El asombroso Terry Pratchett, su gato Mauricio, mi hija y yo.

Perdonad ese remedo de título sobre la primera novela que el autor del ciclo Mundodisco dedica los más jóvenes (aunque gustará igual a los mayores), pero me parece muy oportuno.

Porque Pratchet remeda en la novela e introduce en el peculiar Mundodisco no sólo su propia versión de El Flautista de Hamelin, sino un personaje –Mauricio– que recuerda enormemente a ese Gato con botas genial -aquí sin ellas- de los cuentos populares; quien se erige, como entonces, en protagonista de la historia.  Listo y pícaro como sólo un gato sabio puede serlo en un mundo de hombres -pero dotado también de esa malicia intrínseca que se espera de Pratchett-, dispone de capacidad suficiente para pergeñar un timo genial que le rinda beneficios a costa de los poderosos y embaucadores legales, en la mejor tradición de la novela picaresca española.  Hasta que el muchacho ingenuo y virtuoso de la flauta, y las ratas que utiliza en su montaje -grandes devoradoras de libros-, devienen en cultas y escrupulosas, y empiezan a cuestionar la honestidad de lo que hacen… o hasta que llegan a una ciudad regida por un grupo de estafadores mucho más siniestros que ellos y el plan se va al garete; y las ratas deberán descubrir la verdad…

La novela, publicada en 2001, fue la forma en que el autor pensó introducir a los más jóvenes en su serie Mundodisco; le sirvió a Pratchet para obtener la medalla Carnegie al mejor libro juvenil de ese año.

Pero también los adultos podemos disfrutar de esta fábula irreverente de nuestra sociedad, como con cualquier otra de sus obras.

Yo pienso a  hacerlo estas fechas, acompañando a mi hija pre-adolescente (no tanto el «pre»), quien ya disfruta de Harry Potter, ha comenzado a hacerlo con Laura Gallegos, y ahora espero  introducir en Mundodisco.  Puede ser un acierto, un buen regalo para estas Navidades; otra forma de compartir algo más entre ambos, en una edad (¡se me hace una mujercita… qué rápido crecen!) que cada vez nos deja menos cosas para vivir en común.

JUEGO DE TRONOS (HBO). Nuevas fotos del rodaje.

Se confirmó lo indicado en la entrada del pasado sábado sobre la aparición de nuevas fotos del rodaje.  Aunque no muchas, se añadieron otras que muestran a Ned Stark y Arya rodeados de caballeros, previo a su partida hacia a Desembarco del Rey; Sansa, junto a Dama, su huargo, poco antes del sacrificio; Tyrion, escudado en la batalla antes de alcanzar el Nido de Águilas; y la reina Cersei en su lugar de trabajo, estooo… en su dormitorio.

Eso sí, todas ellas en alta definición, lo que permite observar con bastante detalle el trabajo realizado en armaduras y vestuario, como en la armadura y espada de Jaime Lannister, por ejemplo.  Por este motivo, actualizamos los enlaces para que disfrutéis de ellas:

Las nuevas:

y las anteriores:

Avance: SEASON OF THE WITCH (2011). El día de la Bruja.

Nicholas Cage es, para mí, un actor desconcertante.  Junto a su participación en muy buenas películas de acción y misterio, ha protagonizado otras poco convincentes, por ser amables.  Su última película, Season of the Witch, que se estrena en USA el 7 de enero próximo, tiene buena pinta.  Esperemos que se encuentre entre las del primer grupo que cito.


Sin título aún en castellano (¿La Estación de la Bruja?), es definido como un thriller sobrenatural de terror, ambientado en el siglo XIV.  Dirigido por Dominic Sena (60 segundos entre otras, con el propio Cage), esta es su sin0psis:

Behmen (Nicholas Cage) es un caballero medieval que regresa de las Cruzadas a su país en el centro de Europa, descreído y sin fe tras lo vivido en Tierra Santa, para encontrarse una tierra desbastada por la Peste Negra.  En el palacio de Marburgo, él y su camarada Felton (Ron Perlman, imprescindible en temas medievales) son forzados por el Cardenal a trasladar a una joven (Claire Foy) -que consideran la bruja responsable de la plaga que asola la región- hasta una remota abadía, donde los monjes llevarán a cabo un ritual que anulará los efectos de la peste y sus poderes.  Acepta, a condición de que la chica reciba un juicio justo.

Un sacerdote, un caballero duelista, un estafador itinerante, y un testarudo joven que sueña en convertirse en caballero, se unen a la partida que conduce a la joven hacia su destino.  Pronto se darán cuenta que la chica no es un ser común, y que la misión encomendada les lleva a enfrentarse a un mal que -aún en aquellos tiempos oscuros- nadie podría haber imaginado.

He aquí algunas imágenes, extraídas de Movieweb.  Primer trailer :

Trailer Final:

SHERLOCK HOLMES en el siglo XXI.

No tiene nada que ver con el contenido de esta página y la fantasía épica, pero no he podido resistirme a comentar el estreno de esta magnífica serie que ayer comenzó a emitirse en castellano, y convierto una respuesta a un comentario a la entrada El HOBBIT: Martin Freeman será Bilbo en una entrada en sí misma, porque lo merece.

Sherlock es una serie de TV (de momento, sólo tres episodios en su temporada 1, prácticamente películas por su duración), que recrea el famoso personaje de Arthur Conan Doyle, el mejor detective del mundo, en el siglo XXI, con todos los medios actuales (SMS, internet, ordenadores portátiles, teléfonos inteligentes con GPS…) a su disposición (Holmes incluso publica una web, llamada “La ciencia de la deducción”), pero sin abusar de ellos, que quedan integrados de forma natural, y haciendo gala siempre de esa capacidad deductiva fuera de lo normal que le caracteriza.  Nada que ver con la extraña adaptación al cine de Guy Ritchie, con Robert Downey Jr. y Jude Law (¡ni punto de comparación!).

A mi me ha encantado.

Benedict Cumberbacht y Martin Freeman están espléndidos como Sherlock y Watson, y la serie, con sólo tres episodios, se ha convertido en obra de culto.  Se trata de una producción de la BBC one, creada por Steven Moffat (¡Doctor Who!) y Mark Gatiss, que goza de una gran aceptación entre crítica y aficionados (7,1 millones de espectadores en su estreno).  Las historias son nuevas, actualizadas, sin relación con las ya conocidas, pero cargadas de guiños a las aventuras clásicas… y Moriarty de fondo.

En España ha comenzado a emitirse en el canal TNT (http://www.canaltnt.es/series/sherlock); ayer mismo se emitió el primer episodio, de los tres que contiene la primera miniserie, y será emitido nuevamente en diversas ocasiones (consultad la web).  Aún estáis a tiempo de verla y disfrutarla.

Uno de los mayores miedos de los seguidores era que pudiese verse afectada por la aceptación de Freeman del papel de Bilbo Bolsón en El Hobbit (sin duda, el papel de su vida en estos momentos, que estuvo a punto de rechazar por su compromiso en la serie), pero, por suerte, compaginará con él la grabación de nuevos episodios.

Una alegría inmensa para todos aquellos que ya somos sus incondicionales.

Y de nuevo la recomendación: ¡¡es un pecado perdérsela!!

LE LLAMAN KVOTHE. ¿Has oído hablar de él?

«He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con Dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí».

Llevaba tiempo queriendo meterle mano a «El Nombre del Viento», de Patrick Rothfuss.  Las críticas y opiniones vertidas acerca de él –en medios muy diversos y por autores dispares– eran tan buenas que me daba miedo (la publicidad; ya sabemos de qué va…), al tiempo que me animaron a decidirme.  Aprovechando un viaje con tiempo (el libro es un tomo de casi 900 páginas), me decidí a comprarlo.  No me arrepiento; en absoluto: se me hizo corto, demasiado corto.  Tanto que me faltó libro y sobró tiempo; demasiado tiempo…

«El Nombre del Viento» (Crónica del Asesino de Reyes: primer día) es una novela  insólita, encantadora; de esas que sólo encuentras de tanto en tanto (muy pocas veces) en la vida, y te dejan satisfecho al tiempo que deseando más.  Dice de ella Rosa Montero que «está bellamente escrita»; The Thimes que «se convertirá en un clásico».  Y ambos tienen razón.  Si lo pretendiera, podría convertir este espacio en un recopilatorio de citas sobre la misma, cada cual más positiva, pero para ello sólo hay que coger la solapa del libro, o buscar en la red, y las encontrareis a millares; todas buenas y (lo más extraño) ciertas, más allá de la publicidad y el marketing editorial (que también juega un papel).  Porque «El Nombre del Viento» es, os lo aseguro, una obra sorprendente, fuera de lugar en los tiempos que corren, donde –salvo excepciones– prima la rapidez, la estandarización frente a la calidad y lo novedoso, la acción frente a los sentimientos, los estereotipos clónicos frente a la definición de un buen personaje; y Kvothe, con su pelo rojo brillante, lo es.  Tan grande como la presentación que de sí mismo hace al inicio de su historia:

Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz».  Los nombres son importantes porque dicen mucho de la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece.
Los Adem me llamaban Maedre.  Que, según como se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno, o el Árbol Partido. (…)
Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía.  Mi primera amante me llamó Dulator porque le gustaba cómo sonaba.  También me han llamado Shadicar, Dedo de Luz y Seis Cuerdas.  Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvote el Asesino de Reyes.  Todos esos nombres los he ganado.  Los he comprado y pagado por ellos.
Pero crecí siendo Kvothe.  Una vez mi padre me dijo que significaba «saber».

No todos los nombres se nos desvelan es este primer libro/día de la narración de su vida, pero sí varios de ellos, merecidos todos.  Kvothe, una leyenda viva en su propio tiempo, relata su historia completa al cronista, a condición de que sea sólo en tres días, de los que este volumen recoge el primero.  Entre sus páginas conoceremos a un Kvothe posadero, espadachín y guerrero, Edena Ruh, superviviente y ladrón, universitario arcanista, cantor magnífico de baladas con el laúd, y cazador de dragones… pero su vida y obras continuarán siendo un misterio que desearemos conocer; más allá de los secretos que oculte esa puerta cerrada en la biblioteca de la universidad, o el fuego azul que acompaña a los oscuros Chandrian, seres terroríficos de cuentos y leyendas de un pueblo ignorante y cargado de superchería… pero que asesinan a sus seres queridos siendo él niño, por un motivo que desconoce, relacionado quizá con el nombre verdadero de las cosas.

Porque la historia de Kvothe, por encima de los muchos episodios de su agitada vida, es la del pueblo que le rodea, sus tradiciones, su folclore y música; una historia de sentimientos.  Contada con soltura y naturalidad; una narrativa tranquila y bella que consiguió trasladarme muchos años atrás, a esas mismas sensaciones agradables que obtuve con la lectura de «Un Mago de Terramar», de Ursula K. Le Guin, sin taoísmo.  Y no ya porque la historia de Kvothe sea la de una iniciación -como la de Ged, o su madurez en la magia –cuya base se encuentra aquí en el estudio y la ciencia, pero también en el nombre cierto de cada cosa–; sino por ese estilo de narrativa serena que ambos autores dominan.  «El Nombre del Viento» contiene algo más de acción, pero no es una novela épica o de gesta, sino casi “costumbrista”; cuyo autor, para deleite de aficionados, eligió la Fantasía como vehículo para contarla, pero que tendría igual éxito (o más) bajo cualquier otro género.  Algo parecido a lo sucedido con Carlos Ruiz Zafón y «La Sombra del Viento» (la similitud en los títulos es simple anécdota), por su facilidad narrativa y prosa hermosa, accesible a todos.

Patrick Rothfuss con esta novela (la única hasta el momento) ya ha sido comparado con G.R.R. Martin (supongo que por el carácter renovador y calidad de sus propuestas, que no las historias) y con J.R.R. Tolkien (¡el gran precursor de la fantasía moderna!)…  No sé qué deparará el futuro; pero de momento necesita escribir más de novela para ser comparado al maestro, salvo por compartir profesión: Rothfuss es, como Tolkien, profesor de lengua y filología inglesa, en este caso de la universidad de Wisconsin.  Eso si, bastante menos convencional (sólo hay que ver sus fotos, o leer su biografía y aficiones; un tipo friki, simpático y familiar).

Pero admito que Rothfuss, con «El Nombre del Viento» sienta las bases para convertirse en un clásico.  Es, sin duda –como Ruíz Zafón–, un artista; un poeta de la prosa sencilla y ágil, y un buen narrador de historias; y en su caso, sobre todo, un artesano de la palabra, que con su pluma alcanza poder.

Uso el término artesano de forma deliberada: antes de ser publicada, trabajó la obra durante 14 años; y lleva 3 más puliendo su continuación(1), «El temor de un hombre sabio», segundo día de la crónica, que ya tenía acabada (la portada está lista, como podéis comprobar).  Es de agradecer esa dedicación, que los lectores disfrutaremos después en la lectura, aunque la paciencia alcance límites.  La literatura de calidad requiere tiempo, y Patrick confiesa que su padre le enseñó «que si tenía que hacer algo, debía tomarme mi tiempo y hacerlo bien».  Deseemos que tenga también perfilado el tercero (la historia, cerrada en tres volúmenes, parece que sí), y sólo le reste dedicar varios años a su perfección.

En cualquier caso, os recomiendo con pasión «El Nombre del viento», una de esas joyas de la Literatura Fantástica que el buen aficionado no puede perderse, y necesita tener en su biblioteca.   El tiempo, y quienes ya la han disfrutado, me darán la razón.

  1. Patrick Rothfuss es un perfeccionista.  Entregó un manuscrito en la editorial en mayo de 2009.  Desde entonces lo ha reescrito varias veces. (Última noticia, de 7-11-2010, pulsando aquí).


«El Nombre del Viento», de Patrick Rothfuss. Ilustración de Laura Brett.  Plaza Janés, Random House Mondadori. Barcelona, 2009. 880 págs. Tapa blanda con sobrecubierta. ISBN: 978-84-01-33720-8.