Esta sugerente portada en tonos rojos de Alejandro Colucci, uno de los reclamosmás atractivos de la serie -y buena parte de la producción última de Alamut (¡que gran acierto su elección!)-, que muestra a Aurungzeb, Gran Sultán de Ostrabar, sirve para introducirnos en «El Segundo Imperio«, penúltimo volumen de Las Monarquías de Dios, de Paul Kearney, una de las más entretenidas historias de Fantasía épica que he leído últimamente. Un título bien elegido, sin duda, que sirve tanto para referirse a ese imperio en crecimiento que construyen los merduk una vez conseguida la unificación de tribus dispersas que mantenían, y cuyo punto de vista adquiere protagonismo en este volumen, como para advertirnos sobre ese segundo poder a las sombras del dweomer que representa Aruan desde el lejano continente occidental, con planes para regresar e implantarse en Normannia, algo que comienza a realizar gracias a su poder de translocación.
Corfe Cear-Inaf continúa ejerciendo la mayor parte del protagonismo del volumen, en su excelente campaña de hostigamiento al ejército invasor de Torunna, utilizando tácticas de guerrilla y su poco regular cuerpo de élite de caballería felimbri. Pero los merduk también aprenden, y sus tropas, muy superiores en número y armamento, dominan el norte y preparan el asalto final de la capital. Asentado en la plaza conquistada de Ormann, Aurungzeb impulsa a sus generales mientras Ahara, su concubina más reciente -que antes se llamó Heria– alcanza protagonismo gracias al heredero que va a proporcionarle, y un Albrec cautivo predica (¿en vano?) la verdad de su dios único para dos pueblos enfrentados y en guerra.
Mientras, en el otro extremo de Nomannia, el rey Abeleyn se recupera a tiempo de frustrar un nuevo intento de sedición y los codiciosos planes de Jemilla, gracias a los poderes que ha adquirido Golophin, quizás un regalo envenenado. Y Ricardo Hawkwood regresa al fin de su viaje al nuevo continente, junto a Murad y Bardolin, severamente cambiados en mente y forma.
Entretenido, ligero en tamaño y estilo, y de lectura tan ágil como en volúmenes anteriores, El Segundo Imperio avanza con tino en el desarrollo de Las Monarquías de Dios, una fantasía histórica inventada que Kearney cuenta con gran realismo, entremezclando retazos de la nuestra y pinceladas de fantásticas; una serie recomendable que se acerca a su final. Los peones están dispuestos. La batalla final se acerca, y el último volumen de la serie, Naves del Oeste, aguarda, como un presagio de magia que llegará desde un mundo lejanodominado por el dweomer, dispuesto a arrasar los cimientos del imperio ramusiano.
Un dato curioso para finalizar: Las Monarquías de Dios se publica completa en España gracias al esfuerzo e iniciativa de su editor, que acuñó a la fórmula de suscripción a sus tres últimos tomos como única forma de hacerlo, y la rápida respuesta del grupo de aficionados que nos acogimos a ella. Luis G. Prado agradece y reconoce el gesto, el esfuerzo colectivo realizado, publicando en éste y el siguiente volumen el nombre de los 174 que aceptamos su propuesta. Es bonito sentirse parte de algo, que además te gusta y merece la pena.
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