militar clásica (excepto que entre sus filas acoge mujeres, tan valiosas o más que los hombres, como Qed-Nel, capaces de alcanzar su máximo rango); de otro, la falta de una ideología, o motivación concreta para tanta entrega. Y esa es, quizá, la mayor carencia que encuentro en su planteamiento: la ausencia absoluta de creencias (en dioses o seres superiores de cualquier tipo), en una época histórica similar a nuestra Edad Media. Una sociedad medieval tan racional y agnóstica resulta poco creíble; sobre todo cuando ni siquiera a cambio hace aparición la magia…
Parece, no obstante, que todo obedezca a una elección personal del autor, pues introducir en la historia al clero (o un cuerpo de magos) y sus prebostes, complicaría en exceso la trama de la novela, llegando a diluir ese enfoque primordial hacia la acción militar que sin duda pretende. Por tal motivo tampoco tiene presencia en la obra el pueblo llano; toda relación se limita a la cumbre de la pirámide: la corona y los nobles. Un enfoque demasiado elitista.
Pese a la pretendida simplificación de caracteres, La Estrella Oscura define y utiliza un mosaico de personajes diversos, que inicia por separado, y confluyen durante la trama hasta la acción final. Eso si, debido a esa pauta simplicista, necesariamente cargados de estereotipos: el malo (que no el enemigo) es malo y malvado; y el bueno noble y caballeroso, y de ideales elevados.
Donde sí rehúye tópicos hasta alcanzar el extremo opuesto, en una suerte de discriminación positiva fuera de tiempo, es en el tratamiento que da a las mujeres: todas alcanzan una valoración positiva; de personalidad definida y fuerte, con carácter, decidida, buena guerrera o líder, inteligentes… siempre a la misma altura personal que un hombre, y en ocasiones por encima de muchos. No está mal. Y se agradece.
En este juego de caracteres, y siendo –así lo pienso– la estrategia el fin último de esta Crónica de Nerdhos, no es extraño que el gran general de Albhanta, Erobio Hexmano, se erija en protagonista indiscutible frente a personajes más carismáticos o, en principio, dotados para llegar a serlo. Se nota que Leonardo escribía acogiendo en su mente la imagen de algún general histórico de leyenda, cuyo concepto y acciones traslada y reproduce con acierto en la novela; tal vez Cayo Julio César, por la disposición táctica de sus legiones. O, mejor, un Alejandro (nombre del hijo de Erobio), sin aspiraciones expansivas pero con igual genio militar, capaz de ideas innovadoras para arrancar la victoria a un ejército superior. Incluso he recordado a Asdrúbal, cuando sustituye a Amílcar y transforma en aliados a unos íberos irreductibles, origen de un conflicto extenuante para Cartago; después sería nombrado strategós autokrátor de la península. Algo similar obtiene Larten de esos montañeses arpetanos que decantan la batalla final a favor de la alianza de Nerdhos; una tribu cuyo nombre recuerda sin duda al de aquella otra, no tan salvaje (turdetanos, los más cultos de los íberos según Estrabón), portadores también de imponentes falcatas de fatídica hoja afilada, como en la obra.
Es de destacar que el elemento fantástico apenas hace acto de presencia; aunque existe. Tanto que, en un principio, parece el hilo conductor de la trama: una extraña profecía, transmitida en sueños a Larten, que se revela más tarde como misión en Cleantos. Y sin embargo, pasa a hurtadillas por ella; la esquiva y evade una y otra vez durante la obra hasta el momento final, donde, de forma un tanto light y precipitada, resulta clave en su desenlace.
Por destacar la estrategia, Leonardo Ropero evita profundizar en todo, incluso en el lenguaje, que utiliza de forma llana y sin concesiones de ningún tipo, sin adornos literarios, ni pausas dramáticas que resalten situaciones o enriquezcan personajes. Obtiene con ello una obra ágil y rápida, que se deja leer fácilmente; sin duda será acogida con agrado por muchos lectores amantes de películas de acción y juegos de ordenador trepidantes. Pero que nadie vea en estas palabras sentido peyorativo o ánimo de destruir, sino lo contrario; pienso en mi hijo.
Puede que uno, con demasiadas horas encima y soldado viejo en mil lecturas, prefiera algo más de narrativa y motivaciones profundas. Pero confieso que he disfrutado con La Estrella Oscura, cuya lectura en algún momento me ha hecho sentir sensaciones diferentes. Porque se trata de una apuesta decidida por introducir aspectos nuevos en un género (más épico aquí que fantástico) y rehúye tópicos desgastados.
Presiento que Leonardo Ropero volverá a darnos alegrías en un futuro. Apuesto por ello.
Publicado originalmente en BOL
La Estrella Oscura. Crónicas de Nerdhos, de Leonardo Ropero. Grupo Editorial AJEC. Granada, septiembre de 2009. Diseño de cubierta: Calderón Estudio. 384 págs. Tapa blanda con sobrecubierta. ISBN: 978-84-96013-74-2.