ILUNABAR, de SARIMA

Sarima (Marisa López Moreno), es una excelente ilustradora de lo fantástico que seguro conocéis, y a la que yo admiro y sigo hace tiempo.  Recientemente ha publicado Ilunabar, una Fábula Mágica de hadas, ninfas y faunos, que es una verdadera delicia visual (como todo cuanto hace), con 35 ilustraciones y 27 micro-rrelatos de la propia autora.  Ahora presenta el booktrailer, que me permito adjuntar para que lo disfrutéis y, por si alguno no la conoce aún, tenga la oportunidad de hacerlo:

Bienvenido viajero al bosque de las fábulas mágicas, en el que el viento parece murmurar en la lengua arcana del pueblo del norte el nombre del atardecer, Ilunabar

Y para quienes se lo han perdido hasta ahora, también el de sus anteriores trabajos, entre 2005 y 2008 (se puede adquirir en bubok):

O su calendario ilustrado para 2010 (ampliar picando en la imagen):

CONAN La Leyenda, Edición Integral volumen 4: EL APOSENTO DE LOS MUERTOS y otras historias

Cuarto volumen de la nueva saga de Conan, que ha de ser considerado de transición, pues contempla un cambio sustancial en el equipo creativo de la serie: Kurt Busiek, que tan magnífico trabajo había realizado hasta el momento, recreando el personaje del cimmerio desde un punto de vista cercano al de su creador, Robert E. Howard, cede el paso a quien desde entonces firmará los guiones hasta el final de la primera serie, y más allá de ella: Timothy Truman; con la presencia ilusionante de Mike Mignola como nexo de unión entre ambos.  A pesar de todo, el cambio estuvo bien programado, y la continuidad narrativa no resulta afectada, ni la historia se resiente, gracias también al mantenimiento de Cary Nord como dibujante, y el buen color de Dave Stewart.

Tanto es así que el volumen bien podría titularse «Néstor el Gunderio, y otras historias».  Porque es a través de este personaje, antiguo mercenario y ladrón de Gunderland, como Busiek engarza y construye el arco argumental del tomo; y parte, también, del siguiente.  Hay que reconocer la excelente labor realizada por este autor, que ha sabido dotar de continuidad a los diferentes relatos originales de Howard tan bien como en su día lo hizo Roy Thomas (de quien, sin duda, es deudor).  Su definición y diseño del personaje resultan brillante.  No sólo moldea su figura de Néstor desde inicios, a través de su relación personal con el cimmerio, sino que enlaza aquel capitán mercenario de la sinopsis de Howard que da origen a la historia principal, con ese otro gunderio ladrón en Corinthia citado en Villanos en la Casa (como hizo Thomas en su día, sólo que bajo el nombre de Burgun, por cuestiones de derechos); solo que, aquí, la continuidad es mayor, y el personaje resulta bastante más cercano al lector.  Ignoro qué parte de «culpa» tiene Truman en ello, seguramente bastante; pero la definición del personaje como tal la realiza Busiek en los dos primeros números y, conociendo su trayectoria previa en guiones de largo recorrido y tramas a largo plazo, imagino que fue él quien diseñó su continuación (basado en la idea de Thomas, repito) y Truman quien lo desarrolla.

Así los hechos, encontramos a un joven Conan en la Ciudad de los Ladrones, en Zamora, gallito y fanfarrón por sus éxitos como ladrón (y, de paso, amante furtivo de la esposa de un magistrado) de los que alardea en público, atrayendo sobre sí la atención de la guardia y nobles robados, y los celos de Jiara, su compañera; también de sus colegas ladrones, perjudicados por el incremento de vigilancia que ha generado.  Néstor es uno de ellos.  Veterano, sereno, experimentado y previsor, no duda en advertir al joven y descuidado cimmerio, aunque no encuentre ocasión de hacerlo.  Coinciden sin embargo en un mismo robo, donde se enfrentan, antes de que aparezca la guardia, avisada por una Jiara despechada, aunque convencida de que Conan conseguiría escapar.  Y lo hace, pero-¡joven impetuoso!- traicionando el honor entre ladrones y a Néstor, a quien deja abandonado a su suerte.  Capturado por el magistrado humillado por Conan, no duda en ponerse a su servicio y ofrecer la cabeza del cimmerio a cambio de la suya, por lo que es nombrado capitán de la guardia.  No sabe que ha sido hechizado con una maldición, y deberá cumplir su promesa, de forma voluntaria o por métodos no naturales…

Buen conocedor del barrio de El Laberinto (a veces mal traducido como El Mazo), su perista y costumbres, desmonta los robos y pone cerco al Cimmerio, quien consigue escapa por los tejados.  El enfrentamiento verbal entre ambos, en el que los dos demuestran respeto hacia el otro, podría haber sido firmado por el propio Howard.  Cuando Conan, cercado, decide huir de la ciudad, Néstor lo espera en las afueras con un pelotón.  No consiguen detenerlo, y parten en su persecución hacia un valle con fama de maldito.  En estos dos números con los que finaliza su etapa, Busiek introduce el personaje de Iniri, una chica aprendiz de bruja menor, y Tzilus, el mago de Mitra, utilizados por Truman más adelante.

Comienza entonces la adaptación de una sinopsis original de REH, sin título, a la que Lyon Sprague De Camp llamó El Aposento de los Muertos cuando la convirtió en relato.  En esta ocasión, Mike Mignola será el encargado de construir una historia sobre los apuntes de Howard, disponiendo de tres números para hacerlo.

En ellos, desarrolla la historia del enfrentamiento primero, y cooperación después, entre Néstor y Conan en un ambiente opresivo y sofocante, muy cercano a Lovecraft y sus Mitos de Tchulhu, entre monstruos primigenios, susurros amenazantes y ruinas malditas, en la ciudad del dios caído, donde los muertos insepultos esperan soñando…  Una  adaptación excelente de Mignola, resuelta de forma brillante por Cary Nord al dibujo y un color ominoso de Dave Stewart.

 En los dos números del bloque que cierra el volumen, Truman sitúa a Conan en las colinas entre Zamora y Corinthia, donde se dirige con Jiara.  Pero antes, define el personaje de Iniri de Kiresh, la joven aprendiz de bruja protegida por el bárbaro en la taberna, quien presagia una gran maldad que se cierne sobre el cimmerio, yse alía con el viejo Jerim, antiguo espía, ahora ciego, quien informó a Conan sobre el tesoro escondido en las ruinas de la antigua ciudad sin nombre, para dirigirse juntos tras sus pasos.  También presenta al sacerdote de Anu, en su templo de una pequeña ciudad estado cercana, quien maquina para sustituir el poder y culto a Mitra en Zamora e implantar el de su dios, gracias a un tónico codiciado por hombres ricos de Yaralet.  Conan frustrará sus planes sin saberlo, al apropiarse del carro de los sacerdotes de Mitra a quienes pensaban robar el tónico, todo bajo la mirada furtiva de Néstor, cuyo camino parece dirigido hacia el cimmerio, casi como una maldición.  Tras un encuentro en las colinas con los Hijos de Bel, un pueblo olvidado y su rey araña, de quienes consiguen huir con la ayuda del gunderio, los tres cruzan la frontera de Corinthia, donde les esperan nuevas aventuras y Villanos en la Casa.  No es éste el mejor episodio de Truman, sin duda, con una confusa historia entre sacerdotes que se perfila más tarde, y un pueblo remoto en las montañas.  Pero no desesperéis, este profesor de arte y diseño, que dibuja y guioniza cómics, pronto se hará con las riendas y demostrará que también él, como antes Busiek y el maestro Thomas, resulta ser un excelente conocedor del personaje de Howard y su obra, para disfrute de sus seguidores.

Volúmenes previos:

 

PRÍNCIPE VALIENTE. 1943

Finaliza el arco argumental situado en las tierras de la Escocia actual.  Valiente, tras marcar le la estrategia a seguir al propio Rey Arturo, quien la acepta con la resignación de un padre bonachón, dirige una partida de jóvenes caballeros entre las filas enemigas que consigue, de nuevo con el ingenio, que normandos y pictos se enfrenten entre sí, venciendo al invasor sin desenfundar las armas (acción que contrasta con su supuesto odio y deseos de venganza por la tortura sufrida, al parecer refrenado con su victoria sobre Thundaar), tras lo cual, el joven vagabundea melancólico con el recuerdo de Aleta.  Tras una visita a los marjales de su niñez, donde la bruja Horrit vuelve a profetizarle aventuras y riquezas, pero no felicidad, acude a Merlín.  Serenado por el consejo de mago, regresa brevemente a Camelot, donde encuentra a un Gawain amargado, hundido en la culpa por su anterior abandono del deber, y bajo la influencia de Mordred (aquí su hermanastro) que ya conspira contra el rey.  Cuando presencia el enfrentamiento entre su amigo y Lancelot (supuestamente, al recriminarle su relación con Ginebra; pues según el autor, es el origen de los sucesos que más tarde provocaron el hundimiento del reino), decide solicitale licencia a Arturo para visitar su padre, y parte hacia Thule con su fiel escudero Beric.

REGRESO A THULE.

Después de varias aventuras contra una banda de asaltantes, llega a Londres donde embarca junto a Eric el Sajón y Ahab, un mercader tunecino.  Tras demostrar sus dotes de mando en el grupo de supervivientes del naufragio que sufren, alcanzan el fiordo de Trondheim, en cuya ciudad, Ahab, agradecido por el trato dispensado, le regala un valioso jubón con cota de malla de Damasco.  Cuando se entera que una gran partida de nobles encabezados por el rey Valgrind se dirigen a Thule a firmar un tratado, Val decide acompañarles disfrazado de trovador y dar una sorpresa a su padre.  Pero en el camino, en compañía de Beric y Eric el Sajón, descubre que todos los que marchan hacia el reino son soldados, incluso los criados, y se entera que en realidad pretenden apoderarse de las tierras de su padre, que ha debido desplazar la mitad de sus tropas al norte donde son acosados (por los aliados de Valgrind).  En la cena de bienvenida, antes de que tenga lugar la traición, Valiente captura al rey invasor y, con la ayuda de Erland, su viejo maestro, Beric y Eric el Sajón, a sus nobles y soldados furtivos, a quienes libera más tarde, a cambio de un sustancioso botín.

Durante su estancia en el reino, Eric el Sajón se enamora (o es forzado a hacerlo) de la joven (y manipuladora) Ingrid, quien consigue que el rey nombre a Eric caballero para poder casarse con él.  Mientras, Val ejerce de príncipe recorriendo sus dominios, y consigue reconciliar a los vikingos y berserkirs de sus tierras con el rey, y que éste -amante de la paz y el estilo de Camelot– levante la prohibición de ejercer el «comercio» marítimo que siempre fue su medio de vida, restaura la navegación y potencia el descubrimiento de nuevas tierras o rutas; pero a condición de no atracar en Inglaterra sino en son de paz, o se enfrentarían a su propio príncipe entre los caballeros de la Mesa Redonda de Arturo.

Cuando la calma regresa a Thule, Val se dedica a la caza por los exuberantes bosques del reino que un día será suyo.  En la última plancha del año (359), y tras sufrir un accidente con un ciervo, descubre en un arroyo a una joven rubia que le devuelve el recuerdo de Aleta, reina de la Isla de las Brumas.  Dejamos a un Val dolorido, que acepta la invitación a casa de la joven cazadora.

A destacar.

  • Aunque no se trata de algo característico de este volumen sino general a la obra, llevo tiempo queriendo destacar la inmensa expresividad de los rostros que dibuja Foster, quien, con gestos estereotipados de enorme calidad les hace reflejar la expresión que desea trasmitir al lector: la condescendencia divertida de Arturo, esa profundidad en Merlín (pese a media barba chamuscada), la naturalidad serena de Val junto a la indolencia de Gawain, o ese gesto taimado de Mordred que transmite y contagia a un Gawain desconfiado bajo su influencia.

Anécdotas.

  • Son varias las propuestas ucrónicas que Foster realiza en sus historias.  Aparte de entremezclar vestimentas y enseres, incluso construcciones, de diferentes periodos de la Edad Media (sin que rechinen ni desentonen, y conseguir que todo parezca natural), destaca el descubrimiento accidental de la pólvora que hace Merlín, por culpa de Val, en una pasaje no exento del buen humor(y media barba chamuscada) que caracteriza al autor.
  • No dejan de ser curiosos ciertos fallos de continuidad que aveces sufre Foster de una semana a otra, sobre todo en temas de dibujo (le hubiese venido bien cierta labor de «script«, como en el cine).  Resulta llamativo el que sucede entre las planchas 339 y 340, cuando navegan a bordo de una pequeña embarcación y aparece el Kraken.  En la última viñeta de la primera, encontramos a Val medio desnudo, desarmado y cubierto sólo de una pequeña túnica en su cintura, con un amenazador tentáculo gigante a su espalda; en la plancha siguiente, cuando lo esquiva, aparece completamente vestido, hasta el cuelo, con botas altas y ciñendo la Espada Cantarina.
Curiosidades.
  • En la plancha 330, Foster cambia el encabezado característico de la serie hasta el momento (título en banda superior, flaqueado por la imagen fija del rostro sonriente de Val a un lado, y a su izquierda otro personaje o aspecto relacionado con los hechos que narra), por otro más reducido, sin imágenes, en el extremos superior izquierdo de la lámina, con lo que consigue aumentar algo los dibujos de los dos tercios restantes.  Tras siete semanas de errático diseño y dificultosa lectura secuencial de las viñetas (que obliga en ocasiones a numerarlas para poder ser seguidas), se estabiliza y recupera el diseño base de 3×3 viñetas, si bien, a partir de entonces, abundan los dibujos a doble -incluso cuádruple- tamaño, en casi todas las páginas.
Artículo.
  • «El Neomedievalismo», de Pablo Kurt Rettschlag Guerrero.  Sobre el término acuñado en inicio por Umberto Eco y utilizado para definir la asociación de Edad Media y fantasía popular, realiza un recorrido sobre diversos aspectos de la obra de Foster que se asocian al mismo: su recreación no siempre científica del medievo, enriquecida con elementos fantásticos extraídos del imaginario popular, a través de la arquitectura, vestimentas, maquinaria bélica, enseres cotidianos, y los numerosos componentes mitológicos o fantásticos que el autor intercala en sus historias, a veces tratados desde un punto de vista racional, otras sumergido en ellos por completo.  Una visión interesante de la obra en conjunto.

 

 

PRÍNCIPE VALIENTE. 1942

EL LARGO VIAJE DE VAL.

Continúa el largo periplo del Príncipe de Thule lejos de Camelot.  En el mismo Estrecho de Gibraltar, a bordo del Drakar de Boltar (personaje carismático, que se convierte en uno de sus grandes compañeros de aventura), ayudan a un barco en peligro y su capitán, como recompensa, les indica un lugar en el Sur (África) donde pueden encontrar grandes cantidades de oro.  Así, iniciando una posible ucronía (una constante que se repite en muchas aventuras de Valiente), se adentran en una ruta poco conocida para la época donde redescubren la Isla de los Canes (las Canarias, en la imagen de abajo), atraviesan las costas del Sáhara hasta la desembocadura de un gran río (posiblemente en el actual Senegal, o tal vez Gambia).

Foster se luce en el dibujo de una vegetación tropical abundante y frondosa, así como en la introducción de imaginativas traslaciones de criaturas de fábula: dragones (cocodrilos), ogros (gorilas), unicornios (rinocerontes), serpientes que superan árboles (jirafas) o monstruos descomunales de colmillos gigantescos (elefantes), magníficamente recreados en la imaginación y miedos supersticiosos de unos hombres del siglo V, tan utilizado después, por ejemplo en muchas de las adaptaciones de Conan a los cómics por Roy Thomas y John Buscema, discípulo evidente, y maestro a su vez.

Regresan cargados de oro, atravesando sin detenerse las costas de España (por aquel entonces aún hispano-romana, con los primeros asentamientos visigodos), el cabo Finisterre y el golfo de Vizcaya hasta la Galia, donde paran a avituallarse.  Allí, por casualidad, Valiente descubre que el señor del castillo tiene prisionero a Gawain, por el que pide un rescate.  Solicita a Boltar su parte del oro y lo libera, pero el traicionero Gyu de Haakon envía a sus hombres a detenerlos más tarde, con la intención de solicitar un nuevo rescate por ambos.  No sabe que Boltar y sus hombres lo imaginan, y recuperan el oro, e incendian el castillo antes de hacerse a la mar; pero Valiente y Gawain han huido a pie, y deben realizar el regreso a casa por el interior.  Su viaje da pie a Foster para narrar diversas aventuras donde hace gala de su fino humor en el duelo entre Sir Kilos y Sir Desnutrición, resalta la galantería de Gawain con las damas, y el gran ingenio de Valiente para solventar situaciones, como la encerrona en la conquista del castillo de Sir Hubert, que convierte en victoria de los sitiados.  Destaca también el episodio de La Torre Negra, donde el autor hace gala de un estilo preciosista y la recreación de un ambiente ominoso a base de sombras y claroscuros, que tanto ha influido después en muchos otros autores; a mí me ha traído al recuerdo el Black Dragon de Claremont y John Bolton, cuya imagen de James Dunreith recibe sin duda la inspiración (tal vez inconsciente) del Sir Givric de Foster.

Tras cruzar Bretaña hasta el Canal de la Mancha, alcanzan el castillo del rey Bors, donde se reúnen con su hijo y buen amigo, Sir Lancelot.  También con Boltar, a quien han puesto precio (demasiado bajo, según él) por pillaje.  Valiente media en la disputa, y Lancelot condena al vikingo a llevar a éste y Gawain sanos y salvos a Inglaterra.  Así, tres años después de su partida (debe tener 19), Val regresa a Camelot, donde es recibido con alegría.  «Despidámonos de la paz y el orden.  El Principe Valiente ha vuelto» bromea el Rey Arturo.  Pero tras el banquete que se celebra, le encarga una misión:

EL MURO DE ADRIANO.

Valiente deberá viajar al norte, donde los normandos se han aliado con los pictos y preparan una nueva invasión, y comprobar la situación de la gran muralla que tiempo atrás construyeron los romanos para contenerlos (el Muro de Adriano).  Con ello se inicia un nuevo arco argumental, en el que Val se infiltra entre las líneas pictas, pero es capturado por éstos y torturado por los normandos de Horsa hasta casi la muerte.  Será rescatado en última instancia por Gawain (arrepentido de no haberle acompañado como debía y preferir una vida disoluta) y llevado a Camelot, donde informan al Rey Arturo, quien reúne un ejército y marcha con él al norte.

Me gusta destacar la figura de Julián, el inmortal, creada por la fértil imaginación de Foster: tras la retirada romana del muro, más de 40 años atrás, Julián, un centurión herido que no pueden transportar es dejado a cargo del muro hasta el regreso de unas tropas que nunca volvieron.  Sin embargo, el centurión se recupera y cumple con el encargo montando guardia a diario en la muralla, misión que traslada a su hijo, y éste a su vez al suyo.  Todos los primogénitos se llaman Julián y mantienen la vigilancia a diario, por lo que los supersticiosos pictos lo conocen como «el inmortal» (una historia inspirada sin duda por The Phantom -el Hombre Enmascarado-,  creado por Lee Falk en 1936, otro de los personajes clásicos de la historieta y pionero del cómic de superhéroes).

Val se recupera en Camelot (entre las atenciones de las damas solteras) a tiempo de alcanzar las tropas de Arturo antes del enfrentamiento con los normandos.  En el camino, da otra muestra de su ingenio (y el talento de su creador) facilitando la toma del castillo de un señor que ha saqueado el avituallamiento de las tropas.  Los dos ejércitos se vigilan.  Cuando llega, Val presencia un duelo entre campeones de ambos bandos, que vence el normando Thundaar.  Impulsado por su insolencia y el odio hacia quienes lo han torturado salvajemente, el joven desafía al campeón normando.  La última plancha del año, con 12 viñetas, recoge el combate entre ambos y el triunfo de Valiente, quien corta de un tajo la mano de su enemigo que empuña el hacha.

NOTAS SOBRE LA EDICIÓN:

  1. Quiero resaltar -no lo he hecho antes- los artículos complementarios que preceden a las planchas del cómic en todos los volúmenes de esta edición de Planeta.  En los cinco primeros tomos, de Beatriz C. Montes, Doctora por la Universidad de Tours, y Profesora de la Universidad de la Rioja, nos ha acercado con brillantez a la figura de Hal Foster, en comparación a la de su creación El Príncipe Valiente, con el que establece de forma acertada numerosas similitudes.  Volverá más adelante.  En este sexto tomo, Pablo Kurt Rettschalg Guerrero, Licenciado en Filología Clásica, Profesor de Cultura y Lenguas Clásicas, realiza un extenso artículo sobre Europa en la Edad Media, donde transcurren las aventuras del personaje.

LAS MONARQUÍAS DE DIOS IV – El Segundo Imperio (2).

Disculpad si me repito con una misma entrada, pero acabo de releer lo escrito en la primera reseña de este libro, cuarto de la serie, y la considero lejana y demasiado fría; que no  hace justicia a los sentimientos que dejó en mí la obra al finalizar su lectura.  Confieso haberla escrito al terminar su primera parte, El regreso del Navegante (más de dos tercios de la obra), agobiado por la falta de tiempo y pensando que sería suficiente para describirla.  Me equivoqué.  La intensidad de sus últimas 80 páginas es tal que me siento obligado ampliarla, para hacerle justicia  y transmitir al completo mis sensaciones:

La Muerte de un Soldado, título que engloba el último tercio de El Segundo Imperio, es la crónica -amena, y muy bien llevada- de una batalla, la última de una guerra entre dos pueblos, que empezó siendo santa por el enfrentamiento y odio de dos ideologías religiosas que en el fondo son la misma, y que en realidad esconde el ansia de expansión de sus dirigentes, como cualquier otra guerra santa de nuestra propia historia; narrada con maestría suficiente como para mostrar con dureza -pero sin recrearse en ella- la cruda realidad que acompaña a todo batalla o enfrentamiento cuerpo a cuerpo, y con realismo la crueldad y sufrimiento de la población civil, principalmente mujeres, a manos del enemigo.  Es la crónica, también, de un enfrentamiento desigual entre un gran ejército organizado y unido, con ánimos de conquista, y otro pequeño y débil, abandonado a su suerte por la desunión y enfrentamiento de sus reinos hermanos, en un conflicto interno que -a su vez- utiliza la máscara de la religión para ocultar deseos de poder mundano; un pequeño reino, al frente del cual se erige un hombre del pueblo llano capaz de superar las intrigas de la corte y la nobleza, o las normas de la diplomacia,  para unir al pueblo y encarar al invasor.

Para narrar esta historia renovada de David (Corfe) frente a Goliath (Aurungzeb), que comparten sin saberlo más de lo que imaginan, Kearney utiliza ejércitos numerosos y desplaza pequeños contingentes de tropas, despliega unidades o mueve batallones sobre el terreno, y nos muestra la estrategia militar y las tácticas de sus dirigentes.  También nos cuenta los sentimientos, emociones y miedos, o momentos de gloria de sus protagonistas, entre los cuales, sin duda, Corfe Cear-Inaf es el actor principal de la obra.  Como el David de la historia, surge desde abajo y alcanza las más altas instancias del reino; aunque termine pagando un alto precio personal por ello.  Un hombre cuyo trabajo, como él mismo dice, es matar hombres, deberá aprender a dirigir tropas y enviar camaradas a la muerte mientras permanece lejos, sin desenvainar su arma, aunque al final se una a ellos en el sitio de Armagedir y recuerde, en parte, a Custer, en un Little Big Horn diferente.

Emocionante y entretenida, con uno de sus frentes cerrados -al menos parcialmente- Las Monarquías de Dios (obra que recomiendo, como podéis imaginar) se acercan a su último acto.  Pensaba dejar Naves del Oeste para más tarde, intercalar entre medio otra de las muchas lecturas pendientes.  No puedo.  Quiero llegar al final.  Y voy a hacerlo.