EL TAPIZ INVISIBLE, de Juan Antonio Fernández Madrigal

Ficha El Tapiz Invisible

Fantasía especulativa o prospectiva es un termino que no existe (o no se utiliza), lo reconozco; pero quiero usarlo -conscientemente- porque resulta difícil clasificar esta obra de Juan Antº. Fernández Madrigal, autor fácilmente catalogable como de Ciencia Ficción por su obra previa, que sí se enmarca en este género (con el adjetivo o subgénero [Space Opera, New Wave…] que cada cual decida aplicar, que tampoco ahí nos pondremos de acuerdo). Pero, si bien en algún momento El Tapiz Invisible posee reminiscencias de Dune, que el autor reconoce sin ambages y con orgullo, creo que la Space Opera (donde muchos la incluyen no sin polémica) no le es aplicable.  Y aunque en el prólogo se la cataloga como Fantasía («épica o alguna de sus variantes»), tampoco puedo estar de acuerdo con mi admirada y sabia Gabriella Campbell.  Así que, para no cometer un error involuntario de catalogación incorrecta, y sabiendo que será tema y polémica alguna tarde en la TerMal (se hablará de ello, estoy convencido), me decido por ese subgénero ecléctico inventado, no sin pedir disculpas previas por la arrogancia.

AcomtéY es que en un principio la acción de El Tapiz Invisible discurre por caminos cercanos a la fantasía, (una tribu primitiva, errante y nómada en el desierto, con la misión «divina» de seguir siempre un mismo rumbo guiado por su shamán, el único que regresa cada tiempo para recibir instruccio-nes; y otro pueblo de corte feudal, organizado en un acomté disperso en distintas ciudades rodeadas de hierma venenosa, en la que que una clase, los uremos, somete a otra, los altenos, gracias a unos collares que leen o dejan leer, respectivamente, las mentes).  Pero con el transcurso del tiempo y las páginas, alcanza terrenos cercanos a la Ci-Fi soft (esos collares, restos de una tecnología que nadie sabe de dónde proviene; La Mina, de donde se extraen artilugios de un pasado perdido que utilizan como armas; o Esfinge, de quien no voy a seguir hablando, os lo aseguro, y tendréis que descubrir vosotros mismos).  Para terminar enlazada en esa Saga de las Víboras de las Formas que compone la obra del autor, aunque se puede leer por separado (sinopsis editorial aquí).

CiudadesSí coincido con Gabriella en que, más allá del género utilizado como trasfondo de su relato, lo que realmente persigue JAFMA (acrónimo del autor) es contar una historia, tejer un tapiz de interrelaciones personales en principio inconexas pero más unidas de lo que parecen, y en cierto modo predefinidas por el tejedor del tapiz. Historias de relaciones entre sociedades diferentes, o las formas de dominio de unos grupos sobre otros. Historias individuales de crecimiento y superación, en unos jóvenes adolescentes que no comprenden cuanto ocurre con sus vidas, pero que aceptan -o se somenten a- la misión que se les encomienda.  Una misión más allá de individualismos concretos, en aras de una colectividad que, en el macrocosmos creado por el autor y la evolución de su obra resulta -por lo que intuyo-  la opción definitiva.

En este caso, además, el ecosistema, la naturaleza y sus otras formas de vida, son un componente importante.  Y los animales… (¡ah, los animales!)  Creo que en algún lugar del libro falta una recomendación importante, implícita en la ilustración de portada, y que el propio autor resalta en la presentación de la obra (enlace al vídeo aquí): prestad atención a los animales, cada uno de ellos, su más mínima presencia, pues son determinantes.

El Tapiz Invisible es, curiosamente, la primera obra escrita por el autor, hace más de 20 años; una obra de juventud (que entonces era sólo de fantasía), remozada con el tiempo y hábilmente engarzada en ese macrouniverso espacio-temporal (ya sí de ciencia ficción) que conforma el resto de su obra; novelas diferentes, pero enlazadas en un continuum progresivo y diferentes épocas de una humanidad que evoluciona.  Es verdad que esta novela puede leerse de forma separada a las anteriores de la Saga (de la que, por el momento, sería la última, cronológica-mente hablando). Pero estoy convencido que se disfruta más si se conocen las anteriores.  Y os animo a embarcarse en esa aventura completa.

No quiero dejar de indicar, por significativas, las citas que inician el libro:

«Decidme, ¿cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia?»

«Cualquier tecnología excesivamente avanzada es invisible»

Y, por último, su dedicatoria inicial:

«A aquellos tejedores de mundos que todavía no han aprendido:  ningún tapiz es invisible»

Animales 1

Doctor Ingeniero en Informática, profesor titular  e investigador en robótica e inteli-gencia artificial en la Universidad de Málaga, Fernández Madrigal, como autor de ficción, ha sido galardonado con diversos premios, nominado al Ignotus de la AEFCFT, y elogiado en las críticas por su enfoque original y cuidado de las formas y el lenguaje. Incluso se le ha definido como «uno de los aportes más novedosos y necesarios para la moderna ciencia ficción española» (1).  Personalmente, tenía bastante interés por acceder a su obra, que desconocía más allá de algún relato concreto (algo que ahora lamento y voy a solucionar, os lo aseguro).

Su lectura, sin embargo, no es fácil.  Tampoco complicada: su narrativa es fluida.

Pero no resulta cómoda o sencilla de leer, aunque sus planteamientos enganchen, sino densa (más en estructura que en estilo), algo críptica en sus propuestas (originales sin duda), y dosifica en exceso la información que ofrece al lector (juega con describir pensamientos de los personajes, pero sin compartir cuanto imaginan o saben). Requiere, por tanto, un esfuerzo añadido por parte de quien la lee (aunque después lo agradece).  Si queréis, está enfocada a un lector inteligente, esforzado, que se trabaja la historia.  Un perfil que el autor mismo requiere cuando confiesa buscar que su obra, que admite densa, pueda leerse de forma fluida (2).

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No quiero dejar de indicar (vicio de antiguo fan-editor) la excelente edición de la obra que realiza El Transbordador: como editorial pequeña -pero arrojada- que es, transpira cariño, y ganas de hacer bien las cosas.  Desde la suave textura de su portada a la ilustración doble que la ilumina, obra de Juan Carlos Rivas, muy implicada en su contenido; sin olvidar los dibujos de animales (¡ah, los animales…!) que animan el interior, esos ideogramas de las dieciséis ciudades del Acomté al frente de cada capítulo, o la vidriera-mapa del mundo, al inicio (todos dibujados por el propio escritor, 20 años atrás).

¡Qué gran suerte has tenido, Juan Antonio!.

Si un día publico un libro, también quiero que me traten así.

NOTAS:

  1. Literatura Fantástica (2004). Mariano Villareal, en la reseña a su novela «Umma»
  2. Literatura Prospectiva (2010). Entrevista al autor, con motivo de la publicación de «Fragmentos de Burbuja»

CIUDAD DE HERIDAS, de Miguel Córdoba

Ficha Ciudad de Heridas

«A la ciudad de Gran Salto acaba de llegar un forastero. Es un tipo muy alto —casi parece un zancudo—, viste de negro y lleva puesta una ridícula chistera. Sus ojos, de un extraño color violeta, contienen todas las estrellas del cosmos. Lleva consigo una maleta pasada de moda donde guarda el destino de cuatro chicos, una cuchilla con la que cortar una sonrisa y un plan para que se deje de construir la ciudad. Ha venido a curar viejas heridas.»

Ciudad de Heridas sorprende.  En muchos sentidos: resulta una obra difícil de clasificar a priori dentro de un género definido, por cuanto en sus planteamientos utiliza el terror (psicológico y urbano pero, a veces, también gore; sin olvidar esa cuchilla para cortar la sonrisa oculta en Los Cantos de Maldoror, de Lautréamont) y la confusión que genera un surrealismo que no es tanto, sino el desarrollo de unos personajes-escritores cuyas vidas forman parte de historias escritas dentro de otras historias que se entremezclan y conviven entre realidad y ficción (¿confuso?, no te preocupes, así se pretende, pero todo se aclara), y como desenlace la Ficción Especulativa (una rama de la Ciencia Ficción), para ofrecer una explicación.

ChisteraSorprende, por la portada simple y magnífica de María Delgado, con esa mirada enigmática del zancudo de chistera y ojos violetas que es parte del surrealismo (que luego se aclara); el suspense que genera ciertos hechos inexplicables conexionados entre sí, o los sobres con frases que definen el futuro de los personajes, uno de ellos desconocido hasta el final.

Un final que también sorprende, por lo acertado que resulta como explicación a todo lo que de otra forma sería una paranoia del absurdo, que sin embargo, termina por encajar y se justifica a la perfección. Una propuesta de desenlace bastante imaginativa, y que a muchos agradará, es lo que me ha decidido finalmente a catalogar la obra como Literatura Prospectiva, según el término propuesto por Julián Díez (A.C. Xatafi) (1).

No he podido dejar de intuir planeando sobre Ciudad de Heridas la sombra alargada de Stephen King.  Y no tanto en esos perros-zombies que al principio me hicieron temer lo peor (un Cujo multiplicado por mil, que gracias a dios no lo fue y tienen más de Los Pájaros, de Daphne Du Maurier), sino en el tratamiento de los Ratas Azules, la pandilla joven de protagonistas que marca su desenlace futuro, como en It.  Pero no por la inevitable influencia del maestro (si la hay) deja de ser una obra personal. Sus personajes están bien construidos y resultan cercanos (apellidos nacionales se entremezclan con foráneos), como cercano resulta el entorno (que la ciudad de Gran Salto recuerde una de esas en las que transcurren las series americanas, es explicable); y se intuyen reflejos del Miguel Córdoba familiar en el Daniel Mustieles escritor de ficción (como me ha sido imposible no evocar con el nombre de la escritora ficticia a esa otra Gabriela, literaria y tertuliana, que conocemos).

Ciudad de heridas bubokComo digo, Ciudad de Heridas sorprende.  Y se lee de un tirón. Porque no puedes dejar de saber qué ocurre realmente con esos personajes que son escritores y a su vez lectores de una obra (escrita por uno de sus personajes) en la que ellos mismos son protagonistas; hechos descritos en obras de juventud, que toman cuerpo y suceden ahora, en la vida real… y una maleta antigua… y esa lechuza…

Miguel Córdoba es un autor novel.  Esta es su primera novela publicada (aunque antes pasara por la autoedición).  Pero no es un novato.  A sus espalda arrastra varios premios o menciones en concursos de relatos.  Y habrá que estar muy atentos a su evolución, porque estoy convencido de que volverá a sorprendernos gratamente con su próxima obra; madera no le falta para hacerlo.

LOGO_EltransbordadorY a  la joven editorial malagueña que ha arrancado con una fuerza inusitada en el último año, le corresponde el mérito de haberlo sacado a la luz.  Esta fue su primera obra publicada, hace unos meses. Desde entonces le han seguido otras cuatro, todas ellas de género (Supermalia, relatos de 16 autores; Deriva, de Magín Méndez; Relatos del Universo Lejano, de Carlos Almira; y El Tapiz Invisible, de J.A. Fdez.Madrigal), y está en capilla Las Tostadas de la Libertad, de Fran Romero.

¡Impresionante!

CONAN EL VENGADOR 2: La Horda Maldita

Ficha CEV2

Más de un año ha tardado Planeta Comics en publicar La Horda Maldita, volumen 2 de la serie Conan el Vengador, y 19 de la biblioteca del personaje a cargo de Dark Horse. Parece que, cubierta la ración habitual de bárbaro con los volúmenes coleccionables de la reedición de La Espada Salvaje de Conan, y siendo Stars Wars la estrella de moda actual, no tienen demasiada prisa en la puesta al día de esta colección.  Por lo menos, es de agradecer que no se hayan olvidado de ella.

25939Esta entrada es tan sólo para recoger su publicación en España, dado que la reseña y comentarios sobre su contenido ya la hice el año pasado, dentro de la serie de artículos Los próximos Conan, que puedes repasar siguiendo este enlace.  La lentitud de Planeta en la publicación de nuevos volúmenes de la serie en España, incluso  ha permitido y dado tiempo a realizar también la crónica del siguiente tomo, adaptación de Xuthal del Crepúsculo, (disponible pulsando aquí), y en breve dispondréis del siguiente, cuarto volumen de la serie: la adaptación de una de las mejores novelas de R.E.Howard, Nacerá una Bruja.

CEV HC Paul RenaudComentar sólo que La Horda Maldita no es uno de las mejores historietas de Conan.  Ni siquiera de las guionizadas por Fred Van Lente, y resultaría prescindible si no fuera por esas 6 primeras páginas y 5 últimas, extraídas de la siguiente historia. De hecho, para mi gusto, su contenido es el más flojo de los cuatro que componen el arco argumental actual de Conan el Vengador (cinco, si contamos El Pueblo del Círculo Negro [ver aquí], volumen fuera de continuidad, y primero de su aportación al personaje).

Es de esperar algo más de celeridad en la puesta al día de la serie por parte de Planeta, pues a los aficionados nos gustaría ver pronto en castellano sus dos volúmenes siguientes, que recogen historias del canon howardiano (Xuthal del Crepúsculo y Nacerá una Bruja); pero sobre todo, porque el nuevo arco argumental, Conan the Slayer (Asesino), en su etapa entre los Kozaki, estará dibujada por el español Sergio Dávila, un artista mucho más realista y adecuado, cercano al canon Frazetta que siguió el gran Buscema, y que se acerca más a la imagen gráfica que los aficionados tenemos del bárbaro por excelencia.

Esperemos que no tarde.

Conan el Asesino 1 Lee Bermejo Conan el Asesino 2 Sergio Dávila

Portadas de Conan The Slayer números 1 y 2, por Lee Bermejo y Sergio Dávila, (ampliables, picando sobre ellas)

SEMILLAS DE CTHULHU. Relatos, de Jose Fco. Sastre. Serie Autores Españoles 1.

Ficha de Semillas de Tchulhu

No voy a negar que, para alguien que lleva muchos años relacionado con esto de lo fantástico, y además ha vivido de cerca la edición -aunque sea fanedición-,  es un verdadero placer y alegría saludar la aparición de nuevas editoriales o coleccio-nes dedicadas a la literatura de género.  Últimamente, la alegría es grande, pues son varias las propuesta que han surgido en este campo, con el nacimiento de editoriales como Costas de Carcosa, especializada en literatura pulp, o Ediciones El Transbordador para autores actuales (y además en mi ciudad), a las prometo dedicar espacio en próximas entradas.

Pero esa alegría es doble en el caso de esta nueva Serie Autores Españoles de La Biblioteca del Laberinto, y quiero felicitar a Francisco (Paco) Arellano a quien tanto debe el género (autor, traductor, recopilador y editor; a quien conocí en persona), por esta apuesta decidida a dar paso a autores españoles actuales, en una serie dedicada de su conocida Biblioteca; e incluso triple, por cuanto el autor elegido para su nº1, José Francisco Sastre, es todo un trabajador del relato, colaborador incansable de artículos para revistas, escritor de libros de fantasía o terror, y colega.

Cthulhu por Dominic Qwek

Cthulhu por Dominic Qwek

Semillas de Cthulhu recoge seis relatos suyos ambientados en esa atmósfera asfixiante y opresiva que caracteriza a los Mitos que creó Howard Phillips Lovecraft:: lugares oscuros y misteriosos, sombras amenazantes, simas infinitas de las que surgen vientos espectrales, seres reptantes o reptiloides con tentáculos y fungosidades; grimorios y grabados de saber ancestral; signos o símbolos protectores; puertas dimensionales, meteoritos caídos que portan las semillas del mal; sueños premonitorios, pesadillas atávicas; situaciones imposibles llevadas al límite de lo racional… y sobrevolando todo, la omnipresente sombra ominosa de unos dioses primigenios ante cuya elección es imposible actuar…

El Símbolo Arcano

Y es que, salvo excepciones, Jose Francisco Sastre imbuye en sus protagonistas de esa misma pasividad o impotencia que caracteriza a los personajes del maestro de Providence. Y cuando, como August Derleth, considera posible que un humano sea capaz de enfrentar a los Primordiales o sus mensajeros (o provoque al menos esa confrontación entre elementales que Derleth define en «El Morador de la Oscuridad»), casi siempre gracias a la disposición de un Símbolo de los ArcanosSastre opta por esa visión pesimista y letal de los hechos que es habitual en Lovecraft, y la victoria, si es que llega, sucede a costa de un precio muy alto pagado a cambio; a veces, más aún que la vida…

cthulhu_spawn por mrzarono

cthulhu_spawn por mrzarono

Sastre se deja arrastrar a veces por el propio creador de los Mitos para ubicar alguno de sus relatos: así ocurre en El Final del Camino, un remedo sin duda de La Ciudad sin Nombre con todo tipo de monstruosidad similar, cuya acción transcurre de nuevo en el desierto árabe de Rub al Khali, el Lugar Vacío, la mayor extensión de arena del mundo, donde su supone se ubica la perdida Iram; y es en Arkhamy su famosa universidad de Miskatonic, donde tienen lugar los hechos narrados en La Sombra de Horus.  Pero ahí acaba todo paralelismo.  En el resto de historias da un paso adelante y abandona ese complejo provinciano que -cada día menos- abate a veces a nuestros autores hispanos (hoy mismo he defendido esta tesis, tras una presentación en la Feria del Libro de imageMálaga), y se decide -felizmente- a ubicar los Mitos de Cthulu también en nuestro país, y con protagonistas autóctonos.  Y así, aunque En las Salas de los Reyes Perdidos los hechos suceden en mitad del Atlántico y un barco de la Fundación Cousteau, la acción se inicia en Madrid, con Alberto Ballesteros, un investigador español en busca de la Atlántida. Y en otros relatos sus protagonistas se llaman Carlos, Sonia, Jaime, Martín, Laura o Jerónimo, nombres que, para ser expuestos a penurias demoníacas y hechos sobrenaturales, suenan tan bien como los Herbert, George, Walter, Jan o Gustaff que ya conocemos.

Nyarlathotep por Alcatena

Nyarlathotep por Alcatena

Y es que -digo yo- ¿por qué el Caos Reptante, Señor del Engaño, Nyarlathotep, para preparar el advenimiento de su Amo y los Señores Primigenios va a desear menos poseer un buen cuerpo serrano de cálida sangre española que otro frío y más pálido de lejanas latitudes…?  Si ya, antes, Gustavo Adolfo Becquer o Pedro Antonio de Alarcón, Tirso de MolinaZorrilla, condenaron el alma de algunos nuestros; y, más recientemente, Carlo Sisí o Alejandro Castroguer trajeron la desolación zombie a nuestras costas ¿por qué no condenar también durante la Eternidad Primigienia a otros compatriotas?

R'Lyeh por Alcatena

R’Lyeh por Alcatena

Eso es lo que hace José Francisco Sastre en Semillas de Cthulhu, sin que sus relatos o contenido desentonen o chirríen.  Y es en esos relatos situados en tierra patria y con protagonistas de nombres cercanos donde mejor funcionan sus historias.  Y aunque La Puerta en el Cielo -un relato que bebe del ciclo onírico y los Mitos a un tiempo- no requiera ubicación y pueda ser situado en cualquier parte, La Semilla, transcurre en Errillun, un supuesto pueblecito cercano al bosque de Irati, en Navarra; y El Negro Vacío, el más largo (y, para mí, mejor construido) traslada su acción por diversas localidades del noroeste de España: un pueblo en León, una capital de provincia (muy posiblemente la Valladolid de adopción del autor) Madrid,capital del reino, con final en Cantabria.

8F2El acierto de José Francisco no se limita a trasladar hechos terroríficos a lugares conocidos; más allá de ello, se atreve a realizar aportaciones propias a los Mitos, como Sham’Goath (Los Ojos del Vacio, o el Ladrón de Almas), una deidad menor, afín a Yogh Sothoth, incluso grimorios o tratados antiguos sobre magia, como «Hijo de las Estrellas», de Tomás Salvador, del S.X, copia de una copia de un tal Axanias de Tartessos; o «Magia Prohibida y Abominaciones», de Pedro de la Riva, quien en 1887 llegó a escribir una edición comentada del mismísimo «Necronomicon», ambas conservadas en secreto en la Biblioteca Nacional.  Pero, quizá, su aportación más interesante a los Mitos se encuentre en esos «triángulos necronomiconmalditos» que indica De la Riva como zonas de influencia de algún Ser; el más conocido, sobre el que escribió Lovecraft, se encontraría en Norteamérica, entre las poblaciones de Arkham, Dunwich e Innsmouth; aunque los hay también en otros países como México, Perú, China… o España: entre Valmeiga en Lugo, Errillum en Navarra, y Draguestel en la costa Asturiana.

Azathoth por Alcatena

Azathoth por Alcatena

Puede que no todo sea excelente en Semillas de Cthulhu; y algunos relatos serán mejores que otros, están narrados con estilos diferentes, y en eso, como en todo, el gusto individual decide.  Personalmente, si algo no me ha atraído es esa reitera-ción en citar a Lovecraft como referencia en todos y cada unos de los escritos, ya sea como oposición o justificación a unos hechos imposibles, increíbles, e injustificables. Y es que Jose Francisco, todo autor que siga los pasos de Lovecraft, ha de saber que no es necesario predicar a los conversos, y aquel que va a leer un libro con Cthulhu en el título lo es, y sabe a qué se expone.

Aparte de eso, saludo la aparición de este libro y alabo el paso dado por Arellano con esta nueva Serie de Autores Españoles de La Biblioteca del Laberinto, que no puedo sino apoyar, animar su continuidad, y recomendar a todos su lectura.

JONATHAN CARTLAND Integral, I: Balada serena del lejano oeste.

Ficha Cartland I

No es habitual que en estas páginas dedique líneas a una historia del oeste; de hecho, creo que es la primera vez que lo hago.  Pero la ocasión lo merece, o eso pienso, porque aventura épica sí es, tal vez no tanto fantástica (aunque algún punto contiene), y calidad le sobra. Pero sobre todo, me gustan su enfoque y dibujo, y con eso es suficiente.

BisontesLa serie (de 10 álbumes) narra la vida de Jonathan Cartland, un hombre del S. XIX en el viejo oeste. Pero lejos del clásico estereotipo del cine comercial hollywoodiense que tan bien ha cultivado la bande des-sinée franco-belga en series de culto como Blueberry, McCoy, Jerry Spring, Comanche o Buddy Longway (que también me encantan; y la primera es, para mí, el mejor cómic del oeste que se haya escrito), Cartland adopta el enfoque humanista y sereno de la epopeya individual, cercana a la naturaleza y la cultura india que tanto impactó en los ’70 tras Las aventuras de Jeremiah JcarlandJohnson, película de Sydney Pollack con Robert Redford de protagonista.  Tanto es así, que los dos primeros álbumes no son sino trasuntos de aquel film mítico (como en ocasiones Blueberry lo es de otros), donde Cartland adopta el papel de Jhonson con variantes: cambian las circunstancias y las tribus indias, mas no el trasfondo del personaje, o los hechos que definen su historia.

ContraportadaCazador, trampero, el protagonista es un ingenuo, sereno e idealista, incapaz de soportar que humillen a otros o vivir mucho tiempo en la ciudad, como confiesa en algún momento; su carácter humanista le aleja por temporadas del hombre blanco, hacia la quietud natural y el espíritu indígena del piel roja, aún salvaje, a veces incluso cruel (como la propia naturaleza) pero sin doblez, con el carisma de su nobleza particular; unos seres humanos (los cheyenes) -como le dirá Ota Kte más adelante- cuyos «corazones cantan en armonía con el mundo, caminan por la misma senda.  La nación de los hombres blancos sólo ve lo superficial de las cosas, ha perdido el canto de lo que une».  Pero no todo en la naturaleza es agradable o sereno, y serán indios, los crown, quienes asesinen a su mujer, Nieve de la Mañana, y conduzcan a Jon a una senda de venganza, locura y alcohol, mientras deja a Ota Ktesu hijo recién nacido en los brazos de Black Turtle y sus hermanos Oglala. No volverá a verlo en este tomo, sino con el transcurrir de los años. Mientras tanto, vivirá las aventuras de un solitario, como guía y explorador para el ejército o terce-ros.

La acción del tomo, los cinco álbumes que lo integran, transcurre entre 1854 y 1861, justo antes de la guerra de secesión norteamericana; que llegará, aunque solo de pasada, blanc-dumont-bleu-de-coloriage-3a1fcomo noticia o efectos colaterales, en el siguiente volumen.  En éste, junto a la convivencia con los indios y sus costumbres, le acompañaremos en una caravana de colonos, en ese Último Convoy para Oregón, a través de penalidades naturales y humanas, hasta su tierra prometida. O, en El Fantasma de Wah-Kee, a bordo de uno de aquellos vapores que remontaban el río Missouri, pa-ra vernos envueltos en una conspiración de intereses económicos; una historia cargada de tintes mágicos y oníricos, en la que Cartland inicia el camino del sufrimiento que conduce a Wah-KeeMah-ho-Peneta, el Gran Espíritu, y será renombrado co-mo Wa-Pa-Shee, «Sacrificio»; con unas viñetas y escenas que recuer-dan a Richard Harris en Un hombre llamado Caballo, ese film excelente de Elliot Silverstein.  También, en cierto modo, los cañones escarpados y cuevas de Tukunavi en Arizona, en El Tesoro de la Mujer Araña, rememoran aquellos otros de El Oro de MacKenna, de J.Lee Thompson, aunque en el contexto de una historia muy diferente , menos épica y comercial que aquella.  El gran contraste de culturas vivido en aquella Rusoépoca de mezcolanzas quedará expuesto en Río Viento, cuando el conde alemán que contrata a Cartland como guía de caza decide construir su castillo en pleno territorio cheyenne, y una presa en su manantial sagrado.  La masacre se prepara en viñetas, lentamente.

Leyendo Jonathan Cartland abrimos una puerta a la inmensidad de aque-llos espacios abiertos, la soledad de las montañas vacías, los yermos y las estepas eternas… que se vuelven entornos cerrados, y hasta claustrofóbicos, con la llegada del hombre blanco.  Sus Laurence-Harléhistorias y aventuras son un catálogo de relaciones personales en pequeños núcleos cerrados, atrapados por la soledad inmensa y natural que les rodea; narraciones distintas a las de otras series del oeste, debido quizá al extraño caso de una mujer guionista de historias sobre hombres, como es Laurence Harlé (1949-2005), no tan conocida como otros creadores de westerns de la BD, pero que llegó a obtener el Alfred al mejor álbum del año en el Festival de Angoulême de 1988, por Los Supervivientes de las Tinieblas, octavo álbum de la serie, y todo un recetario de pensamiento cheyenne en boca de Ota Kte, que deberá aparecer en el siguiente volumen.

blanc-dumont-jonathan-cartlandPero para mí, más allá de esas historias diferentes sobre el lejano oeste de los pioneros, lo que en verdad destaca en Cartland es en el dibujo estilizado de Michel Blanc-DuMont, iluminado por los colores de su esposa Claudine. Inmaduro al principio, de trazo incipiente, fondos planos y aún inseguro en el primer álbum (recopilación de los episodios de 8-10 páginas publicados en la revista Lucky Lucke), el segundo (y las cuatro últimas planchas de aquel, añadidas después) suponen un punto de inflexión en el tratamiento de fondos y flexibilidad de movimientos que, influen-ciado siempre por el gran Jean Giraud, alcanzará madurez en Río Viento; aunque sin detenerse, avanzando cada álbum.  El paso Indiosinefable del tiempo por Jonathan Cartland  representa también (eso bueno tienen los integrales) una crónica de la evolución de Blanc-Dumont hacia un dibujo de trazo firme, ágil y suelto, y un realismo de movimientos natura-les, paisajes espléndidos y sombras elaboradas a plumilla, que recuerdan la precisión y técnica del grabado. Cada viñeta es una postal en sí misma (juzgad vosotros si no…).

Pero también evolucionan sus planchas: desde una composición simple y demasiado estándar, casi siempre en tres cuerpos horizontales y con pocas variantes, a una Indio tranquiloconcepción más amplia de la página, con la que experimenta e introduce viñetas, o las hace más grandes, en un diseño cambiante con el que, sin revolucionar el estándar de álbum franco-belga (ni pretenderlo), obtie-ne una lectura dinámica de la narra-ción, sin rupturas en su secuencia natural.   Y eso, sin más, es el cómic (tebeo, o bande dessinée en este caso).  Y por eso me gusta.

(Supongo que también por eso, en 1997, el maestro Giraud le llamó para hacerse cargo de la serie La Juventud de Blueberry, con Corteggiani al guión, en la que lleva 12 álbumes dibujados.)

Cartland Integral 2La edición castellana de Ponent Mon es exce-lente, como siempre, en esa magnífica labor de recuperación de cómics clásicos de todo tipo y contenido que viene realizando. Y entre ellos, el western ocupa un lugar destacado.  Espero con ansia la aparición del segundo volumen de Jonathan Cartland integral.  También me haré con él (aunque tengo los álbumes publicados en España, me falta el último de la serie aún inédito.  … Y, además, no tengo remedio).

Haceos con ellos, si podéis.  Os lo recomiendo.

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PD: Escribiendo ésto, me han entrado unas ganas locas de releer Blueberry, mi serie favorita del oeste: siempre que salía un álbum nuevo me leía antes los anteriores… pero son 54…  ( je, je…)