LOS DESPOSEÍDOS, unos breves comentarios.

By PACOMAN

Ursula Kroeber Le Guin tenía 45 años cuando en 1974 escribe The Dispossesed: ambiguous utopia, traducido al castellano como Los desposeídos por Matilde Horne, en la única traducción que existe de esta joya. Traducción desafortunada (por no decir mala) que todo hay que decirlo. En 1983 se editó por primera vez en castellano, se ha vuelto a editar hasta en cinco ocasiones, siempre por Minotauro y siempre con la misma traducción de Matilde.

A mi pobre entender estamos ante una de las obras cumbres de la ciencia ficción madura, pasada ya la época dorada del ingenierismo pueril de Asimov, Clark y Heinlein llega la madurez de mano de Bradbury, Le Guin , Pohl y Herbert todos ellos coetáneos de los anteriores pero con sus épocas de influencia en el fandom posteriores a estos. Ciencias (y algo con menor rango científico como la economía política) y no delirios ingenieriles desplazan el centro de atención de la ciencia ficción americana, y por ende mundial.

En 1974 los EE.UU. son la primera potencia mundial pero la URSS le sigue muy de cerca los pasos y dista mucho de estar derrotada o vislumbrarse su derrota. De hecho en el Pacífico los americanos siguen encajando duros reveses y el desastre de Vietnam es ya una realidad. El tramposo Nixon se ve obligado a dimitir, ese verbo que los herederos del tardofranquismo (el régimen político en España en el 74) se niegan a conjugar a pesar de que se les sorprenda mintiendo, robando y violando la ley sistemáticamente.

En esa misma época una madura y clarividente Ursula nos regala una magnífica novela sobre dos modelos económicos antagónicos: el capitalismo-consumista  del Planeta Urras y el comunismo (anarquía para los que confunden socialismo real con comunismo) del satélite Anarres. A través de los ojos del físico anarquista Sherek que como un disidente es acogido por los americanos (¡uy! ¿en que estaré pensando?) por los urras y es a través de esos ojos limpios de hechos dados por descontado como se pone en evidencia lo atroz de nuestro consumismo, del machismo galopantes de los setenta y demás críticas furibundas. En capítulos alternos nos narra la infancia del protagonista en su luna comunista que dista mucho de ser un paraíso.  En esta fase más crítica de la novela el taoísmo y feminismo de la autora se percibe con más fuerza, aunque en honor a la verdad es la estulticia humana lo que abochorna al lector página tras página, como si de un periódico español de 2018 se tratara.

Y a media novela el espectador Sheveck se convierte en protagonista del más importante avance científico del ciclo Hain (en que se inscribe esta novela): el ansible.

Úrsula no se complica la vida, la llegada de los disidentes anarquista a la Luna no es más que un remedo de la expulsión de los puritanos a America, y así con casi todo. El foco lo pone en otro sitio, en la facilidad con que plantea la bisexualidad, la ausencia de religión, el igualitarismo, el equilibrio con el medio ambiente y no en el mero attrezzo de la historia.

En resumen, literatura, pero literatura de la buena. Da la casualidad  que es ciencia ficción, pero no permitas que el árbol o el nombre del mundo no te deje ver el bosque.

¿PRIMERA VEZ EN LEGUINLAND?

Por JUAN ALBERTO GUZMÁN

—¿Primera vez en Leguinland? −Preguntó el droide.

Trabajaba frenéticamente en una consola, de espaldas a mí.  Activaba sensores, consultaba diagramas.  Era un clase 3, quedaron obsoletos para cumplir funciones militares, de protocolo o meramente administrativas… y acabaron gestionando las cabinas de implantación sensorial que, esparcidas por todo el sistema, otorgaban a aburridos usuarios cómo yo el escape de una no menos anodina realidad.

—Funciones corporales correctas −musitó el droide−. Permítame explicarle el contenido de su senso pack:

»Vd. ha comprado una experiencia sensorial de nivel 2 basada en la obra de la escritora y antropóloga Ursula K Leguin y centrada en una de sus obrasfamosas, La mano izquierda en la Oscuridad.  Las experiencias de Nivel 2 le permitirán acceso a estímulos como sentir sabores, olores, placer y dolor atenuados así como sonido ultron x.  La imagen será 10K.  Será vd sujeto pasivo e invisible en la trama, la cual paso a resumir: acompañará a Genry Ai en misión diplomática del Ekumen (más información en el archivo principal, emitido por nuestro sistema Berlangatron 400) al planeta Gueden el cual se encuentra en perpetúa era glacial.  La misión es convencer a los guedenianos para que se unan a la confederación de planetas del Ekumen, para lo cual deberán entrevistarse con el monarca local.  Su contacto será el primer ministro Derem Estraven. El objetivo, entrevistarse con el rey Argaven. A partir de ahí comenzará una subtrama de intrigas palaciegas y aventuras a lo largo y ancho de Gueden que no podemos desvelar.

»La principal peculiaridad de los guedenianos como especie es su androginia. Biológicamente, son bisexuales alternos. Durante 3 semanas al mes son biológicamente neutros y en la última semana se desarrollan como machos o hembras según el compañero que tengan cerca. Cuestión de feromonas. Esta fase se denomina Kemmer y puede ser controlada, cambiada o suprimida mediante drogas .

»No dudamos que encontrará múltiples relecturas, tanto psicológicas cómo antropológicas. Una sociedad en la que se alternan los roles sexuales tiene una pulsión distinta a la hora de afrontar cuestiones bélicas, geográficas o educativas.  Incluso religiosas.  De hecho los guedenianos desconocen el concepto de guerra así que arreglan sus diferencias internas con una mezcla de diplomacia pasivo-agresiva y delicadas intrigas palaciegas. Hay una escala de grados sociales y castas muy sutil, que varían considerablemente según la región en que nos encontremos.

Otro aspecto interesante es su religión es cercana a la filosofía Zen. Defiende que el individuo es Dios en si mismo. A lo largo de la obra leeremos varios poemas que ilustran esta idea.  Del siguiente está sacado el título:

«La Luz es la mano izquierda de la oscuridad,y la oscuridad es la mano derecha de la luz.  Las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes en Kemmer, como manos unidas, cómo el término y el camino».

»Pero no se preocupe, no encontrará aquí farragosas disquisiciones filosóficas. Todos estos conceptos la autora los sugiere en una trama que acelera en su segundo y tercer acto que incluirán intrigas palaciegas y novela de aventuras (los inmensos parajes helados le evocarán otras sensoexperiencias, como la de el sistema Jack London el mes pasado).

»No encontrará en esta sensoaventura sistemas altamente tecnificados, batallas espaciales o dispositivos casi mágicos tan caros a este género. Los guedenianos pertenecen a la rama retrofuturista vista en sagas como El Libro del Sol Nuevo de Gene Wolfe. Quizás lo que encontrará más sorpresivo es el uso del Ansible, dispositivo que permite la comunicación interplanetaria al instante y que ha sido utilizado en obras de otros autores. La creadora del ciclo Ekumen relata la invención de este dispositivo en su novela Los desposeídos.

»La novela fue galardonada con un Hugo y un Nebula y fue catalogada como ciencia ficción feminista… pese a que Ursula rechazara este tipo de clasificaciones.

»Poco queda por explicar en esta ligera introducción.  A continuación le induciremos un estado de sedación ligera. Sentirá unos clics, son argollas inmovilizadoras para su completa seguridad… ¿Se encuentra cómodo, Sr. Runciter?

“Lo que me encontraba era harto” pensé….fuí elegido para probar este sensopack, de haber podido elegir habría escogido una experiencia XXX como en aquellas viejas holocintas porno de los 90.  Lástima que fueran carísimas y no me las pudiera permitir.

—Ahora que se encuentra inmovilizado debo informarle de algo, Sr. Runciter. En realidad ha sido vd. seleccionado para un programa de eutanasia selectiva basada en la productividad.  Sus códices de cambio arrojan unas cifras muy pobres.  Solo si sobreviviera a este sensopack de sensorialidad total se le daría una última oportunidad…  3, 2, 1, disfrute la sensoexperiencia.

¿A qué me enfrentaba? ¿zombis, vampiros? ¿Tribus indígenas cerca del río? Ha-ce falta valor¡¡¡

Todo estaba a oscuras,se entreabrió una puerta y de ella surgió una horrible marioneta vestida de etiqueta y pedaleando en un triciclo…  Por Drokk, ¿qué ciberdemonios era aquello?

Empezó con esta frase: ”Glenn Runciter, vamos a jugar a un juego”.

Sería una noche muuuuyyyyy largaaaa…

         Gueden, por Milan Dubnicky

EL ETERNO REGRESO A CASA de Ursula K. Le Guin

por MANUEL BERLANGA

«Resulta difícil traducir de un idioma que no ha llegado a existir, pero tampoco hay que exagerar.  Al fin y al cabo, el pasado puede ser tan oscuro como el futuro».

No es una novela, es más; mucho más.  Algo así como un tratado arqueológico sobre una cultura y sociedad futura, que aún no existe, pero se ha extinguido. El eterno regreso a casa es una obra personal, donde Le Guin (aunque no lo cita, ni le dedica el libro) rinde homenaje al trabajo de su padre, el afamado antropólogo cultural Alfred Kroeber.  Pero lo hace a su estilo: utilizando la fantasía y la ciencia ficción de las que es maestra, mediante el lirismo y el arte de unir palabras con la belleza y serenidad que le caracteriza.

El eterno regreso a casa nos cuenta la historia de Piedra Parlante, una mujer de una sociedad futura del Valle de Napa, en una California post-cataclísmica (no se indica si debido a una guerra, o la temida falla de San Andrés) que ha evolucionado (involucionado) hacia una sociedad similar a la de aquellos indios originales que lo poblaron siglos atrás.  Pero, sobre todo, narra la historia imaginada del pueblo Kesh, una sociedad de corte primitivo, que la autora, en un verdadero ejercicio de antropología-ficción, reconstruye con detalle y maestría, sin duda heredada. Una sociedad agrupada en tribus -que son todo menos salvajes- entroncadas y en equilibrio con la Naturaleza sobre la que pivota su vida y cultos; una vida sencilla y artesanal, un ejercicio organizado de supervivencia con medios limitados (aunque poseen artefactos y armas -fusiles- heredados de una época anterior). 

Le Guin ejerce aquí de arqueóloga (no sabemos si del pasado o del futuro) que, como Heinrich Schliemann con Troya, descubre -intuye- la pequeña ciudad (campamento) de Sinshan, a partir de la cual reconstruye (mapas y cartografías incluidos) con una minuciosidad entrañable, las pautas, ritos y costumbres que conforman su sociedad, organizada en logias funcionales, al tiempo que «compila» una muestra inagotable del incomparable acervo cultural de los Kesh: relatos, canciones, poemas, obras de teatro que «traduce y anota» ella misma, recetas de cocina; incluso un diccionario, un glosario completo (¡26 páginas!) de términos y vocablos de su lengua que nada tiene que envidiar a J.R.R. Tolkien.  No contenta con ello, nos habla de zoología, geología o botánica, música y bailes, estructura social o el papel de la mujer; una inmersión total en una cultura imaginada con una exquisita capacidad creativa que nos hace creer que existió (¿existirá?) en realidad.

No es una novela, sino mucho más, como veis.  Para que os hagáis una idea: las novelas de Le Guin suelen ser cortas; en este caso, la historia de Piedra Parlante alcanza las 148 páginas, en tres partes.  El resto, hasta completar las 762 páginas que componen el libro es eso que llamamos antropología-ficción, la reconstrucción de una sociedad y todos sus componentes.  No es, por tanto, un libro para leer de corrido, sino de forma pausada, con tiempo, a ratos, para disfrutarlo con intensidad; y se disfruta, pues Le Guin hace gala de ese estilo sereno y poético que le caracteriza, esa belleza armoniosa y lírica que es marca de la casa.

Para colmo, la edición de Edhasa de 2005, es hermosa: no sólo está repleta de dibujos e ilustraciones de Margareth Chodos, geomancia de George Herst y mapas dibujados por la propia autora, sino que la tapa y cubierta del libro, o las guardas interiores contienen unas magníficas ilustraciones de Carlos de Miguel.  En suma, El eterno regreso a casa es una de esas obras que deseamos tener aquellos que no sólo amamos una buena lectura, sino también los libros.

Club de Lectura Geralt de Rivia. Revisitando a Sapkowski (I)

Entre las actividades de Termal (Tertulia Malagueña de Ciencia Ficción y Fantástico), y aprovechando la noticia de que HBO va a realizar una serie de televisión sobre las aventuras de Geralt de Rivia, El Lobo Blanco, El Brujo (Wiedźmin, The Witcher), el carismático personaje creado por el escritor polaco Andrzej Sapkowski, varios de quienes en su día quedamos entusiasmados con la obra, decidimos volver a leerla y rememorar, después de años, las emociones que sentimos entonces y compartirlas en grupo, en el Club de Lectura de la Termal, creado para ello.

Como primera experiencia abarcamos el llamado Ciclo del Brujo, los dos primeros libros, «El Último Deseo» y «La Espada del Destino», que forman un «corpus literario» propio dentro de Canon, previo a «la Saga«, y al que, necesariamente, ha de añadirse «Estación de Tormentas», pues cronológicamente transcurre entre ambos.  Y ha supuesto una experiencia fantástica:

Retomar -tras más de diez años- un personaje y obra que me entusiasmaron en su día, conllevaba riesgos. ¿Soportaría bien el paso del tiempo, las nuevas tendencias?  ¿Conservaría esa misma frescura y novedad en estilo y lenguaje que tanto sorprendió? Sin duda.  Sapkowski no cambia, no envejece.  Tampoco Geralt.

Una segunda lectura de aquellos volúmenes, con la experiencia y bagaje del conocimiento posterior (aparte del éxito de los vídeo-juegos «The Witcher«) me ha supuesto recobrar las vivencias y emociones de entonces, la frescura de sus planteamientos.  Y ese lenguaje tan personal y apropiado con el que Sapkowski consiguió romper los envarados esquemas narrativos vigentes hasta entonces, para configurar y dar forma a un nuevo estilo de escritura, popular y vibrante. El lenguaje como herramienta. Utilizado para introducir al lector en la variedad y normalidad de un mundo imaginario, al que otorga cercanía y visos de realidad, mediante el uso de faltas de ortografía en los diálogos, construcciones sintácticas imprecisas e incorrectas, giros anacrónicos del lenguaje, con los que diferencia gente culta de la no formada, alta alcurnia y baja sociedad o el pueblo llano; diferente, además, en cada localización geográfica.  Su éxito en España (más que en el mundo anglosajón antes de los video-juegos), debe mucho a esa excelente labor de adaptación que realiza su traductor, Jose María Faraldo, felizmente reconocido como primer valedor del autor en nuestro idioma

Pero sumergirse en el Ciclo del Brujo supone también experimentar una vuelta a esa cercanía olvidada de nuestra infancia; un regreso a los orígenes literarios de aquellas obras que subyacen y duermen en nuestra consciencia temprana como lector u oyente, aquellos cuentos tradicionales que (a los más afortunados) narraban nuestras madres, abuelas o ayas antes de dormir, o hemos descubierto después, en esos primeros pasos y titubeos como lector incipiente.  Cuentos que suenan a Hans Christian Andersen o Hermanos Grimmrecopiladores de una cultura y acervo popular que se hubiese perdido de no mediar ellos; nunca le estaremos bastante agradecidos por esa labor.  Cuentos que reviven, renacen como guiños, sugeridos o explícitos, entre las páginas de El Brujo en este primer ciclo de sus aventuras, recubiertos ahora de una pátina de dureza, ironía, crueldad incluso, de tintes adultos, mas no por ello menos reconocibles.  Por eso Geralt, un brujo, un extraño, un mutante, nos llega a resultar tan cercano, sus historias tan nuestras. (Merece la pena que dediquemos una entrada concreta a desarrollar este punto).

No sólo cuentos tradicionales. En la obra de Sapkowski, claramente identificada como de Fantasíavamos a encontrar también personajes extraídos de los mitos y leyendas centroeuropeas, elfos, enanos, medianos, gnomos y trolls, tan habituales en el género desde la irrupción arrolladora en el mercado de «El Señor de los Anillos» de J.R.R. Tolkien, sin duda una de sus influencias, aunque no la única. ¿Por qué hablar  entonces de renovación de un género, encastrado hasta ese momento en los mismos clichés repetidos hasta la saciedad, si él también los utiliza?  Recordemos y pongámonos en situación:

Tradicionalmente, y en especial desde los ochenta, el género de Fantasía se había dividido en dos vertientes. Grosso modo, y sin ser excluyentes:

  • La Fantasía Épica, que seguía un esquema tolkienieano (sin llegar a Tolkien), con personajes similares a los de la Compañía del Anillo y desarrollos un tanto maniqueos de enfrentamientos grandiosos entre el Bien y el Mal, éste último personificado en un Señor Oscuro superior, su representante en la tierra o un objeto, a los que se ha de destruir.  Por lo habitual, de tono más ligero en las relaciones, y protagonistas adolescentes,
  • La Fantasía Heroica, o de «Espada y Brujería«, con planteamientos algo más complejos y adultos; los personajes y situaciones no se definen en tonos absolutos, blanco y negro, Bien o Mal, sino que admiten y se mueven en una gama amplia de tonos grises, dominados por las pasiones humanas, no necesariamente siempre honorables, pero naturales.

Desde los ochenta y hasta mediados de los noventa, el ganador indiscutible a nivel comercial, al influjo de los juegos de rol, había sido una Fantasía Épica cuyo mayor exponente eran las «Crónicas de la Dragonlance» de Margaret Weis y Tracy Hickman, con sus múltiples derivados. 

La Fantasía Heroica había domina-do la década anterior con  las reediciones de «Conan», de Robert E. Howard, y su renacimiento en pastiches no siempre afortunados, «Elric de Melniboné», de Michael Moorcock, y «Fafhard y el Rato-nero Gris», de Fritz Leiber  entre otros (en este tiempo, destacaría «La Compañía Negra», de Glenn Cook, aunque sin el éxito comercial de los antes citados).

Así las cosas, utilizar razas no humanas (pre-humanas) en un libro de fantasía heroica para adultos requería un tratamiento diferente sobre las mismas. Y Sapkowski lo da:

Aunque los enanos mantienen un plano de cierta dignidad frente a los humanos, por su capacidad de trabajo, combate y para el comercio, incluso poseen la Banca  Vivaldi posiblemente gracias a la minería de piedras preciosas en las montañas de Mahakam (¿recordáis «Blancanieves«?), el resto de razas inteligentes de sangre antigua, derrotadas en el enfrentamiento con los humanos cuando éstos llegaron al continente 500 años atrás, sufren discriminación y racismo, o se ven obligados a vivir relegados a zonas desérticas o deshabitadas:

  •  Las dríadas -o rariesposas– son algo así como amazonas ecologistas, recluidas en el bosque profundo y mágico de Brokilón, temidas por los humanos que se acercan hasta sus lindes y caen, indefectiblemente, abatidos bajo sus flechas certeras.  Como las amazonas clásicas, se cruzan con hombres o elfos para obtener descendencia, y sólo conservan las niñas surgidas de esa unión, para perpetuar la especie; en su decadencia, raptan también pequeñas humanas, que integran y hacen una de ellas. 
  • Algunos Aen Sidhe (elfos) optan por vivir en ciudades (los Aen Elle habitan en otra dimensión); pero son pocos los que logran convivir con normalidad entre humanos.  Hay zonas del continente en las que lo hacen recluidos en guetos, odiados bajo un racismo que les teme y no comprende, mientras ellos mismos temen una revuelta que les elimine. Y el odio, fruto del miedo, crece.  Otros se esconden en bosques del confín del mundo, en Dol Blathanna, «El valle de las flores»lugar fértil como no hay otro; pero sin medios para alimentarse y con miedo, se ven obligados a robar para sub-sistir.  No tardarán en agruparse en guerrillas Scoia’tael, en lucha contra la discriminación de los humanos.
  • En Novigrado, capital del mundo, centro y cuna de la cultura y el comercio, habitaban los vexling, doppler o mímicos, seres inteligentes originarios de la zona, capaces de adaptar su forma y replicar la de cualquier humano; ahora se han extinguidos, o eso se cree.  La presencia de un superviviente en la Ciudad del Fuego Eterno, da lugar a un tratamiento diferente, ingenioso como pocos, en la resolución del conflicto que podría generar. 
  • Tampoco el trato que se da a vampiros, lobisomes u otras bestias inteligentes resulta el habitual.

Otra novedad que aporta Sapkowski a su obra y contribuye a revitalizar una Fantasía heroica enquistada, es el cruce de géneros (o subgéneros), la introducción en la trama de monstruos y tópicos más propios de una obra de terror.  Sí, ya lo hicieron antes Robert E. Howard y otros.  Pero, salvo honrosas excepciones en Solomon Kane, la mayoría de éstos son demonios lovecraftiano, originarios de los Mitos de Cthulhu, bestias gigantes y desproporcionadas o restos de un pasado ya extinto.  Aquí, por lo general son monstruos comunes, más cercanos, casi familiares, nacidos del miedo y la leyenda tradicional, incluso típicos de una película de la Hammer; monstruos frutos de la mutación de un entorno natural contaminado por la presencia creciente del hombre, cuando no originados por la ciencia y experimentos genéticos de la Hermandad de Hechiceros, en pro de la investigación y búsqueda del conocimiento, en  un beneficio supuesto para la humanidad.  Y eso es ciencia… ficción.  También, junto a la magia declarada de hechiceros y magos, aparecen leves toques steam-punk, en el uso de artilugios imposibles en un mundo de corte medieval, artefactos en parte anacrónicos para esa edad indeterminada que podríamos situar en las postrimerías de la Baja Edad Media, o una Edad Moderna incipiente.

En todo caso, conviene destacar que, pese a que la función de un Brujo, la profesión de Geralt, es la de cazador de monstruos y su presencia constituye un leitmotiv recurrente en las tramas, éstos no se convierten nunca en el corazón de las historias, basadas más en los sentimientos y relaciones humanas del propio Geralt y las personas que le rodean, o  un análisis sociológico de los colectivos con que interactúa.  Y en ellos, la rareza del personaje principal, su distanciamiento con la «humanidad natural» le confiere esa perspectiva alejada que facilita y permite un análisis objetivo de las situaciones. También le otorga un punto de vista crítico con la sociedad, que Sapkowski aprovecha para introducir esa fina ironía y crítica social ácida que le caracteriza, sobre temas que, en una obra de fantasía, resultan de rabiante actualidad: discriminación y racismo, ecología, feminismo, el papel de la mujer en la sociedad, el aborto, la manipulación genética, por no decir ya su visión nefasta de la política o la justicia y quienes detentan su ejercicio y el poder.

Y, tras tanto hablar, nada he dicho de los personajes…

Parece que, para no hacer demasiado extenso este comentario, la revisita a Geralt de Rivia y Sapkowski va a requerir una segunda entrada.

AMBICIÓN A LA LUZ DE LA LUNA La obra más personal de ROBERT E.HOWARD

«Todo es fútil… todo ha acabado, encended pués la pira…

El festín ha terminado y las lámparas expiran»

 

El 11 de junio de 1936, Robert Ervin Howard, el más grande escritor de aventuras fantásticas de los pulp, maestro e inspirador de casi todos los autores de género y admirado desde entonces por una legión inagotable de lectores en todo el mundo, «salió de la casa, entró en su auto (un Chevy del ’37) que estaba aparcado en el garaje, elevó las ventanillas y se disparó un tiro en el cerebro».  Estas últimas son palabras de su padre, el Dr. Isaac Mordecai Howard en carta a H.P.Lovecraft varios días después.

Su muerte, con 30 años, en la época en que comenzaba a ser conocido como escritor y era buscado por las editoriales, alcanzada la cumbre de su maestría como narrador, nos privó de un futuro de maravillas no escritas sobre las que hoy podemos especular; y gracias -en parte- a textos recogidos en esta selección, disponemos de información  suficiente para hacerlo.

Ambición a la Luz de la Luna y otros textos autobiográficos es en mi opinión -y sin miedo a equivocarme-, el libro publicado (no sólo en España) que mejor puede acercarnos a la vida de Robert E. Howard.  Porque se trata de su propia obra; son sus palabras y no las de otro las que nos describen y muestran sus sentimientos, sus neuras (que las tenía, y no pocas), sus pensamientos, amistades, ilusiones de escritor, su inagotable pasión por los libros («puedo decir con confianza que ningún hombre, por maduro que sea, ha amado más la lectura que yo.  Tenía que leer todo lo que llegaba a mis manos, y eso hacía…»). Una obra única, imprescindible para el estudioso o interesado en su vida (también su muerte), gracias a la excelente selección -y traducción- de escritos personales realizada por Javier Jiménez Barco, uno de los mayores entendidos no ya en su obra, sino en cualquier publicación pulp realizada en los USA de aquella época.  Y gracias también a GasMask Editores, una de esas pequeñas editoriales indepen-dientes que tanto están haciendo por revitalizar la literatura de género, en este caso -y sólo por el momento- dedicada al ensayo.  Más tarde volveremos sobre ello.

Presentación de la obra en Málaga.  Con  Miguel Ángel Wolfville, su editor, y el que suscribe

Lo que nos ofrece este libro de GasMask Editores, es un amplio conjunto de escritos personales propios del autor tejano, cartas a y de editores o contertulios de género (H.P.Lovecraft, E.Hoffman Price…) que nos trasladan sus ilusiones y sueños; perfiles autobiográficos remitidos a revistas donde describe su vida y la de sus antepasados, pioneros en la conquista de Oeste americano y referencia indudable de muchos de sus personajes; y la novela Post Oaks and Sand Roughs, en la que vuelca, con simples cambios de nombre poco sofisticados e identificables con facilidad, su propia juventud y entorno, sus amistades, los muchos trabajos para salir adelante, los sueños, sus esperanzas y esfuerzos, continuas desilusiones y rechazos, las alegrías de un relato aceptado… No es una gran novela -ni por asomo-, pero contiene información relevante, impagable, sobre su vida de adolescente hasta los 22 años aproximadamente. También sobre su carácter y personalidad (de múltiples facetas, según E. Hoffman Price), y momentos o rasgos que traslada -quizá de forma inconsciente- a sus personajes:

Un ejemplo: hacia el final de la historia (1928), narra cómo a través de un amigo consigue un trabajo de contable en Renwood.  Éste le advierte que su jefe es un verdadero cerdo, un mal bicho que se aprovecha sexualmente de las chicas a quienes contrata, que han de consentir porque necesitan el trabajo.  Steve Costigan (él mismo, con el nombre de uno de sus personajes posteriores) se presenta muy elegante (siempre vestía desaliñado), con su mejor traje y con corbata, una hora tarde. El jefe, un personajillo rechoncho y cruel, con aires de superioridad, comienza a darle un sermón sobre compromiso, responsabilidad con la sociedad, donde ya surge la confrontación entre civilización y barbarie… el escritor le oye, con paciencia, hasta que no puede soportar más y salta sobre él.  La escena recuerda inevitablemente a esa otra al inicio de La Reina de la Costa Negra, cuando Conan es detenido y un juez pretende que traicione a sus compañeros con un sermón de similares características; el bárbaro atiende paciente aunque sin comprender; hasta que le amenaza con cárcel de por vida si no colabora, y él se rebela, ataca a los guardias que le retienen, recupera su espada y la hunde en el cráneo del juez, antes de iniciar el camino hacia Bêlit.  El escritor no llega a tanto… pero casi.

El relato Ambición a la Luz de la Luna es, para mí, el mejor de cuantos contiene la selección; una verdadera joya descriptiva, en la que se perfilan muchos aspectos, expresiones y contenidos de sus historias de aventuras, ciudades fantásticas, demonios antiguos, destellos sombríos, sueños de acero y fuego, tronos de oro, topacio y zafirosHoward y dos amigos exponen de noche, a la luz de la luna, sus deseos y ambiciones, los sueños etéreos de una vida deseada («Quiero jugar con lo desconocido y atreverme a tentar la ira de los dioses antiguos»). Con un final excepcional, de regreso a la realidad.

En Acerca de la lectura… y la escritura, Howard realiza un recorrido completo por sus aficiones literarias; y aunque confiesa ser «bastante limitado en mis gustos», a continuación presenta (pg.326) una extensa lista de autores que admira y lee con fruición, lista que coincide sin duda con muchas de las preferencias del grupo Barsoom en facebook.  También -algo que sabíamos- Howard se confiesa aquí un apasionado de la Historia, y ferviente defensor de la documentación y el realismo en sus relatos («No hay para mí trabajo más concienzudo que reescribir la historia con apariencia de ficción» pg.346).  Hay numerosos ejemplos de ello en sus escritos, pero animo al lector apasionado a comprobarlo conmigo en el post que en su día publiqué en estas mismas páginas tras la relectura de La Sombra del Buitre: Sonia la Roja. Ficción e historia real en la obra de R. E. Howard.

Sorprende, por lo inesperado, la defensa apasionada que realiza de Safo de Lesbos («la poetisa más grande que haya vivido jamás» pg.331).  Y esto nos lleva a analizar dos de esos clichés atribuidos al autor y obra, machismo y racismo, que gracias al contenido de esta selección (y pese a no ser esa la intención que persigue), permiten desmontar el tópico con facilidad, utilizando sus propios escritos:

Machismo. Es verdad que en muchos de sus relatos la mujer asume un rol de sumisión y dependencia de un varón.  Pero esa era la realidad de la época en que se ambientan sus escritos.  No se debe caer en la falsa tentación de analizar obras de casi cien años atrás con una mentalidad de hoy día; hay que ponerlas en su contexto y situación real. Y pese a todo, Howard demuestra en muchas ocasiones una mentalidad abierta, en cierto modo adelantada a su época.  No ya en su admiración por Safo antes comentada; en Post Oaks and Sand Roughs cita con tono peyorativo «¡Los derechos de las mujeres!» cuando comenta la explotación económica y sexual que sufren unas chicas contratadas sin otra posibilidad que la de someterse.  Y no hablemos ya del papel de sus personajes femeninos más famosos: Sonya «la Roja», de Rogatine, en La Sombra del Buitre, Valeria en Clavos Rojos, o Bêlit en La Reina de la Costa Negra; incluso Yasmina en El Pueblo del Círculo Negro, mujeres indómitas y guerreras, luchadoras incansables, con personalidad, que defienden su posición y derechos propios.  Por no hablar de Agnès de Chastillon, apodada «La Negra» aunque también pelirroja, quien en el S. XVI reniega de asumir su papel de sumisión a un marido impuesto de forma drástica, antes de convertirse en La Espadachina; un personaje bien desarrollado, escrito en primera persona para resaltar sus sentimientos, en tres relatos que no lograría vender en vida a ningún editor (¿por adelantados?) pero que sirven de inspiración a creaciones posteriores, como Jirel de Joiry, de Catherin L. Moore.  Otras escritoras de género como Leigh Brackett, Jessica Salmonson y Nancy Collins se declaran también admiradoras del personaje.

Racismo.  Howard utiliza la raza como elemento diferenciador entre sus personajes, simplifica rasgos raciales y estereotipa clichés habituales de entonces como causa de motivación, choques entre culturas diferentes, enfrentamiento de grupos raciales que enmascaran aquel otro entre civilización y barbarie; pero nunca lo usa como elemento de supremacía de un grupo sobre el otro. No olvidemos cómo en más de una ocasi´n define raza avanzados en la antigua Atlántida a seres de piel oscura, mientras los de piel blanca son una raza inferior. Tampoco se puede negar que en varios relatos iniciales, en especial de terror, sus expresiones sean claramente racistas vistas con ojos de hoy. Pero no se debe trascender la época.  Y Howardun hombre de su época, era también un hombre con muchas facetas (E .Hoffman Price), y en constante evolución, reflejada en sus personajes (según comenta la experta en su vida y obra Patrice Louinet).  Así, Solomon Kane, puritano inglés, en Sombras Rojas, se hace «hermano de sangre» de N’Longa, un brujo africano. Conan comparte 3 años de su vida no sólo con Bêlit, sino con una tripulación negra; no debió ser mala su relación cuando, con el transcurrir del tiempo, se reencuentran y algunos de esos negros no dudan en apoyarle y seguirle de nuevo (La Hora del Dragón).  Podría citar varios episodios similares, pero para mí resulta concluyente su discurso (en carta a H.P.Lovecraft, pg.343) sobre Bran Mak Morn, el personaje con el que más se llegó a identificar; su interés era tal que le hacía «sentir descontento con mi apariencia nórdica y, si al crecer me hubiese convertido en el hombre que deseaba ser, ahora sería bajito, robusto, de miembros largos y fuertes, ojos negros, frente baja, mandíbula recia y cabellos negros y rizados…».

Nunca sabremos con certeza las razones reales que escondía su mente para decidir el suicidio.  Pero si en algún libro editado es posible encontrar pistas con las que hacerse una idea es éste, a partir de las muchas citas sobre el suicidio en sus escritos, la carta a August Derleth un mes antes (pg.357), o las confesiones de su padre, que lo intuía (en carta a Lovecraft tras el fallecimiento, pg.373).

De lo que sí estamos seguros es que no fue, como señala Lyon Sprague de Camp en su biografía Dark Valley Destiny (serializada en varios números del fanzine Weird Tales de Lhork, y publicada por Dolmen en 2005), porque quería a su madre con una devoción exagerada, prácticamente indicando que tendría dependencia de ella.

Nada en los escritos de Howard indican o dan pie a tal elucubración.  Cariño sentía por ella, pero igual por su padre (del que sospechaba que tampoco sobreviviría, tras la conmoción).  Pero no dependencia.  Tampoco se intuye algo así en One Who Walk Alone (1986), biografía de Novalyne Price Ellis en su relación con REH (no está traducida, pero sí la película El que camina solo, de 1996, con un excelente Vincent D’onoffrio como Bob Howard y Renée Zelwegger como Novalyne).  En ella, sí, Price describe a la madre como posesiva, protectora en exceso para con su hijo frente a cualquier “lagarta” que pudiera quitárselo (no está en casa, no puede ponerse, está trabajando…), pero no así Bob, quien la contradice y se opone -con suavidad- sin hacerle caso.  

También queda claro en esta edición de GasMask que la decisión de suicidarse no fue fruto de un impulso, en un momento concreto de debilidad, sino meditada, decidida con antelación, incluso pospuesta en varias ocasiones. Su padre lo intuía; le había dejado pistas suficientes, y estaba preparado para frenarle cuando su madre muriese; no casi dos días antes del óbito (en carta a Lovecraft).  Se equivocó.  Como dice textualmente: Bob Howard «nunca tuvo intención de ver morir a su madre».

Ya he dicho que Ambición a la Luz de La Luna, la selección de textos y cartas de Robert E. Howard que realiza y traduce Jiménez Barco, es su libro más personal, pues sin ser autobiografía, resulta la fuente más fidedigna a la que acudir para conocer al autor, ya que, salvo excepciones que la enriquecen, él mismo fue quien la escribió.

   Para terminar, permitidme unas palabras sobre GasMask Editores, una de esas pequeñas editoriales independientes que merecen el más grande de los respetos por el trabajo que realizan con precisión y seriedad, en este caso desde Málaga. Un proyecto personal de los hermanos Miguel Ángel y Javier Villalobos, centrado -por ahora- en el campo del ensayo. Las siete obras publicadas hasta el momento son reflejo nítido de una política editorial inteligente, basada en el trabajo pausado y la calidad de sus contenidos, que -como vaticiné cuando les conocí- deberá conducirles al éxito.  La presente obra sobre R.E. Howard, unida a las anteriores sobre H.P. Lovecraft y Arthur Conan Doyle, conforma un trío de ases impagable de autores clásicos del género.  El resto de su producción no le anda a la zaga (podéis acceder pulsando aquí, o la imagen de sello de abajo).

Un consejo: seguid su pista.  Aún nos tiene que dar muchas alegrías (y mi boca sigue sellada).