Lentamente, suelto lastre sobre temas atrasados que he querido comentar y no he hecho hasta ahora, por falta material de tiempo. Y uno de ellos es dar merecido reconocimiento a la labor de recuperación de clásicos del cómic (bande dessinée, en este caso), que viene relizando Ponent Mon con la publicación en España de los integrales de Dargaud: Rodrigo, Jerry Spring, Bruce J. Hawkes y tantos otros. Pero he querido detenerme en los tomos de Barbarroja, por el propio personaje en sí, y un guionista, Jean-Michel Charlier, al que he admirado toda mi vida, y es, a mi entender, uno de los mejores creadores de cómics de acción y aventuras que han existido nunca.
Dominador como pocos de las técnicas del folletín para configurar historias magníficas que enganchan desde inicios a los lectores, de la fértil imaginación de este escritor belga surgen personajes únicos, como Michel Tanguy (y Laverdure), Blueberry, o el propio Barbarroja (con su hijo Eric), por citar sólo los más conocidos, que hoy son iconos históricos de la aventura con mayúsculas; las dos últimas en concreto son consideradas por muchos las mejores historietas de su género, de las que vengo disfrutando desde que tengo uso de razón (sí, leí la primera historia de Blueberry por capítulos en la revista Bravo, y hoy tengo todos sus álbumes). Co-fundador y editor jefe de la influyente revista Pilote, adalid moderno del del cómic franco-belga, sus guiones, las tramas ingeniosas de las historias que creaba llamaron pronto la atención de todos por su solidez y fuerte documentación que las sustentaban, mientras sorprendían con los giros insólitos que introducía en la narración.
Barbarroja (El Demonio del Caribe) fue una de aquellas historias que junto a Tanguy y Laverdure, o Astérix, abrieron el nº 1 de Pilote, allá por octubre de 1959. Una historia de piratas, de abordajes sanguinarios y combates sin piedad, plena de acción vibrante, aventura, y sorprendentes actos de ingenio, entre paisajes idílicos por los navegan los bergantines y fragatas. Un recuerdo sin duda a los libros de Rafael Sabatini y las películas inolvidables que inspiraron después, El Capitán Blood o El Halcón del Mar, con Errol Flynn, El Cisne Negro, con Tyrone Power: el nombre eligido para el bergantín del pirata, El Halcón Negro, muestra evidente el homenaje. Más no sólo eso: Hubinon se declaraba incondicional de La Isla del Tesoro, de R.L.Stevenson, y ambos había trabajado juntos el género cuando, entre 1949 y 1952, publicaron en Le Journal de Spirou una extensa biografía ilustrada del conocido corsario francés del S.XVII Robert Surcouf, recopiladada después en tres álbumes, para la que recogieron numerosa documentación y anécdotas. Si, años atrás, Charlier ya había adaptado al cómic los hechos del temible pirata inglés Edward Tach, Barbanegra, para inaugurar Pilote decide crear su propio protagonista, basado en Surcouf y aquel, con un sutil cambio de color en su apodo, y utilizar el sobrenombre por el que fue conocido el temido almirante turco otomano Jeireddin.
Con tales mimbres, Barbarroja se convierte desde origen en una serie de éxito, donde, en uno de esos giros inesperados que utiliza el autor, el protagonismo pasaría pronto a ser asumido por Eric, el hijo adoptivo del pirata, apodado también el Rojo, quien reniega de los sanguinarios actos de pillaje de su progenitor; no así de sus enseñanzas, ni su amor por el mar. No obstante, aunque sepa-rados, su caminos se cruzan a cada instante, por lo que el personaje principal nunca desaparece de la obra. Con el tiempo, Barbarroja volverá a asumir el protagonismo de la serie, incluso gozar de serie paralela, dedicada a su juventud. Las historias evolucionan con el tiempo, desde la pura aventura de carácter familiar, apta para un público joven, a un enfoque más adulto y planteamientos comprometidos. El dibujo de Hubinon, clásico y detallista, muy correcto, propio de los años 60, sin mucha originalidad, cumple bien su cometido de narrar las historias en imágenes sugestivas… aunque sin maravillar.
De eso se encarga Charlier, con guiones ágiles, llenos de acción, guiños y cambios de rumbos, historias cargadas de intriga y reconocido ingenio; como ese ardid de utilizar un esquife con farol para despistar durante la noche a los perseguidores, mucho más rápidos y mejor armados; el mismo truco que copia 44 años después Peter Weir para Russell Crowe en Master and Commander, excelente adaptación al cine de las novelas de Patrick O’Brian. Y no es que Charlier desdeñe él mismo utilizar ideas previas o de hechos reales como base de sus historias. Lo hace en numerosas ocasiones; y es probable que ésta la encontrase en la numerosa documentación que obtuvo en el estudio de Surcouf. Pero él la utilizó primero, y es justo reconocérselo. Los personajes principales de la serie son:
Barbarroja, pirata filibustero francés, temido por sus ataques tanto a naves españolas, británicas y holandesas, con base oculta en Florida, y una isla secreta, donde guarda una cuantiosa fortuna, fruto de sus pillajes. Supuestamente, su nombre verdadero es Jean-Baptiste Cornic (no oficial, por ser indicado con posterioridad a su autor).
Eric. Hijo adoptivo de Barbarroja tras ser encontrado en la primera aventura, en 1715, en un barco abordado donde no dejan supervivientes. Su verdadero nombre, Thierry de Montfort, y su descendencia noble se revelarán más tarde, por los documentos cosidos a su ropa, pero no podrá ejercer sus derechos. Odia la vida de pirata, y desea una vida honesta, aunque en el mar, por lo que se gradúa en la Marina Real en Londres bajo nombre falso. Terminará volviendo con los piratas.
Tres Patas (llamado así por su pata de palo y usar bastón). Mano derecha de Barbarroja. Inventor, geógrafo, con gran conocimiento de la cirugía y la estrategia, y habla latín. Posee varias patas de madera, que él construye, donde oculta herramientas, medicamentos, o armas (también una de fuego)
Babá. Antiguo esclavo huido de los traficantes del Golfo de Guinea. Desde que fue liberado por Barbarroja, se mantiene a su lado como leal sirviente. Es fuerte como un toro, y nada como un delfín.
Las aventuras que Charlier crea para Barbarroja nos transportan a esa época de gestas navales, actos heroicos, enfrentamientos marinos y abordajes, lealtades, traiciones, civilizaciones e islas perdidas o tesoros enterrados, que tanto nos han hecho -y hacen- disfrutar, narradas con inteligencia y ritmo de folletín decimonónico pero sin su simpleza, combinando suspense e inteligencia, intriga, tramas ágiles y esa extensa documentación que siempre ha caracterizado el buen savoir faire de su creador, uno de los más grandes «imaginadores» de aventuras que ha dado el cómic (y, a ratos, la televisión; aunque la bande dessinnée fue su terreno natural).
Entre 1961 y 1974, Charlier y Hubinon firmaron 18 álbumes del personaje, en Dargaud. A la muerte del dibujante, en 1979, Jijé se hace cargo del dibujo de tres álbumes (19, 20 y 21) mientras vivió, el segundo junto a su hijo, Lorg, y el tercero con Christian Gaty, quien, salvo la incursión en dos ocasiones de Patrice Pellerin (22 y 25, a veces en paralelo), quedaría como dibujante fijo de la serie, interrumpida en 1989 tras 25 álbumes, por la muerte de Charlier.
Sin embargo, como ocurre en estos casos, la serie no se interrumpe con la muerte de su creador, y así, en 1991, Jean Ollivier finaliza un guión inconcluso, con dibujos de Gaty, y juntos firman 6 nuevos álbumes del personaje hasta 1997. En 1999 serán Perrisin y Bourgne quienes den vida al personaje en cuatro nuevas ocasiones, con un dibujo más moderno y realista que los anteriores, y mayor protagonismo de Barbarroja como filibustero (de carácter más brutal y codicioso, centrado en sí mismo y su compañera). En 2004, Dargaud decidió finalizar definitivamente la serie, tras 35 álbumes publicados (31 de ellos incluidos en 11 volúmenes de edición integral, hasta el momento). Aunque Bourgne llegó a comentar que el temible pirata volverá algún día a surcar los mares…
Lástima que aquí en España Ponent Mon sólo vaya a ofrecernos sus dos primeros volúmenes integrales. La serie deberá continuar, en gran parte, inédita en castellano. Sólo se han publicado los primeros 15 álbumes, a finales de los 60, y casi siempre por capítulos (principalmente en la revista «Din Dan«), hoy inencontrables, salvo en ediciones no oficiales, en cbr. No suelo recomendar este tipo de obras, porque cada cual tiene su opinión al respecto. Pero, dadas las circunstancias, es la única opción que nos queda…
Para completar, como ya ocurriese también con Blueberry, y otros, el personaje gozó de un spin-off, una serie paralela, precuela de sus aventuras, centrada en su juventud, con cinco álbumes guionizados por Perrisin y dibujados por el español Daniel Redondo.
Dos comentarios finales: como un guiño al éxito de la serie y a sus amigos y compañeros de edición, Goscinny y Uderzo caricaturizaron y trasladaron los personajes al siglo I de Astérix, donde aparecen de forma recurrente desde su volumen 4 cada vez que los galos se hacen a la mar. En todas las ocasiones, el encuentro finaliza con los piratas a la deriva y el barco desarbolado; tanto que, a veces, son ellos mismos quienes destrozan el navío antes de ser abordados por Astérix y Obélix. Es muy probable que muchos de los lectores jóvenes en español sólo conozcan esta versión de Barbarroja.
Pues bien, como anécdota, comentar que, en 1988, Pellerin colabora en un álbum colectivo «Parodies… par leurs vrais auteurs!» volumen 2 (MC Productions), en la que diversos autores realizan una parodia de sus personajes; a él le correspondió la de Barbarroja. Y al hacerlo, no pudo dejar pasar la oportunidad de emular a los creadores de Astérix: la historia, en dos planchas, narra cómo Barbarroja ha secuestrado a la bella Doña Inés, hija del gobernador de Cuba, junto a dos de sus damas. A bordo del Halcón Negro, Eric discute con su padre su derecho a abusar de las cautivas, por lo que es encerrado en la mazmorra, mientras Tres Patas y Babá (ambos con las características que le otorga Goscinny, hablando en latín el primero, sin pronunciar la ‘r’ el segundo) conducen a las damas a los aposentos de Barbarroja. Frente a lo esperado, las tres damas se muestran complacientes con los deseos de los piratas y consienten; pero justo en ese momento… podéis verlo, traducido, en la siguiente imagen, mitad de la segunda plancha:
Por último, reseñar que en 1997 Canal+ Francia, en coproducción con TF1, la RAI, Medver, Victory Carrère y Motion Pictures S.A., emitió una serie de dibujos animados (26 capítulos) que adaptaba las historias del personaje para un público juvenil, introduciendo también un personaje femenino, Constanza, que podría ser su propia hija. Los primeros capítulos en español están disponibles de forma gratuita en el canal Youtube de Motion Picture. Aquí tenéis el primero:
Muchos amantes del cómic señalan a Barbarroja, de Jean Michel Charlier como la mejor serie de piratas de la historia del cómic. Prácticamente coincido; aunque en mi corazón guardo siempre un recuerdo especial para Roland el Corsario, de Héctor Germán Oesterheld, por lo mucho que llegó a marcarme en una época.
Otro día os hablaré de él.