LA GRACIA DE LOS REYES. «La Dinastía del Diente de León» #1, de KEN LIU.

Ficha La Gracia de los Reyes

Tenía curiosidad por esta novela de Fantasía que tanta expectación despertaba entre los aficionados.  Ken Liu, escritor chino emigrado a Estados Unidos con 11 años, ganador de todos los premios importantes del género (World Fantasy, Nebula y Hugo) con sus relatos cortos (alguno de los cuales conozco y me habían gustado), y el Locus por esta primera novela, me intrigaba y atraía.  Y no me ha defraudado: La Gracia de los Reyes, representa todo un soplo de frescura en el panorama cambiante de la Fantasía Épica actual.

Lejos de aquellos juegos de intrigas de G.R.R. Martin, o la suciedad oscura de Joe Abercrombie, diferente a los mundos complejos del Cosmere de Brandon Sanderson y el sugerente suspense de Patrick Rothfuss, Ken Liu nos ofrece al mismo tiempo un mundo tan natural y cercano al nuestro como diferente y alejado de éste, recreando una sociedad medieval de cultura oriental, principalmente la China de las grandes dinastías que le era tan cercana en su niñez gracias a los relatos (pingshu) oídos a su abuela.

Dara_MapaCon la base del ciclo dinástico de la narrativa china, Liu construye la historia de Dara, un archipiélago antes conformado por diversos reinos Tiro, y desde un tiempo atrás unificados bajo el poderío militar de uno de ellos, Xana, cuyo rey se ha erigido emperador y ahora gobierna al resto como un estado centralizado (el mapa incluido como guardas delanteras y traseras del libro, aunque de extraña orientación, es un gran acierto como guía, que facilita su consulta, y debería ser imitado por otras ediciones de obras con mundos distintos).  Pero el precio de mantener un imperio es la corrupción de sus dignatarios o funcionarios, y la opresión, pobreza, y trabajos forzados para el pueblo. La rebelión es solo cuestión de tiempo.

En ese entorno, conocemos las historias de diversos personajes, construidos con la sencillez (que no simpleza) de su vida diaria, y aceptados con la naturalidad más absoluta por el lector.  Ese es uno de los puntos fuertes de Ken Liu: la fuerza de unos personalidades humanas y creíbles en un entorno muy distinto al nuestro, una tradición muy diferente a la que conocemos, basada hasta ahora en la cultura europea antigua; unas motivaciones y relaciones humanas básicas que, siendo otras, no dejan de ser las mismas de siempre y calan fácilmente.  La chispa que detona y da inicio a la rebelión frente al imperio no puede ser más simple, más humana o casual que una broma, una ocurrencia graciosa (¿inducida por los dioses…? volveremos sobre ello), pero tan válida y efectiva como la vida misma.  Y es así en toda la obra: un cúmulo de circunstancias que desencadenan otras con una naturalidad desbordante.

Cubierta de la edición japonesa de libro por Toshiaki Takayama

Cubierta de la edición japonesa de libro por Toshiaki Takayama

De entre un gran plantel de personajes (cuyos nombres abruman al principio, por diferentes, y obligan a recurrir a un muy oportuno glosario) desta-can dos: Kuni Garu, de personalidad abierta, des-carada y atractiva, bribón de tabernas pendenciero y con don de gentes, alegre y holgazán para trabajos estables, que termina siendo guardia de prisioneros para el poder dominante y, por fin, llevado por las circuns-tancias, bandolero en las montañas.  Su emblema es el Diente de León, una flor pequeña, nada importante, que se eleva en el viento y expande a todas partes. El otro es Mata Zyndu, su antítesis: de familia noble y antigua caída en des-gracia con la llegada del imperio, educado por su tío en la tradición de valores y reglas de honor y responsabilidad, un gran guerrero, un portento físico en tamaño y cuerpo y gran estratega en la batalla, que esgrime con orgullo y efectividad a Na-aroénna, la gran espada de la familia; su emblema, el Crisantemo, flor ornamental originaria de China, símbolo de nobleza y sabiduría (nótese la diferencia entre la cultura oriental y otros pueblos, ya sean europeos, africanos o amerindios, que usan un animal como tótem).  Ambos, con personalidad muy diferente y distante entre sí, irán confluyendo despacio hasta unirse como hermanos en la comunión de objetivos: la lucha contra el opresor, y el bienestar del pueblo.  También, como en toda buena epopeya, terminarán enfrentados por enfoques y decisiones, víctimas de sus propias inseguridades y defectos, tan humanos (1).  Pero en esta historia del Crisantemo y el Diente de

León no sólo destacan ellos, sino un gran conjunto de personajes secundarios, casi todos los que aparecen en el glosario; algunos de corto trayecto, otros presentes en toda la obra, su definición se construye también desde la naturalidad, y gozan de historias propias o subtramas, que ejercen una fuerte influencia en los protagonistas y determinan los hechos y acciones: Cogo Yelu, Luan Zya, los hermanos Miro; todo elenco de militares de prestigio en ambos bandos…

Jia Matiza por Jessica Liu

Jia Matiza por Jessica Liu

También mujeres, aunque en menor cuantía.  No olvidemos que la tradición china fue de orden matriarcal, y aunque éstas no ejercían el poder directo, sí contaban con una fuerte influencia en sus dirigentes, y queda reflejado en la obra con historias y personalidad propias, como los casos de Jia Matiza o la Princesa Kikomi, sin olvidar el poder decisorio de Soto o el muy especial de Risana; y aunque alguno haya deseado disponer de una guerrera como Mulan, no debe olvidar que ya la tiene en Gin Mazoti, no tan noble o directa en combate como aquella, pero elevada a las más altas cotas de la estrategia y decisión militar.

 

Junto a unos personajes humanos (muy humanos), Liu imagina un panteón de siete dioses, patrones de los distintos reinos, humanizados también, pues no son sino representaciones antropomórficas de poderes naturales.  Dioses que no son chinos, y más recuerdan al panteón Olímpico de los griegos antiguos, aunque no se sitúan en lo alto de un monte, ni interactúan personalmente (bueno, alguno sí que lo hace, al parecer a escondidas de otros, incitando a realizar acciones, incluso el asesinato); casi siempre opinan entre ellosy toman partido por uno u otro bando, y «sugieren» más que obran.  Su presencia es casi testimonial, más una representación imaginaria de los cambios o decisiones que adoptan los hombres.

Lo que sí es chino es el concepto de Gracia que aparece en el título, referida a reyes o emperadores.  Pero también occidental, como fórmula de gobierno «por derecho divino», no propio (en nuestro país disponemos de numerosas muestras de este don para la monarquía absolutista, desde la Edad Media hasta Franco (incluso la RAE recoge hoy el término Por la Gracia de Dios como fórmula que acompaña al título de rey).  También los antiguos emperadores chinos acuñaron el término 奉天承運, «por la gracia de Dios», o «del Paraíso».  Y se usa en la novela:

«La gracia de los reyes no es igual que los valores morales que gobiernan a los individuos».  Luan Zya, para justificar a Kuni la traición de un rey.

Visión de Francesca Myman

Visión de Francesca Myman

Con todo, y aparte de una mitología light, la pregunta clave sería ¿hay elementos fantásticos y magia en la novela?  La respuesta es no. O sí, pero aparte de algún animal imaginario, elementos no mágicos. Liu utiliza en cambio una suerte de ciencia ficción especulativa, lo que sería un posible steampunk medieval: la anticipación imaginaria a ciertos elementos futuristas para la época, siempre teñidos de ese componente orientalizante que caracteriza la novela: grandes cometas de seda utilizadas como armas voladoras individuales, globos aerostáticos -más bien zeppelines- confeccionados a base de bolsas de seda con gas y alas de plumas, que surcan los cielos a remos; mangueras de chorros a presión para desgastar la roca, vapor de agua para mover objetos complejos… un componente imaginativo, una apuesta por el progreso, que marca y decide la contienda. Un nuevo estilo que el propio autor ha definido como silkpunk (de seda), en contraposición al grimdark oscuro y sucio ahora en boga (aunque también aquí exista la traición o la crueldad, no se recrea en ella; como no lo hace en la descripción de batallas y sangre, por las que a veces pasa de puntillas, sin detenerse).

La Gracia de los Reyes es una epopeya de tiempos cambiantes. Narra el ocaso de un imperio y el nacimiento de otro, surgido de sus cenizas, desde la perspectiva humana del hombre sencillo, el pueblo llano, al tiempo que la nobleza más elevada o los funcionarios corruptos, en una recreación imaginaria y fantástica del gran imperio chino antiguo de las dinastías; la tradición oriental, imbuida del más puro espíritu épico de las gestas occidental, algo nuevo y diferente al tiempo que cercano, que sorprenderá a más de uno por la forma en que se cuenta.

diente-de-leonPorque lo más llamativo de Ken Liu es el estilo que usa: conciso y breve, sencillo, sin extensiones o grandilocuencias innecesarias. Maestro del relato corto, donde tales características son necesa-rias, en esta su primera novela utiliza iguales términos, de forma que cada capítulo constituye casi un relato corto, autoconclusivo, de acción cerrada.  Una fórmula que tiene dos componentes contrarios: de un lado, hace que la novela, de más de 600 páginas, resulta ligera y su lectura no pesa; de otro, subyace la sensación de que el autor hace trampas (aunque sea con elegancia), que no existe planificación previa y todo se construye sobre la marcha, ya sean por los saltos en el tiempo (lógicos tal vez, en esta especie de epopeya de vivencias), o esos cambios de criterio, sensaciones y pensamientos que desarrollan los personajes (y en la novela hay muchos, demasiados quizás, planteados y resueltos cada uno de ellos en un mismo capítulo), lo que genera la sensación de que abundan las soluciones «deus ex machina». Supongo que se trata de algo que mejorará con el tiempo, fruto de la madurez y evolución natural del autor.  Pero hoy me ha parecido un defecto; el único que le encuentro.

La novela (que aunque trilogía, es autoconclusiva y se lee de forma independiente The Wall of Storma su continuación, ambientada años más tarde) supone un soplo de frescura y originalidad en el panorama fantástico actual, plagado de copias de estilos y entornos premiados, autores que repiten sin descanso ni compasión fórmulas previas, y otros que alargan en exceso (eternamente) su éxito.  Y el cambio se agradece, en la esperanza de que incluso vaya a mejor.

No tardaremos en comprobarlo: en la página del autor se anuncia para octubre la segunda parte de la trilogía, El Muro de las Tormentas (2), que incluso se encuentra en pre-venta en Amazon, y aparecerá en castellano en 2017.

Mientras tanto, mi recomendación es que os hagáis con esta primera parte y la disfrutéis. Quedaréis satisfechos.

NOTAS:

(1) – No he podido sustraerme a la comparación de ambos personajes con Conan, emblema por excelencia de la fantasía épica (me pasó durante la lectura, y he querido recordarlo ahora); y en parte con cualquiera de los héroes de gesta tradicionales, que aúnan características que ambos poseen: poderío físico que impresiona y nobleza de espíritu, al tiempo que truhán o bribón tabernario, pendenciero y vividor, no exento de un código de honor y valores propios elevados.


(2) Sinopsis de La Dinastía del Diente de León, volumen 2:

Kuni Garu, conocido ahora como Emperador Ragin, rige el archipiélago de Dara, esforzado en mantener el progreso al tiempo que su visión de mejorar las necesidades del pueblo. Pero una fuerza invasora inesperada procedente del imperio Lyucu, en el lejano oeste, alcanza las costas de Dara y genera el caos. El emperador no puede enfrentar en persona la amenaza, dirigida contra sí mismo y un imperio en construcción, por lo que se ve obligado a enviar a las únicas personas que gozan de su confianza, en la esperanza de que su inteligencia y astucia consigan librar a Dara de unos invasores invencibles: sus propios hijos, ya crecidos, listos para dejar su huella en la historia.