LOS HALCONES DE ULTRAMAR, de Robert E. Howard, y otros Libros de Barsoom.

Cumplo con este post una deuda pospuesta y una promesa incumplida (ambas conmigo mismo y largo tiempo postergadas): la de reseñar algún comentario sobre la revista (fanzine me gusta más) Barsoom, o sus extraordinarias recopilaciones Los Libros de Barsoom.  Con ambas publicaciones de La Hermandad del Enmascarado llevo tiempo «sufriendo» uno de los Regresos a los Orígenes más entretenidos que recuerdo, y de los que más he disfrutado últimamente.

Y he elegido para hacerlo el último libro publicado, que acabo de terminar:  Los Halcones de Ultramar y otras narraciones de las Cruzadas, que recopila en un sólo volumen el ciclo de Cormac FitzGeoffrey, y varios de los escritos más atractivos del maestro de Cross Plain:

Halcones Ultramar Ficha

Contenido:

  • Las Puertas del Imperio (Giles Hobson)
  • Los Halcones de Ultramar (Cormac FitzGeoffrey)
  • La Sangre de Bel-Shazzar (Cormac FitzGeoffrey)
  • La Princesa Esclava (Cormac FitzGeoffrey)
  • Los que siembran el Trueno (Cahal el Rojo)
  • El Señor de Samarcanda (Donald Mac Deesa)
  • El León de Tiberias (John Norwald)
  • Los Aceros Rojos de la Negra Catay (Godric de Villehart)

Halcones de Ultramar Cormac Halcones de Ultramar 2

¿Que encontramos entre sus páginas?  Ni más ni menos que al más puro y genuino Robert E. Howard, en su época de madurez como escritor: su prodigiosa narrativa que nos presenta descripciones vívidas de las escenas de acción y batallas descarnadas, movimientos de masas o actos individuales, contadas con esa maestría que nos hace imaginarlas como si estuviésemos presentes, siendo testigos presenciales de las mismas.

Cormac FitzGeoffrey

Sus personajes, aquí secundarios frente a los más conocidos Conan o Kull, no son sino trasuntos de aquellos mismos en épocas distintas y diferentes entornos, pero con similares motivaciones y código de conducta: el honor de caballero frente a una dama en peligro, la palabra dada, la deuda de sangre o la venganza, incluso la avaricia y el deseo de enriquecimiento ante la oportunidad que se presenta en un entorno de guerra y desolación; arquetipos del luchador incansable, impulsivo, gigantesco y fornido frente a sus contemporáneos, que mantiene ese punto de salvajismo heredado de sus ancestros frente  la molicie de la civilización.  El irlandés (gaélico-normando) Cormac FitzGeoffrey, cuyas aventuras abarcan la mitad del volumen, es, físicamente, el mismo Conan, de fieros ojos azules y melena de cuervo («a los doce, yo corría por las marismas con el cabello revuelto… vestía pieles de lobo, pesaba casi catorce rocas y ya había matado a tres hombres»).  El highlander gaélico Donald MacDeesa, tres cuartos de lo mismo.  Cahal Ruadh O’Donnel, el Rojo, rey huido de Irlanda tras la traición de los suyos y una mujer, tiene ojos fríos como el hielo azulado y sólo difiere en color de su pelo, dorado con destellos rojizos; al igual que es rojo el de John Norwald, norteño inglés de Danelagh, de sangre danesa y herencia vikinga, y ojos azules, fríos y duros como el acero forjado por los gnomos de las Rhineland…  Sí difiere en parte el caballero normando sir Godric de Villehart, quien a su complexión de «lobo cazador» une una frente alta y despejada, cejas de pensador, boca amable y ojos soñadores.  Y muy, muy diferente resulta Giles de Hobson, pícaro, obeso, cobarde, pendenciero, mentiroso, embaucador y «mete-patas», quien sólo destaca en el arte de contar historias y beber como ningún otro, aunque al final, en el combate (al que siempre se ve arrastrado) demuestre estar a la altura que le corresponde; un personaje excepcional en la trayectoria de Howard, con el que demuestra que también era capaz de utilizar el humor fino para narrar historias geniales (esta, además, imbuida de realidad histórica), aunque no se prodigase en tal estilo.

Giles Hobson

Lo que nadie debe esperar encontrar en estas páginas son elementos sobrenaturales o mágicos, habituales y característicos en las series más conocidas de Howard.  Su propuesta en este caso es la de aventura, sólo aventura, acompañada de acción a raudales; y un componente histórico de trasfondo que deja claro el alto conocimiento que el autor poseía sobre el ambiente, hechos y pueblos que participaron en las cruzadas, o de forma colateral a las mismas en los reinos de Outremer, por donde transcurren estas aventuras en diferentes periodos de la historia.  Howard no duda en citar o incluir como personajes de sus relatos a figuras históricas con quienes se relacionan y codean sus protagonistas (Nour ed din, Salah ed din -Saladino-, Ricardo Corazón de León, Almaric), incluso utiliza como personajes directos a figuras legendarias como Shirkuh, Baibars, Bayazid o Tamerlan (Timür-i lang, ‘Timur el Cojo’), Subotai o el mismísimo Gengis Khan, a quienes en el fondo admira y exalta como grandes guerreros que eran, y -a veces- trata casi como a uno más de sus héroes indómitos y salvajes.

Isabel de Cahal

Pero no sólo ellos.  Por sus páginas cabalgan y batallan, viven y mueren tanto cruzados europeos (conocidos de forma genérica como francos), templarios o caballeros de San Juan, como toda suerte de pueblos, etnias, tribus y sectas, tanto árabes como asiáticas: turcópolos, turcomanos, selyúcidas, kurdos, persas, armenios, circasianos, georgianos, mongoles, tártaros, kalmiquios… con referencias destacadas a los temibles ejércitos especializados de mamelucos, jenízaros o kharesmianos, sobre los que deja traslucir su admiración.  Curiosamente, en los enfrentamientos, Howard no toma partido por ningún bando en concreto; en sus relatos no hay buenos o malos estereotipados en base a su raza, etnia o pertenencia, sino enemigos o camaradas de armas, fruto de lealtades o alianzas nacidas de momentos concretos y circunstancias; y los cristianos no son precisamente quienes salen mejor parados…

Halcones de Ultramar 1Halcones de Ultramar 3

Si el fanzine Barsoom viene realizando una labor excelente de recuperación y publicación en nuestro país de aquellos relatos magistrales de la época pulp, Los Libros de Barsoom nos permiten disfrutar de ciclos completos de aventuras de personajes o lugares de forma conjunta; y aunque la mayoría de ellas son conocidas (sobre todo las de Howard), leerlas así, de forma unitaria le confieren otra perspectiva y valor.  Si además incluye numerosas ilustraciones de aquellos pulps originales donde aparecieron las historias en su día, o de ediciones posteriores específicas, estamos ante un lujo de edición que los aficionados disfrutamos y agradecemos por igual.

Pero como en toda reseña crítica conviene no resaltar sólo aspectos positivos, si algún concepto de mejora encontramos a la edición sería, en ciertas traducciones (sobre todo las últimas), el uso indiscriminado de ese recurso lingüístico (tan común en el género) de anteponer el adjetivo al sustantivo, la cualidad al nombre (curvos sables, lobunas figuras, fugaz vislumbre, la rojiza niebla…), que si utilizado de forma discreta sirve para resaltar/exaltar la narración, su abuso llega a cansar. Pero ello no impide disfrutar de este este extraordinario volumen de Howard, al igual que otros de la colección.

Javier y La Hermandad del Enmascarado están haciendo un excelente trabajo, sin duda.  Os lo recomiendo.

LOS LIBROS DE BARSOOM (hasta el momento):

ZONA WEIRD:

  • Los Habitantes del Espejismo.  Abraham Merritt
  • El Reinado de la Brujería.  Jack Williamson
  • El Cráneo Viviente.  Robert E. Howard
  • El Mundo Sombrío.  Henry Kuttner
  • Brachan el Celta.  Robert E. Howard
  • La Mujer Zorro.  Abraham Merritt
  • El Cubil del Engendro Estelar.  H. P. Lovecraft

ZONA AVENTURA:

  • Las Espadas de Shahrazar.  Robert E. Howard
  • El Salvaje.  Edgard R. Burroughs
  • La Llegada de El Borak.  Robert E. Howard
  • Los Halcones de Ultramar.  Robert E. Howard

ZONA ANTARES:

  • Más Allá de la Estrella más Lejana.  E. R. Burroughs
  • Las Ciudades Perdidas de Marte.  Leigh Brackett
  • Bucaneros de Venus. Otis Adelbert Kline
  • Comerciantes de las Estrellas.  Poul Anderson
  • El Embrujo de las Estrellas.  Edmond Hamilton
  • Los Hombres Monstruos.  E. R. Burroughs

ZONA CRIMINAL:

  • El Señor de la Muerte.  Robert E. Howard
  • El Secreto de la Tumba.  Robert E. Howard
  • De un cadáver… nada bueno.  Leigh Brackett
  • Los Hijos del Odio.  Robert E. Howard
  • La Sombra contra Shiwan Khan.  Walter Gibson (en preparación)

Barsoom Varios de REH

In Memoriam, ROBERT E. HOWARD

Un día como hoy, hace 77 años, Robert E. Howard decidió dejar esta vida, y a sus personajes huérfanos.

Un poco (sin haber nacido), también a nosotros.

Descanse en Paz, en el Wakhalla de Crom.

Contraportada y portada de Berserkr nº 6 (1986). Dibujo de S.Plunkett.

 

(Sí, me repito y copio adaptando el post del año pasado. Pero ¿es necesario más?

Sólo añado que es un buen día para retomar las entradas en este blog)

SONIA LA ROJA. Ficción e Historia real en R.E.Howard.

Pasar la mañana de un domingo solo, releyendo a R.E. Howard, es uno de los placeres que a veces me doy y recomiendo a muchos.  Este último, aprovechando su reciente publicación por Ediciones Laberinto en un simpático librito titulado Sonia la Roja para utilizar el tirón del nombre, ha tocado La Sombra del Buitre.  Y, creedme, he vuelto a disfrutar -y mucho- no sólo de su excelente y ya conocida capacidad narrativa, sino también contrastando al tiempo ese extenso conocimiento histórico que atesoraba y transmitía a sus escritos el autor tejano, cada día más admirado.  Os lo cuento a continuación:

La Sombra del Buitre es uno de esos relatos de Howard que en lugar de Fantasía Épica, o Heroica debemos catalogar como Ficción Histórica, pues no incluye elemento fantástico o sobrenatural ninguno entre sus páginas.  La acción transcurre en 1529, en Viena, capital del Archiducado de Austria, durante el sitio a la ciudad por las tropas del Imperio Otomano de Suleiman Kanuni, el Magnífico; pero los hechos abarcan varios años antes, desde el sitio de Rodas (1522), hasta la batalla de Mohács (1526) junto al Danubio, donde las tropas húngaras fueron prácticamente aniquiladas y su rey, Luis II, murió en batalla, sin descendencia.  El trono es reclamado por Fernando I de Habsburgo, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla y, por tanto, hermano de Carlos I de España (Carlos V de Alemania); pero  el conde Juan de Zápolya, voivoda de Transilvania, quien mantiene contactos con los turcos (terminará arrodillándose ante Suleiman), se hace coronar rey como Juan I de Hungría.

Es en este entorno donde Howard sitúa los hechos y sus protagonistas,  Gottfried von Kalmbach, caballero germano de la Orden militar de San Juan (Orden de Malta), desencantado, pendenciero y borrachín, y Sonia la Roja (Red Sonya) de Rogatino, aunque ésta no aparecerá hasta mediada la novela (pero cuando lo hace, se adueña de la escena y la narración).   von Kalmbach, a quienes los tártaros llaman Gombuk, forma parte de la embajada que Fernando I envía a negociar con Suleiman mientras se hace con la corona; pero éste, que prefiere a Zápolya, los encarcela «mientras toma una decisión».   Serán puestos en libertad nueve meses después, poco antes del asedio a Viena, momento en el que el Sultán reconoce el rostro del caballero (cabellos rojizos cortados casi al rape; bigote rubio caído sobre un mentón decidido; ojos azules extrañamente velados…).  Ambos se han enfrentado antes, en Rodas, bajo el mando de Phillippe Villiers de L’Isle-Adam.  Pero cuando han partido, Suleimán lo recuerda también de Mohács: aquel caballero que estuvo a punto de segar su vida, y le dejó una cicatriz en el hombro;  y ordena a su visir que acabe con la vida del infiel que se atrevió a verter su sangre.  Éste hace llamar a Mikhal Oglu, líder de los akinji, cuerpo de élite de la caballería ligera otomana que siembra el terror y desolación en los campos de batalla y entre la población civil, apodado «El Buitre» por las alas con que adorna su armadura a su espalda, y le exige acabar con Gombuk.  «Si no te traigo su cabeza, que él te envíe la mía», será su respuesta premonitoria.

Tras escapar en última instancia de las tropas akinji que le persiguen, von Kalmbach consigue entrar enViena poco antes de que se inicie el asedio. Y es allí donde Howard vuelve a revestir el relato de panoplia histórica y despliega su conocimiento de los hechos que acontecieron, y describe no sólo la situación de las tropas (unos 20.000 defensores austríacos, con 1.000 lansquenetes alemanes dirigidos por el conde Nicolás de Salm, y 700 arcabuceros españoles, puestos bajo el mando de Felipe Palgrave) frente a un ejército muy superior (entre 100 y 200.000 atacantes, además de los jenízaros, el cuerpo de élite otomano, la guardia pretoriana del sultán), o las tácticas de defensa que organiza un viejo guerrero como Salm, sino que le hace convivir y luchar junto a sus oficiales, Wilhelm von RoggendorfNicolás Zrinyi, o Pál Bakics.  

Y junto a Sonia la Roja…

«Era alta, magnífica, y, aunque delgada, demostraba una gran fortaleza.  Bajo el casco de acero sobresalían unos cabellos rebeldes que caían sobre sus amplios hombros, como una cascada de oro rojizo reluciendo al sol. Las botas altas de cuero cordobés alcanzaban hasta la mitad de su muslo, sobre unos pantalones holgados; introducida en ellos, lucía una fina coraza anillada de fabricación turca.  Ceñía su delgado talle con un cinturón ancho de seda verde en el que llevaba cruzadas dos pistolas, una daga y, colgando, un largo sable de Hungría.  Una capa escarlata caía indolente desde sus hombros.»

Espadachina mortífera, luchadora implacable y arriesgada frente al turco -al que odia-, arisca al agradecimiento, jura durante el combate y blasfema en respuesta a las bromas de sus compañeros, que la aceptan y respetan -a la fuerza- su carácter distante ( lógico actuar en una mujer rodeada de hombres), Howard la hace -y justifica con ello sus actos- hermana de la odalisca favorita del Sultán, la famosa Roxelana (Hürrem), una de las personas con mayor influencia en el gobierno otomano de la época; pelirroja también, habría sido raptada por los tártaros de una aldea de Ucrania (Rohatyn), aunque hay controversia al respecto.  Sonia la odia, por consentir someterse a Suleiman hasta ser su walad.

Con tal perfil, y tras ser salvado en combate, no es de extrañar que von Kalmbach se interese por ella.  Tampoco que sea rechazado y vuelva a darse a la bebida.  Y en ese estado, se inicia el ataque final de los turcos a la ciudad.

No voy a narrar aquí la conclusión -por otro lado, conocida de todos-, en el marco de un acontecimiento épico -nuevo ejemplo de la historia de David frente a Goliat- que supuso el frenazo definitivo a la expansión turca por Europa.  Su última escena es uno de esos finales, magníficos y sorprendentes, a los que nos tiene acostumbrados el autor.  Os dejo a todos el placer de descubrirlo -o revisitarlo-, bajo un prisma histórico recuperado que no siempre consideramos al leer una historia de ficción; menos si es de REH, u otro creador de mundos imaginarios como él.   En este caso, merece la pena, os lo garantizo; y lo recomiendo.  La obra es pequeña, se lee -y disfruta- de un tirón, tanto en la versión recién publicada, Sonia la Roja, de Obelisco (son sólo 5€), como en la más completa de La Biblioteca del Laberinto, Espadachinas, donde además disfrutaréis las otras mujeres guerreras de Howard, Agnes de Chastillón (Agnes la Negra) y HelenTavrell.  Ambos se encuentran disponibles (en internet, siguiendo el enlace de sus fichas, -picar sobre ellas-).

Una aclaración necesaria: no pretendo pasar por gran conocedor (sí apasionado) de la historia antigua, menos si es extranjera.  Simplemente, para situar mejor la acción y aclararme con los hechos, he rastreado los datos de la novela de Howard a través de internet, al tiempo que la leía (una curiosa experiencia que realizo a veces, y recomiendo) y ahora disfruto dándole forma y compartiéndolo con vosotros (con los nombres incluyo los enlaces a sus fichas en wikipedia).

Por eso, no puedo dejar de sentir admiración por ese hombre que -en un país en el que hoy sus habitantes difícilmente situarán Viena en un mapa-, ya por 1934, sin los medios de hoy en día, y en la América profunda de un poblado perdido enTexas, supo transmitir a sus lectores un bagaje cultural e histórico que enriquece y hace más grande la indudable calidad de su narrativa épica.

Robert E. Howard continúa vivo hoy, en su obra.

Y como reza el lema de Fernando I, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Rey de Hungría y Bohemia:

«Que se (le) haga justicia, aunque perezca el mundo».

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Una preciosa versión de Red Sonja, que me encanta: la de Donato Giancola

CONAN: LA REINA DE LA COSTA NEGRA, animado en Youtube

Recientemente, comentábamos la publicación en España del primer tomo de Conan el Bárbaro, donde se adapta al cómic la primera parte de la historia original de R.E. Howard La Reina de la Costa Negra (enlace aquí).

Pues bien, esa primera historia de Dark Horse, a cargo de Brian Wood y Becky Cloonan, ha sido animada por Geek and Sundry, y se publica en su canal de Youtube en seis partes, de la que por el momento han aparecido dos.

La primera parte recoge la huida de Conan de la justicia de Messantia tras el episodio con el magistrado y su embarque en el Argos:

En la segunda, Tito, patrón del Argos, cuenta a Conan la leyenda de Bêlit, la terrible pirata conocida como La Reina de la Costa Negra:

 

Y, ya que hablamos de Youtube y La Reina de la Costa Negra, aquí tenéis otro vídeo, un montaje de diversas imágenes del personaje, con fondo musical de la canción dedicada a Bêlit por la banda de Rock Manilla Road (en su álbum Metal):