Ya está disponible la nueva edición de El Dragón de Hielo, de George R.R. Martin, con magnificas ilustraciones de Luis Royo, que comentábamos el verano pasado a raíz de su aparición en los USA. Recientemente nos hicimos eco de su publicación en España por Norma Editorial. Pero hoy, tres días después de disfrutar y acariciar el libro con la mirada, me siento obligado a reescribir la entrada anterior, porque no le hacía justicia a este precioso libro ilustrado, que ha superado con creces todas mis expectativas y deseos de tener y poder regalar en el día del libro (cumpleaños de mi hija, precisamente).
Para quien no lo conozca, recordar que se trata del único cuento juvenil que ha escrito el bueno de George hasta el momento, anterior a su serie de éxito mundial Canción de Hielo y Fuego; una obra exquisita y llena de sensibilidad, a la que los excelentes dibujos de Luis Royo confiere una nueva perspectiva y un concepto más adulto que el que poseía hasta ahora.
Tal ha sido mi impresión al disfrutar del libro en mis manos que he decidido cambiar el orden de los autores en el título de esta entrada, anteponiendo el de Luis Royo al de GRRM… ¿Pecado abominable? Pienso que no. Porque más que un cuento ilustrado con imágenes, esta versión de El Dragón de Hielo es en realidad un libro de magníficas ilustraciones acompañadas de texto (un relato corto), por mucho de Martin que sea. Y pienso que los que admiramos y seguimos a ambos autores podemos permitirnos esta vez -sólo esta vez, quizás- intercambiar el orden de su presentación pues, en conjunto, el libro posee mayor espacio de ilustraciones que de texto por página. He considerado oportuno permitirme ese antojo, como homenaje personal al artista, verdadera alma de esta obra y edición, que os recomiendo encarecidamente.
Si la historia que narra Martin con su estilo personal nos traslada la visión de la guerra (una guerra en tonos fantásticos, donde los dragones son la versión trasunta de la maquinaria pesada actual) y sus efectos perversos sobre el pueblo llano que la vive a distancia, la visión de la destrucción a través de ojos de una niña de pocos años le añade un componente distinto, más distante si cabe, pero cargado de heroísmo, algo de fantasía y sentimientos infantiles, incluso alma. Y son los dibujos de Royo, esas ilustraciones potentes de rayas perfectas y efímeros colores fríos a base de aguadas, las que le aportan el realismo del que carecen otras ediciones, la fantasía más extraordinaria y, sobre todo, una fuerza y potencia visual que deviene en poesía ilustrada, que conjuga la belleza e inocencia de Adara con el miedo que despierta la bestia. En sus imágenes los dragones no parecen seres cercanos, tiernos o amables; no transmiten simpatía, sino fiereza; son terribles y dan miedo; pero los ojos inocentes de una niña ven su alma…
Excelente la edición de Norma, tanto en papel, color y tamaño (demasiado grande para poder presentaros imágenes completas), digna de poder lucirse con orgullo en la biblioteca. Todo ello encarece algo su precio, pero es una de esas ocasiones en que se paga con gusto.
Juzgadla vosotros mismos. Yo os la recomiendo.