ILLIUS, de Raúl Ansola.

Atractiva y sugerente portada que engancha a primera vista, como la sinopsis, y una poco afortunada edición que provoca cierto rechazo a su lectura, en esta primera novela de Ansola, escritor y guionista que demuestra su dedicación al cine.

«Illius es el vacío, el espacio que queda desde el final de la recta de la vida hasta que se cierra el círculo de influencia del último de los invitados.  Es un terreno muerto que inevitablemente debe transitarse para que todo concluya y nada quede abierto…  En Illius viven los desesperados, los que han sufrido los peores finales o han escogido sufrirlos por adelantado».

¿Queda claro?  Para nada; pero ¿verdad que suena fúnebre, atractivo, oculto, misterioso, paranormal…?  Pues lo mismo la novela.

En Illius (de él, en latín), Raúl Ansola consigue crear en el lector un cúmulo de expectativas sorprendentes en torno al misterio de una idea maravillosa:  la aparición en una inocente foto de un paisaje en el monte, hecha tiempo atrás, de un niño que no estaba en aquel lugar en el momento en que fue hecha, y que señala con su dedo la cruz de hierro de una tumba…  sencillamente genial.   Si -además- en su inicio deja pistas de un secuestro, el misterio está creado, las expectativas servidas, y abierta la esperanza de leer una buena historia.  Si -también- los dos personajes de la obra (el resto, excepto David, se reducen a pinceladas) están bien planteados (aunque indefinidos), la cosa promete.  Pero…

Personajes bien definidos no implica necesariamente identificarse con ellos; algo que también le sucede a la obra.  La personalidad indecisa de Aurora, obsesionada por la fotografía descubierta mientras revive una ruptura que no consigue superar ni sobreponerse a ella, encuentra colofón y pareja en la de Marcos, un buen amigo, aunque distinto, algo friki y estrafalario, que sigue y estimula en su amiga el misterio (¿quién es el chico de la foto… y por qué aparece en ella si no estaba en el lugar?) y lo traslada al lector  (¿qué tiene que ver ese niño con el secuestro del inicio?)

El estilo narrativo de Raúl Ansola, atractivo y fluido en los diálogos, utiliza sin embargo en numerosas ocasiones (como hace en «La Exposición») la tercera persona del presente para describir sucesos, a veces reales, imaginados o sueños, que a mí personalmente no me convence (una sensación subjetiva que experimenté años atrás, con Zelazny, y sus «Criaturas de Luz y Tinieblas», y desde entonces no he abandonado).  Porque si en determinados momentos consigue el deseado efecto cinematográfico de cámara subjetiva que persigue a personajes y situaciones de forma incansable, por ese mismo motivo, terminas viendo la escena desde fuera y no te introduces en ella, no la vives; la historia que te cuenta se convierte en un guión que analizas, pero no sientes (un enfoque subjetivo lo veo efectivo en primera persona, como en aquellos thrillers clásicos de novela negra -llevadas al cine-, por ejemplo).  Una pena, porque el bagaje cineasta de Ansola impregna la obra, y por momentos me he sentido inmerso en una propuesta de suspense psicológico con pinceladas fantásticas, con recuerdos inconscientes al Amenábar de sus inicios; una historia que se complica entremezclando la vaguedad del misterio con sentimientos personales difusos y transmite la desazón de sus protagonistas, su falta de rumbo, su propia indefinición…

Pero si la imprecisión en la trama es una arma lícita de autor, que posibilita un final brillante cuando se explica y aclara, un final también difuso conduce a la dispersión; y una buena propuesta inicial se convierte en obra confusa.  Esa es la impresión que deja Illius tras leerlo; que en algún momento, algo se rompe en su guión.  Si un buen autor/director utiliza acertados giros -por fuertes que sean- sobre una trama bien definida, en Illius el giro es tan brusco que la historia se quiebra, los personajes se abandonan y hunden en su propia fatalidad, y la trama se desmorona y transforma en confusión.  Su última parte parece escrita por otra mente, en otro momento, bajo un punto de vista distinto; una película cortada y terminada por otro guionista y director que, además, olvida y huye de aquella propuesta inicial que hacía tan atractiva la idea, liquidada de golpe, en un instante, sin aclaración suficiente.

Hay quien dice que los finales abiertos son inteligentes porque permiten a cada uno imaginar el desenlace que mejor entiende, o varios posibles, alternativos.  No es el caso; aquí nos encontramos con un final cerrado, aunque impreciso y sin solución de continuidad, más allá de la extraña teoría de Illius que propone David, de almas descompensadas, influenciadas por hechos que sucedieron años antes… o después, en el futuro.  He leído en algún sitio que finales poco claros apuntan a la genialidad, porque te dejan con ganas de leer de nuevo la misma obra…  Me hago viejo, sin duda: pocas veces he sentido la necesidad de re-leer una novela recién acabada, ver una película dos veces seguidas, salvo que se trate de una obra de arte; o tan atractiva que desee disfrutarla bajo un nuevo enfoque, encontrar percepciones distintas a su planteamiento inicial, que lo enriquezcan; pero leerla dos veces seguidas para poder entenderla o captar su idea lo considero un atraso, habiendo tantas otras obras por leer, propuestas interesantes por descubrir…  Agradezco en cambio finales sorprendentes, pero tan lógicos que te cambian la percepción que tienes de lo anterior y te hacen revisitar los hechos bajo un prisma diferente, como en el «El Sexto sentid0», de Shyamalan, o «Los Otros» de Amenábar.  O qué decir de ese final -también de influencias pasadas- que explica todo (y lo oscurece aún más) de Stephen King en «El Resplandor», revivido por Kubrick…

De todas formas, voy a seguir a Raúl Ansola en el futuro; su idea y planteamiento me han parecido tan atractivos que quedo a la espera de nuevas propuestas, siempre que decida huir de inconcreciones o desenlaces rupturistas.  Confío en ello.  Y en que para entonces disponga de una edición mejor que la actual, pues aunque una portada sugerente complemente una idea sugestiva, su presentación recargada, sin apenas márgenes ni espacios claros, configura una página agarrotada que provoca rechazo a su lectura; y quien sabe si no contribuye a hacerla aún más confusa.

(Reseña publicada también en BEM on Line)

LOS ELEGIDOS DEL RESPLANDOR. Trilogía de Lhork I

Primer volumen de la trilogía fantástica dedicada al mundo de Lhork.  Inicio de las aventuras de sus Campeones, hombres y mujeres elegidos para combatir al Señor Oscuro que tiraniza su tierra.

Lhork es un mundo situado en otro plano de la existencia, unido al nuestro mediante puertas dimensionales que atraviesan los Mares de Éter.  Su pueblo soporta el yugo de terror impuesto por Arhyusek, el Señor Oscuro, inmersos en la contienda inacabable que mantienen los Entes del Vacío contra los Señores del Resplandor, creadores del mundo.  Los dioses, agotados tras siglos de lucha, se han retirado a los Limbos Perdidos, pero antes de partir profetizan la llegada de unos Campeones venidos desde otro mundo…

Pasan los años.  Los pueblos de Lhork que luchan contra el tirano se organizan en reinos bárbaros bajo el recuerdo de TradosRey Unificador, derrotado por las huestes y wulfrers de Arhyusek.  Pero su cuerpo yace enterrado en la lejana Tradosia y el Cetro del Resplandor se ha perdido, los reinos combaten por separado contra el poderoso tirano y la esperanza se pierde…

En ese entorno, un misterioso bardo de mirada sabia y profunda y cabellos plateados, Jalstak Ukherder, el Peregrino Eterno, recorre los Mares de Éter entre dimensiones para reunir a los Campeones que profetizaron los dioses… (1)

Los Elegidos del Resplandor, primer volumen de la Trilogía de Lhork, narra la historia previa de estos nueve campeones hasta el momento en que son reclutados por el Peregrino.  Nueve relatos diferentes, con enfoques y situaciones distintos; nueve historias separadas de personajes diversos que confluyen en un final compartido, entre las ruinas de Potnia, para iniciar la reconquista de un mundo subyugado al terror.  Pero lo que hace atractivo este libro y enriquece su contenido es que esté escrito por nueve autores diferentes, cada uno creador de un personaje fantástico, uno de los Elegidos; escritores que llevan años publicando relatos y artículos en revistas del fandom nacional e internacional, varios con obras ya publicadas, y todos integrantes del colectivo fantástico conocido como Círculo de Lhork.

El Cïrculo de Lhork fue creado hace años por Eugenio Fraile, como homenaje y recreación de aquel otro Círculo fantástico reunido en torno a la figura de H.P. Lovecraft, el genial autor de Providence, que integraba entre otros a R. E. Howard, C. A. Smith, Frank Belknap Long, Donald Wandrei, August Derlet,Robert Bloch, algunos de los cuales, en su correspondencia, conformaban personajes ficticios o imaginarios (Bob Dos Pistolas, Belknapius, El Conde d’Erlette, Robert Blake), que incluso fueron utilizados como protagonistas en obras.  Bajo esa idea, el mundo de Lhork nace como universo compartido donde, sobre la idea inicial de su fundador, enriquecida con ensayos, conceptos y situaciones de todos sus miembros, sus personajes y alter egos reviven vibrantes aventuras fantásticas en un mundo único y particular.

El primer volumen de la Trilogía de Lhork editado por Ka-Islas incluye nueve relatos y un ensayo con la génesis del mundo y sus principales características:

  • El mundo de Lhork. Ensayo, por Eugenio Fraile la Ossa.
  • Los Elegidos del Resplandor:
    • La cruz y el resplandor (Almarico, el Cruzado). Eugenio Fraile La Ossa.
    • El despertar del Linkur negro (Logan de Khitai).  Fco. Javier Hernández.
    • Encrucijada al viento (Viento, el Enlutado).  Manuel Berlanga.
    • El caso del hombre oscuro (Samain Tarxien).  David Fraile La Ossa.
    • La llamada del destino (Kanyr Virfra Duin).  Fco. José de Pablo.
    • El espectro del paladín (Dhaeryl, el negro).  Jose Fco. Sastre García.
    • Desde un ámbito que sesga dimensiones (Bronwyn). Sara Milla Horcajada.
    • Huida hacia un nuevo amanecer (Erka). Eva Mª.  Sastre.
    • Los engendros del mal (Jan, el monje). Jorge Martínez Villaseñor.
  • Epílogo: Los soles del Resplandor.

Próximos volúmenes de la trilogía: Los Campeones de Lhork y El Príncipe Maldito.


  1. Jalstak Ukherder es un personaje creado por Juan Carlos García Herranz, Juan Soñador, excelente escritor y poeta, con quien compartimos en persona momentos inolvidables y páginas de Berserkr, y hoy transita por los mares eternos de lo fantástico junto al Peregrino.  El libro ha sido dedicado a su memoria.   También estas letras.

Los Elegidos del Resplandor.  Varios autores (El Círculo de Lhork).  Editorial Ka-Islas.  Madrid, 2010.  Tapa blanda con sobrecubiertas.  344 páginas.  ISBN: 978-84-936017-9-9

EL BAÚL DE LA TÍA BERTA, Emotiva Fantasía Cotidiana.

Acabo de terminar la lectura de «El baúl de la tía Berta», deliciosa primera novela de una gran escritora, Catalina Gómez Parrado, aún desconocida entre el público porque no goza (de momento) de respaldo editorial; algo que estoy seguro cambiará con el tiempo.   Aún sin conocerla, Cati, además de hacedora de historias, demuestra ser una luchadora de las letras y por su obra; como muchos de nosotros recurriendo a la autoedición (en Bubok) y su blog, pero también adoptando posturas militantes en iniciativas como Libro Trotamundos, o Bubok Trotamundos, que me han dado la oportunidad de acceder a su obra.  Me alegro de haberlo hecho, y se lo agradezco.

«El baúl de la tía Berta» es una obra sorprendente, que engaña a quien accede a ella desde su ficha o el resumen de su contenido; porque aunque parte de referencias y una propuesta romántica y algo insulsa en principio (aunque prometa sorpresas), y destila ternura y emociones positivas, es más que eso.  Mucho más:

En primer lugar, una novela que destaca, sobre todo por su sencillez y naturalidad; la historia cotidiana de unas personas normales (bueno…, no tanto), a la que rodea un halo inesperado de fantasía sutil y espiritual.   Al tiempo, un cuento de cuentos que surgen desde el baúl, fantásticos y con magia, o de terror ligero, cargados de realismo al estilo de Maupassant; que recopilan la aspiración personal de una escritora y sus anhelos de ver publicada su obra (quedan traslúcidos al final).   Sus personajes son sencillos y naturales (quizás en exceso), y entremezclan motivaciones individuales complejas con reacciones a veces demasiado simplesm pero están bien definidos; al menos los principales, que cautivan, y en ocasiones llegan a emocionar.   La narrativa de Cati es ágil; hace su lectura amena y entretenida, con momentos en los que deseas que llegue rápidamente el final de la historia de Ana y Berta, y Pablo, y Javier, y… te entran ganas de saltar esos cuentos intercalados, que están bien, pero sientes que la trama principal te ha enganchado, y te los saltas…, para leerlos después.   Y eso es bueno, porque el lector termina atrapado en la red que ha tejido Cati, como la Viuda Negra en “Medianoche….”, y ya no tiene salvación.

Puesto a encontrar fallos a la obra, me quedo con la portada, demasiado simple y poco elaborada, pues le otorga en exceso un viso infantil-juvenil. Cati también escribe cuentos infantiles, pero este no lo es; tal vez sí cuento, pero no para niños (aunque he probado por las noches a contarle “El baúl…” a mi hija de 11 años, mientras la arropo, y también funciona, perfectamente). Tampoco estoy de acuerdo con la catalogación de la obra como “Novela Romántica”, pues coarta demasiado su contenido y planteamientos, y puede rechazar a lectores que sin duda disfrutarán con ella.  Para mí es una obra de Fantasía; no esa Fantasía Épica o Mitológica habitual en mis comentarios sino, como cito en el título, una encantadora Fantasía Cotidiana; algo más cercano al realismo fantástico o mágico, por la cantidad de elementos extraordinarios que aparecen en la obra principal y sus relatos, percibidos por los personajes como parte de la “normalidad”.   Pero imagino la dificultad de su autora a la hora de encajarla en epígrafes editoriales ya definidos.

En todo caso, recomiendo la lectura de “El baúl de la tía Berta”, una encantadora fantasía, sencilla y cotidiana, que puede servir a muchos como cambio de registro habitual, y para conocer a una escritora, Catalina Gómez Parrado, de la que oiréis hablar.   Hacerlo es fácil: podéis adquirir el libro en Bubok (16,22 €), o descargarlo en formato electrónico, gratuitamente.   No perdáis esta oportunidad.

El Baúl de la tía Berta, de Catalina Gómez Parrado. Bubok Publishing S.L. 384 páginas. Tapa blanda con sobrecubierta.  ISBN: 978-84-92580-57-6


LA DAMA DEL LAGO (I), de Sapkowsky. Deseo insatisfecho.

El principio del fin de la Saga de Geralt de Rivia se hace esperar.  Nuestro Último Deseo se mantiene insatisfecho.  Pero disfrutamos igual su lectura.

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Transcurrido tanto tiempo desde el volumen anterior, la dosis de Sapkowski se hacía inmensa, el deseo de conocer el final de la Saga de Geralt una necesidad.  La editorial quiso entonces contentarnos con Narrenturm, su nueva serie.  Buena estrategia… que me niego a seguir hasta terminar la pendiente.   Todo a su tiempo.

Leer a Sapkowski siempre es un placer, disfrutar de un estilo propio, abierto y culto, modernista, entremezclado en jerga de pueblo llano.  Y Jose Mª Faraldo, su traductor y adaptador al castellano, tiene buena culpa de ello (su labor, encomiable, ha sido reconocida por el propio autor).  Pero acceder al final de la saga con una agonía pendiente de tres años de espera no parecía recomendable; acogerla con ansiedad, y tanta perspectiva perdida iban a desvirtuar el momento.  Decidí volver a releer La Torre de la Golondrina, el volumen previo.

Con todo, cuando accedes a La Dama del Lago descubres que también Sapkowsky se tomó su tiempo (en su caso dos años entre publicaciones, aunque hace ya diez), y que enfocó la historia marcando pausas, estableciendo distancias con la situación anterior.  Para hacerlo, utiliza n0 sólo el tiempo (a través de saltos) sino el espacio (en planos de otra existencia), y también los personajes: varios nuevos, como Nimue y Condwiramurs, que interrumpen la continuidad.  Lo primero que piensas entonces, movido por ese deseo insaciable de alcanzar el final de la historia (o vislumbrarlo al menos, sabiendo que hay una segunda parte), es que se trata de una táctica dilatoria, un intento de alargar la espera.  Después, cuando la técnica del maestro consigue refrenar tu ansiedad, recuerdas que Sapkowsky gusta de narrar sus historias sembrando un ramillete surtido de personajes dispares, que contribuyen, cada uno por separado, a crear una visión caleidoscópica del conjunto de los hechos, enriquecida con puntos de vista muy diferentes; y disfrutas de esa maestría que posee para intercalar figuras inútiles en apariencia, que se revelan más tarde parte imprescindible de la historia que nos está contando.  Eso sí, a su estilo y forma; no bajo los cánones que nosotros, lectores inquietos, imaginamos.   Y siempre  nos sorprende.

Así, junto a la soñadora y la pequeña Dama, Jarre y los pícaros que le acompañan a Wyzima en su alistamiento, los enanos recuperados de Dennis Cranmer, o esos caballeros teutones que se intercalan en el desarrollo de la narración original, esta primera parte del final de la Saga nos muestra también algo de la propia historia de Geralt y su variopinto séquito de compañeros dispares; sus vivencias encantadas en Toussaint, bajo acciones de la nueva logia de hechiceras; la ruina posible de Yennefer, la iniciativa  perdida de Vilgefortz; un juego político de espías y reyes del norte para frenar el avance implacable de las fuerzas de Nilfgaard, o la traición que anida entre sus propias fuerzas; la estancia de Ciri en el país de los elfos alisos del rey Auberon, y su huida en espiral por el espacio y el tiempo.   Una espiral que, como la serpiente ouroboros, o la propia historia narrada tras estos hechos, vuelve a situarnos en el punto de partida, para retomar la secuencia final -en el próximo volumen ya, la segunda parte de éste- prácticamente en el mismo punto que donde lo iniciábamos…

La secuencia final se dilata de nuevo; aunque, al menos, disfrutando una lectura que entretiene.  Sapkowski hasta ahora cubre con maestría un paso adelante… hacia ninguna parte.  Y la editorial lo utiliza (con maestría también) para dejarnos las mismas ganas que hace tres años.

Nuestro Último Deseo continua insatisfecho.  El misterio sin resolver.  Toca esperar de nuevo (pasando por caja, claro, en tiempo de crisis).   Así es la vida…

La Hija del Gigante Helado, e Hyperbórea

Volumen 1 (USA) recopilando las nuevas aventuras del cimmerio en cómics, narradas sobre textos de R.E. Howard y una base de fuentes literarias grecolatinas y clásicas .

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Titulado en origen La Hija del Gigante Helado y otras historias, el volumen se inicia con el número cero de la colección, donde tiene lugar la aparición de las crónicas de los escribas nemedios entre las ruinas de una recién descubierta Tarantia, siglos después de la época hiboria; y un aburrido príncipe conquistador que hace que se las narre un extraño visir, poco entusiasmado de hacerlo.

Sabed , ¡Oh príncipe!, que entre los años en que los océanos anegaron Atlantis y las resplandecientes ciudades, y los de la ascensión de los hijos de Aryas, hubo una edad no soñada en la que reinos luminosos ocuparon la Tierra como el manto azul bajo las estrellas…

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En nuestro caso, la primera crónica recoge la llegada de Conan a las tierras nevadas de Asgard, tras el asedio a Venarium y la muerte de su abuelo (ver Nacido en el campo de Batalla).  El joven, de poco más de 16 veranos, se aleja de su tierra y encamina hacia el norte con idea de alcanzar Hyperbórea, tierra de leyendas más allá del viento del norte, supuesto lugar romántico de verano y felicidad eterna en las historias que le narraba su abuelo [1].

Como se ha dicho en otro post, la colección fue planificada de forma que cada volumen recopilatorio recoja un relato original de R.E. Howard, en este caso, La Hija del Gigante Helado.  En su llegada a un poblado aesir, «Fuera de las Colinas Umbrías», coincide con una razzia de asaltantes pelirrojos, a los que enfrenta, y salva a la hija del jefe, junto a otras mujeres, mientras sus hombres regresan.  Tras pasar la noche con ellos (en realidad, con Henga, lo que le gana la enemistad de Sjarl), les acompaña en una expedición de castigo contra los asaltantes vanires. La comanda Niord, de quien se ha ganado su confianza; Gorm es el explorador; y envían mensaje a Wulfhere, que se les unirá junto a sus guerreros.  La Hija del Gigante Helado ha sido introducida con elegancia.

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El segundo episodio, la adaptación de uno de los más bellas historias narradas por Howard, lo encuentro lleno de luces y sombras.  De principio, reconozco que es difícil trasladar de forma fiel la poesía narrativa a imágenes, lograr que el lector identifique aquellas que ve con esas otras que él mismo ha imaginado previamente, en el relato original, o en versiones anteriores.   En este aspecto, yo prefiero la inocencia sensual de la Atali de Barry W. Smith, con todos sus defectos, a la descarada y dominante de Nord; como prefiero sin cortapisas el Conan bien pertrechado frente a la nieve de este último, mucho más real, al bárbaro semidesnudo del primero; o los silencios lejanos de una batalla agotada que utiliza el inglés, más acorde a mi entender con la descripción de su inicio que hiciera el autor tejano, a la roja sangre destacada sobre la nieve pálida que nos presenta esta versión moderna, con muchos más medios y colores, también cercana al original; y, por supuesto prefiero la representación realista de los gigantescos hijos de Ymir que realiza Smith, frente a esos yetis de colmillo partido que presenta Cary Nord.   En todo caso, se trata de dos versiones distintas de una misma historia, ambas de calidad; y es cuestión de gustos decantarse por alguna.

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Lo que en verdad diferencia esta nueva versión de Busiek de la de Thomas, aparte de su ubicación en el tempo del cimmerio, con algunos años de diferencia y previa a su llegada a Zamora (cuestión de derechos de adaptación en su día, no lo olvidemos) es su continuidad e immersión en el resto de historias.  La de Roy Thomas fue presentada (siguiendo pautas de Lion Sprague de Camp y Lin Carter) como un relato aislado del resto de historias, en un regreso del bárbaro a sus tierras norteñas; Busiek, huyendo de toda influencia distinta a Howard, la presenta a continuación del abandono inicial de Conan de su poblado, y enlaza con su búsqueda de Hyperbórea, antes de su llegada a los reinos hiborios.  En este sentido, el episodio moderno obtiene continuidad y fuerza, y desarrolla una historia más amplia que la primigenia.  La aventura queda ahora inmersa en una secuencia prolongada, donde el cimmerio, en su tercer episodio, «A Lomos del Viento del Norte«, continúa con los aesir su feudo de sangre contra los de Vanaheim, donde todos serán traicionados por un Sjarl despechado, y hechos prisioneros y esclavos por las avanzadas de unos hyperbóreos, que no son aquellos seres pacíficos con los que él, iluso y joven, llegó a soñar.  El casco de guerrero que su padre le confeccionó con sus manos en la herrería (en la película de John Milius era una espada) queda sobre la nieve, perdido ya para para siempre.

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La segunda parte del volumen recoge la estancia de Conan como esclavo de los hyperbóreos, y sus esfuerzos para escapar a tal circunstancia.   La Hyperbórea que concibe Busiek bebe de los textos clásicos, tan del gusto de Howard para inspirarse, en este caso grecolatinos; así queda manifiesto en el título de algún episodio (Hyper Bóreas, en latín, significa más allá de Bóreas, o viento del norte) y en la propia concepción del reino y los personajes [1]; pero sin dejar de lado ideas de uno de aquellos amigos epistolares del tejano en el Círculo Lovecraft, y de influencia mutua, como fue Clark Ashton Smith, autor de una serie de 10 relatos y un poema ambientados en esa tierra [2].   Estos nuevos hyperbóreos viven en un mundo idílico similar al que describe Píndaro en sus versos [3]: eternos e inmortales, poseedores de todos los lujos, vicios, caprichos o diversiones que desean.   También nigromantes (siguiendo tal vez la estela del sacerdote-mago Abaris, que estudió con Pitágoras), dominadores de una magia con la que extraen la esencia vital de sus esclavos, que utilizan para fabricarse una vida eterna.  Debido a ello (tal y como reivindica Nietzche, o cita James Joyce en Ulises), han trascendido su esencia humana original y se sitúan por encima de cualquier cuestión moral o filosófica que les concierna; y experimentan, y transforman esclavos en seres sin mente, gigantescos esclavistas a su servicio. Y después, tras una vida tan larga y ya sin deseos o inquietudes, se aburren y languidecen, y se suicidan, cuando así lo deciden, arrojándose al vacío sin fondo que existe bajo la fortaleza, acompañados de esos esclavos que son parte de su esencia…

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Los tres episodios que ocupan la mini saga de Hiperbórea de este volumen (norma más o menos generalizada para toda la serie) recogen todas estas ideas, junto a la rebelión de Conan y su relación con Iasmini, una esclava turania que encuentra en el cimmerio la única vía posible para escapar de sus captores, antes del suicidio colectivo que le espera junto a su deprimido y lánguido amo.   Sin embargo, el bárbaro no se irá de allí abandonando a sus compañeros de Asgard o Vanaheim, capturados juntos; a pesar de que ello supone una dificultad añadida a una misión ya imposible.   Los planes no salen siempre como se trazan, y finalmente será Conan el único que logre escapar con vida del país remoto de los hiperbóreos.

La historia se completa con 14 páginas del cuaderno 7 de la serie, el episodio «Ojo por Ojo«, donde un Conan solitario y decidido, pero exhausto, extrae fuerzas de sus deseos de venganza para atravesar las terribles montañas de nieve hasta la frontera brytunia, siguiendo la pista de Sjarl y Einar, los aesires traidores que ocasionaron su captura por los esclavistas.  Cuando los encuentra en un poblado perdido da muerte violenta a ambos, y enfrenta a una justicia que se aparta ante su mirada fiera.

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Esa noche medita junto a la bebida y recuerda los abrazos tiernos de Iasmini, y los camaradas perdidos; sueña con la muerte y la verdad de la magia, que ha conocido de cerca por primera vez; y duda si regresar a las umbrías montañas de su tierra.   Al amanecer decide que ha visto lo bueno y malo de otras tierras; pero necesita ver más.  Y se encamina a Nemedia.

Kurt Busiek, al igual que Roy Thomas en su día, es uno de esos autores artesanos de las historias que construye, que además de cultura propia vuelcan amor y honradez en aquello que hace, por lo que  obtiene resultados coherentes y bien trabajados.  El dibujo preciosista de Cary Nord, coloreado directamente sobre los lápices, y con un elaborado trabajo previo de documentación en vestuarios y ambientes, y nos trae, junto a escenas idílicas, composiciones épicas de grandes movimientos de masas, y no rehuyen de ese punto de crueldad necesario para representar una época de barbarie y dolor como debió ser la hiboria.   Por ello la conjunción de ambos en su confección convierte a La Hija del Gigante Helado y otras historias en uno de esos volúmenes mágicos (192 páginas) que no debería faltar en la biblioteca del buen aficionado a la Fantasía épica.  Si algún día se recopila en España, no lo dudes: hazte con él sin pensarlo.

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[1]  Para los antiguos griegos, Hyperbórea era un país idílico, un antiguo paraíso, una isla (¿Groenlandia?) entre los hielos del ártico, más allá del río Océano; con un clima benigno y balsámico, donde su gente vivía más de mil años.  También se les describe como inmortales y gigantes.

[2]  En la evolución de Hyperbórea que entrelaza Busiek en su historia, describe cómo inicialmente los humanos construyen la fortaleza sobre las montañas para defenderse de unas bestias simiescas similares a aquellos voormis que Ashton-Smith situa en los montes Eiglopheos, utilizados también por Howard.  Uno de los mayores placeres encontrados al realizar estos comentarios ha sido no sólo la relectura de los episodios de Conan que les atañe, sino el haber disfrutado de nuevo de la magnífica prosa de Clark Ashton-Smith, en mi opinión mejor incluso que la de Howard.

[3]  «Nunca encontrarás por tierra o mar el maravilloso camino que conduce al país de los hiperbóreos […]  Nunca se ausenta la musa de sus caminos: tañen las liras y lloran las flautas, envueltas en coros de doncellas.  No existe la enfermedad ni la ingrata vejez en su sangre sagrada; lejos del trabajo y la batalla viven.»