No voy a extenderme demasiado: el título de la entrada lo adelanta todo, y no se refiere al dibujo de la portada, que resulta aceptable (no en vano Bêlit conserva cierto parecido con la que diseñó Buscema en su día), sino al desarrollo de los personajes que realiza Brian Wood, guionista aclamado por Northlanders, pero que aporta muy poco, o nada, al personaje creado por R.E. Howard.
El volumen de Planeta (de edición magnífica como los anteriores, excepto por ese fallo repetido en los créditos de portada, que no indica los dibujantes reales) es prescindible (como el previo), y sólo aconsejo su adquisición a los fans muy frikis de cimmerio, que compramos todo cuanto se publica. Recoge dos arcos argumen-tales de tres números cada uno, como es habitual en las historias de Wood:
La mujer del Muro (o las Almenas), en la que el guionista idea una nueva historia sobre el pasado de Bêlit y sus padres, y donde hace adoptar a la mujer pirata un comportamiento absurdo e incompatible con el del personaje ideado por Howard, abandonando el Tigresa y a Conan, de quien está perdidamente enamorada, por un regreso a su familia en el desierto profundo de Shem (si fuera por un tesoro, sería admisible…); y que resulta más incomprensible aún cuando en números anteriores (también prescindibles) ella acompaña al bárbaro a Cimmeria, y conoce a su madre… Si algo puede salvarse de estos números, aparte de sus portadas, es el dibujo de Mirko Colak, correcto y cercano a unos cánones de realismo a los que estamos acostumbrados para el personaje, no los que últimamente ofrece Dark Horse, rallando lo experimental, «underground», o casi infantil…
El segundo arco, encontramos a la pareja en Ophir, antes de su regreso a los mares, en un antro de placer, abandonados a la lujuria y las drogas. Y es bajo los efectos del loto amarillo donde Conan vive un sueño de su vida junto a Bêlit, náufragos en una isla perdida, ellos solos y sin más compañía que dos hijos, hasta su muerte, ya viejo. Los dibujos son de Davide Gianfelice, poco atractivos.
Como digo, un volumen absolutamente prescindible, que nada aporta a la historia de Conan, y menos a la de Bêlit, pues todo él como gran parte del anterior, transcurre en tierra, lejos del mar. Un volumen que, además, traiciona de nuevo el espíritu original de Dark Horse para la serie, donde sólo se basarían en historias, fragmentos, o poemas originales de Howard para componer la nueva historia del cimmerio en cómics. Puede que analizando las historias fuera de contexto, con otros personajes, no sean malas; pero no son de Conan.
Menos mal que el siguiente volumen enlaza ya con «La Canción de Bêlit«, donde se adapta la segunda parte de la historia original, y pondrá fin a esta poco afortunada adaptación de la vida del cimmerio junto a la pirata shemita, y que, para inventar algo nuevo, no contiene ni asomo de aquella pasión, aventura y épica que -con sus defectos- concibieron en su día unos Roy Thomas y John Buscema geniales.
Como digo en el título, el Conan de Brian Wood no es mi Conan, ni lo es su Bêlit (ni se acercan a los de Howard, por supuesto).
En el próximo volumen, «La Canción de Bêlit»
El problema es que esa visión del personaje no resulta creíble de ningún modo con lo establecido por Robert E. Howard., quien describió al bárbaro como un torrente vitalidad, casi como una fuerza de la naturaleza.
Conan conoce a Belit entre los 20 y los 25 años, y Wood ya nos lo presenta como alguien cansado y harto de sus vagabundeos, como deseando dejarlo todo. Eso no casa de ninguna de las maneras con el Conan que en Más allá del Río Negro (doce o quince años después de la muerte de Belit) nos dice: «Jamás he plantado trigo y nunca lo haré mientras en el mundo se puedan conseguir otras cosechas». El bárbaro de Howard mira la vida de frente y no retrocede ante trabajos y peligros, y es consciente de que es inútil preguntarse «¿qué hubiera pasado sí…?». De lo contrario, ¿por qué no comprar una granja con el producto de sus últimos saqueos y llevar una vida plácida y tranquila?.
También está desvirtuado el personaje de la pirata shemita. Howard nos la describe como una fiera salvaje y despiada, puede que más que Conan. Y Roy Thomas lo insinuó en su saga, aunque sin hacerlo demasiado explícito (eran otros tiempos, hay que entenderlo). Ahora hubiera sido el momento de andar por ese camino, pero se ha desaprovechado la oportunidad y tan solo se ha recreado un romance más o menos tópico.
En fin una pena.
Totalmente de acuerdo, Antonio. Y confieso que tras el primer volumen, donde Brian Wood presenta una Bêlit decidida y despiadada en el saqueo a Messantia, sin despreciar la violencia expresa en las imágenes, en cierto modo lógica en un ataque pirata a una ciudad; y tras las palabras enigmáticas de N’Yaga, o ese final digno de Howard en el que ella le dice «¿Dudabas de mi, Conan…? ¿Cuándo aprenderás?», pensé que el resto de historias serían similares, una mezcla de amor y pillaje, saqueo y pasión desenfrenados, con algún aspecto romántico intercalado… Nada de piratas o Amra; sin definir esos caracteres del brujo o N’Gora que tanto parecían prometer al inicio…
Pero después se perdió en asuntos familiares, embarazos, hijos, y en tierra firme (parece que el mar no le atrae… ¡no sabe lo que se pierde!).
No sé si el cambio es suyo, o lo frenaron (censuraron). El caso es que sí salvo el primer volumen, incluso el dibujo (al menos suponía un cambio, un punto de frescura). Pero los siguientes… para olvidar.
Una pena, como dices.