PRÍNCIPE VALIENTE. 1941

1941 es, para Valiente, un año de viajes.  Si en álbumes anteriores la historia giraba alrededor de un elemento común, en un sitio concreto, en éste también, pero dispersa a lo largo de muchos sitios y lugares alrededor del Mediterráneo.  De igual forma, en cuestiones de imágenes, no hay una que destaque especialmente sobre el conjunto por su grandiosidad, magnificencia; al contrario que en años anteriores, en 1941, Foster apenas dibuja viñetas de gran tamaño (sólo una, a dos tercios de página), aunque todas ellas sean pequeñas obras de arte, que compone un muestrario diverso, un catálogo extenso de maestría y realismo en vestuario y paisajes, islas, naves y puertos, con el mar, esas aguas maravillosas en continuo movimiento que tan bien compone su creador, como eterno protagonista.

El Mar se erige en estas páginas en el nexo de unión de un largo periplo que conduce a Val desde Nápoles, donde lo dejamos en el volumen anterior, alrededor del Mediterráneo.  Capturado por los piratas y condenado a galeras, consigue huir hacia el Mar Egeo.  En una de sus islas, al borde de la extenuación, será salvado por una visión de ensueño, un rostro que jamás va a olvidar: Aleta, Reina de las Islas de las Brumas.  En la siguiente imagen, cuando despierta, ella ha desaparecido y se encuentra de nuevo en el la barca en medio del mar.  Y por más que intenta encontrar la isla de las Brumas, no podrá conseguirlo.  Así, en sólo dos viñetas y envuelta en misterio, olvidada a continuación como si no tuviese importancia, nos presenta Hal Foster al personaje que mayor influencia tendrá en la vida futura del Príncipe Valiente, demostrando una maestría en el guión, una planificación de la historia, sólo comparable a la de sus dibujos.

En el Egeo, en una de sus islas de ensueño y leyenda, con un modelo de vida tranquila y casi onírica, un joven como Val, de 17 años (a pesar de cuanto ha vivido hasta entonces), olvida a Aleta y podría quedarse a vivir allí para siempre.  De no aparecer en su vida Angor Wrack, el Rey del Mar, el mismo que poco antes le hizo esclavo y arrebató la Espada Cantarina.  Dispuesto a rescuperarla, se hará con un barco pirata con el que alcanza el puerto de Jaffa, en Jerusalén (donde el autor nos presenta un muestrario de lugares famosos de la cristiandad).

  Y de allí parte tras el pirata, a través del desierto, a Damasco, Bagdad o Siria. Y cuando le da alcance y recupera la espada, revive la historia con su primer dueño y termina luchando codo a codo junto a su enemigo y se sacrifica por él, para permitirle salvar la vida.

Capturado y vendido como esclavo, consiente en trabajar como tal para el nuevo poseedor de la Espada Cantarina, que rescatará utilizando a su hija, a quien seduce con técnicas aprendidas de Gawain.  Libre de nuevo y con el arma en su poder, en su regreso tendrá un contacto con la magia de Belsatán (magia poderosa que el autor no rehuye, pero que suaviza utilizando un tono humorístico en su tratamiento).  Ya en Jerusalén, dirime con Angor Wrack la propiedad de la espada, y termina como invitado y amigo del pirata.  De vuelta al mar, y tras un nuevo paso como capitán de un barco pirata, alcanzará por fin la Isla de las Brumas y a Aleta, de quien reniega -engañado por hechos que desconoce- al considerarla reina de un pueblo despiadado y cruel.

 En el Pireo encuentra el Drakar de un vikingo, Boltar, pirata también envuelto en ropajes de honrado comerciante, quien se ofrece a conducirlo a su tierra.  Y así, haciendo la vista gorda a sus actos de pillaje y saqueo, atraviesa todo el Mediterráneo hasta Gibraltar, bajo cuya roca en la última viñeta despedimos el año 1941 de Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo.  Un año intenso en aventuras y viajes lejanos, y nuevos personajes que marcarán el futuro de este joven aventurero, que ha cumplido los 18 años en su trascurso.  Por delante le queda toda una vida de más aventuras, que nosotros disfrutamos de la mano de un maestro como Hal Foster.

 

PRÍNCIPE VALIENTE. 1940

Era mi intención realizar esta crónica anual de Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo de forma continuada, siguiendo igual ritmo de publicación de la obra por Planeta, un año cada crónica, un álbum por semana…  Pero se me ocurrió suscribirme a la misma… y parece que la Editorial no cuida suficientemente a los clientes que elegimos esta forma de adquisición, quizás porque nos considera seguros…  El caso es que hasta hace una semana no he recibido los volúmenes; eso sí, seis de golpe (más unas láminas de viñetas a gran tamaño que son una maravilla). Podía haberlo seguido con ediciones anteriores, pero he preferido esperar y utilizar viñetas con su color actual.  Intentaré ir recuperando terreno y ponerme al día cuanto antes..

Para encabezar el año 1940 he dudado entre dos viñetas, la que veis arriba, en plena batalla contra los Hunos que dominan centro-Europa, y la partida hacia esa campaña entre vítores de los ciudadanos liberados de Pandaris (curiosamente, ambas incluidas en el set de láminas que se entrega junto a la suscripción).  Me he decidido por la primera, por lo composición abierta que presenta, y porque reúne características similares a las ya comentadas en entregas previas: grandiosidad, acción , naturalidad, y una ingente cantidad de figuras en movimiento (entre 50 y 60 fácilmente distinguibles) en una viñeta de tamaño reducido en comparación con otras anteriores (1/3 de página).  Por ese motivo, no voy a extenderme más en su descripción, que podéis comprobar vosotros mismos.

Respecto al contenido, son varios los arcos argumentales que encontramos en el álbum dedicado al año 1940, de forma secuencial:

  • La batalla y victoria sobre los Hunos que hasta entonces campaban invencibles por Europa, en una campaña liderada por Valiente, junto a sus amigos Gawain y Tristán, en la que participan guerreros de todos los reinos de Europa; y donde Hal Foster reproduce la misma estrategia que en 1066 desarrollara Guillermo el Conquistador en la batalla de Hastings, donde Inglaterra cayó ante los normandos.  La profusión de imágenes de la batalla, las cargas en cuña de la caballería y el inmenso despliegue de elementos que dibuja son grandiosos.

  • La partida de los tres caballeros de la Mesa Redonda hacia Roma, tras el asentamiento de los nuevos defensores del paso, vanguardia de la reconquista contra los Hunos tras demostrar que no son invencibles, en la que Valiente hace gala de su humanidad en el episodio del Gigante que reproduce la portada del álbum.

  • La llegada y posterior huida de la ciudad eterna, tras conocer y ser testigos de su asesinato por cuestiones políticas, de Flavio Aecio, Magister Militum del Imperio Romano de Occidente, por parte del emperador Valentiniano, celoso de sus victorias y el fervor popular del que goza, y que sitúa históricamente las aventuras de nuestro héroe en el año 454 d.C. Acusados de ser ellos quienes dan muerte al gran general, los tres caballeros deberán abandonar Roma, cada uno por separado y una ruta diferente.  Valiente parte hacia Nápoles, atravesando de cerca el humeante cráter del Vesubio, para terminar el año embarcado, en mitad de una gran tempestad, entre codiciosos marinos.

Continuaremos en breve con otro año.  Mientras tanto, disfrutad de las viñetas (si no lo hacéis ya con la propia obra).

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PRÍNCIPE VALIENTE. 1939.

Se hace difícil elegir una sola viñeta, de entre todas las publicadas el año 1939 en la serie Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo.   Pero, puesto que me impuse esa misión yo mismo, cumplo con ella y elijo la Fortaleza de Andelkrag.

Durante ese año Hal Foster narra diversos hechos significativos, protagonizados por Val, muchas de cuyas ilustraciones magníficas merecen encabezar esta entrada:

  • Los sajones de Horsa pretenden invadir el país, y se concentran cerca de los pantanos donde el Rey de Thule vive en el exilio.  Val los descubre, y regresa a Camelot para avisar al rey, y diseñar la estrategia de defensa.  La imagen de la carga de los caballeros de la Mesa Redonda contra los sajones es de una fuerza impresionante.
  • El nombramiento de Val como caballero, por el propio Rey Arturo, en el propio campo de batalla anterior, cuya victoria se debe en gran medida a la actuación del Príncipe Valiente y los hombres de su padre.
  • Como pago, a sus servicios, Aguar solicita de Arturo una de las naves capturadas, con la que regresar a Thule y recuperar el trono usurpado por Sligon.  Una vez conseguido, y tras un tiempo en la corte, Valiente decide abandonarla y se lanza a recorrer los caminos como caballero errante.  Aquí tiene lugar uno de los episodios más fantásticos de la serie, cuando busca cobijo en una cueva habitada por una bruja, quien le embauca para que se adentre en su interior, donde se debe enfrentarse a un viejo; éste no es otro otro que el Tiempo, en persona, y cuando le vence, Val queda convertido en un anciano, pero recobra su juventud al beber de nuevo el vino de la bruja.

  • En una taberna de los caminos, Val recibe la noticia de la caída de Roma y que Europa se encuentra en poder de los hunos.  También oye la historia de Andelkrag, la inconquistable, donde su rey Camorán ha reunido a cuanto aman la belleza, las artes y las hazañas nobles, y resisten victoriosos al asedio de los hunos.  Tras abandonar el lugar y conocer la peste roja, atraviesa las montañas y alcanza la fortaleza (en algún lugar del sur de la actual Alemania, o Suiza), donde se une a los sitiados hasta su destrucción final por los hunos.  La ilustración de Val contemplando la fortaleza de Andelkrag sitiada, que encabeza la entrada, o la de la batalla sobre sus almenas, son ya imágenes clásicas, representativas del arte magnífico de Foster.

  • Como único superviviente de Andelkrag, Val conoce a Slith, un pícaro descarado, con el que hostiga a los hunos que encuentra a su paso, utilizando técnicas de guerrilla.  Pronto reúne una partida de 300 valientes, cuyas hazañas atraen a caballeros de todas las tierras: Valentiniano envía a 500 jinetes desde Roma; el rey de España, un millar de visigodos; también desde Bretaña llegan dos caballeros errantes: sus amigos Tristán y Gawain, con quienes participa en varias batallas.  Sin embargo, la liberación de la ciudad de Pandaris no se logra con ejércitos y batallas, sino -una vez más- gracias a su ingenio y arrojo individual, que consigue el levantamiento de su población frente a los hunos.  Las imágenes interiores de edificios de la ciudad al claroscuro son impactantes, como la viñeta que cierra el año, la noche de terror en que sus habitantes, ya libres, dan caza a los invasores hunos a la luz de las antorchas.

De entre tantas ilustraciones, cada una obra de arte (todas las imágenes adjuntas se amplían al picar sobre ella), he escogido La Fortaleza de Andelkrag porque contiene como pocas la grandilocuencia e inmensidad del trabajo magnífico de su autor.  No voy a repetirme describiendo de nuevo su excelencia, la profundidad de campo en planos sucesivos, sus juegos de sombras, el detallismo, o la naturalidad de sus figuras; el impresionante movimiento que transmite en una imagen estática…  Pero no puedo dejar de citar la grandiosidad de acción que supone la introducción y dibujo de innumerables «extras» (esta vez, me niego a contarlos, muchos cientos), como en una película de De Laurentiis, o tratada por Industrial Light & Magic, de Lucasfilm…  solo que a mano, y 50 años antes.

¿Alguien duda aún por qué tantos admiramos la obra del maestro Foster?

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PRÍNCIPE VALIENTE. 1938.

Es la imagen de Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo que más vívida se mantiene en mi memoria desde tiempos lejanos, la que mi inconsciente primero y mejor relaciona con la obra de Hal Foster: la batalla sobre el puente del prado de Dundorn (picar sobre la imagen para verla ampliada).

Publicada en la plancha 71, de 19 de junio de 1938, recoge esa ilustración excelsa de Val enfrentando en solitario la horda de hombres del Norte que han raptado a Iléne, su amor juvenil, a quien pretende rescatar; portando por primera vez la Espada Cantarina (1), regalo del príncipe Arn, su amigo y rival en amores (no mucho más tarde la bruja Horrit la identificará como Flamberge, forjada en la misma magia que Excalibur del Rey Arturo).  La poética del cómic de Foster alcanza aquí su máxima expresión, cuando la descripción ilustrada supera a la del propio texto que la acompaña,  y expresa, sin palabras, poesía pura comprimida en una imagen, más que cualquier narración posible.  Una supuesta traslación escrita de la misma alcanzaría diversas páginas para poder transmitir al lector toda la intensidad que Foster consigue comunicar en media plancha dibujada: la descripción del terreno dominado por la piedra; el embate impetuoso de una tropa de norteños que carga arrogante por la angostura de un puente; la dificultad de su avance, el estorbo de unos compañeros frenados en seco ante el arco que describe la hoja afilada en su canción de muerte; el grito de dolor de un herido; el miedo del retraído; el imposible esfuerzo por avanzar de su segunda fila, el desaliento de los primeros derrotados, ya superados; el ímpetu de quienes acuden y se suman nuevos al grupo atacante; la recia voz del jefe que arenga a su tropa mientras observa confundido el resultado increíble que obtiene un sólo hombre bien posicionado; la caída -casi a «cámara lenta»- del vencido por sobre el puente; la rabia del que aterriza sobre las aguas -¡qué aguas!- de un arroyo vivo y rugiente, en movimiento, bajo las sombras cambiantes de un arco de piedra; la incredulidad de quienes han salvado las aguas -y su vida- y observan sobre sus cabezas a un Val inspirado, destacado en claroscuro profundo de sombras que definen la garganta de piedra.  Un Val superior, de gesto tenso y movimientos flexibles, implacable en su embate, señor del dominio que marca con sonido sibilante su mágica Espada Cantante (1).

Todo eso transmiten los rostros, expresiones y movimientos -flexibles y naturales- de 28 cuerpos contenidos en una sola ilustración de Harold Foster (que, sin embargo, para nada aparece sobrecargada, sino repleta de espacios vacíos).  Todo eso, y mucho más: invito a cualquiera a detenerse y disfrutar observando cada detalle de realismo y veracidad contenido en toda arma, cota de malla, gleba, escudo, adorno o vestimenta que porta cada contendiente (el color de Planeta-Bocola, lo permite y facilita).

Todo eso… en una sola viñeta, demuestra la grandiosidad de su obra.

¡Honor y gloria por siempre a Hal Foster y su Príncipe Valiente!

  1. No puedo dejar de recoger la reflexión y lamento de ese gran amante de la obra que es Rafael Marín, ante la imposibilidad del castellano para recoger una traducción idónea para Singing Sword, nombre original de la espada que canta: «no transmite el sonido del término en inglés («Singing sword» hace que oigas la «s» sibilante que se supone entona la espada), y cualquier adjetivo está viciado de antemano: Cantante, Cantarina, Cantora.» (en http://crisei.blogalia.com/historias/41526)


PRÍNCIPE VALIENTE. 1937. Sinopsis y viñeta.

Aprovechando que Planeta DeAgostini inicia la publicación de la obra Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo en volúmenes anuales, quisiera compartir con vosotros la admiración que siempre he sentido por el trabajo de Hal Foster, seleccionando una sola viñeta de cada año que me haya llamado especialmente la atención; trabajo arduo, sin duda, debido a la gran cantidad de ilustraciones magnífica que es posible encontrar en 52 páginas de este autor, cada una de las cuales es una pequeña obra maestra en sí misma, por la enorme calidad y trabajo artesano que contiene, como podréis comprobar.  Trabajo fácil también, porque, elija la que elija, tendré la certeza de haber acertado y contar con vuestra aprobación.

Sinopsis de la historia.  1937: «¿Quién es ese joven audaz que captura guerreros armados y mata monstruos?» (El Rey Arturo)

Durante este año Foster narró el inicio de las aventuras del Príncipe Valiente, hijo de Aguar, rey de la legendaria Thule, en Noruega, quien, acosado por sus enemigos, se ve obligado a huir con su familia hacia el mar, donde embarcan hasta las costas lejanas de Bretaña.  Tras un primer enfrentamiento con los semi-salvajes bretones, negocian con éstos la cesión de unos terrenos en la zona pantanosa de Fens, en el golfo de Wash.  Aún niño, Val inicia su formación como guerrero, aprende el uso del arco y otras armas, y desarrolla su ingenio y valor adentrándose en los pantanos en compañía de un chico bretón.  Un día, la bruja Horrit le predice un gran dolor; pero también un futuro junto a caballeros de armaduras relucientes, castillos y brillantes ejércitos; batallas, junto a un gran rey y su reina; viajes por el mundo, donde se enfrentará al unicornio, al dragón y al grifo, y a hombres con piel negra o amarilla… Cuando regresa al fuerte, días después, encontrará que su madre ha muerto.  Un año más tarde parte en busca del futuro predicho, con el beneplácito de Aguar.

Tras aprender la lucha con cayados y conocer a Sir Lancelot,  a quien querrá parecerse, doma unos caballos y se fabrica su propia armadura con cuero, dispuesto a convertirse en caballero.  En el camino encuentra a Sir Gawain, miembro de la mesa redonda, con quien comparte comida, derrota a otro caballero ladrón y, gracias al joven, vencen juntos al monstruoso dragón que amenaza a un pueblo.  Al llegar a Camelot, Gawain propicia que el Rey Arturo se fije en él y lo conozca, y entra al servicio del caballero como su escudero.  Juntos participarán en una aventura donde serán raptados por el Conde Baldón y Sir Gawain resulta herido, siendo el ingenio de Val quien propicia la huida.  Arturo interrumpe el torneo y parte con sus caballeros a luchar contra el conde desleal.

Cuando Iléne, una hermosa joven llega a Camelot solicitando ayuda y reparación para la afrenta sufrida en el castillo de sus padres, capturados por un Ogro, en la fortaleza sólo queda un caballero: Gawain, convaleciente de sus heridas, pero dispuesto a atender la petición.  En el camino son asaltados por el Caballero Rojo, por lo que, abierta la herida de su mentor, deberá ser Val quien lo derrote.  Después deja a Gawain e Iléne con un ermitaño, y el Príncipe Valiente se encamina sólo al castillo del ogro.  El año acaba apenas iniciado este enfrentamiento.

Nota curiosa:  Para derrotar al ogro con sus propias armas, Val se fabrica una máscara con la piel de un ave.  Años más tarde, Jack Kirby se basaría en ese diseño para crear su personaje el Demonio Etrigan, para DC comics, en homenaje a Hal Foster.

La Viñeta: El Torneo de la Reina de Diamantes.

Son muchas las viñetas de 1937 que podría haber elegido para comentar: la llegada a Camelot (plancha 19), el regreso triunfal de Arturo sobre los hombres del Norte (p. 23, que contiene también un hermoso picado desde las murallas de Camelot)… pero entre todas, por su grandiosidad y composición magna, me quedo con la del Torneo que encabeza la p. 38, de 30 de Octubre, y se reproduce al comienzo del artículo.  Observadla bien (picad sobre ella, para ampliarla en pestaña aparte).

Su estructura está pensada para destacar Camelot, fortaleza magnífica, que resalta a primera vista, al fondo, en el centro de la viñeta; y utiliza las diagonales para definir los diferentes planos de profundidad, repletos de detalles, personas y movimiento.  Así, en un primer nivel, en su ángulo inferior derecho, encontramos el motivo principal que se nos narra: la llegada de Valiente y Gawain herido, tras su huida de la trampa de Baldon, presentándose a caballo ante el pabellón real, donde un rey Arturo majestuoso (observad su porte sereno) detiene el torneo y centra su atención en los recién llegados, ante la reacciones diversas de quienes le rodean, unas aún centradas en el torneo, otras -especialmente mujeres- comentando entre ellas la inesperada presencia; o los caballeros a pie de terreno, que se acercan preocupados para ayudar a su compañero.  Un segundo nivel viene definido por la propia esencia del torneo, el enfrentamiento de dos contendientes, frenando en seco el galope sus caballos ante la interrupción del paje o senescal que interpone una bandera ante ellos, mientras otro permanece atento a las órdenes del rey.  Una tercera línea de detalle, centrada casi en horizontal para divergir en profundidad, nos ofrece la multitud de personas que asisten a la justa, espectadores o participantes, a caballo, en pie, o sentadas en el suelo; en una ampliación superior (las guardas del volumen) pueden contarse hasta 100 figuras o cabezas en este plano, sin considerar animales; ninguna de las cuales resulta igual a otra ni permanece estática, todas en postura diferenciada y natural, atentas a cuanto sucede, entablando conversaciones, o intentando controlar esa montura que se ha encabritado de pronto.  Tras ellas, las tiendas y pabellones de los caballeros, con pendones coloridos ondeando al viento, y el bosque de árboles que precede a la fortaleza.  Hasta cinco o seis niveles de profundidad pueden encontrarse en sus murallas escalonadas, conteniendo cada una de ellas construcciones enormes en su interior, hasta alcanzar la estructura central de cúpula dorada, supuesta residencia de Arturo y la Mesa Redonda.  Y aún más allá, las nubes; también en movimiento, sugerido por sus formas y alguna línea cinética que las acompaña.

Todo es movimiento en esta composición magnífica, increíble de realizar hoy día -salvo excepciones- y posible sólo gracias a utilizar unas planchas enormes como base (la ilustración ocupa media página), que puede ayudar a concebir la ingente labor artesana de su autor.  Un movimiento, además, natural y en nada forzado, de gestos y posturas serenas y espontáneas, fruto del dominio increíble que poseía sobre la figura humana y el paisaje.  Naturalismos y detalle, en base a líneas y sombras de contrastes suaves, sin apenas manchas, muy trabajadas.

Así era Hal Foster, el maestro: pura poesía en imágenes (y si una simple viñeta da para tanto, imaginad cuánto se consigue disfrutar contemplando todo un volumen, o la totalidad de su obra).

¡¡Larga vida al Príncipe Valiente y su creador!!, allá en el cielo de los cómics, o donde hoy se encuentre.