EL PIRATA NEGRO, de Arnaldo Visconti. Aventura para el verano.

Ficha  El Pirata Negro

Nombrar El Pirata Negro consigue que en nuestra memoria despierten recuerdos vívidos de incansables aventuras en mares lejanos, Caribe o Antillas de aguas azules; abordajes, persecuciones navales, batallas entre embarcaciones desarboladas, olor a pólvora, y el sonido metálico de sables o espadones entrechocados y cruzando fintas; pillaje y saqueo en poblaciones costeras que arden, ron antillano, crueldad y honor entrelazados, sin faltar El Corsario Negro Salgarimujeres bellas en peligro, o peligrosas como ellas mismas. Todo ello desde que Emilio Salgari escribiese en 1898 (antes que Sandokán, su mayor éxito), Il Corsaro Nero, la historia de un noble italiano que deviene en filibustero movido por la venganza sobre el asesino de sus hermanos. O en 1926, cuando Douglas Fairbanks da vida a The Black Pirate, de Albert Par-ker, la primera película del gé-nero, con una historia de cor-te similar, que dio inicio a un sin fin más de aventuras de entorno y nombre similar, Capitán Blood (1935), El Cisne Negro (1942), o El Temible Burlón (1952), por citar sólo algunos ejemplos más carismáticos y de grato recuerdo personal.

Pero en España fue Carlos LezamaEl Pirata El_pirata_negro-FairbanksNegro quien enarboló como ninguno el pabellón de la aventura allende los mares, en un entorno que necesariamente debía sentirse cercano, por cuanto formaba parte de la gran -y ya decadente- corona española de los Austrias.  En 1943, en la España de la post-guerra y el estraperlo, la represión y el espionaje, Pedro Víctor Debrigode Dugi (un hombre culto al que la guerra impidió terminar sus estudios de derecho), comenzó a escribir desde la cárcel novelas detectivescas y de espías (él mismo había sido acusado de serlo).  Lo hizo bajo seudónimos, el más conocido de los cuales, Peter Debry, es ya un clásico, pionero de la novela negra española; pero también escribió obras del oeste, aventuras, incluso justicieros enmascarados bajo influencia de La Sombra y Doc Savage, cuyas traducciones impactaban en un país necesitado de evasión y justicia. Eso sí, siempre, bajo nombre imaginario, de corte extranjero: P.V.Debrigaw, Arnold Briggs, Geo Marvik, Peter Briggs, V.Debrigaw, o Vic Peterson.  Pero no sería hasta El Pirata Negro Joan Mundet1946 cuando, ya en libertad, se publicó la primera novela de El Pirata Negro, ahora bajo seudónimo de Arnaldo Visconti, su otro gran alter-ego, que le elevó a las cumbres del éxito popular como escritor de aventuras.

Con una producción que supera el millar de títulos, Debrigode y sus seudónimos fue uno de los más significativos autores de la novela popular española de los años 40 y 50.  Su facilidad para crear historias (85 novelas completas de El Pirata Negro en tres años¹ ), varias a un tiempo, y de distintos personajes y géneros, no impedía que estuviesen dotadas de calidad literaria, datos y situaciones creíbles más que suficientes como para impactar en un público de cientos de miles de lectores que recreaban sus ensoñaciones en paisajes lejanos y aventuras sin límites.  Por eso, la edición de Darkland Editorial representa todo un acierto, que recupera para el público de hoy uno de los más prestigiosos y aclamados personajes del siglo pasado, y reivindica a un autor que hoy, salvo en el mundillo del aficionado al pulp y el bolsilibro de antaño, resulta prácticamente desconocido.  Y es de justicia reivindicarlo.

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La edición de Darkland recupera, bajo el título genérico de El Pirata Negro, las cuatro primeras novelas del personaje.  Aventuras diferentes, pero enlazadas entre sí, que constituyen una secuencia temporal completa, donde conocemos al personaje, un pirata atípico, más justiciero de los mares que saqueador, que enarbola con orgullo el pabellón español -incluso frente a otros espa-ñoles- de la justicia, la nobleza, y la defensa del pueblo llano frente a cualquier opresor; caballero sin ser noble (¿o sí?), desprendido sin desdeñar un buen botín, jamás asaltará a pillaje una población -antes, al contrario, defenderá al criollo- ni violentará a mujeres; su carácter inquieto, extrovertido, pendenciero y fanfarrón en gran parte, y una fuerte personalidad, le lleva a ser adorado por unos hombres que le siguen sin cuestionar sus órdenes, convencidos siempre que son la mejor opción.  Cuando lo conocemos, en La Espada Justiciera, ya es perseguido por las autoridades españolas por piratería (más adelante se sabrá que debido a una acusación injusta), al tiempo que se ha labrado una fama entre los habitantes costeros e indígenas de pirata bueno yEPN1 Joan Mundet noble, una espada justiciera.  La historia transcurre en Panamá, en 1693, cuando Carlos Lezama tiene ya 33 años, y donde posee una de sus bases secretas casi permanentes.  Allí deshará una intriga de suplantación del Virrey por parte del malísimo secretario D’Almeida, su mano derecha, coronel de la guardia portuguesa, quien actúa en colaboración de la bellísima Olinda, la hechicera india que vive en la selva.  Lo hará a petición de Blanca de Viala, decidida hija del Virrey, y el apuesto y noble capitán Raúl de Montemar.  Y, por supuesto, sus piratas del «Aquilón«: «Cien Chirlos», segundo al mando, tan feo y bruto como leal; Tichli, el timonel, un gigantesco negro cubano, o Juanón, el esforzado pirata con cara de angelote inocente, al  que -por eso- utiliza siempre como espía.  Personajes, todos, estereotipos de fácil identificación, que consiguen pronto el posicionamiento del lector, a favor o en contra, pero envueltos siempre en una aventura continua, de buen ritmo narrativo y trama a veces sencilla y en otras compleja, bien elaborada, hasta completar un folletín aventurero propio de la época, presentado con magníficas portadas ilustradas a color por un genio como Provensal.

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En la segunda novela, La Bella Corsaria, Debri-gode (Arnaldo Visconti), apuesta fuerte por el melodrama y consigue que nuestro brioso pirata, (desplazado a París para obtener información de un cargamento de oro francés que piensa abordar), se enamore de una bella dama admirada por toda la nobleza francesa, Jacqueline de Brest… y ella le corresponda.  La segunda parte de la novela transcurre en los mares de Las Antillas y tierras de Haití, enfrascado en la búsqueda y obtención del tesoro francés,  y más tarde su pérdida a manos de La Corsaria Bretona, (presentada como personaje real del S.XVII, tan temido como los famosos EPN2 Joan MundetMorgan, Drake… o el mismísimo Pirata Negro) y que no es otra que… (¡sí, claro, ¿quien si no?).  La trama se complica con la solicitud de ayuda de una criolla frente el gobernador de Haití, Hugues Doorn, un holandés sin escrúpulos, al que el altruismo de Carlos Lezama no puede evitar enfrentarse; para encontrarlo aliado a La Cosaria Bretona, que lo aprisiona. Líos, enredos, huidas, duelos, giros de acción y la devolución de Port-au-Prince a los haitianos, agrandan la figura del Pirata Negro como Espada justiciera de los criollos frente al opresor extranjero, pero no conseguirán evitar la huida de La Bella Corsaria, cuyo barco persigue nuestro héroe, sin éxito.

EPN-3 ProvensalLa siguiente aventura Sucedió en Jamaica, lugar donde Carlos Lezama persigue a La Corsaria Bretona, pensando que se esconde en alguno de sus puertos o radas.  No dará con ella, pero contacta con Thomas L’Agnelet, uno de los más temidos bucaneros franceses, ya retirado, quien llegó a burlar por cinco veces la horca (El Pirata Negro sólo tres hasta entonces). Pero será capturado por las tropas inglesas al mando del teniente Clerk y conducido a Kingston; si bien, promete seguir los pasos de l’Agnelet y volver a encontrarse.  No sólo consigue cumplir su promesa, gracias a las intrigas y enfrentamientos entre las familias del gobernador actual y el anterior, sino que se verá envuelto en un juego de circunstancias similares a las de la primera aventura en Panamá, en las que vuelve a asumir el rol de pirata bueno y comprometido –espada de la justicia– que le antecede, y en EPN3 Joan Mundetuna repetición a la inglesa de aquella trama, entremezclará la huida sorprendente por pasadizos secretos, lucha con un salvaje jaguar en la selva (de la que obtiene un cachorro, que conservará), la complicidad de dos bellas damas de diferentes edades y el secuestro fingido de una tercera, el restablecimiento de la legalidad y la justicia escarnecidas por el egoísmo y la avaricia de un bribón elegante, y el secreto reconocimiento de su nobleza por parte de las autoridades inglesas.  De vuelta al mar, a bordo del «Aquilón», los náufragos de una balsa que encuentran le informa del saqueo de Cayo Santiago por parte de las fuerzas aliadas del inglés Gorman, el francés Curbec, y la Corsaria Bretona, y dirige hacia allí su barco.

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Brazo de Hierro es el apodo que recibe Héctor Curbec, un francés implacable y frío, imagen clásica del pirata cruel y despiadado, que luce, además,  un terrible y efectivo garfio de hierro en lugar de su mano izquierda amputada.  También el título de la novela que cierra el volumen, donde Arnaldo Visconti deja -al fin- libre las riendas de su mejor narrativa y describe con todo detalle el saqueo y pillaje de ciudades a manos de los filibusteros, el descarnado enfrentamiento entre tripulantes de naves piratas en alta mar, o el asalto de una ensenada donde se esconde el galeón que contiene el inmenso tesoro obtenido tras el saqueo de Cayo Santiago.  Bergantines al pairo, baterías de cañones que escupen fuego, EPN4 Joan Mundetsangre, duelos personales, cuerpos mutilados, cabezas cercenadas, marinos devorados por tiburones, o ajusticiados colgando bocabajo de los mástiles… rodeados de acción y aventura a raudales; y aderezado con la trágica historia de dos enamorados en bandos contrarios, que se ayudan y sacrifican sin resultados hasta el final.  Un final inesperado, que añade intriga y dolor al corazón de Carlos Lezama, quien vuelca sus caricias en el cachorro de jaguar que es su única compañía en el camarote.  No sería, sin embargo, la última vez que Jacqueline de Brest se pasee por las páginas de El Pirata Negro.

Todo eso aguarda entre las páginas de esta edición histórica de Darkland (es la primera vez que se reimprimen las novelas desde que fueron publicadas en 1946), una propuesta refrescante de lectura para el verano: aventura al más viejo estilo; personajes -maniqueos, sin duda- en la que el malo es malísimo, cruel y El Pirata Negro recortedespiadado, y casi siempre extranjero, y el bueno noble y defensor de la justicia, y casi siempre español; unas damas sumisas, como corresponde a la época, pero también intrépidas y decididas, que no dudan en abandonar el recato en pos del bien natural, cuando no transgredirlo de forma inocente o descarada. El buen hacer de Debrigode consigue presentar a todos ellos rodeados de un halo histórico que les confiere credibilidad; como hace creíbles sus ciudades y puertos del siglo XVII, por mucho que no sea así (Cayo Santiago es, supuestamente una de las ciudades más ricas del Caribe; cuando en realidad se trata una pequeña isla solo habitada por monos, conocida como La Isla de los MonosThe Monkey Island).  El estilo literario de Arnaldo Visconti mezcla un lenguaje floreado, hiperbólico y cuajado de arcaísmos, con una narrativa ágil, que consiguió el favor del público rápidamente.  Leído hoy, te deja el regusto añejo de una antigua película de piratas, en blanco y negro o technicolor. ¡Pero qué grandes películas de aventuras se hicieron entonces!

EPN-1Av ProvensalNo conozco el resto de novelas de El Pirata Negro (pese a mis años, no alcanzo edad para hacerlo), pero sabiendo que Debrigode le hace navegar por los siete mares del mundo, rodeado de personajes pintorescos de toda índole, mujeres intrépidas y esa aventura imparable que he leído, sería de agradecer que Darkland continuase la recuperación de más novelas del personaje, aunque sea en formato digital.  Ya lo ha hecho, con La Primera Aventura, la primera de cuatro novelas que supuso el regreso del personaje en 1952 dentro de la Colección Iris, con personajes todos de Arnaldo Visconti (también Diego Montes, El Halcón, y El Aguilucho, éste de nueva creación). En esta aventura se cuenta el origen de Carlos Lezama, el porqué de su nombre: el del mismo del rey de España (un posible error del autor²), su acusación (irreal) como pirata, y el porqué de su apodo, El Pirata Negro.  Animo a todos a conocerla, pues se puede descargar gratuitamente de la página web de la editorial.

Las cuatro novelas del volumen se encuentran también disponibles en formato electrónico (de forma individual; la edición de papel es una recopilación de las mismas, de ahí que en el libro cada una reinicie la numeración de sus páginas), adornadas con esos dibujos a plumilla de Joan Mundet, en recuerdo de aquellas ilustraciones interiores de Cifré o Bernet. 

DARKLAND_LOGO_WEB-10Darkland Editorial surge como iniciativa de unos apasionados de las novelas pulp, que sin duda hay que apoyar, pues recoge y recupera muchas de aquellas novelas populares de origen patrio que incentivaron la imaginación de nuestros padres o abuelos (y también, hoy, la nuestra), junto otras extranjeras consideradas clásicas o de calidad (más no por ello mejores) como las de Salgari, Sabatini, D.Hammet, Carter Dickson o Maxwell Grant (La Sombra).

Recomendamos a todos los interesados un paseo por su página web, pues la mayoría de ellas se encuentran disponibles gratis, para su descarga en formato electrónico.

  1. La relación completa de los 85 títulos de novelas de El Pirata Negro puede encontrarse en el blog dedicado al excelente ilustrador que fue Jaume Provensal i Bau, quien dibujó todas sus portadas, obra de su nieta Diana (seguir este enlace).

  2. Debrigode se equivoca por poco, o induce al error: Carlos II, el último de los Austrias, no reinó hasta 1665, siendo Felipe el nombre de sus antecesores.  Según cuenta «Mamasita» Frijoles a Tato del Volcán, le puso «el nombre del dueño de las Españas y estas tierras» (Panamá).  Encontró al niño «cuando lo abandonaron, al apenas abrir los ojazos», y la historia se inicia en 1670, cuando Carlos tiene 10 años… A no ser que con dueño se refiera al Príncipe de España, no al Rey (de hecho, llama a Carlos «principito«…)

Los próximos CONAN: LA HORDA MALDITA. Van Lente se hace con el personaje.

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Portada de La Horda Maldita,    por Dan Scott

Digamos de inicio que el segundo arco argumental de Conan el Vengador: La Horda Maldita, no contiene ningún relato o fragmento original de Robert E. Howard, aunque sí una versión de los sucesos previos a Xuthal del Anochecer (que llegará en el siguiente volumen) que se citan en dicho relato y concluyen con la huida de Conan y Natala en solitario hacia el desierto. Su guionista, Fred Van Lente, utiliza de hecho las tres primeras páginas del tomo y las cinco del final, para situar a la pareja a las puertas de la ciudad de los durmientes comedores de loto y la Sombra Deslizante.  Entre medias, el volumen reconstruye -como en el relato original de Howard– un largo flashback del bárbaro, que recuerda su paso por el ejército mercenario del príncipe rebelde Almuric de Koth, enfrentado al rey Strabonus, su saqueo de ciudades fronterizas de Shem, Estigia y Kush, antes de ser aniquilado por las fuerzas combinadas estigias y shemitas, y una extraña plaga negra convocada por los estigios(1). Al mismo tiempo, se las ingenia para relacionar estos hechos con los sucesos del volumen anterior, Sombras sobre Kush (reseña aquí), haciendo que Diana y Natala sean hermanas, conocedoras del paradero de un antiguo y

Portada de John Picaccio

Portada de John Picaccio

fabuloso tesoro estigio, que el bárbaro no puede dejar de buscar.  Pero también para enlazar con hechos previos del personaje en Dark Horse (2), que enriquecen y aportan continuidad a la serie.

Salvando algún que otro cambio menor (3) de importancia secundaria en la historia y personajes en pos de la construcción de su narración, reconozco que esas primeras sensaciones positivas sobre el trabajo de Van Lente que refería en la reseña anterior se van confirmando, pues el uso de guiños y referencias a situaciones conocidas demuestra un buen conocimiento y documentación sobre el personaje, que los seguidores siempre agradecemos.

Portada de Daryl Mandryk

Portada de. Daryl Mandryk

En el primer cuaderno, Conan, con algo más de 25 años, abandona Shumballa junto a la esclava Diana, los restos de la guardia real (un grupo llamado ahora «los bastardos de Amra«), y la intención de conseguir el fabuloso tesoro estigio, en busca de Natala, esclava en la ciudad shemita de Nippr (un claro remedo de la sumeria Nippur). En el camino se toparán con una extraña partida de salvajes ligurianos (¿?) al mando de un cimmerio renegado, Eamon el Desollado, que forma parte del ejército mercenario del príncipe Almuric.  Cuando éste se entera de la existencia del tesoro, a Conan y sus hombres no les queda más remedio que integrarse en el ejército rebelde para asaltar la ciudad donde se encuentra Natala.

Batalla de Nippr

Portada de Steve Ellis

Portada de Steve Ellis

Los dos siguientes cuadernos, aparte de reflejar intereses personales de algunos actores secundarios (alguno de ellos, estereotipos un tanto exagerados) de la trama, que la enriquece y consigue que no resulte plana en una sola narración, se centra en la conquista y saqueo de la ciudad de Nippr, descrito de forma ágil y violenta en diversas páginas dobles de acción intensa. También el encuentro entre las hermanas, la coalición de ciudades estados de Shem contra el ejército mercenario, y la entrada en liza de los estigios, centrado en un personaje que difícilmente un guionista de Conan podría dejar de utilizar: Thoth-Amon del Anillo Negro, convertido en el cómic en el enemigo excelso (aunque no directo) del cimmerio; en este caso por su interés por el tesoro estigio que persiguen, pues contiene algo que todo buen hechicero desea conseguir: el mítico libro de Skelos.

Thoh-Amon

Plaga NegraEl desarrollo de Thoth-Amon es curioso, pues es presentado como un ser de gran poder, envuelto en un enfrentamiento ancestral con otros príncipes y sacerdotes estigios a través de eones, que enlaza con la lejana Liguria o aliados arcanos de reminiscencias lovecraftianas, como Nyarlathotep. No es ésta una de las peores concepciones del personaje que he visto: al considerar que puede obtener un poder superior, se implica personalmente en los hechos, tanto en la eliminación del ejército que invade Estigia como en la captura de Natala, quien puede guiarle hasta el ansiado tesoro de poder ancestral.  Suyas son la nube de peste negra que asola la mitad de las tropas, o la intriga que consigue enfrentar a los supervivientes, más allá del truco (no por conocido menos efectista) de convertir en serpiente la espada de Conan.  Su presencia es tal que se erige en protagonista de los tres últimos cuadernos de este arco, aunque sus planes  no culminen con el éxito esperado, debido -como es de esperar- al cimmerio, pero también a Natala.

Portada de Anthony Palumbo

Portada de Anthony Palumbo

Ese es otro de los elementos que quisiera destacar: el papel que Van Lente otorga a las mujeres, al menos hasta el momento, lejos del rol pasivo que suele corresponder en otras ocasiones a las compañeras de Conan (más allá de las que son mujeres guerreras, y con la excepción -claro está- de la Devi Yasmina).  Tanto Diana como Natala han sido esclavas, y como tal se han visto obligadas a adoptar una actitud sumisa; pero cuando las circunstancias cambian y lo permiten, o es necesario, se rebelan y demuestran su personalidad, con un arrojo y valor que les ayuda a contrarrestar su indefensión.

Gráficamente, más allá de las buenas portadas que reproducimos, el dibujo de Brian Ching sigue el estándar que Dark Horse parece haber adoptado para el cimmerio en esta etapa de su vida (4): alguien mas joven y flexible, menos robusto y musculado, tal vez cercano al de Barry W. Smith de los orígenes (aunque ni por asomo comparable), dibujado también por jóvenes promesas como lo fue aquel.  El problema es que Smith evolucionó hacia una grandiosidad estética y estilística que no poseen los actuales dibujantes; la imagen del cimmerio se relaciona con unos estándares diferentes, y eso descuadra al aficionado. Comparemos si no la misma escena de inicio por Brian Ching y Alfredo Alcalá, y los rostros que ambos dibujantes aportan al personaje en un mismo momento.

Comparado Ching Alcalá

Todo es cuestión de estética, estilos, o gustos si queremos; por supuesto, considerando épocas y técnicas diferentes, color incluido.  El Conan de Ching no es el enclenque que imaginas de inicios, por mucho que lo parezca en alguna viñeta de dibujo excesiva-mente esquematizado; tampoco esa formidable mole de músculos que dibuja Alcalá o Valor DianaBuscema. Es el estilo lo que los hace diferente, mucho más dotado de realismo y cercano a la ilustración en el caso anterior. Sin embargo, el rostro de Ching corresponde a alguien más joven (más dotado también de cinismo que el siempre amenazador de Alcalá), apropiado para alguien con 25 años (5). Cuestión de gustos, ya digo.  Lo esencial en un cómic es que consiga transmitir sensaciones que construyan una buena historia.  Y hay que reconocer que, por momentos, Brian Ching lo logra, combinando escenas ágiles de acción, páginas dobles, cambios de vistas, e imágenes impactantes, por mucho que yo prefiera la estética realista del canon anterior, e incluso me disgusten algunos de sus dibujos, esquematizados en exceso, hasta un extremo caricaturesco.  Se pueden conseguir cuerpos jóvenes y elásticos, cargados de expresión, con un buen dibujo de estilo realista.  Quien lo dude, puede repasar los bocetos y dibujos de Greg Ruth para el volumen 0 de Conan: Nacido en el Campo de Batalla.

Horda1-2

Respecto a la historia, ya comenté que, de momento, y tras lo visto en otros casos, Fred Van Lente me despierta sensaciones positivas, que espero mantenga.  Me basta con que no pretenda reescribir a Howard, y sí complementarlo, utilizando para ello recursos y Sueños de papá herreroreferencias del mismo autor tejano (la muerte de Almuric, descrita en el texto en una referencia posterior; lo comentado de La Hora del Dragon…), al tiempo que suyos propios.  Y en este sentido, más allá de ciertos personajes demasiado estereotipados (la locura de Aemon; el noble Almuric, estúpido y odioso; Shuma, de exagerada venganza), me llama la atención la utilización de nuevo del inconsciente para recibir consejos o comentarios vitales de un padre herrero olvidado, que se aparece a Conan en sueños. Un recurso de reminis-cencias bárbaras, que me ha gustado. También esos giros de guión por los que un Thoth-Amon que se considera superior al salvaje, no le da muerte y deja opción a salvarse por sus medios, pero lo condena a la plaga y la rebelión de los suyos, para verse obligado después a salvar su vida, tras luchar codo a codo contra la Horda Maldita.

Parece que Van Lente le ha cogido el pulso al personaje y la serie. Le doy un voto de confianza, a la espera de su Xuthal del Anochecer (o el Crepúsculo) finalizado en junio.

Portadas de los tres números , por Eric Powell

Portadas de los tres números , por Eric Powell

NOTAS:

  1. En los recuerdos de los hechos que Conan realiza mientras se encamina hacia Xuthal del Crepúsculo no se menciona el uso de la magia negra estigia como motivo de la derrota. Pero sí en La Hora del Dragón, cuando los narra a Pallantides tras su pesadilla en el valle de Valkia, poco antes de la batalla contra el ejército de Tarascus«¡No! La Peste Negra no es una pestilencia común.  Acecha en las tumbas de Estigia y sólo acude al llamado de los hechiceros.  Yo era soldado de a pie en el ejército del Príncipe Almuric que invadió Estigia, y de los treinta mil hombres que formaban, quince mil perecieron bajo las flechas, y el resto de una peste negra que calló sobre nosotros en alas de un viento del sur.  Sólo yo sobreviví».  Van Lente así lo cita y utiliza, siguiendo a Dale Rippke, cuya nueva cronología sobre el cimmerio sigue Dark Horse.
  2. Se remonta a los orígenes de la serie, aún a cargo de sus creadores, Curt Busiek y Cary Nord.  En el tomo 2, donde se adapta El Dios del Cuenco, Conan protege a Kalanthes, sacerdote de Ibis, frente a Thoth-Amón, que utiliza para perseguirlos una plaga negra mortal de insectos y escarabajos.
  3. En los relatos originales, tanto Diana como Natala son esclavas, originarias de ciudades «civilizadas».  Pero si bien esta última es, en efecto, britunia, en la sinopsis de Howard Natala es descrita como nemedia, por lo que nunca podrían ser hermanas.
  4. Desde que Tomás Giorello dejó la serie, en el tomo 10, tras la adaptación de Sombras de Hierro en la Luna.  Es posible que su dibujo, cercano al de Buscema en la época de Marvel, y siguiendo también el estandar Frazetta se adaptase mejor a épocas más maduras del personaje, y eso que ha ganado la serie Conan Rey.
  5. Es cierto que la historia Xuthal del Crepúsculo / La Sombra Deslizante se sitúa en una época diferente, unos 10 años más adelante (tras El Pueblo del Círculo Negro), en la anterior cronología oficial, de Miller y Clark que sigue Roy Thomas en su época de Marvel.  Pero Joe Marek descubrió que en El Diablo de Hierro se cita a los comedores de loto de Xuthal, que Conan debía conocer, por lo que Dale Rippke la re-situó en esta época en su esquema revisado, hoy considerado oficial.