LA DAMA DEL LAGO (II): Final de una Saga magnífica.


Terminaba mi artículo sobre el volumen I de La Dama del Lago indicando que la editorial utilizaba (con maestría) el recurso de dividir en dos el último volumen de la Saga de Geralt de Rivia para «dejarnos con las mismas ganas que hace tres años»…  Estaba equivocado.

En mi caso ha servido para hurtarme la ilusión de su lectura, perder la ansiedad con que lo esperaba, vaciar de contenido ese Último Deseo insatisfecho de disfrutar su conclusión…  No me he divertido lo mismo (confieso con pena) que si lo hubiese enfocado de seguido, en un único volumen.

Inicialmente, había subtitulado esta reseña «Ilusión hurtada, Ilusión perdida«, pero no sería justo que tales palabras fuesen el resumen y mi valoración de una obra magnífica, una de las más atractivas de la Literatura Fantástica en los últimos años, así que vayamos por partes:

La Dama del Lago, en su conjunto, sin partes, representa un final más que aceptable a una extensa saga de 7 volúmenes.  El lector debe quedar contento con su conclusión, pues en él, Sapkowski cierra todas las tramas e hilos argumentales que había ido tejiendo con habilidad en momentos previos; al tiempo que completa su realismo (fantástico) con una crítica ácida sobre las guerras y los enjuagues políticos que envuelven su conclusión (la paz negociada) con una visión mordaz que resulta tan brutal como la propio crueldad y horrores de las acciones bélicas; pero, sobre todo, otorga un final válido a los personajes principales que componen la saga (quizás no tanto a los secundarios). Todo ello aderezado con la maestría propia de un autor que revolucionó en su día el estilo, lenguaje,  y forma de enfocar la Literatura Fantástica (y no sólo ésta), y que en mí, personalmente, ha dejado una huella profunda e inolvidable.

Pero terminar la lectura de este segundo volumen de La Dama del Lago de forma individual (octavo en la edición española), me ha dejado también algo de desazón amarga, una cierta sensación de ilusión perdida.

Ignoro cuánta culpa tiene de ello su publicación dividida en dos tomos, pero no poca, sin duda (esa parte de ilusión hurtada a la que me refiero antes).  Pero tampoco sería justo culpar por completo a una decisión editorial (por muy desacertada y comercial en exceso que me parezca); parte de ella podría achacarse al propio Sapkowski, un posible desvanecimiento de su frescura e ilusión personal tras tanto tiempo en la misma historia.

Es sólo una opinión personal, una sensación de pasada; pero suele ocurrir con las series largas de éxito: la expectación despertada entre lectores y crítica, el querer contar historias con mensaje (historias que se desarrollan solas, mas allá de lo planificado), la búsqueda de la perfección, la auto presión por no defraudar al final… unido a la irrupción en tu mente de otros personajes e historias diferentes que también quieres contar (la Trilogía Husita, por ejemplo) pueden generar esa perdida de ilusión a que me refiero, que el interés de la historia se venga abajo, o forzar un final precipitado, por mucho que lo tengas en mente desde siempre.  (Algo así –supongo– es lo que ha ocurrido con su traductor, Jose Mª Faraldo; o lo que muchos tememos suceda –y el propio G.R.R. Martin reconoce y confiesa temer(1)– con Canción de Hielo y Fuego).

Analizadas por separado, en la primera parte, Sapkowski apenas enfoca la trama principal de Geralt y su grupo, y alarga en exceso la historia introduciendo (eso sí, con su maestría habitual) personajes y puntos de vista nuevos sobre la guerra o tramas circulares de serpiente Ouroboros alrededor de Ciri (algunos me parecen ahora gratuitos e innecesarios, en contra de lo que pensé y escribí entonces), para forzar la unión con personajes de la trama artúrica sacados de un relato escrito fuera de contexto y tiempo(2); aunque sin duda esa era su intención e idea para el final, ya por entonces.  En su segunda parte/volumen se encuentra la verdadera resolución de la trama central, el deseado final de la saga y personajes.  Una resolución que, siendo válida y coherente para los protagonistas principales (no tanto los secundarios), leída de esta forma –dividida, y sin continuidad en el tiempo– resulta demasiado precipitada.

Estoy convencido de que en su formato original (al completo) sería distinto; posiblemente no estaría hablando ahora de ilusión perdida, ni hurtada al lector (al menos en mi caso), y hubiese disfrutado más el final de esta magnífica saga de literatura fantástica.

Un final en todo caso diferente al ya conocido(3) (Sapkowski advirtió que no necesariamente tenía por qué ser ese…) pero bastante cercano.  Un final comprometido; como corresponde a una serie de fantasía que introduce el realismo en mensajes y críticas frente a la injusticia, la guerra, o el totalitarismo; y que deviene en denuncia contra el racismo y el miedo a lo diferente.  Un final, en suma, bastante menos amable que aquel primero, pero muy condicionado por la existencia de éste.

Prueba de ello (además de Galahad pasmado ante La Dama del Lago) es el trato que da a los protagonistas secundarios, ese variopinto séquito de compañeros dispares del brujo; Cahir, Milva, Angouleme, Regis personajes bien conformados durante varios volúmenes, de los que Sapkowski se desprende al final como peones prescindibles, sin concederles la gracia y protagonismo que en mi opinión se merecen… No lo comprendí, hasta descubrir que ninguno de ellos aparece en el relato final previo.

Así las cosas, la pregunta que se plantea el aficionado es: si tanto se aferra a un guión previo, ¿por qué cambiarlo?…  Son sus personajes; y como dije en otra ocasión, el autor narra las historias a su estilo y forma, no bajo los cánones que nosotros, lectores inquietos, imaginamos.

Pero si me atreviese a conjeturar una posible explicación (en base a lo antes citado) pensaría que Sapkowski deseaba tiempo atrás dejar la Saga de Geralt de Rivia y pasar página, dedicarse a otras historias y personajes que bullían en su mente (Narrenturn), aunque dejando la trama y los personajes definitivamente cerrados…  Así las cosas, ¿qué mejor forma de acabar la serie que al estilo de todas aquellas otras Sagas antiguas medievales, o poemas épicos de cualquier época y lugar, en los que el héroe termina sus días en un lugar mítico, o en defensa de una causa, lejos de la paz y felicidad del hogar?  Me gusta pensar que ese podría ser el motivo de cambio de final.

Pero ¿es en verdad el final definitivo de Geralt de Rivia…?  Lanzo al aire la pregunta(4).

No quiero terminar sin citar la fuerte influencia que en el éxito de la serie en España ha tenido su traductor, Jose Mª Faraldo, verdadero artífice del traslado al castellano del renovador aporte literario de Sapkowski, y la frescura de su lenguaje.  El propio autor así lo reconoce.  Sin él, el impacto de la Saga no hubiese sido tanto.  Y su presencia, –mejor dicho, su ausencia– en este tomo se deja sentir.  Comparen si no su lectura con la de los primeros volúmenes: su frescura no es la misma.  No sé cuánto de esa pérdida corresponde al autor, su traductor, o ambos (como muestra de una sincronía perfecta).  Pero se nota; y bastante.  Y creo justo reconocerlo.

La Dama del Lago representa el final de una extraordinaria Saga de Literatura Fantástica, que supo renovar el género en su día, y goza por ello de un merecido reconocimiento entre la crítica y éxito de público; sus seguidores por todo el mundo son legión.   Y una visión en conjunto la hace más grande aún .


(1) En entrevista de Luis G.Prado, publicada en Gigamesh, 40.

(2) Algo termina, algo comienza, escrito 7 años antes, para el fanzine El enano rojo, como  «broma de famdom» (en palabras del propio autor), aunque imagino que ya por aquel entonces rondaba por su cabeza un final entroncado (con ironía y el humor fino que le caracterizan) con el mito artúrico.

(3) De nuevo, Algo termina, algo comienza, publicado anteriormente junto a otros cuentos cortos de Sapkowski, en el libro Camino Sin Retorno, de la misma editorial.  Añadido al volumen 2 de La Dama del Lago, para evitar que quede raquítico junto a los previos… O para ofrecer al lector una visión más completa de todo lo imaginado por el autor;  Quién sabe…

(4) Tal vez no: adaptaciones al cómic, juegos de ordenador, películas y series de TV, más allá de las realizadas hasta el momento, podrían forzar el regreso de un personaje tan atractivo y carismático como este Brujo de Rivia.  Un final nada explícito, y de fácil integración con su alternativa así lo permiten (como lo fue en el cómic la falsa precuela de sus padres en Camino sin retorno, bendecida después por Sapkowski).

LOS TIEMPOS DEL ORÁCULO. De Ramón Ramos

A camino entre la Fantasía y la Ciencia Ficción, Ramón Ramos inicia con «Los Tiempos del Oráculo» el primer volumen de la saga «La Era del Cometa».

En un país de gente sencilla y ambiente medieval humilde, el edificio del Oráculo se yergue majestuoso, brillante, misterioso e ignoto, cambiante y en movimiento, vestigio remoto de antecesores perdidos y un pasado olvidado; sus burbujas errantes se abren y cierran periódicamente sin sentido aparente, incomprensibles.  Nadie conoce su historia o significado, disipado en la memoria del tiempo; sus sacerdotes dan guía y consejo al pueblo, nunca explicaciones, pues nadie las comprendería y ellos mismos las ignoran.  Sabios y eruditos de otras tierras peregrinan para observar y estudiarlo.  En ciudades lejanas se guardan crónicas escritas de su descripción y presencia, su correlación con hechos pasados o los diferentes pueblos.  Y hechiceros y magos, o países poderosos, le temen y envían ejércitos a conquistarlo… sin éxito.

«Los tiempos del Oráculo» comienza en una de esas conquistas baldías que sólo obtienen destrucción de vidas sin sentido, en el año séptimo de la Era del Cometa.  Tras el ataque y la pérdida de su hogar, seres queridos, y el estilo cotidiano de una rutina diaria, dos vecinos de la ciudad emprenden el camino de su nueva vida; ambos al mismo tiempo, aunque por separado.  Jaspe, de quince años –ambicioso, inquieto, inconformista, ávido de conocimientos–, hacia el interior del Oráculo, en una de aquellas burbujas errantes que se revelan puertas abiertas a otros mundos y eras distintas.  Tilo, rondando los treinta –tradicional, resignado, amante y feliz esposo,  padre de dos pequeñas, las tres ahora muertas– hacia el exterior, lejos, en tierras remotas y solitarias, plagadas de «presencias» y espíritus naturales que le harán evolucionar.

Porque la historia que narra «Los tiempos del Oráculo» es, sobre todo, la transformación personal que sufren sus protagonistas a la sombra alargada de un misterioso edificio, incólume al paso del tiempo y cuanto le rodea; ajeno –en principio– a todo cuanto sucede a su alrededor, personas, pueblos, ejércitos o civilizaciones.  Y con ella, Ramón Ramos nos propone seguir la estela individual de dos personajes, los primeros de una posible larga lista en el futuro, pues el volumen (que finaliza y cierra historias en sí mismo) es el inicio de una saga que puede (y debe) dar bastante más de sí:

Tilo y Jaspe, movidos por acontecimientos que no han provocado, avanzan por caminos diferentes en esa especie de huida hacia delante que emprenden al mismo tiempo, y se convierte para ambos en un viaje iniciático.  Curiosamente, quien más se aleja del Oráculo será quien más se acerque a su conocimiento; y aunque no llegue a entenderlo, obtendrá en su recorrido un estado de sabiduría que supera a cuanto podría alcanzar de no haberlo iniciado.  Por el contrario, quien se sumerge en su interior y dispone de los medios para dominar el presente mediante el conocimiento futuro, será quien termine enrocado en sí mismo, marcado por la ambición.

El personaje de Tilo recuerda un poco a Sócrates (curiosamente, una vida marcada también por el oráculo, según la tradición popular).  Si el sabio de Atenas encontró sabiduría en la ignorancia («sólo sé que no sé nada»), Tilo se hará sabio intentando profundizar en su desconocimiento; y al igual que aquel creó la “mayeútica” inductiva como método, Tilo intentará que otros alcancen el conocimiento y la verdad desde el interior, por sí mismos… sólo para descubrir que los hombres prefieren que sea otro quien les ofrezca respuestas.  Jaspe, al contrario, encuentra y dispone demasiado pronto del conocimiento, y pretende utilizarlo para decidir su destino futuro.  Al final se dará cuenta que es el Destino quien decide; y que por muchas vueltas que de a lo largo del tiempo para evitarlo, existe una lógica congruente –incluso en las paradojas–, y el Destino siempre te alcanza…

Porque aunque la colección Excalibur se apellide fantástica y Ramón Ramos parte de la Fantasía (Alta, no Épica) para ambientar su historia, la obra utiliza y debe inscribirse bajo el criterio de paradoja temporal que suele ser más propio de la Ciencia Ficción (sin quedar definido, el buen aficionado puede encontrar en el Oráculo reminiscencias de aquella Eternidad del maestro Asimov); dicho esto no en clave excluyente, sino como elemento ecléctico que enriquece la propuesta:  Tilo y Jaspe parten de una raíz común con destinos separados, para vivir vidas excluyentes y distantes; pero gracias a las burbujas errantes del Oráculo y el hechizo de unas palabras susurradas bajo el miedo, fluyen en círculos y se entrecruzan una y otra vez, sin saberlo, en el espacio y el tiempo, hasta desembocar en un final no tan inesperado como sorprendente.

«Los Tiempos del Oráculo» es el primer volumen de una saga.  También una novela cerrada en sí misma, que permite su lectura independiente, sin dejar cabos sueltos (más allá de los misterios propios del Oráculo, y una posible interrelación futura de personajes en los círculos concéntricos de otras vidas, enlazadas por la paradoja oracular del tiempo).  Se trata de una obra ligera, de pocas páginas, que permite ser acometida sin miedo.  En teoría, debería facilitar una lectura rápida.  Sin embargo, por momentos –quizás debido al estilo excesivamente medido de su autor, y frases demasiado cortas–, la transición de la historia y sus personajes se hace lenta, incluso algo pesada, y hechas en falta un poco más de dinamismo y acción, un devenir de los hechos no tan relajado y calmo.   Confiemos que así sea en el futuro.

Habrá que estar atentos a las siguientes entregas de «La Era del Cometa», la saga que Ramón Ramos nos introduce con esta primera novela; un mundo fantástico que, tras lo visto, admite mucho por descubrir.  Una propuesta imaginativa y ecléctica, inteligente; pues parte de una buena idea, apenas desarrollada aún, que ofrece a su autor la posibilidad de construir a su alrededor numerosas historias, variopintas, diferentes, incluso navegar entre géneros…

Quedamos a la espera.

Los Tiempos del Oráculo, de Ramón Ramos. Ilustración de Marcelo Buchelli.  Grupo Editorial AJEC, colección Excalibur Fantástica. Granada, 2009. 174 págs. Tapa blanda con sobrecubierta. ISBN: 978-84-96013-79-7.

ILLIUS, de Raúl Ansola.

Atractiva y sugerente portada que engancha a primera vista, como la sinopsis, y una poco afortunada edición que provoca cierto rechazo a su lectura, en esta primera novela de Ansola, escritor y guionista que demuestra su dedicación al cine.

«Illius es el vacío, el espacio que queda desde el final de la recta de la vida hasta que se cierra el círculo de influencia del último de los invitados.  Es un terreno muerto que inevitablemente debe transitarse para que todo concluya y nada quede abierto…  En Illius viven los desesperados, los que han sufrido los peores finales o han escogido sufrirlos por adelantado».

¿Queda claro?  Para nada; pero ¿verdad que suena fúnebre, atractivo, oculto, misterioso, paranormal…?  Pues lo mismo la novela.

En Illius (de él, en latín), Raúl Ansola consigue crear en el lector un cúmulo de expectativas sorprendentes en torno al misterio de una idea maravillosa:  la aparición en una inocente foto de un paisaje en el monte, hecha tiempo atrás, de un niño que no estaba en aquel lugar en el momento en que fue hecha, y que señala con su dedo la cruz de hierro de una tumba…  sencillamente genial.   Si -además- en su inicio deja pistas de un secuestro, el misterio está creado, las expectativas servidas, y abierta la esperanza de leer una buena historia.  Si -también- los dos personajes de la obra (el resto, excepto David, se reducen a pinceladas) están bien planteados (aunque indefinidos), la cosa promete.  Pero…

Personajes bien definidos no implica necesariamente identificarse con ellos; algo que también le sucede a la obra.  La personalidad indecisa de Aurora, obsesionada por la fotografía descubierta mientras revive una ruptura que no consigue superar ni sobreponerse a ella, encuentra colofón y pareja en la de Marcos, un buen amigo, aunque distinto, algo friki y estrafalario, que sigue y estimula en su amiga el misterio (¿quién es el chico de la foto… y por qué aparece en ella si no estaba en el lugar?) y lo traslada al lector  (¿qué tiene que ver ese niño con el secuestro del inicio?)

El estilo narrativo de Raúl Ansola, atractivo y fluido en los diálogos, utiliza sin embargo en numerosas ocasiones (como hace en «La Exposición») la tercera persona del presente para describir sucesos, a veces reales, imaginados o sueños, que a mí personalmente no me convence (una sensación subjetiva que experimenté años atrás, con Zelazny, y sus «Criaturas de Luz y Tinieblas», y desde entonces no he abandonado).  Porque si en determinados momentos consigue el deseado efecto cinematográfico de cámara subjetiva que persigue a personajes y situaciones de forma incansable, por ese mismo motivo, terminas viendo la escena desde fuera y no te introduces en ella, no la vives; la historia que te cuenta se convierte en un guión que analizas, pero no sientes (un enfoque subjetivo lo veo efectivo en primera persona, como en aquellos thrillers clásicos de novela negra -llevadas al cine-, por ejemplo).  Una pena, porque el bagaje cineasta de Ansola impregna la obra, y por momentos me he sentido inmerso en una propuesta de suspense psicológico con pinceladas fantásticas, con recuerdos inconscientes al Amenábar de sus inicios; una historia que se complica entremezclando la vaguedad del misterio con sentimientos personales difusos y transmite la desazón de sus protagonistas, su falta de rumbo, su propia indefinición…

Pero si la imprecisión en la trama es una arma lícita de autor, que posibilita un final brillante cuando se explica y aclara, un final también difuso conduce a la dispersión; y una buena propuesta inicial se convierte en obra confusa.  Esa es la impresión que deja Illius tras leerlo; que en algún momento, algo se rompe en su guión.  Si un buen autor/director utiliza acertados giros -por fuertes que sean- sobre una trama bien definida, en Illius el giro es tan brusco que la historia se quiebra, los personajes se abandonan y hunden en su propia fatalidad, y la trama se desmorona y transforma en confusión.  Su última parte parece escrita por otra mente, en otro momento, bajo un punto de vista distinto; una película cortada y terminada por otro guionista y director que, además, olvida y huye de aquella propuesta inicial que hacía tan atractiva la idea, liquidada de golpe, en un instante, sin aclaración suficiente.

Hay quien dice que los finales abiertos son inteligentes porque permiten a cada uno imaginar el desenlace que mejor entiende, o varios posibles, alternativos.  No es el caso; aquí nos encontramos con un final cerrado, aunque impreciso y sin solución de continuidad, más allá de la extraña teoría de Illius que propone David, de almas descompensadas, influenciadas por hechos que sucedieron años antes… o después, en el futuro.  He leído en algún sitio que finales poco claros apuntan a la genialidad, porque te dejan con ganas de leer de nuevo la misma obra…  Me hago viejo, sin duda: pocas veces he sentido la necesidad de re-leer una novela recién acabada, ver una película dos veces seguidas, salvo que se trate de una obra de arte; o tan atractiva que desee disfrutarla bajo un nuevo enfoque, encontrar percepciones distintas a su planteamiento inicial, que lo enriquezcan; pero leerla dos veces seguidas para poder entenderla o captar su idea lo considero un atraso, habiendo tantas otras obras por leer, propuestas interesantes por descubrir…  Agradezco en cambio finales sorprendentes, pero tan lógicos que te cambian la percepción que tienes de lo anterior y te hacen revisitar los hechos bajo un prisma diferente, como en el «El Sexto sentid0», de Shyamalan, o «Los Otros» de Amenábar.  O qué decir de ese final -también de influencias pasadas- que explica todo (y lo oscurece aún más) de Stephen King en «El Resplandor», revivido por Kubrick…

De todas formas, voy a seguir a Raúl Ansola en el futuro; su idea y planteamiento me han parecido tan atractivos que quedo a la espera de nuevas propuestas, siempre que decida huir de inconcreciones o desenlaces rupturistas.  Confío en ello.  Y en que para entonces disponga de una edición mejor que la actual, pues aunque una portada sugerente complemente una idea sugestiva, su presentación recargada, sin apenas márgenes ni espacios claros, configura una página agarrotada que provoca rechazo a su lectura; y quien sabe si no contribuye a hacerla aún más confusa.

(Reseña publicada también en BEM on Line)

LOS ELEGIDOS DEL RESPLANDOR. Trilogía de Lhork I

Primer volumen de la trilogía fantástica dedicada al mundo de Lhork.  Inicio de las aventuras de sus Campeones, hombres y mujeres elegidos para combatir al Señor Oscuro que tiraniza su tierra.

Lhork es un mundo situado en otro plano de la existencia, unido al nuestro mediante puertas dimensionales que atraviesan los Mares de Éter.  Su pueblo soporta el yugo de terror impuesto por Arhyusek, el Señor Oscuro, inmersos en la contienda inacabable que mantienen los Entes del Vacío contra los Señores del Resplandor, creadores del mundo.  Los dioses, agotados tras siglos de lucha, se han retirado a los Limbos Perdidos, pero antes de partir profetizan la llegada de unos Campeones venidos desde otro mundo…

Pasan los años.  Los pueblos de Lhork que luchan contra el tirano se organizan en reinos bárbaros bajo el recuerdo de TradosRey Unificador, derrotado por las huestes y wulfrers de Arhyusek.  Pero su cuerpo yace enterrado en la lejana Tradosia y el Cetro del Resplandor se ha perdido, los reinos combaten por separado contra el poderoso tirano y la esperanza se pierde…

En ese entorno, un misterioso bardo de mirada sabia y profunda y cabellos plateados, Jalstak Ukherder, el Peregrino Eterno, recorre los Mares de Éter entre dimensiones para reunir a los Campeones que profetizaron los dioses… (1)

Los Elegidos del Resplandor, primer volumen de la Trilogía de Lhork, narra la historia previa de estos nueve campeones hasta el momento en que son reclutados por el Peregrino.  Nueve relatos diferentes, con enfoques y situaciones distintos; nueve historias separadas de personajes diversos que confluyen en un final compartido, entre las ruinas de Potnia, para iniciar la reconquista de un mundo subyugado al terror.  Pero lo que hace atractivo este libro y enriquece su contenido es que esté escrito por nueve autores diferentes, cada uno creador de un personaje fantástico, uno de los Elegidos; escritores que llevan años publicando relatos y artículos en revistas del fandom nacional e internacional, varios con obras ya publicadas, y todos integrantes del colectivo fantástico conocido como Círculo de Lhork.

El Cïrculo de Lhork fue creado hace años por Eugenio Fraile, como homenaje y recreación de aquel otro Círculo fantástico reunido en torno a la figura de H.P. Lovecraft, el genial autor de Providence, que integraba entre otros a R. E. Howard, C. A. Smith, Frank Belknap Long, Donald Wandrei, August Derlet,Robert Bloch, algunos de los cuales, en su correspondencia, conformaban personajes ficticios o imaginarios (Bob Dos Pistolas, Belknapius, El Conde d’Erlette, Robert Blake), que incluso fueron utilizados como protagonistas en obras.  Bajo esa idea, el mundo de Lhork nace como universo compartido donde, sobre la idea inicial de su fundador, enriquecida con ensayos, conceptos y situaciones de todos sus miembros, sus personajes y alter egos reviven vibrantes aventuras fantásticas en un mundo único y particular.

El primer volumen de la Trilogía de Lhork editado por Ka-Islas incluye nueve relatos y un ensayo con la génesis del mundo y sus principales características:

  • El mundo de Lhork. Ensayo, por Eugenio Fraile la Ossa.
  • Los Elegidos del Resplandor:
    • La cruz y el resplandor (Almarico, el Cruzado). Eugenio Fraile La Ossa.
    • El despertar del Linkur negro (Logan de Khitai).  Fco. Javier Hernández.
    • Encrucijada al viento (Viento, el Enlutado).  Manuel Berlanga.
    • El caso del hombre oscuro (Samain Tarxien).  David Fraile La Ossa.
    • La llamada del destino (Kanyr Virfra Duin).  Fco. José de Pablo.
    • El espectro del paladín (Dhaeryl, el negro).  Jose Fco. Sastre García.
    • Desde un ámbito que sesga dimensiones (Bronwyn). Sara Milla Horcajada.
    • Huida hacia un nuevo amanecer (Erka). Eva Mª.  Sastre.
    • Los engendros del mal (Jan, el monje). Jorge Martínez Villaseñor.
  • Epílogo: Los soles del Resplandor.

Próximos volúmenes de la trilogía: Los Campeones de Lhork y El Príncipe Maldito.


  1. Jalstak Ukherder es un personaje creado por Juan Carlos García Herranz, Juan Soñador, excelente escritor y poeta, con quien compartimos en persona momentos inolvidables y páginas de Berserkr, y hoy transita por los mares eternos de lo fantástico junto al Peregrino.  El libro ha sido dedicado a su memoria.   También estas letras.

Los Elegidos del Resplandor.  Varios autores (El Círculo de Lhork).  Editorial Ka-Islas.  Madrid, 2010.  Tapa blanda con sobrecubiertas.  344 páginas.  ISBN: 978-84-936017-9-9

EL BAÚL DE LA TÍA BERTA, Emotiva Fantasía Cotidiana.

Acabo de terminar la lectura de «El baúl de la tía Berta», deliciosa primera novela de una gran escritora, Catalina Gómez Parrado, aún desconocida entre el público porque no goza (de momento) de respaldo editorial; algo que estoy seguro cambiará con el tiempo.   Aún sin conocerla, Cati, además de hacedora de historias, demuestra ser una luchadora de las letras y por su obra; como muchos de nosotros recurriendo a la autoedición (en Bubok) y su blog, pero también adoptando posturas militantes en iniciativas como Libro Trotamundos, o Bubok Trotamundos, que me han dado la oportunidad de acceder a su obra.  Me alegro de haberlo hecho, y se lo agradezco.

«El baúl de la tía Berta» es una obra sorprendente, que engaña a quien accede a ella desde su ficha o el resumen de su contenido; porque aunque parte de referencias y una propuesta romántica y algo insulsa en principio (aunque prometa sorpresas), y destila ternura y emociones positivas, es más que eso.  Mucho más:

En primer lugar, una novela que destaca, sobre todo por su sencillez y naturalidad; la historia cotidiana de unas personas normales (bueno…, no tanto), a la que rodea un halo inesperado de fantasía sutil y espiritual.   Al tiempo, un cuento de cuentos que surgen desde el baúl, fantásticos y con magia, o de terror ligero, cargados de realismo al estilo de Maupassant; que recopilan la aspiración personal de una escritora y sus anhelos de ver publicada su obra (quedan traslúcidos al final).   Sus personajes son sencillos y naturales (quizás en exceso), y entremezclan motivaciones individuales complejas con reacciones a veces demasiado simplesm pero están bien definidos; al menos los principales, que cautivan, y en ocasiones llegan a emocionar.   La narrativa de Cati es ágil; hace su lectura amena y entretenida, con momentos en los que deseas que llegue rápidamente el final de la historia de Ana y Berta, y Pablo, y Javier, y… te entran ganas de saltar esos cuentos intercalados, que están bien, pero sientes que la trama principal te ha enganchado, y te los saltas…, para leerlos después.   Y eso es bueno, porque el lector termina atrapado en la red que ha tejido Cati, como la Viuda Negra en “Medianoche….”, y ya no tiene salvación.

Puesto a encontrar fallos a la obra, me quedo con la portada, demasiado simple y poco elaborada, pues le otorga en exceso un viso infantil-juvenil. Cati también escribe cuentos infantiles, pero este no lo es; tal vez sí cuento, pero no para niños (aunque he probado por las noches a contarle “El baúl…” a mi hija de 11 años, mientras la arropo, y también funciona, perfectamente). Tampoco estoy de acuerdo con la catalogación de la obra como “Novela Romántica”, pues coarta demasiado su contenido y planteamientos, y puede rechazar a lectores que sin duda disfrutarán con ella.  Para mí es una obra de Fantasía; no esa Fantasía Épica o Mitológica habitual en mis comentarios sino, como cito en el título, una encantadora Fantasía Cotidiana; algo más cercano al realismo fantástico o mágico, por la cantidad de elementos extraordinarios que aparecen en la obra principal y sus relatos, percibidos por los personajes como parte de la “normalidad”.   Pero imagino la dificultad de su autora a la hora de encajarla en epígrafes editoriales ya definidos.

En todo caso, recomiendo la lectura de “El baúl de la tía Berta”, una encantadora fantasía, sencilla y cotidiana, que puede servir a muchos como cambio de registro habitual, y para conocer a una escritora, Catalina Gómez Parrado, de la que oiréis hablar.   Hacerlo es fácil: podéis adquirir el libro en Bubok (16,22 €), o descargarlo en formato electrónico, gratuitamente.   No perdáis esta oportunidad.

El Baúl de la tía Berta, de Catalina Gómez Parrado. Bubok Publishing S.L. 384 páginas. Tapa blanda con sobrecubierta.  ISBN: 978-84-92580-57-6