¡¡¡OJO: spoilers. Sólo para compartir con quien ya ha visto la serie!!!
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La sexta temporada genera sensaciones agridulces y contradictorias: episodios un tanto insulsos, frente a otros -en especial lo dos últimos- de muy buena factura, que deja finalmente un agradable sabor de boca. En mi opinión, y de forma general, los productores David Benioff y Dan B. Weiss, pese a titubeos, incongruencias, y una pérdida de fuerza y cierta frescura en algunos personajes, han conseguido re-encauzar la serie -por derroteros algo diferentes a los libros- tras la pérdida de tutela que G.R.R.Martin le otorgaban; al tiempo que dinamizar las tramas (algunas en exceso), demasiado alargadas y en parte anquilosadas en las novelas.
Tal es el caso de Danaerys en su regreso a Meereen, triunfando sobre los Amos esclavistas de Astapor gracias a sus dragones, y sobre los Hijos de la Arpía con sus dothrakis y los Segundos Hijos. Liberada la ciudad de nuevo, establecidas alianzas con la facción Greyjoy que lideran Yara y Theon (¿dónde ha quedado Euron, por cierto?), de Altojardín y Dorne conseguida por Varys -«Sangre y Fuego» son palabras de Doran Martell aquí desaparecido-, con Dahario Naharis usado y dejado a un lado, y con Tyrion Lannister como consejero y Mano, la flota Targaryen, con el triple dragón flameante en sus velas, se encamina al fin hacia Poniente. Es un final lógico, el esperado, y acorde en cierto modo a lo que deberá suceder en los libros… Pero con alianzas cambiadas (lo hecho en Dorne no tiene nombre, como ya dije), un Varys metido con calzador (¿…cómo es posible que vaya y vuelva tan rápido de un continente a otro?, una de las muchas incongruencias y aceleraciones exageradas de tramas), y sin el tercer dragón en liza (los lectores ya me entendéis); y todo ello sucede en la segunda mitad de la temporada, un par de capítulos en realidad, cuando se han pasado tanto dando vueltas y recovecos hasta llegar aquí. Bien es verdad que fue Martin quien alargó demasiado la trama de Meereen, si bien con numerosas subtramas introducidas, y resulta lógico que en la serie de televisión se simplifique.
Reflexión sobre «Canción de Hielo y Fuego»: No puedo dejar de pensar en que el gran fallo de Martin en las novelas se produce con la publicación de «Festín de Cuervos», el libro que cansó a muchos, pues rompió la continuidad de los tres anteriores tras alcanzar un punto álgido de interés creciente y mantenido. La acción transcurre en paralelo a «Vientos de Invierno», y considero que fue una mala decisión comercial. Si algo bueno hacen los productores en la serie es -cambios aparte- retroceder algunas de sus escenas (como la de las Islas del Hierro) a un punto donde interrumpen menos otras secuencias y ofrecen una mejor continuidad. Tampoco queda demasiado mal situada la toma de Aguasdulces por Jaime, aunque se cambie el destino del Pez Negro. Sin embargo, no dejaré de lamentar la chapuza de Dorne… o el remedo del personaje de Tyrion, desdibujado y casi una parodia de aquel genio intelectual que dibuja Martin en sus actuaciones, por mucho que alcance finalmente un papel apropiado en la trama.
Cersei en Desembarco del Rey da un giro absoluto en la segunda parte de la temporada, y recobra su perfil Lannister de intrigante y manipuladora, dominante sobre sus enemigos, a quienes se quita de en medio de una sola tacada; por mucho que vea cumplida a cambio la profecía de la bruja en su niñez respecto a sus hijos (¿y qué hay del Valonqar…?). Es una opción válida para ser adoptada también por Martin en las novelas, aunque imagino que con variantes. En cuanto a Jaime, tras su campaña acertada en Aguasdulces… la mirada intrigante que dirige a su amante hermana en el trono abre opciones inciertas… Lo que sí es cierto -porque así lo han indicado los productores- es que Cersei tendrá un papel determinante en la 7ª temporada de la serie.
El destino de Arya es otra de las tramas aceleradas, después de haber transcurrido de forma muy lenta en los libros, aunque es verdad que con una riqueza de matices que desaparecen en la serie. Su formación y evolución como asesina sin rostro, su terquedad y enfrentamiento con la niña abandonada y el propio Jaqen H’ghar que la reconoce como Nadie, y su definitivo posicionamiento como Arya Stark de Invernalia, están bien conseguidos y prácticamente lo esperábamos. Hay sin embargo incongruencias en su realización: esos saltos por las calles y casas de Girona cuando ha sido acuchillada son toda una exageración -una licencia en exceso épica-; o su presencia en Los Gemelos en tan breve espacio de tiempo (los fallos de lógica en el tiempo son una de las constantes de esta temporada, una licencia artística demasiado evidente, que Martin no hubiese admitido). La obtención de venganza sobre Walder Frey al estilo Boda Roja, y el pastel de carne de sus hijos (idea robada a Lord Manderly en los libros) gusta al espectador, que lo deseaba. Dado que de su lista ya quedan pocos con vida (en las novelas es algo más extensa), cabe pensar que los siguientes deberían ser La Montaña y Cersei…
Su hermana Sansa también ha sufrido una gran transformación. El sufrimiento a manos de Ramsay Bolton, y las intrigas de Petyr Baelish le han hecho ganar -además de belleza- una serenidad y tristeza que ocultan venganza y manipulación. Acogida a su hermanastro (ya primo) Jon, con el que no se muestra del todo de acuerdo y resulta mucho más fría, consigue -aceptando la participación de Meñique y los caballeros del Valle– la victoria en Invernalia y su venganza personal. Y no parece demasiado contenta con el reconocimiento de Jon como nuevo Rey en el Norte. Esa mirada que cruza con Meñique…
En «Canción de Hielo y Fuego» la historia conocida va por otros derroteros. Ya sabemos que no sufrirá a manos de Ramsay (papel que le toca a su amiga Jeyne Poole confundida como Arya), por lo que la trama será muy diferente. Todo lo relacionado con Invernalia lo es (incluida la participación de Mance Rayder, uno de los personajes magníficos que la serie no ha sabido mantener). Se ignora si llegará hasta Jon e Invernalia, pero sí estoy seguro que será parte importante en las intrigas de Meñique.
Jon Nieve ha sido el personaje más determinante de esta temporada, dados los trascendentales sucesos que le acontecen. Sin embargo, en mi opinión, ha sido el peor tratado por los productores, o el peor interpretado (ya comenté que no me gustó su regreso, donde esperaba algo más warg). Salvo en las escenas de acción, ha demostrado una carencia de espíritu y personalidad impropia del líder que todos le consideran, inseguro, acallado y timorato, deslucido, empequeñecido por Sansa cuando están juntos, por Tormund o Sir Davos que son quienes toman la iniciativa, incapaz de imponer su nombre a los señores del Norte… Puede ser una opción para los primeros momentos, tras el hecho traumático que ha vivido, pero no para liderar un ejército. Y cuando muestra algo de iniciativa actúa en caliente, sin la frialdad del líder, por mucho que asista a la ejecución del pequeño Rickon… De no ser por Lyanna Mormont jamás habría sido nombrado Rey sucesor de su hermano Robb, el joven lobo… Da la sensación de que Sansa (con Meñique) se lo «comerán» tarde o temprano, y eso que está llamado a cotas más altas…
Pese a todo, el episodio 9, la Batalla de los Bastardos, me ha parecido uno de los grandes momentos de la televisión. Un despliegue de medios jamás vistos antes en una serie, grandiosas escenas de acción y movimientos de masas, coreografía y efectos, crueldad y realismo exacerbado en una batalla medieval. ¡Impresionante!
Por otro lado, considero el personaje de Lyanna Mormont, que no aparece en los libros, uno de los grandes aciertos de esta temporada. Ella sí que tiene y demuestra madera de líder, pese a su juventud. Una gran elección.
Por último hay dos Stark más con relevancia en la temporada. Uno de ellos, el desaparecido (y esperado) tío Benjen, aquí unificado con Manosfrías el extraño más allá del muro que ayuda a Bran y Meera Reed frente a los espectros (pese a que Martin asegura que no son la misma persona). El otro, Bran, ya convertido en el Cuervo de Tres Ojos, que parecía iba tener más protagonismo en la temporada, pero no la cobra hasta el final, donde es testigo de la gran revelación:
Continuando con la visión del pasado en la Torre de la Alegría, asiste al encuentro de su padre, Ned Stark de joven con su hermana Lyanna, moribunda, quien le entrega a Jon recién nacido, y le arranca la promesa de que mantendrá el secreto de su nacimiento, porque si se entera Robert Baratheon (futuro rey y por entonces enamorado de ella), lo mataría. «Prométemelo, Ned«. Y así lo hizo.
En el capítulo no se desvela el nombre del padre, pero los lectores de las novelas, y cualquier seguidor avezado de la serie, sabe que el padre no es sino Raeghar Targaryen, hijo del rey loco, que valida una de las teorías más comentada en los foros de seguidores, y de la que estoy convencido formaba parte de la idea original de G.R.R. Martin desde el primer tomo de la serie: R+L=J. Un secreto que, de no haberse alargado la serie durante 20 años, dando tiempo y lugar a que internet desvelase el misterio, hubiese supuesto la gran sorpresa final, pero que hoy ya todos suponíamos: Jon Nieve no es un bastardo, sino Jon Targaryen Stark, sucesor directo al Trono de Hierro, por delante incluso de su tía Daenerys.
Y para eliminar cualquier duda o especulación al respecto, HBO se ha apresurado a confirmar este dato publicando la siguiente infografía, que demuestra las líneas de relación entre personajes (ampliable al picar sobre ella):
Por último, una reflexión sobre el incremento de protagonismo en la serie: esta temporada, aparte de Jon Nieve – Targaryen Stark, las mujeres son quienes determinan los hechos más relevantes: Daenerys, Cersei, Sansa, Arya… incluso Lyanna Mormont, o las Serpientes de Arena.
Un elemento importante, a tener en cuenta la próxima temporada.