LAS MONARQUÍAS DE DIOS IV – El Segundo Imperio (2).

Disculpad si me repito con una misma entrada, pero acabo de releer lo escrito en la primera reseña de este libro, cuarto de la serie, y la considero lejana y demasiado fría; que no  hace justicia a los sentimientos que dejó en mí la obra al finalizar su lectura.  Confieso haberla escrito al terminar su primera parte, El regreso del Navegante (más de dos tercios de la obra), agobiado por la falta de tiempo y pensando que sería suficiente para describirla.  Me equivoqué.  La intensidad de sus últimas 80 páginas es tal que me siento obligado ampliarla, para hacerle justicia  y transmitir al completo mis sensaciones:

La Muerte de un Soldado, título que engloba el último tercio de El Segundo Imperio, es la crónica -amena, y muy bien llevada- de una batalla, la última de una guerra entre dos pueblos, que empezó siendo santa por el enfrentamiento y odio de dos ideologías religiosas que en el fondo son la misma, y que en realidad esconde el ansia de expansión de sus dirigentes, como cualquier otra guerra santa de nuestra propia historia; narrada con maestría suficiente como para mostrar con dureza -pero sin recrearse en ella- la cruda realidad que acompaña a todo batalla o enfrentamiento cuerpo a cuerpo, y con realismo la crueldad y sufrimiento de la población civil, principalmente mujeres, a manos del enemigo.  Es la crónica, también, de un enfrentamiento desigual entre un gran ejército organizado y unido, con ánimos de conquista, y otro pequeño y débil, abandonado a su suerte por la desunión y enfrentamiento de sus reinos hermanos, en un conflicto interno que -a su vez- utiliza la máscara de la religión para ocultar deseos de poder mundano; un pequeño reino, al frente del cual se erige un hombre del pueblo llano capaz de superar las intrigas de la corte y la nobleza, o las normas de la diplomacia,  para unir al pueblo y encarar al invasor.

Para narrar esta historia renovada de David (Corfe) frente a Goliath (Aurungzeb), que comparten sin saberlo más de lo que imaginan, Kearney utiliza ejércitos numerosos y desplaza pequeños contingentes de tropas, despliega unidades o mueve batallones sobre el terreno, y nos muestra la estrategia militar y las tácticas de sus dirigentes.  También nos cuenta los sentimientos, emociones y miedos, o momentos de gloria de sus protagonistas, entre los cuales, sin duda, Corfe Cear-Inaf es el actor principal de la obra.  Como el David de la historia, surge desde abajo y alcanza las más altas instancias del reino; aunque termine pagando un alto precio personal por ello.  Un hombre cuyo trabajo, como él mismo dice, es matar hombres, deberá aprender a dirigir tropas y enviar camaradas a la muerte mientras permanece lejos, sin desenvainar su arma, aunque al final se una a ellos en el sitio de Armagedir y recuerde, en parte, a Custer, en un Little Big Horn diferente.

Emocionante y entretenida, con uno de sus frentes cerrados -al menos parcialmente- Las Monarquías de Dios (obra que recomiendo, como podéis imaginar) se acercan a su último acto.  Pensaba dejar Naves del Oeste para más tarde, intercalar entre medio otra de las muchas lecturas pendientes.  No puedo.  Quiero llegar al final.  Y voy a hacerlo.

LAS MONARQUÍAS DE DIOS IV – El Segundo Imperio.

Esta sugerente portada en tonos rojos de Alejandro Colucci, uno de los reclamosmás atractivos de la serie -y buena parte de la producción última de Alamut (¡que  gran acierto su elección!)-, que muestra a Aurungzeb, Gran Sultán de Ostrabar, sirve para introducirnos en «El Segundo Imperio«, penúltimo volumen de Las Monarquías de Dios, de Paul Kearney, una de las más entretenidas historias de Fantasía épica que he leído últimamente.  Un título bien elegido, sin duda, que sirve tanto para referirse a ese imperio en crecimiento que construyen los merduk una vez conseguida la unificación de tribus dispersas que mantenían, y cuyo punto de vista adquiere protagonismo en este volumen, como para advertirnos sobre ese segundo poder a las sombras del dweomer que representa Aruan desde el lejano continente occidental, con planes para regresar e implantarse en Normannia, algo que comienza a realizar gracias a su poder de translocación.

Corfe Cear-Inaf continúa ejerciendo la mayor parte del protagonismo del volumen, en su excelente campaña de hostigamiento al ejército invasor de Torunna, utilizando tácticas de guerrilla y su poco regular cuerpo de élite de caballería felimbri.  Pero los merduk también aprenden, y sus tropas, muy superiores en número y armamento, dominan el norte y preparan el asalto final de la capital.  Asentado en la plaza conquistada de Ormann, Aurungzeb impulsa a sus generales mientras Ahara, su concubina  más reciente -que antes se llamó Heria– alcanza protagonismo gracias al heredero que va a proporcionarle, y un Albrec cautivo predica (¿en vano?) la verdad de su dios único para dos pueblos enfrentados y en guerra.

Mientras, en el otro extremo de Nomannia, el rey Abeleyn se recupera a tiempo de frustrar un nuevo intento de sedición y los codiciosos planes de Jemilla, gracias a los poderes que ha adquirido Golophin, quizás un regalo envenenado.  Y Ricardo Hawkwood regresa al fin de su viaje al nuevo continente, junto a Murad y Bardolin, severamente cambiados en mente y forma.

Entretenido, ligero en tamaño y estilo, y de lectura tan ágil como en volúmenes anteriores, El Segundo Imperio avanza con tino en el desarrollo de  Las Monarquías de Dios, una fantasía histórica inventada que Kearney cuenta con gran realismo, entremezclando retazos de la nuestra y pinceladas de fantásticas; una serie recomendable que se acerca a su final.  Los peones están dispuestos.  La batalla final se acerca, y el último volumen de la serie, Naves del Oeste, aguarda, como un presagio de magia que llegará desde un mundo lejanodominado por el dweomer, dispuesto a arrasar los cimientos del imperio ramusiano.

Un dato curioso para finalizar: Las Monarquías de Dios se publica completa en España gracias al esfuerzo e iniciativa de su editor, que acuñó a la fórmula de suscripción a sus tres últimos tomos como única forma de hacerlo, y la rápida respuesta del grupo de aficionados que nos acogimos a ella.  Luis G. Prado agradece y reconoce el gesto, el esfuerzo colectivo realizado, publicando en éste y el siguiente volumen el nombre de los 174 que aceptamos su propuesta. Es bonito sentirse parte de algo, que además te gusta y merece la pena.

Todas las referencias a la serie realizadas en el blog, siguiendo este enlace.

LAS MONARQUÍAS DE DIOS III – Las Guerras de Hierro.

Con cierto retraso, y superado por la realidad (hace días recibí los dos siguientes volúmenes), aquí está la prometida reseña de Las Guerras de Hierr0, tercera entrega de Las Monarquías de Dios,  de Paul Kearney, esa excelente serie de Fantasía épica que edita Alamut y hemos comentado anteriormente.  Traspasado ya su ecuador, podemos confirmar su excelencia y los adjetivos utilizados en reseñas previas, pues no sólo mantiene el interés despertado en un principio, sino que desarrolla una historia compleja con matices diferentes y personajes bien desarrollados.

Hemos de reconocer que Paul Kearney acierta en la forma en que plantea esta obra, dividida en cinco tomos; dosifica la acción, que reparte entre localizaciones diferentes, y modifica continuamente su enfoque con cambios de registro narrativo y personajes, que intercambia entre sus diferentes bloques; con ello consigue alejar cualquier atisbo de pesadez y aburrimiento, y construye una historia entretenida y ágil, de fácil acceso al lector.  Así, si en el primer volumen Hawkwood se mostraba como principal protagonista de un conjunto de buenos personajes, y repartía el segundo tomo en dos bloques donde Abeleyn y Corfe ascendían en esa escala, esta tercera entrega se centra en el último, convertido ya en protagonista casi absoluto del mismo.  Si en El Viaje de Hawkwood las intrigas religiosas y el empuje del descubrimiento centraban toda atención y presentaba el dweomer; y en Los Reyes Heréticos destacaban el conflicto político y la guerra civil, frente al nuevo mundo dominado por la magia, en Las Guerras de Hierro (título entresacado de un pasaje de Enrique IV) asistimos casi por entero al desarrollo de una campaña militar plena de estrategia y tácticas, tanto en el campo de batalla como en palacio, a veces más importantes que aquellas; sin olvidar personajes o hechos menores que apuntan a una mayor importancia futura con sus leves referencias.

Con los siguientes volúmenes en ciernes y todos los personajes dispuestos sobre el tablero, no vamos a extendernos más en la reseña de una historia, Las Monarquías de Dios, que continua manteniendo expectativas y el interés del inicio en cada tomo, unos volúmenes ligeros de lectura rápida; una historia con final garantizado en breve tiempo pese sus cinco tomos, algo que los aficionados, acostumbrados a grandes sagas -magníficas pero interminables- agradecemos sin duda.

Desde aquí felicitamos a su editor, Luis G.Prado, por el esfuerzo realizado, y su innovación al utilizar nuevos métodos de edición.  También al conjunto de aficionados que aceptamos en su día su propuesta de suscripción.  Ambos, esfuerzo y respuesta han garantizado la publicación completa en castellano de una serie que merece la pena, y -muy posiblemente- hayan abierto un nuevo cauce de publicación en España.  ¡Enhorabuena a todos!

Puedes encontrar otras referencias a la serie en este enlace.

LAS MONARQUÍAS DE DIOS. Alamut completa la serie.

Recibido el mes pasado Las Guerras de Hierro (a la venta el lunes; reseña, en breve), tercer volumen de esa buena serie escrita por Paul Kearney, cuyos dos primeros ya hemos reseñado en estas páginas (ver aquí), Alamut (gracias a haber alcanzado las suscripciones necesarias para hacerlo) garantizó en su día la serie al completo, y cumple su palabra: los volúmenes 4 y 5, El Segundo Imperio, y Naves del Oeste, respectivamente, aparecerán a primeros y mediados de noviembre.  Todos ellos pueden ser reservados en pre-venta en Cyberdark.

Si no sois suscriptores de la serie, os recomiendo que os hagáis pronto con ella.  La tirada no es grande, y más adelante podéis echarla en falta.