«Cada 100 años nacerá una bruja». Robert E. Howard
Descubrámonos, señores, porque nos encon-tramos ante la adaptación de uno de los mejores relatos (si no el mejor) de Conan que escribió Robert E. Howard (1). En él, la magia narrativa del tejano se acrecienta mediante el uso de distintos puntos de vista –POV’s– (ya veis, no fue G.R.R.Martin quien inventó esta técnica) para construir una gran historia épica con tintes fantásticos, donde el cimmerio no es el único protagonista (aunque se erija en el principal, por méritos propios), y en la que se exponen sus verdaderas cualidades más allá de ese portento físico de la naturaleza que es, además de pendenciero, bebedor o mujeriego: lealtad, fidelidad, firmeza de convicciones, inteligencia, astucia, liderazgo, dotes para el mando y la estrategia, tanto política como militar. Una figura humana muy alejada del bruto salvaje hipertrofiado y sin mente que nos ha transmitido el cine. ¡Qué magnífica historia para una película se ha perdido, debido a las veleidades protagonistas de unos productores y guionistas inútiles y poco comprometidos con el autor y su personaje!
Su adaptación al cómic, en cambio, es buena; aunque para disfrutarla con la intensidad que merece haya que despojarse antes de prejuicios y esquemas preestablecidos: un buen cómic no es sólo dibujo, sea del estilo que cada uno prefiera (y sabéis que soy un enamorado del realismo para este tipo de historias), sino la forma en que se narra, las sensaciones que nos transmite.
En este sentido, Van Lente cumple bien con su labor al guión, pues respeta y es fiel al escrito original de Howard, tanto como el aclamado (también por mí, en su día) Roy Thomas (sé lo que digo, pues cada vez que me enfrento a una adaptación releo y disfruto al tiempo el texto original y su primera versión en cómic); incluso más que éste, pues no reescribe la historia, como él hizo, para otorgar a Conan el prota-gonismo absoluto de la acción (en detrimento de Valerius −algo que después repite con Zelata, en La Hora del Dragón−); aunque no quede exento de fallo (para mí lo es el no respetar la separación de la historia original en capítulos que dispone REH −y Thomas mantuvo−, con lo que la narración pierde algo de fuerza).
Es en el aspecto gráfico (todas la imágenes que se acompañan son ampliables, al picar sobre ellas) donde hay que liberarse de prejuicios. Vuelvo a reconocer que no considero el dibujo de Brian Ching −demasiado caricaturesco en rostros y figuras de planos alejados− el más indicado para las historias del cimmerio; más cuando el canon Frazetta, seguido por el gran John Buscema de su época dorada, junto una lista interminable de grandes entintadores, ha marcado estilo entre los seguidores, que lo preferimos (también la última época de Barry W. Smith, a quien podría asimilarse en sus principios). Pero superado ese trauma inicial, y más allá de las inevitables comparaciones de tal o cual escena o cuerpo rotundo y turgente, el resto se deja ver, llegando a ser bastante efectivo en ocasiones; sobre todo, el ajuste al más mínimo detalle del original, algo que demuestra un respeto que se agradece (ropa blanca y turbante verde en Olgerd; gemelas morenas en lugar de rubias despam-panantes; la armadura negra de Conan bajo su túnica blanca de zuagir...); además de un diseño ágil de páginas y grandes viñetas que ayuda al desa-rrollo de la narración (los tiempos cambian, y en el formato actual se dispone de mucho más espacio para contar la historia).
Recogida en los USA en un tomo de 152 páginas, cuya portada reproduce la famosa escena de la crucifixión (espero que Planeta cómics la respete en su día, pues plasma la escena más significativa de todo el relato), la historia fue presentada en seis cuadernos (números 20 al 25) que constituyen el plato fuerte y cierran la serie Conan the Avenger, con cinco portadas aceptables aunque algo suaves de Paul Renard, y una sexta impactante de Simon Bisley. Un tomo bastante recomendable para el aficionado, pues −insisto− contiene una de las más extraordinarias aventuras de nuestro bárbaro favorito. Yo la he vuelto a disfrutar.
Tanto que, aunque aquí podría acabar esta crónica, os la cuento con todo lujo de detalle más abajo, pues así me lo pide el cuerpo. Con la advertencia de que contiene numerosos spoilers sobre la misma, tanto en palabras como imagen. Pero como la historia es suficientemente conocida, no será un problema para el aficionado; y al neófito, conocerla no le impedirá disfrutar de su lectura posterior, ya sea en este tomo o su relato original, pues merece bastante la pena (si no lo has leído, ya tardas en subsanar ese error). Y en todo caso, con no continuar…
Advertidos quedáis.
Según la cronología de Dale Rippke, Conan tiene ahora 26 años cumplidos.
Conan el Vengador #20.
Este primer cuaderno se centra en la historia de Salomé y Taramis, la usurpación del trono de Khauran y la entrada en la ciudad de los soldados de Contantius, el Halcón, voivoda khotio de las Compañías Libres; un Constantius de finos bigotes, pero sin los cabellos largos que describe el relato, aunque sí con esa belleza aquilina implacable que le confiere el autor. Las gemelas no son esas bellezas rubias impresionantes que nos trasladaba el cómic anterior, pero la imagen de Salomé, en su estilo, resulta bastante expresiva. Sin embargo, no hay ninguna fuerza en el Conan que dibuja Ching, que no consigue representar ese líder carismático y con autoridad sobre los soldados de la ciudad, que provoca el levantamiento, y que tan bien reflejó Buscema con entintado magnífico de La Tribu(2). La parte final, narrada por un Valerius herido (cuya imagen no es tampoco la de ese joven que admira a Conan, sino la de un veterano curtido) pierde fuerza, al no aprovechar el recurso de REH del corte narrativo, y presentarla como continuidad del propio levantamiento. Un primer cuaderno de perfil bajo.
Conan el Vengador #21.
Dedicado en exclusiva a la famosa escena de la crucifixión de Conan. En este caso, la cruz es un aspa montada sobre un mástil, de difícil realismo. Lo notable de este cuaderno es que el dibujo de Andy Owen resulta mucho más realista que el de Brian Ching, lo que ayuda en la representación del contenido, pues Van Lente, al disponer en este formato de páginas suficientes, se centra y recrea la agonía, suplicio y alucinaciones del cimmerio en la cruz, hasta el famoso bocado al buitre que le acecha; justo cuando enlaza con la llegada de Olgerd Vladislav y sus hombres, que lo liberan, no sin su punto de crueldad. Y un Conan debilitado sigue a la banda hacia el desierto. Un acierto; tal vez la mejor parte de la adaptación
Conan el Vengador #22.
Han transcurrido 7 meses. Van Lente también utiliza el recurso de REH de la carta enviada por el sabio Astreas a su colega filósofo Alcemides en Nemedia para narrar la depravación y maldad que se han cernido sobre Khauran en este tiempo; el cambio experimentado por la gentil y virtuosa reina Taramis, amada por su pueblo hasta entonces, y ahora temida como el demonio que parece habitar su cuerpo, como piensa Valerius, líder de la sedición interna, y ahora desaparecido, mientras Salomé ha convocado otro demonio real que habita en una torre del templo, donde realiza sacrificios humanos; los saqueos y ajusticiamientos de los soldados shemitas a las órdenes de Constatius, ahora convertido en regente, hacen que miles de khauranis huyan de la ciudad, mientras se suceden rumores sobre Conan, que podría haber escapado del castigo del Halcón, y convertido en el lugarteniente del líder zaporosko de los zuagirs, cuya horda ha crecido considerablemente, y podrían atacar Khauran.
Sólo que si el recurso de la carta es válido en la novela, en un cómic deja mucho por contar (salvo en manos de Roy Thomas) y Van Lente decide intercalar escenas en las que un grupo de zuagirs interceptan la misiva y ésta cae en poder de Conan, quien no sólo conoce las noticias, sino que comienza a fomentar la unión de los khauranis dispersos por el desierto, para conseguir un ejército oculto a sus órdenes que reconquiste su ciudad. Un recurso no descrito en el texto original pero que resulta válido, por cuanto el hecho se explica después en el desarrollo de los acontecimientos. Aquí Brian Ching sí nos ofrece, al final, la imagen de un Conan calculador que trabaja encubierto, bastante apropiada para el momento.
Conan el Vengador #23.
Desarrolla la actividad de Conan como lugarteniente de Olgerd Vladislav, aunque en realidad ya convertido en verdadero líder de los zuagirs, cuyo número ha creci-do considerablemente desde su llegada debido a sus éxitos. Tras diversos ataques a pequeñas ciudades o campamentos turanios y caravanas, que no se detallan en el relato original, pero que en el cómic son descritas con acciones fuertes y descar-nadas, cuando conoce que Olgerd, perdido en planes personales sin altura de miras, no piensa cumplir su promesa de liberar Khauran, Conan lo desafía y derrota; y tras expulsarlo del campa-mento, queda como único líder real de los zuagirs, a los que conducirá a una época dorada de suculentos botines y saqueos; pero antes, hacia la conquista y liberación de Khauran.
Conan el Vengador #24.
Conan y sus zuagirs ponen sitio a Khauran. En los meses transcurridos, Salomé no ha dejado de torturar y atormentar a su hermana Taramis, cautiva en una mazmorra. Ahora, le entrega la cabeza de su consejero Kallantrides, regresado de Turán, quien pretendía levantar al pueblo afirmando que Conan tenía razón y un demonio ocupaba el lugar de su reina. Pero Valerius, que en secreto fomenta la sedición entre los khauranis, confirma sus sospechas sobre la usurpadora. El asedio de los zuagirs, con catapultas y máquinas de guerra que nadie se explica de dónde han obtenido, obliga a las tropas shemitas a salir de la ciudad y combatir en campo abierto, y ese será el momento apropiado para iniciar la rebelión interior.
En la batalla que sigue, Conan demuestra su inteligencia y dotes para la estrategia (lejos de esa imagen de bruto ceporro y de mente estrecha de Swarzenegger) mediante el uso de falsas máquinas de guerra que fuerzan el combate fuera de la ciudad, y en un ataque de hábiles maniobras –bien descrito por Brian Cning en una secuencia continua de 4 planchas dobles -8 páginas- con las que compone una descripción ágil de la batalla– derrota a los shemitas con la irrupción por sorpresa de 3000 hiborios a caballo (los propios khauranis exiliados, unidos bajo su mando), y tras la muerte a sus manos de Khumbanigash, su gran guerrero, las tropas del Halcón son masacradas.
Conan el Vengador #25.
Salomé se sabe perdida tras la derrota de Constantius ante los zuagirs de Conan, por lo que decide entregar a Taramis al demonio Thaug que mantiene en el templo. Pero Valerius y sus seguidores intervienen y se inicia un juego de rescates y enfrentamientos con la bruja, sus acólitos y un ser diabólico, hasta que el joven khaurani atraviesa a la bruja con su espada, justo en la media luna roja que luce entre sus pechos. En esta adaptación, Van Lente respeta lo descrito por REH en el relato original y es Valerius, y no Conan (como decidió Roy Thomas en su día, para dar mayor protagonismo al cimmerio) quien acaba con la bruja. Aunque ésta, sangrante y maltrecha antes de morir, convoca a Thaug, que siembra el terror a las puertas del templo (3).
Hasta que −ahora sí− Conan entra en la ciudad a caballo con los khauranis exiliados y algunos zuagirs, y acaban con el monstruo bajo una lluvia de saetas. Taramis, agradecida, le ofrece de nuevo el puesto de capitán de su guardia y canciller, pero el cimmerio rechaza el ofrecimiento y propone a Valerius en su lugar. Es el líder de los zuagirs, y está dispuesto a conducirlos a una gloriosa etapa de saqueos de caravanas y puestos fronterizos turanios. La corte no es para él.
Y ¿qué ha sido de Constantius?
En uno de los mejores finales de justicia poética narrados por Howard, siete meses después, una nueva cruz en el desierto al amanecer (también sobre mástil) acoge rodeada de buitres al único superviviente (por un tiempo) de las Compañías Líbres.
«Estarás muerto antes del anochecer… -dice Conan-. Por eso te dejo, Halcón, en compañía de otras aves del desierto»
Y se aleja al trote, seguido por una larga columna de jinetes de túnica blanca…
Atractivo, ¿verdad? ¿a que entran ganas de disfrutarlo?
NOTAS:
(1) – Escrito en 1934, y publicado en la revista Weird Tales en diciembre del mismo año
(2) – Un compendio de buenos autores, en el que sobresalen los estilos de Neal Adams y Tony De Zúñiga. Uno de los mejores entintados del dibujo de Buscema que, aunque oculta un tanto su propio estilo, embellece las figuras con rotundidad y una fuerza extraordinaria.
(3) – Un Thaug bastante diferente del que describe Howard en el relato, aunque lo hace de forma poco concreta). La interpretación de Simón Bisley en la portada puede ser algo más válida (incluso más que la de Buscema -arriba-). Pero quien, a mi entender, mejor ha sabido interpretar el horror que indica Howard es Gary Gianni, en la ilustración que aparece en Conan de Cimmeria, Vol.2 (1934), de Wandering Star, publicado en España por Timún Mas (Seyla Editores) en 2005 («…se avalanzó sobre él dando descomunales saltos de rana.»):