Trilogía EL MAR QUEBRADO, de JOE ABERCROMBIE: Medio Rey, Medio Mundo, Media Guerra (II)

Esta entrada es la segunda parte de la reseña sobre la trilogía El Mar Quebrado

Si no has leído aún la primera, puedes hacerlo, en este enlace.

Trilogía Fantacsy2. – SOCIEDAD, RELIGIÓN Y MAGIA ÉLFICA

Como se ha dicho, la historia transcurre en un mundo de corte medieval y reminiscen-cias nórdicas antiguas, sin llegar a serlo; pero todo en ella lo recuerda, nombres, paisajes, relaciones, armas, profesiones, utensilios o barcos.  Los distintos pueblos que rodean el Mar Quebrado se organizan en una estructura jerarquizada, a cuya cabeza se encuentra un rey, por lo general varón, valorado por sus éxitos militares, mientras el gobierno de la casa (y la hacienda general) queda en manos de su reina.  La regencia se transmite por herencia familiar, y se extingue por sometimiento guerrero.  Sobre ellos, existe un alto rey, aceptado por el resto, que marca los designios en todo el Mar Quebrado.

Mapa Mar Quebrado

Sin embargo, la religión es distinta a la nórdica antigua. No hay dioses antropomórficos, sino naturales, manifestaciones de lo cotidiano, a las que ponen nombres impersonales.  Se basa en hechos históricos anteriores, cuando el orgullo desmesurado de los elfos declaró la guerra que los extinguió, y provocó la Ruptura de la Diosa (¿tierra?) en cuatrocientas nueve astillas: 400 dioses menores (Aquella que golpea el Yunque, Aquel que Germina la Simiente, Aquella que encuentra el Rumbo…), 6 altos dioses (Madre Mar y Padre Tierra, Madre Sol y Padre Luna, Madre Guerra y Padre Paz), el primer hombre y la primera mujer, y la Muerte.  Pero sí existe un clero, la clerecía, mayormente mujeres, las Madres, entre las que el Padre Yarvi parece ser la excepción; sabios consejeros de reyes, siempre a su hombro, custodios de la tradición, a las órdenes de la abuela Wexen, quien está al servicio del Alto Rey de Casa Skeken (¿o es al revés?) y el restaurado culto a una Diosa única, que impera en el Imperio del Sur, y ya existía en la antigüedad.

El Viento del Sur, por Jon McCoy

El Viento del Sur, por Jon McCoy

La magia (leve siempre en Abercrombie), está prohibida, se le teme y es perseguida, porque proviene de los antiguos elfos, a quienes su uso llevó a la extinción.  Pero la cultura élfica, sus vestigios, están presentes por todas partes, restos de un pasado venenoso y temido, atractivo y maldito, en forma de reliquias y ruinas de cristal y piedra élfica, construcciones mucho más poderosas y resistentes que las de los hombres.  Y es ahí donde el autor parece construir una sociedad y un mundo no por completo basado en la fantasía y su imaginación, sino en el nuestro físico, pretérito o por venir, remodelado al antojo de las circunstancias o la Ruptura.

Geográficamente, el Mar Quebrado tiene más de nuestra tierra de lo que en principio parece, pues se asienta en tradiciones y culturas escandinavas antiguas; incluso los nombres utilizados para poblaciones y reinos son trasuntos modificados de los actuales. No creo desvelar nada nuevo en cuanto sigue, de dominio público, pero si alguien aún no ha iniciado la trilogía y lo prefiere, puede dejar de leer (o no, porque no influye demasiado y los posibles spoilers no se mostrarán a quien no quiera) a partir de aquí.

Europe Shattered Sea por Adam Whitehead

Concordancia de zonas,        en The Wertzone

Desde inicios, Abercrombie, consigue hacernos recrear ese mundo, sumergir nuestra imaginación en pautas para que lo visualicemos con imágenes definidas.  Ya cuando escribí aquella reseña perdida de Medio Rey, recién publicado en España (Medio Mundo había aparecido en inglés, con el mapa ampliado al Mar Dorado), encontré en un foro de Westeros.org (sí, el de ASOIAF) un mapa con la concordancias entre nombres y zonas (sobre el que se construyen otros posteriores, como el de The Wertzone), que confirma las sospechas del lector en que el Mar Quebrado se basa en el Báltico actual con cambios en su orografía, el Mar Dorado en el Mar Negro, y la navegación por los ríos Divino y Denegado reconstruye la antigua Ruta del Ámbar en su primera versión griega, a través del Dvina (Düna) y el Dnieper.  El mapa en Westeros, girado en ángulo apropiado, reproduce mejor la zona que imagina Abercrombie:

Mapa de concordancia

Pero si es cierto que, con matices y cambios, la geografía de ambos mundos es muy parecida, no lo es menos que Abercrombie  también introduce elementos de ruptura con esa tradición nórdica que usa de base, en especial con las referencias omnipresentes a los elfos, que nos conducen a sospechar que más que una sociedad pretérita se trata de otra aún por venir.  Ya desde inicios, en Medio Rey, el autor deja pistas significativas al respecto (1), que apenas ofrecen dudas en Medio Mundo (2), y se desvelan claras tras la visita a Strokom en Media Guerra (3).

3.- PALABRAS Y CITAS.  EL CAMPO DE BATALLA DEL CLÉRIGO.

Algo de clérigo ha de tener Abercrombie pues, como el Padre Yarvi, utiliza muy bien las palabras, sabe defenderse con soltura en ese campo de batalla.  No voy a descubrir a nadie que Lord Grimdark construye buenas historias; y sabe narrarlas, hacerlas interesantes para el lector, utilizar bien las palabras.  Porque otro de sus puntos fuertes, además de moldear personajes atractivos y escenarios convincentes, es el estilo natural con que lo hace, sencillo y llano, sin artificios grandilocuentes pese a que utilice sorprendentes golpes de efecto o una crueldad narrativa sin concesiones (tal vez menos descriptiva en esta ocasión, mas no por eso con menor crudeza) con la que consigue personajes y situaciones naturales en un ejercicio de pura imaginación fantástica.

Espina Bathu y Grom-Gil-Gorm.  Jon McCoy

Espina Bathu y Grom-Gil-Gorm. Jon McCoy

Y es que, con un estilo muy diferente al de Robert E. Howard, me ha traído su recuerdo, por ese refuerzo narrativo que utiliza en sus descripciones mediante metáforas y alegorías, que aportan al lector una imagen gráfica de la situación.  Y no solo mediante adjetivos, palabras de sentido figurado, sino con frases completas de comparación tácita, utilizadas de forma con-tinua en la narración.  Y citas. Muchas citas. Pero no referencias externas a otros autores, copiadas y pegadas como refuerzo a lo que intenta expresar, sino frases propias, auténticas, elaboradas en unos diálogos imaginativos que enriquecen lo escrito y convierte la obra en un verdadero catálogo de frases para utilizar, máximas y sentencias grandilocuentes que harían las delicias de aquellos antiguos antiguos sacerdotes de Apolo en Delfos (tenían su santuario repleto de ellas, pues las conside-raban aportaciones a la salud espiritual del hombre).

  • Sólo los necios discuten por lo que no poseen
  • El poder exige tener un hombro siempre en las sombras
  • La palabra adecuada puede cercenar cualquier soga de imposibles
  • La confianza es como el cristal. Encantadora, pero sólo un necio apoya demasiado peso en ella
  • Sólo media guerra se libra con espadas (pero sólo media paz se gana con arados)
  • Un luchador nunca deja de aprender. Pero la mejor lección es la que se enseña a sí mismo

Son sólo algunas, extraídas al azar del último volumen.  Pero la obra está llena de ellas.

No voy extenderme más, pues podría parecer una crónica servil y no es mi estilo. Creo haber dejado claro que la Trilogía del Mar Quebrado me ha gustado, posiblemente más de lo que esperaba de una serie tildada como juvenil, pero que, por suerte, no sigue esas pautas, y sirve perfectamente para adultos (y es que jóvenes adultos somos todos, más allá de la edad que uno tenga).

Disfrutalda, si no lo habéis hecho aún.

—o0o—

Pistas-Spoilers

(Escritas en «tinta» blanca.  Para leerlas, deben seleccionarse con el cursor):

  1. La tablilla élfica que porta la mujer shendo en las páginas 130-131, es una descripción válida de un circuito impreso.  La descripción de las ruinas élficas, cristal y piedra lisa, casi moldeada y mucho más resistente que el mortero; en la página 242 cuando dice que «de su desmoronada parte de arriba asomaban varas de metal oxidado», describe el hormigón armado.
  2. La reliquia élfica que utiliza Skifr contra los uzhakos es, claramente, una pistola automática.  El brazalete élfico de Espina Bathu, un reloj con carcasa y correa de metal, que se ilumina.
  3. Enfermedad y muerte por radiación, y una suerte de armas letales automáticas de distinto tipo.  Todo ello demuestra que la acción transcurre en nuestro mundo, en un futuro post-cataclísmico.  La fantasía épica del Mar Quebrado se sustenta sobre ficción especulativa de tonos apocalípticos.

Trilogía EL MAR QUEBRADO, de JOE ABERCROMBIE: Medio Rey, Medio Mundo, Media Guerra (I)

Ficha Mar QuebradoCreo que fue en julio cuando escribí la reseña de Medio Rey, recién salido, recién leído y disfrutado; pero los hados de la fortuna quisieron que, ya acabada, y trabajada, la entrada se perdiera en ese limbo-cementerio de bits olvidados donde moran los escritos que nunca verán la luz, y allí sigue… hasta ahora que, terminada la trilogía, me animo a enfocarla de nuevo con referencias de entonces, y no sin miedo a que se pierda otra vez (juro que de ocurrir dejo el blog, del todo, no de forma temporal como hasta ahora).

No voy a ocultar que empezar una obra fantástica catalogada como juvenil (para jóvenes adultos -young adults-, en este caso) me ofrecía ciertos reparos.  Es normal que los que peinamos canas en esto de la fantasía (también en la realidad) nos pensemos las cosas y seleccionemos antes de iniciar una nueva serie; en este caso, el autor, Lord Grimdark (al que debía una), las críticas, y el sello que respalda la obra, me animaron a seguir adelante.  Y no me arrepiento de haberlo hecho.

Logen Nuevededos, por Craig Bailey

Logen Nuevededos, por Craig Bailey

Porque -vaya por delante- la Trilogía de El Mar Quebrado no es una obra juvenil al uso, ligera y descafeinada, suavizada en estilo, descripciones o detalles, como otras enmarcadas bajo esa etiqueta.  Admito, sí, que resulta algo más suave que obras anteriores del autor; pero no tanto.  Y lo más importante: mantiene un sello de calidad, de realismo dentro de la pura imaginación, que le confiere ese aura de interés que me hace considerarla atractiva. Porque, para mí, esa (merecida) fama grimdark (fantasía sucia, cruda, realista, amoral…) de Abercrombie no le concede un distintivo tan especial ni diferente.  Vale, sí, lo es si se compara con la High Fantasy habitual.  Pero para alguien crecido a la sombra de R.E.Howard, Logen Nuevededos no puede ser sino un Conan (bárbaro incivilizado, iconoclasta, irreverente y alegal…) arrebatado por la furia Berserkr durante el combate; y la lógica evolución de estilos en los 80 años que separa a ambos autores hace el resto.

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Portada de Medio Rey en Subterranean Press,                   por Jon McCoy

Pero si es verdad que en esta trilogía Abercrombie realiza una bajada de peldaño desde su pedestal anterior para acercarla a un público más joven (joven, pero adulto; me gusta esa definición), no lo hace bajando la calidad o el realismo en los hechos, sino con la edad de sus personajes, los protagonistas, que en la serie no son ya fieros guerreros, curtidos en la vida o el combate (que también los hay, pero a otro nivel, como secundarios), sino sus hijos, a veces huérfanos: niños o jóvenes adolescentes, que en sus manos y a lo largo de las páginas de cada volumen, emprenden un viaje iniciático, un periplo físico y de formación individual entre aventuras y experiencias de todo tipo, no siempre agradables, que les conducirá a la madurez y su definición como persona; de su personalidad, ya como adulto, pero sin dejar de ser joven (en una sociedad medieval de corte vikingo como la descrita, la madurez no tarda en llegar).  En este sentido, sí que se trata de una obra juvenil.  Curiosamente, este hecho lo convierte en una de las fortalezas de El Mar Quebrado.

1. – LOS PERSONAJES

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Interior 1, Jon McCoy

Porque uno de los puntos fuertes de Abercrombie es el diseño de los personajes, siempre interesantes, nada planos (recordad si no a Logen, o Glokta, West…) y también en este caso, en constante evolución; protagonistas cambiantes y en continuo desarrollo, de escala social diferente y distintos intereses, rodeados de secundarios de lujo, ricos en matices y caracteres propios, a veces, mucho más atractivos e impactantes que el protagonista o protagonistas de cada novela.  Así, en Medio Rey asistimos a la evolución de Yarvi, el hijo menor y lisiado del rey de Gettlandia, destinado a la Clerecía por su defecto de nacimiento, a quien un capricho del destino y la traición más cercana convierten en heredero y vengador, para ser traicionado a su vez y terminar vendido como esclavo y galeote.  Tullido, medio hombre, deberá recurrir a su astucia, formación e inteligencia para sobrevivir en un mundo donde predomina la fuerza y destreza física; y a un plantel de compañeros que marcarán su futuro: Sumael, oscura y sensual; Nada, misterioso y letal, decisivo al final; Rulf, leal y gruñón; Jaud, Ankran… Incluso su propia madre, la reina Laithlin, se yergue majestuosa cada vez que entra en escena.

Interior2, Jon McCoy

Interior2, Jon McCoy

Por no hablar de los enemigos: la capitana perseguidora Shadikshirram, trasunto femenino de un Jack Sparrow mortal;  o Grom-Gil-Gorm, el temible rey de Vansterlandia, enemigo ancestral de Gettlandia, quien porta al cuello una cadena enorme con los pomos de espada de todos sus rivales muertos; pero ante quien Yarvi no duda en arrodillarse y someterse, tal vez siguiendo sus enseñanzas de clérigo de «buscar el mal menor y el bien mayor», antes de alcanzar su reino.  Yarvi, así, resulta un héroe extraño, cercano y odioso a un tiempo, demasiado astucioso como para fiarte de él o resultar entrañable.  Y es que los personajes de Abercrombie nunca son blancos o negros, buenos o malos por completo, adjetivos dema-siado circunstanciales y cambiantes como para determinar una categoría definitiva.

Portada de Subterranean Press, por Jon McCoy

Portada de Subterranean Press, por Jon McCoy

En Medio Mundo, los protagonistas varían, pero no las circunstancias. Uthil reina ahora en Gettlandia, en ese giro (de argumento, que no del autor) imprevisible aunque válido, al final del tomo anterior, y dos nuevos jóvenes iniciarán su viaje iniciático personal: Espina Bathu, una de las pocas chicas de dotadas para la guerra pero no para las relaciones, obsesionada por vengar la muerte de su padre a manos de Grom-Gil-Gorm, y Brand, un joven guerrero que odia matar.  La guerra con Vansterlandia es inevitable, auspiciada por el Alto Rey de Casa Skeken.  Pero como «sólo media guerra se libra con las espadas«, el astuto Padre Yarvi organiza una expedición financiada por su madre la reina, en busca de aliados para la confrontación.  Espina Bathu y Brand, navegando los grandes ríos, se embarcan en un periplo por medio mundo hacia nuevas culturas, junto a una curiosa y extraña tripulación, mezcla de personajes ya conocidos o relacionados con éstos, que genera otra caterva de personajes secundarios interesantes:

Brand, forjando su leyenda, con el Viento del Sur (Jon McCoy)

Brand, forjando su leyenda,  con el Viento del Sur (Jon McCoy)

Como Koll, jovencito inquieto que talla la gesta en el mástil del Viento del Sur; Rin, forjadora de espadas; o esa inquietante y misteriosa anciana asesina que es Skifr, ladrona de reliquias élficas. Por no hablar del esperado regreso de Sumael, los enemigos, Isrium, Grom, Scaer, o el propio Yarvi, evolucionado y más astuto que nunca. Pero son Brand, y más aún Espina Bathu (protagonista principal del relato, sin duda) quienes cambian y evolucionan totalmente ante nuestros ojos en el viaje, para acabar siendo otros, al finalizar; distintos, maduros, muy lejos ya de sus dudas iniciales, y unidos para siempre en su enorme distancia personal; con una personalidad bien definida, aunque moldeada en los manejos de un gran manipulador. El giro final de acontecimientos es también inesperado, e inteligente, y abre puertas al siguiente volumen.

Portada de Media Guerra en Subterranean Press, por Jon McCoy

Media Guerra en Subterranean Press, por Jon McCoy

Media Guerra cierra el ciclo, y desvela lo ya imaginado y supuesto, cambiando de nuevo protagonistas centrales, pero sin cambiar su enfoque primordial: juventud y evolución, unidos hasta construir una personalidad definida; rodeados siempre de personajes que conocemos, hasta conformar una autén-tica obra coral.  En este caso, le llega el turno a Skara, princesa de Trovenlandia, el tercer reino vecino enfrentado al Alto Rey y la mani-puladora Abuela Wexen: huérfana (también), convertida en heredera por el asesinato de su abuelo rey a manos de Yilling el Radiante, sicario de Casa Skeken; niña aún, deberá extraer de sí misma todo cuanto posee y le ha sido enseñado para actuar en igualdad entre dos brillantes reyes guerreros, aliados en la confrontación, a los que deberá demostrar que es digna de su cometido, e incluso superar.   Contará para ello con Raith, un pequeño cabrón sanguinario, portador de la espada de Grom-Gil-Gorm, quien es puesto a su servicio y deberá evolucionar a su lado, aunque en sentido distinto, hasta valorar lo que antes nunca llegó a considerar.  En esta ocasión contaremos con un tercer personaje que cambia y madura: Koll, el tallador, aquel niño inquieto hijo de Ankran, liberado junto a su madre por Yarvi, del que ahora es pupilo en la clerecía, pero cuyos sentimientos por Rin le dificultan seguir el camino del Padre Paz.  Y junto a ellos, más personajes secundarios de relevancia; antiguos (algunos importantes quedarán en el camino) o recuperados, como aquel Jenner el Azul que encontramos en Medio Mundo navegando el Denegado, convertido ahora por las circunstancias en salvador y mano derecha de Skara; o Skifr, determinante en la resolución del conflicto armado, aunque a costa de provocar de nuevo la Ruptura de la Diosa que cambió al mundo.  Y, como no, Yarvi, primer protagonista y siempre involucrado en los hechos, destruyendo ardides, tejiendo hilos, manejando palabras en el campo de batalla del clérigo; astucioso siempre, pero a riesgo también de ser astuciado al final…

 No sólo personajes y sus vidas conforman la Trilogía del Mar Quebrado.  Joe Abercrombie construye una historia detrás, un mundo creado sobre una sociedad vikinga evolucionada y más cercana de lo que parece, guerras de comercio y religión, y magia élfica (de las que va dejando pistas, poco a poco), ligera al principio, determinante al final; enfrentamientos armados y batallas, menos recreadas que otras ocasiones, pero descarnadas siempre; giros de argumento, como acostumbra el autor, que hacen de su obra algo inesperado… Pero deberán quedar para otra ocasión.  Siendo tres libros, esta entrada se ha hecho demasiado extensa, y merece una segunda que la complete.

(Puedes leerla a continuación, siguiendo este enlace)

BERSERKR, en REH: Two Gun Racounter

No, no se trata de nosotros, ni del fanzine, sino del término original del nórdico antiguo que dio origen a los Berserkir, fieros guerreros escandinavos enfundados en pieles de oso que alcanzaban en la batalla tal frenesí que los convertía en casi invencibles.  Hace un mes, R.E.H: Two Gun Racounter, el blog de una de las más prestigiosas revistas dedicadas a R.E.Howard, elegía Berserkr como palabra de la semana, publicando también el poema Eric of Norway, donde el autor tejano la utiliza:

berserk (pinterest)

Como podéis observar si seguís el enlace, en el título del artículo, su autora, Bárbara Barret, utiliza la palabra sin la «R» final que aparece en el nombre del fanzine, y ésto nos lleva a la polémica (que ya surgió en los ’80) sobre por qué lo escribíamos así.

Si os fijáis bien, Barret también escribe Berserkr (con «r» al final) cuando se refiere a la etimología del término en nórdico antiguo, porque es así como se escribía; de igual forma que su plural es berserkir y no berserkers como muchos utilizan ahora.

Por eso he creído oportuno recuperar (también en facsímil), el artículo aclaratorio «Regis Boyer: Sobre los Berserkir» que el gran Javier Martín Lalanda adaptó y tradujo de su obra «La Religion des Anciens Scandinaves» (Ed.Payot, París, 1981), y fue publicado en las páginas centrales del numero 3-4 de BERSERKR, Fanzine de y sobre Fantasía Heroica (enero de 1986), junto al dibujo de un prometedor Jesús Yugo en sus albores.

 (Disponéis del artículo original, en su edición facsímil, picando sobre la imagen siguiente, o en su traslación actual, en la pestaña BERSERKR / Contenido(Artículos), o siguiendo este enlace).

Berserkr 3-4. p.41. Sobre los Berserkir

Berserkr por Jesús Yugo

SON DE PIEDRA y otros relatos de RAFAEL MARÍN

Ficha Son de PiedraHacía tiempo que no leía nada de Rafael Marín, al que sigo habitualmente en su blog-bitácora Crisei o sus incursiones por facebook, prolífico en grupos.  Hace mucho también que nada escribo por aquí, meses, que deberían haber supuesto diversos post sobre lecturas interesantes (al menos para mí), ahora pendientes de recuperar (R.E.Howard, Joe Abercrombie, Brandon Sanderson, Steve Erikson, Leigh Brackett, Harold Lamb…).  Quería volver, pero no me decidía; o no encontraba entusiasmo suficiente para hacerlo.  Son de Piedra, que terminé ayer mismo, lo ha conseguido.

Dejé al Rafael Marín autor hace años, junto a la Ciencia Ficción, por falta de tiempo para tanto (salvo alguna incursión elegida muy de vez en cuando, para no perder las buenas costumbres); a cambio, y dejando a un lado su vertiente cómic o traducción, me perdí su obra fantástica, y su trasvase al realismo mágico de una Cádiz (Cadi, como él dice) que es una pasión en sí misma y el entorno mágico que inspira su imaginación. Agradezco a Luis G. Prado la recuperación de estos relatos desde Artifexque me han permitido acceder a una nueva perspectiva del autor y su obra, con la que he disfrutado más de lo que esperaba.

Porque Marín no sólo imagina episodios cotidianos, a los que envuelve en un contenido fantástico o mágico para crear una historia, sino que utiliza su propio entorno y vivencias personales para construirlas (todo autor lo hace, en mayor o menor medida, pero Rafa lo hace muy bien); y por encima de todo, costumbrismo o fantasía, realismo o ficción, cuenta cosas (como esas piedras que le hablan a Chloe) que suenan a cerca, a propias, a sentimiento, creíbles.  Y eso gusta.  Me gusta.

Como me gusta, y mucho, que sienta y viva su ciudad (todos los gaditanos lo hacen; lo dice un malagueño, con algo de envidia) y la tenga tan presente en su obra:  Así, Son de Piedra es un relato mágico que rememora en dos momentos de tiempo sensaciones de esa Cádiz colonial que se enlaza con La Habana, de forma similar a como Carlos Cano lo hacía poniendo música a la letra de Antonio Burgos (sobrevolaba su canto mientras Explosión polvorínleía).  Sorprende en Una Canica en la Palmera, al revivir un episodio de 1947, la explosión del polvorín de la armada, que aún hoy pervive en la memoria colectiva de la ciudad (lo sé porque mi amigo Rafa -otro Rafael, también gaditano-, me lo ha contado varias veces); pero aquí lo hace a través de unos ojos infantiles que añaden a la historia un toque toque tétrico espeluznante.  Como tétrico resulta El Último Suspiro, relato con tintes románticos becquerianos (pero más cotidiano y canalla) de cadáveres y cemen-terios, y un bareto perdido en el que Torre (sosias cercano a lo sobrenatural del propio autor devenido en demiurgo) asiste como convidado de piedra a una extraña partida de dominó, que a la postre resulta juicio espectral sobre un asesinato pendiente. Por La piel que te hice en el aire transitan todos los personajes de la movida madrileña de los ’80, que el autor confiesa no haber vivido pero retrata con acierto y una sensibilidad que conmueve, entremezclada con anécdotas reales y el fantasma trasunto de una Quimera inventada. La ciudad de su niñez cobra vida en Las Brumas de África, ya sin espectros, pero con un personaje al que nada altera su rutina habitual, y un regusto a librería de pulp y cómics perdidos que despierta añoranzas de otra época.

Ya sin Cádiz como trasfondo, por los versos sin rima de Epigramagia deambulan y transitan personajes de pulpa y tebeos, y cine, y literatura fantástica clásica, que son un guiño a sentimientos propios y compartidos y estimulan la sonrisa del lector aficionado.  Y pura historieta -novelada a falta de otro medio-, resulta Llena eres de Gracia, con la llegada de Ángela a ese trío de ángeles asesinos con patente de corso vaticana para combatir al mal demoníaco por cualquier medio (¡qué gran serie de cómic o televisión hubiera sido Ora Pro Nobis…! [1], imaginada tres años antes que la canadiense y de éxito Supernatural).   Y sobre esta piedra posee también pulsión vaticana, sólo que de corte futurista (¿premonitorio?), un space-opera un tanto sui generis y con mensaje, frente a la pura acción de la anterior: los intereses de las grandes corporaciones que dominan al mundo, incluido el Vaticano, fagocitan todo intento de buenas intenciones que posean sus miembros (hay cierta alusión al Papa Francisco en sus comentarios -y ¿por qué no? en ese Jerónimo Sierra descrito 15 años antes de su nombramiento-).  …Algo de visionario demuestra el autor a lo largo de los relatos y comentarios de esta selección.

Mención aparte merece La sed de las panteras, que debió llamarse La Maja muerta, una historia ambientada en el Madrid sitiado de la guerra civil española, donde Picasso y Alberti se convierten en personajes de un relato en el que se también se citan Mª Teresa León o José Bergamín, junto a Largo Caballero, Durruti y Miaja entre otros. Pero en el que el protagonista, además del miliciano Dumas, es Goya y el misterio tenebroso de uno de sus cuadros, desconocido y maldito, oculto en el Museo del Prado. Tan maldito que aconseja la intervención de los Ora Pro Nobis de la época. ¡Digno de un episodio del Ministerio del Tiempo, Javier Olivares!

Dejo para el final Bibliópolis -el único relato de los que componen el libro que conocía-, por lo de majestuoso que tiene la idea y su concepción, no sé si onírica o sutilmente imaginativa, pero impresionante siempre: esa «ciudad de mármol, infinita, llena de libros» donde se encuentran las historias no escritas (aún o nunca) de todo autor.   Una idea tan genial (y concebida dos años antes) como el Cementerio de los libros olvidados de Ruíz Zafón, solo que sin su tirada ni reconocimiento mediático (aunque con ese premio especial y único de haber dado nombre a una editorial).  Sólo por su concepción -o sueño- Rafa Marín es un genio, si no lo fuera también por el resto de sus historias y personajes de toda índole, género o medio en el que se aventura a escribir.

No os lo perdáis.  Y disfrutad.

[1] En estos días que Dolmen Editorial anuncia la publicación de Iberia Inc. integral (la mejor serie de superhéroes españoles, ¿para cuándo Triada Vértice?), voto por que Rafa Marín se anime a continuar OPN (mejor si es historieta, pues así es como la he «visto» mientras la leía…).

Iberia Inc

EL PIRATA NEGRO, de Arnaldo Visconti. Aventura para el verano.

Ficha  El Pirata Negro

Nombrar El Pirata Negro consigue que en nuestra memoria despierten recuerdos vívidos de incansables aventuras en mares lejanos, Caribe o Antillas de aguas azules; abordajes, persecuciones navales, batallas entre embarcaciones desarboladas, olor a pólvora, y el sonido metálico de sables o espadones entrechocados y cruzando fintas; pillaje y saqueo en poblaciones costeras que arden, ron antillano, crueldad y honor entrelazados, sin faltar El Corsario Negro Salgarimujeres bellas en peligro, o peligrosas como ellas mismas. Todo ello desde que Emilio Salgari escribiese en 1898 (antes que Sandokán, su mayor éxito), Il Corsaro Nero, la historia de un noble italiano que deviene en filibustero movido por la venganza sobre el asesino de sus hermanos. O en 1926, cuando Douglas Fairbanks da vida a The Black Pirate, de Albert Par-ker, la primera película del gé-nero, con una historia de cor-te similar, que dio inicio a un sin fin más de aventuras de entorno y nombre similar, Capitán Blood (1935), El Cisne Negro (1942), o El Temible Burlón (1952), por citar sólo algunos ejemplos más carismáticos y de grato recuerdo personal.

Pero en España fue Carlos LezamaEl Pirata El_pirata_negro-FairbanksNegro quien enarboló como ninguno el pabellón de la aventura allende los mares, en un entorno que necesariamente debía sentirse cercano, por cuanto formaba parte de la gran -y ya decadente- corona española de los Austrias.  En 1943, en la España de la post-guerra y el estraperlo, la represión y el espionaje, Pedro Víctor Debrigode Dugi (un hombre culto al que la guerra impidió terminar sus estudios de derecho), comenzó a escribir desde la cárcel novelas detectivescas y de espías (él mismo había sido acusado de serlo).  Lo hizo bajo seudónimos, el más conocido de los cuales, Peter Debry, es ya un clásico, pionero de la novela negra española; pero también escribió obras del oeste, aventuras, incluso justicieros enmascarados bajo influencia de La Sombra y Doc Savage, cuyas traducciones impactaban en un país necesitado de evasión y justicia. Eso sí, siempre, bajo nombre imaginario, de corte extranjero: P.V.Debrigaw, Arnold Briggs, Geo Marvik, Peter Briggs, V.Debrigaw, o Vic Peterson.  Pero no sería hasta El Pirata Negro Joan Mundet1946 cuando, ya en libertad, se publicó la primera novela de El Pirata Negro, ahora bajo seudónimo de Arnaldo Visconti, su otro gran alter-ego, que le elevó a las cumbres del éxito popular como escritor de aventuras.

Con una producción que supera el millar de títulos, Debrigode y sus seudónimos fue uno de los más significativos autores de la novela popular española de los años 40 y 50.  Su facilidad para crear historias (85 novelas completas de El Pirata Negro en tres años¹ ), varias a un tiempo, y de distintos personajes y géneros, no impedía que estuviesen dotadas de calidad literaria, datos y situaciones creíbles más que suficientes como para impactar en un público de cientos de miles de lectores que recreaban sus ensoñaciones en paisajes lejanos y aventuras sin límites.  Por eso, la edición de Darkland Editorial representa todo un acierto, que recupera para el público de hoy uno de los más prestigiosos y aclamados personajes del siglo pasado, y reivindica a un autor que hoy, salvo en el mundillo del aficionado al pulp y el bolsilibro de antaño, resulta prácticamente desconocido.  Y es de justicia reivindicarlo.

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La edición de Darkland recupera, bajo el título genérico de El Pirata Negro, las cuatro primeras novelas del personaje.  Aventuras diferentes, pero enlazadas entre sí, que constituyen una secuencia temporal completa, donde conocemos al personaje, un pirata atípico, más justiciero de los mares que saqueador, que enarbola con orgullo el pabellón español -incluso frente a otros espa-ñoles- de la justicia, la nobleza, y la defensa del pueblo llano frente a cualquier opresor; caballero sin ser noble (¿o sí?), desprendido sin desdeñar un buen botín, jamás asaltará a pillaje una población -antes, al contrario, defenderá al criollo- ni violentará a mujeres; su carácter inquieto, extrovertido, pendenciero y fanfarrón en gran parte, y una fuerte personalidad, le lleva a ser adorado por unos hombres que le siguen sin cuestionar sus órdenes, convencidos siempre que son la mejor opción.  Cuando lo conocemos, en La Espada Justiciera, ya es perseguido por las autoridades españolas por piratería (más adelante se sabrá que debido a una acusación injusta), al tiempo que se ha labrado una fama entre los habitantes costeros e indígenas de pirata bueno yEPN1 Joan Mundet noble, una espada justiciera.  La historia transcurre en Panamá, en 1693, cuando Carlos Lezama tiene ya 33 años, y donde posee una de sus bases secretas casi permanentes.  Allí deshará una intriga de suplantación del Virrey por parte del malísimo secretario D’Almeida, su mano derecha, coronel de la guardia portuguesa, quien actúa en colaboración de la bellísima Olinda, la hechicera india que vive en la selva.  Lo hará a petición de Blanca de Viala, decidida hija del Virrey, y el apuesto y noble capitán Raúl de Montemar.  Y, por supuesto, sus piratas del «Aquilón«: «Cien Chirlos», segundo al mando, tan feo y bruto como leal; Tichli, el timonel, un gigantesco negro cubano, o Juanón, el esforzado pirata con cara de angelote inocente, al  que -por eso- utiliza siempre como espía.  Personajes, todos, estereotipos de fácil identificación, que consiguen pronto el posicionamiento del lector, a favor o en contra, pero envueltos siempre en una aventura continua, de buen ritmo narrativo y trama a veces sencilla y en otras compleja, bien elaborada, hasta completar un folletín aventurero propio de la época, presentado con magníficas portadas ilustradas a color por un genio como Provensal.

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En la segunda novela, La Bella Corsaria, Debri-gode (Arnaldo Visconti), apuesta fuerte por el melodrama y consigue que nuestro brioso pirata, (desplazado a París para obtener información de un cargamento de oro francés que piensa abordar), se enamore de una bella dama admirada por toda la nobleza francesa, Jacqueline de Brest… y ella le corresponda.  La segunda parte de la novela transcurre en los mares de Las Antillas y tierras de Haití, enfrascado en la búsqueda y obtención del tesoro francés,  y más tarde su pérdida a manos de La Corsaria Bretona, (presentada como personaje real del S.XVII, tan temido como los famosos EPN2 Joan MundetMorgan, Drake… o el mismísimo Pirata Negro) y que no es otra que… (¡sí, claro, ¿quien si no?).  La trama se complica con la solicitud de ayuda de una criolla frente el gobernador de Haití, Hugues Doorn, un holandés sin escrúpulos, al que el altruismo de Carlos Lezama no puede evitar enfrentarse; para encontrarlo aliado a La Cosaria Bretona, que lo aprisiona. Líos, enredos, huidas, duelos, giros de acción y la devolución de Port-au-Prince a los haitianos, agrandan la figura del Pirata Negro como Espada justiciera de los criollos frente al opresor extranjero, pero no conseguirán evitar la huida de La Bella Corsaria, cuyo barco persigue nuestro héroe, sin éxito.

EPN-3 ProvensalLa siguiente aventura Sucedió en Jamaica, lugar donde Carlos Lezama persigue a La Corsaria Bretona, pensando que se esconde en alguno de sus puertos o radas.  No dará con ella, pero contacta con Thomas L’Agnelet, uno de los más temidos bucaneros franceses, ya retirado, quien llegó a burlar por cinco veces la horca (El Pirata Negro sólo tres hasta entonces). Pero será capturado por las tropas inglesas al mando del teniente Clerk y conducido a Kingston; si bien, promete seguir los pasos de l’Agnelet y volver a encontrarse.  No sólo consigue cumplir su promesa, gracias a las intrigas y enfrentamientos entre las familias del gobernador actual y el anterior, sino que se verá envuelto en un juego de circunstancias similares a las de la primera aventura en Panamá, en las que vuelve a asumir el rol de pirata bueno y comprometido –espada de la justicia– que le antecede, y en EPN3 Joan Mundetuna repetición a la inglesa de aquella trama, entremezclará la huida sorprendente por pasadizos secretos, lucha con un salvaje jaguar en la selva (de la que obtiene un cachorro, que conservará), la complicidad de dos bellas damas de diferentes edades y el secuestro fingido de una tercera, el restablecimiento de la legalidad y la justicia escarnecidas por el egoísmo y la avaricia de un bribón elegante, y el secreto reconocimiento de su nobleza por parte de las autoridades inglesas.  De vuelta al mar, a bordo del «Aquilón», los náufragos de una balsa que encuentran le informa del saqueo de Cayo Santiago por parte de las fuerzas aliadas del inglés Gorman, el francés Curbec, y la Corsaria Bretona, y dirige hacia allí su barco.

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Brazo de Hierro es el apodo que recibe Héctor Curbec, un francés implacable y frío, imagen clásica del pirata cruel y despiadado, que luce, además,  un terrible y efectivo garfio de hierro en lugar de su mano izquierda amputada.  También el título de la novela que cierra el volumen, donde Arnaldo Visconti deja -al fin- libre las riendas de su mejor narrativa y describe con todo detalle el saqueo y pillaje de ciudades a manos de los filibusteros, el descarnado enfrentamiento entre tripulantes de naves piratas en alta mar, o el asalto de una ensenada donde se esconde el galeón que contiene el inmenso tesoro obtenido tras el saqueo de Cayo Santiago.  Bergantines al pairo, baterías de cañones que escupen fuego, EPN4 Joan Mundetsangre, duelos personales, cuerpos mutilados, cabezas cercenadas, marinos devorados por tiburones, o ajusticiados colgando bocabajo de los mástiles… rodeados de acción y aventura a raudales; y aderezado con la trágica historia de dos enamorados en bandos contrarios, que se ayudan y sacrifican sin resultados hasta el final.  Un final inesperado, que añade intriga y dolor al corazón de Carlos Lezama, quien vuelca sus caricias en el cachorro de jaguar que es su única compañía en el camarote.  No sería, sin embargo, la última vez que Jacqueline de Brest se pasee por las páginas de El Pirata Negro.

Todo eso aguarda entre las páginas de esta edición histórica de Darkland (es la primera vez que se reimprimen las novelas desde que fueron publicadas en 1946), una propuesta refrescante de lectura para el verano: aventura al más viejo estilo; personajes -maniqueos, sin duda- en la que el malo es malísimo, cruel y El Pirata Negro recortedespiadado, y casi siempre extranjero, y el bueno noble y defensor de la justicia, y casi siempre español; unas damas sumisas, como corresponde a la época, pero también intrépidas y decididas, que no dudan en abandonar el recato en pos del bien natural, cuando no transgredirlo de forma inocente o descarada. El buen hacer de Debrigode consigue presentar a todos ellos rodeados de un halo histórico que les confiere credibilidad; como hace creíbles sus ciudades y puertos del siglo XVII, por mucho que no sea así (Cayo Santiago es, supuestamente una de las ciudades más ricas del Caribe; cuando en realidad se trata una pequeña isla solo habitada por monos, conocida como La Isla de los MonosThe Monkey Island).  El estilo literario de Arnaldo Visconti mezcla un lenguaje floreado, hiperbólico y cuajado de arcaísmos, con una narrativa ágil, que consiguió el favor del público rápidamente.  Leído hoy, te deja el regusto añejo de una antigua película de piratas, en blanco y negro o technicolor. ¡Pero qué grandes películas de aventuras se hicieron entonces!

EPN-1Av ProvensalNo conozco el resto de novelas de El Pirata Negro (pese a mis años, no alcanzo edad para hacerlo), pero sabiendo que Debrigode le hace navegar por los siete mares del mundo, rodeado de personajes pintorescos de toda índole, mujeres intrépidas y esa aventura imparable que he leído, sería de agradecer que Darkland continuase la recuperación de más novelas del personaje, aunque sea en formato digital.  Ya lo ha hecho, con La Primera Aventura, la primera de cuatro novelas que supuso el regreso del personaje en 1952 dentro de la Colección Iris, con personajes todos de Arnaldo Visconti (también Diego Montes, El Halcón, y El Aguilucho, éste de nueva creación). En esta aventura se cuenta el origen de Carlos Lezama, el porqué de su nombre: el del mismo del rey de España (un posible error del autor²), su acusación (irreal) como pirata, y el porqué de su apodo, El Pirata Negro.  Animo a todos a conocerla, pues se puede descargar gratuitamente de la página web de la editorial.

Las cuatro novelas del volumen se encuentran también disponibles en formato electrónico (de forma individual; la edición de papel es una recopilación de las mismas, de ahí que en el libro cada una reinicie la numeración de sus páginas), adornadas con esos dibujos a plumilla de Joan Mundet, en recuerdo de aquellas ilustraciones interiores de Cifré o Bernet. 

DARKLAND_LOGO_WEB-10Darkland Editorial surge como iniciativa de unos apasionados de las novelas pulp, que sin duda hay que apoyar, pues recoge y recupera muchas de aquellas novelas populares de origen patrio que incentivaron la imaginación de nuestros padres o abuelos (y también, hoy, la nuestra), junto otras extranjeras consideradas clásicas o de calidad (más no por ello mejores) como las de Salgari, Sabatini, D.Hammet, Carter Dickson o Maxwell Grant (La Sombra).

Recomendamos a todos los interesados un paseo por su página web, pues la mayoría de ellas se encuentran disponibles gratis, para su descarga en formato electrónico.

  1. La relación completa de los 85 títulos de novelas de El Pirata Negro puede encontrarse en el blog dedicado al excelente ilustrador que fue Jaume Provensal i Bau, quien dibujó todas sus portadas, obra de su nieta Diana (seguir este enlace).

  2. Debrigode se equivoca por poco, o induce al error: Carlos II, el último de los Austrias, no reinó hasta 1665, siendo Felipe el nombre de sus antecesores.  Según cuenta «Mamasita» Frijoles a Tato del Volcán, le puso «el nombre del dueño de las Españas y estas tierras» (Panamá).  Encontró al niño «cuando lo abandonaron, al apenas abrir los ojazos», y la historia se inicia en 1670, cuando Carlos tiene 10 años… A no ser que con dueño se refiera al Príncipe de España, no al Rey (de hecho, llama a Carlos «principito«…)