Conan, La Leyenda, 12 y La Rueda del Tiempo 1. Novelas gráficas para febrero.

En unos días salen a la venta dos volúmenes de cómic en formato libro, o novelas gráficas, como me gusta llamarlas, sobre temas o personajes de Fantasía épica, editados ambos por Planeta de Agostini:  El volumen 12 de Conan: El Trono de Aquilonia, y el primero de la adaptación al cómic de la eterna saga de Robert Jordan, La Rueda del Tiempo: Nueva Primavera.

Conan 12 - El Trono de Aquilonia PA LaRuedadelTiempo-Primavera Comic

Si Roy Thomas siempre ha sido un aliciente, el episodio que narra es uno de los que más se aleja de la premisa inicial de Dark Horse para esta nueva adaptación al cómic del cimmerio: prescindir de todo aquello sobre el personaje que no parta del propio Howard y presentar nuevas historias basada sólo en sus escritos; si en todos los volúmenes restantes existe al menos un relato, fragmento, o poema original del tejano, y el resto construido a su alrededor, en los dos volúmenes encargados a Thomas (éste y el anterior, El Camino de los Reyes) no ocurre así: todo es nuevo, utilizado como relleno para cubrir el hueco y la transición física del cimmerio desde el mar de Vilayet hasta el puerto de Argos, donde embarca hacia Bêlit.  Gráficamente, tampoco Hawthorne destaca, y se aleja de esa imagen clásica del bárbaro que se mantiene en el imaginario colectivo de los seguidores del personaje en cómic…

Tengo curiosidad por La Rueda del Tiempo, serie famosa del fallecido Robert Jordan que nunca continué en literatura debido a su extensión, 15 tomos (20 en edición española) el último terminado por Brandon Sanderson recientemente (algo así como lo que muchos temen que ocurra con Canción de Hielo y Fuego…).  Veremos qué nos depara.

CONAN: El beso de los no muertos. Comic en la red.

Está disponible en la web el primer cómic digital de Conan on line, una aventura completa en 8 páginas del cimmerio, publicada nada menos que en el sitio web de USA Today, en colaboración con la editorial Dark Horse y su campaña de comics digitales.

La historia va -¡cómo no, si está de moda!- de muertos vivientes, y ha sido realizada por dos nombre de peso en el mundo los cómics: Ron Frenz al guión, y Bart Sears en los dibujos .  Aquí abajo reproducimos parte de su primera página, con la conocida introducción «Sabe oh, Príncipe…», pero podéis acceder a la aventura completa con sólo picar sobre este enlace:

  • Nota personal: Lástima que autores de tanta experiencia «cuelen» ese cementerio gótico en plena Era Hiboria

CONAN, el Cimmerio

Planeta de Agostini ha iniciado la publicación en España de la segunda colección de comics que Dark Horse dedica a revitalizar el más famoso personaje de Robert E. Howard; en esta ocasión, tal vez recordando aquella mítica primera serie de novelas editada por Lancer Books en 1973 (Bruguera en nuestro país), la colección se titula genéricamente Conan el Cimmerio (en los libros Conan de Cimmeria).   La primera colección también lo hacía; pues aunque en España se renombró a Conan la Leyenda, en origen fue Conan, a secas.  Veremos si las siguientes mantienen un criterio similar.

Como la serie anterior, Conan el Cimmerio se estructura en arcos argumentales diferentes que después conforman una novela gráfica completa, de casi 200 páginas.  El volumen 7 (USA) se titula Cimmeria, como aquel excelente poema sombrío de Howard, del que parte Timothy Truman, su guionista, y utiliza de introducción a su historia.  Pero si aquel volumen cero, Nacido en el campo de batalla, narraba la juventud de Conan en Cimmeria hasta su partida a los reinos hiborios, la nueva colección se inicia con su retorno -tres años después- a las montañas umbrías que le vieron nacer, en su primera añoranza de un país y unas tierras que volverá a abandonar de nuevo, tras la aventura que mantiene junto a personajes recuperados de aquellas páginas: Caollan, su amiga de juventud y primer amor, o Horsa, el Aesir entresacado de La hija del Gigante Helado.  Pero el verdadero co-protagonista del volumen es su abuelo Connacht, cuyas aventuras revive el cimmerio en continuos flashbacks, recordados o comentados por un extraño anciano de un ojo tapado que recuerda demasiado a cierto peregrino gris… y que son recreadas en imágenes por un veterano Richard Corben, maestro del cómic fantástico, cuya recuperación supone no sólo un acierto, sino todo un guiño al aficionado que recuerda con nostalgia su magnífico Bloodstar, adaptación de la novela El valle del Gusano, de Howard.


No voy a destripar la historia.  No es el momento.  Tan sólo comentar que la serie mantiene el nivel de la anterior, y el mismo equipo creativo con que acabó aquella.  Timothy Truman, sin ser Busiek, mantiene muy buenos momentos en sus adaptaciones (aunque me decepcionó un tanto en su desarrollo de La Mano de Nergal).  En la parte artística el argentino Tomás Giorello refuerza la imagen dura del joven bárbaro y cumple su cometido, sobre todo cuando no aplica tintas fuertes; pero no es Cary Nord, creador de la nueva imagen del cimmerio, de momento no igualada (regresará, más adelante, con unas portadas magníficas); Richard Corben es un guiño al aficionado, como antes comentaba, y sólo en el primer volumen; y el madrileño Jose Antonio Villarrubia es un colorista bastante más sombrío que el luminoso inicial de Dave Steward; pienso que su labor sería más llamativa si se aplicara directamente sobre lápices, como en los volúmenes iniciales, para suavizar el dibujo a tinta de Giorello.

Las portadas de la serie anterior llamaban la atención.  La nueva también lo intenta.  Han cambiado los criterios respecto a la continuidad del artista, que varía en cada arco, y hay que reconocer que van in crescendo.  Así tras un discreto Frank Cho en Cimmeria (ignoro por qué el primer número español no incluye la de Giorello para el nº cero USA, con más fuerza que la utilizada), y un llamativo pero hierático J.M. Linsner en Coloso Negro, en Kozaki irrumpe con fuerza impresionante el ilustrador de Kull, Justin Sweet, al que sigue un espectacular Cary Nord en los últimos números publicados (23).  Ojalá mantengan esta tendencia ascendente.


Hasta el momento, la serie Conan el Cimmerio contempla (en USA) los siguientes arcos argumentales (que no mantienen al completo la continuidad «oficial» establecida en su día por Lyon Sprague de Camp, e imagino que reservan a Bêlit para algo más especial), siempre sobre la base de un relato o idea original de Howard:

  • Volumen 7:  Cimmeria (publicado)
  • Volumen 8:  El Coloso Negro (publicado en serie mensual)
  • Volumen 9:  Los Compañeros Libres (Kozaki) (como serie, en curso)
  • Volumen 10: Sombras de Hierro en la Luna (a partir de junio)

Además, un número suelto El Peso de la Corona, ambientado en la frontera de Aquilonia, escrito y dibujado por Darick Robertson, un tanto brutal, y catalogado como «fábula para adultos», y una curiosa anticipación de aquella sensual vampira lujuriosa que fue Akivashala mujer que nunca murió, entresacada directamente de las páginas de La hora del Dragón.

Animo a todos los aficionados a seguir esta serie; si es posible, libre de comparaciones con lo ya conocido.  Seguro que no defrauda; y en ella encontraremos momentos de alto nivel, cercanos en ocasiones a la visión inicial de Howard.


NACIDO EN EL CAMPO DE BATALLA

Una crónica de la juventud de Conan previa a su viaje a mundos hiborios, bajo pautas howardianas.

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Entre diversos relatos y poemas, Robert E. Howard había dejado pequeñas pinceladas y pistas que permitían atisbar aspectos de la vida de Conan en momentos diferentes al que narraba la historia.  En base a tales retazos, diversos autores construyeron historias completas del personajes, con muy desigual acierto o fortuna.  En su versión en comic, Roy Thomas se reveló maestro indiscutible para recrear episodios en base a tales pinceladas, enlazando, de forma magistral a veces, escenas o personajes citados sólo de paso, o en unas líneas, por Howard; sin embargo, no lo fue tanto cuando abordó la época más temprana del personaje (en una segunda fase, ya desgastado y en decadencia), de la que apenas disponía de pistas.   Pero las había; y suficientes, como ha demostrado Kurt Busiek.

Del Conan juvenil sabíamos que era hijo de un herrero y nació en el campo de batalla, en una razzia entre cimmerios y vanires; que rompió el cuello de un toro antes de alcanzar su hombría; o participó en la toma de Venarium, haciendo frente a los aquilonios, invasores de su tierra; también que fue gracias a las historias que le narra su abuelo siendo niño que partió hacia los reinos hiborios.  Con estos mimbres, y la descripción sombría que de Cimmeria se dispone en el poema de mismo nombre, Busiek y Greg Ruth componen no un relato, sino una completa novela gráfica, espléndida, de la juventud de Conan, que, de entre todas las versiones escrita y dibujadas con antelación (no digamos llevadas al cine), sería la que con mayor agrado vería su creador, pues es sin duda la que más intenta respetar sus criterios.

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La premisa de partida de esta nueva edición de aventuras del cimmerio es la de prescindir de todo aquello sobre el personaje que no parta del propio Howard y, a partir de ello, basada sólo en sus escritos, construir nuevas historias.  Y aunque no siempre es posible, pues la sombra del pasado es intensa, y la de Thomas alargada, Busiek lo intenta.  Y lo consigue, al menos con un respeto a las fuentes digno de elogio, excelente criterio, y su capacidad ya contrastada para reconstruir orígenes, al tiempo que buenas historias; y cuando introduce términos o conceptos nuevos lo hace siempre pensando bajo un prisma cercano a su creador, como cuando da nombre a sus personajes cimmerios, todos ellos de origen celta, tan del agrado de Howard.

Gráficamente, la obra impacta, por un dibujo realista que tanto encaja en el personaje.  No hay más que ver las portadas, de excelentes encuadres y composición diagonal, reproducidas arriba.  Que nadie se engañe: dentro es igual; cada viñeta recoge una escena trabajada, elaborada con  contrastes de tintas en claroscuros y colores pintados y aguadas que realzan las imágenes y definen ambientes, ya sea con tonos fríos para fondos de paisajes, lóbregos y sombríos, o cálidos, para la acción y la muerte; o la sangre… presente en todos los episodios, como exige una historia de épocas duras, supervivencia y barbarie.  Más no sangre gratuita, ni erigida en protagonista, sino un mero componente de la narración.  Hay poesía en esa sangre que cubre el cuerpo recién nacido de Conan, junto a sus ojos azules, cuando su padre lo eleva; tanta como en la batalla que le precede, y su madre, que participa ella, evita a su hombre la muerte; o cuando enfrenta al lobo de niño, y su cuerpo se baña en rojo; o en Venarium, mientras lacera y corta cuerpos aquilonios…

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Ya he dicho en otra parte que los medios disponibles para narrar estas historias, tanto técnicos como de de espacio, son superiores a los de la etapa anterior, cuando a Conan no lo conocía nadie.  Hoy es una apuesta segura, también un riesgo, por su gran decadencia.  Por eso, también hay que exigir mejores resultados finales.  Y pienso que se consiguen.

El arco argumental que trata la juventud de Conan fue intercalado en diferentes episodios de su nueva serie, como capítulos separados (en los números 8, 15, 23, 32, 45 y 46 (en España, estos dos últimos en el 39)).  Pero leídos así pierden fuerza y contenido, y, sobre todo, continuidad.  Su concepción real es la de un volumen único, que debe ser leído en conjunto, para contemplar al completo el desarrollo del personaje.  Y este aspecto es importante.  Porque si hoy, gracias a la psicología, sabemos que la personalidad de alguien se forma ya en etapas iniciales de su vida, eso también sucedía en épocas ancestrales.   Y Busiek lo tiene en cuenta en su concepción de Conan, que conforma y moldea, y define, paso a paso, hasta alcanzar la del personaje que Howard imaginó en su día, y sus seguidores sabemos: líder, inteligente, soñador, impulsivo… lejos de aquel patán musculoso y descerebrado que Hollywood llegó a presentar.

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(1) Aviso: Aquí debería ir un resumen de los episodios.  Aún conociendo un avance de su contenido, os aseguro que querréis leerlos, y, sin duda, merece la pena hacerlo.  No obstante, y para evitar sorpresas, he preferido pasarlos abajo, tras la portada del tomo recopilatorio.  Así que si no te gustan los spoilers, no continúes leyendo después de ella.   Aunque más de uno querrá conocerlos.

La edición americana de Dark Horse publica los arcos argumentales recopilados en tomos, como fueron pensados por sus creadores.  Como antes digo, es la mejor forma de disfrutar de una aventura más que digna, en todos los sentidos, que además se adentra en los orígenes del personaje sin contaminar su esencia originaria, quizás enriqueciéndola.  Ojalá que en España, y a pesar de la crisis, podamos disfrutar de una edición completa de «Nacido en el Campo de Batalla».   Si así fuera, no lo dudéis: haceos con ella.  De lo contrario, buscad los cuadernos y leedlos seguidos.  Merece la pena.

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Lo que sigue a continuación es un resumen de las Crónicas Nemedias que la reina Zenobia recopiló y dictó a los escribas sobre la juventud del Rey Conan.

Así, en «Nacido en el campo de batalla», el primer episodio, no sólo asistimos al nacimiento de Conan en una razzia, sino a su forja como persona.  Con cinco o seis años, antes de iniciarse en el camino del acero, ya ayuda a su padre en la fragua, y oye en labios de su abuelo historias de Aquilonia y las Marcas Bosonias, de Nemedia y Ophir, de Zingara, e incluso Argos, que le encandilan.  En los juegos, es él quien mejor trepa las rocas, y los organiza y dirige, y distribuye roles que los niños, incluso mayores, aceptan y consideran su líder; algo que los mayores esperan que sea, pues ha «nacido en el campo de batalla».  También despierta la envidia de otros, a los que sabrá imponerse, incluso en exceso.  La plancha final, donde se dirige a una audiencia sorprendida de verlo vivo («Atiende a tu hijo, curtidor… está herido»), mientras se aleja en el bosque bajo una lluvia incesante, es magnífica y concluyente.

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«Lobos en el Bosque» nos presenta a un Conan solitario, alejado de otros niños y juegos, tras dejar tullido a Donald.  Sin sitio en el pueblo, y mientras sueña con acompañar a los mayores en sus partidas de caza, se refugia en el entrenamiento con armas,  y su abuelo, Connacht, que le cuenta historias de maravillas lejanas y le alienta a tener paciencia, hasta que Crom le muestre su camino.  El viejo sabe que el niño es un alma inquieta, como él, forjado por los dioses en una fragua distinta a la del pueblo, y algún día partirá, como él hizo.  Cuando, en primavera, salva la vida de Cruacht, jefe de guerra de la tribu, que está herido, de una manada de lobos enfrentando a su líder, es aceptado como uno más en las partidas, y será el cazador más joven que la tribu ha tenido nunca.

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Conan no ha informado a nadie de la llegada del mago huido de Aquilonia y refugiado en sus bosques,  junto a su hija.  Los vigila en secreto a distancia, atraido por los ojos de luz y la melena castaña de la niña, algo mayor que él.   Su primer contacto con lo sobrenatural llegará en «La Batalla del Valle de Brita», más allá de las montañas al sur, donde le contó su abuelo que tuvo lugar el primer enfrentamiento con aquilonios.  Debilitado por la enfermedad, y tras cazar un enorme felino de las montañas, se adentra en el valle aún repleto de cadáveres y descubre que, tras la batalla, nunca más recobró su estado normal, y los espíritus de los caídos aún cabalgan y batallan después de la muerte.

En «Toro Salvaje Cimmerio», Conan ya no es un niño, tampoco adulto, pero ya es el mejor cazador de la tribu.  «Es Conan«, dicen todos de él, con un punto de admiración.  Ha descubierto el amor, y comparte lecho con Caollan, adolescente como él y sus antiguos compañeros, Donal y Giallchadh.    Pero también, en secreto, con Arianne, la atractiva hija de Alcibiades, el mago aquilonio.   Tras el amor, los juegos les llevan a las praderas, donde la chica será atacada por un toro salvaje y Conan salta presto a defenderla; la lucha les lleva hasta el poblado, donde romperá el cuello a la bestia.  Pero Arianne le ha seguido, y son descubiertos, y el pueblo deciden la muerte de la aquilonia.  Aunque Conan se interpone, será la aparición del mago, un padre enfurecido, quien lo evite; pero antes de desaparecer les anuncia que Aquilonia sabrá lo que él ha callado durante años: la existencia de metales y pastos en tierras cimmerias.   Cuando Giallchadh le recrimina el haber ocultado su existencia durante años, Conan, acalorado, reacciona  impulsivo (como más tarde hará en «La Torre del Elefante») y golpea su amigo, que cae muerto de un puñetazo.  «Es Conan», dicen todos.   Pero algo ha cambiado, y lo dejan solo.

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«Venarium».  Han pasado los años.  Las ansias expansivas de los aquilonios los llevan hasta tierras cimmerias, penetrando desde las marcas del sur.  Han construido una fortaleza, Venarium, desde donde dirigen las expediciones.  Durante este tiempo Conan ha vivido alejado del poblado, en la choza del hechicero, rememorando a Arianne y soñando vestigios de otras tierras, cazando sólo, aunque dejando siempre la mayor parte para el poblado, y una porción extra a la familia de Giall.  Ahora los clanes cimmerios ser reúnen contra los invasores, que han arrasado varios pueblos en su avance, y Conan los acompaña en luchas en la frontera, esperando frenar su avance.   Su abuelo, quizás el hombre que más ha influido en su vida, admira a los extranjeros, a quienes conoce, y ha luchado contra ellos.  Cuando encuentran a Donal masacrado, Conan se enfrenta a Gwydd, el jefe guerrero elegido por los clanes, y reclama una acción más directa, en lugar del asedio.  Hartos de soportar tantos amigos muertos, todos se exaltan con sus palabras y los clanes cimmerios, sin líder que los dirija, todos a una, avanzan hacia Venarium en una horda enardecida.

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«Sobre los Muros» narra la masacre y toma de Venarium por los cimmerios, donde Conan participa codo a codo con su abuelo, y es de los primeros que asaltan sus muros y arremeten sin piedad contra los invasores.  «No hubo piedad.  Para granjeros o mineros. Para los sacerdotes.  Ni para las mujeres y niños». La ciudad es incendiada, como ejemplo.  Al dia siguiente, recorriendo las ruinas, Conan encuentra el cuerpo sin vida de Arianne. «Quería decirle algo.  Pero ella no podía oírle…  Y en cualquier caso, tampoco sabía qué decir».  Cuando regresa al pueblo, el padre de Giall le pide que se quede; la deuda de sangre está pagada.  Allí atiende a su abuelo herido y escucha por última vez sus historias.  Cuando muere, ya nada le ata.  La despedida con su madre es seca y dura, apenas sin palabras: «¿Adónde te diriges?» No responde.  Pero sí lo hará ante la tumba de su abuelo, como despedida: «Al Norte y al Este».

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