La serie entra en el ecuador de la temporada con distinto rumbo. Por un lado, las desviaciones del original que, como ya comentamos, no son tales, sino variaciones sobre éste, que en ocasiones simplifica y aclara la complejidad de unas tramas demasiado intensas para el espectador (las actuaciones de Meñique, Sansa y Lysa Arryn, por ejemplo); o introduce hechos que no ocurren en las novelas (pero bien podrían haber sido: el asalto al torreón Craster, y el nuevo cruce a distancia entre Bran y Jon), o son sugeridos y tratados en momentos distintos y de forma algo más confusa (el apoyo del Banco de Hierro a Stannis). En cualquier caso, tales desviaciones terminan siendo reconducidas hacia los hechos de las novelas aunque por otro camino, y la historia retoma su cauce con el juicio a Tyrion, punto álgido sin duda, muy bien tratado por Brian Cogman en el sexto episodio.
Por partes: hay química en el tratamiento y relaciones entre Arya y El Perro, con recuerdo a las danzas de agua de Siryo Forel, y el retorno a la realidad que le ofrece el guerrero. Si el asalto a Fuerte Terror por los Hombres del Hierro para rescatar a Theon no parece convincente, sí lo es en cambio la descripción del proceso de su degradación a Hediondo, y el papel que le guarda Ramsay Nieve, poco tratado en las novelas. En el Nido de Águilas, resultan muy reveladoras las maquinaciones de ciertos personajes, y su participación en la muerte de Jon Arryn, que desencadena los hechos de la primera temporada, atribuida a los Lannister… Y en El Muro se cierra el interludio de Locke, enviado de los Bolton, se nos preludia la forma de una posible muerte de un personaje aún no conocida en los libros, y otra muestra de los poderes de cambiapieles de alguien que antepone su misión a deseos personales. Varios de estos hechos no han sido escritos por G.R.R. Martin (y, sin embargo, van bien), pero otros se extraen en cierta forma de libros posteriores, Festín de Cuervos y Danza de Dragones.
En Essos, Danaerys decide ejercer de reina de las ciudades capturadas (ahora unidas en su contra), antes que iniciar la conquista del Trono de Hierro, y entra en esa indefinición temporal que también recogen las novelas, frente a dragones que crecen y parecen escapar a su control. Sus acompañantes se diluyen tras los muros de Meereen (esperaba algo más protagonismo del nuevo Daario Naharis), mientras se introduce bien a Hizdahr zo Loraq. Y si resulta notable la recreación de la ciudad de la Arpía mediante VFX y CGI, la de Braavos es excelente; magnífica. La escena inicial del sexto episodio, una toma en picado sobre el barco de Stannis y Davos con traveling descendente que, cuando se eleva de nuevo, muestra la imagen espectacular del Titán bajo cuyas piernas pasa la nave, con los canales e islas al fondo, es extraordinaria y pocas veces vista en televisión. Como lo es la forma en que se representa la entrevista con los banqueros (grande Tycho Nestoris, representado por Mark Gatiss, Mycroft en Sherlock), el verdadero poder en la sombra, dominadores y en plano superior al rey, incómodo ante la situación; los argumentos, lucha inteligente de frases; el rechazo y la defensa encendida de Davos, muñon incluido. Excelente inclusion…
Me gusta también el papel otorgado a Oberyn Martell, la interpretación de Pedro Pascal, su observación taimada y alerta, rompedora de normas en la alta sociedad de Desembarco del Rey. Junto a él, un Twin Lannister (Charles Dance) que llena la pantalla cuando aparece; diluye a Jaime o Cersei, a todos menos a Varys (reveladora mirada y silencio) y, por supuesto, a Tyrion (Peter Dinklage), que en el segundo tramo del episodio demuestra su grandeza como actor frente al tamaño. Su interpretación durante el juicio, un rostro que muestra todos los registros posibles de sentimientos, resignación, tranquilidad, sorpresa, desilusión, rabia, odio, frustración, es extraordinaria; uno de los momentos más importantes de la temporada, sin lugar a dudas, también por su relevancia y el bien hacer de la adaptación y dirección de rodaje.
No os lo perdáis.