ODISEO, de Valerio Massimo Manfredi, el mito de la inteligencia

Ficha Odiseo El Juramento

Siempre me atrajo Odiseo (Ulises, en su versión romana), el más moderno, complejo y humano personaje de los mitos, cuya concepción supone en Homero el paso del canto al héroe épico, campeón supremo, representado por Aquiles en La Ilíada, a la exaltación de la inteligencia, la paciencia o la astucia (incluido el engaño) como armas complementarias del guerrero; además, porque frente a la tragedia inherente a toda epopeya griega, tiene un final feliz.  Aún conservo en la memoria aquella sesión matinal juvenil con toda la clase, en la que el triunfo final de un Ulises personificado en Kirk Douglas arrancaba el aplauso enfervorizado de la chiquillería, incluido el mío.

Y no es que Odiseo pase desapercibido en el sitio a Troya, donde deviene uno de sus protagonistas principales: su sabiduría y consejos son habituales y continuos; consigue que Aquiles y sus mirmidones, sin los cuales no es posible la victoria, se mantengan en la coalición aquea pese a su enfrentamiento con Agamenón, o se construye el famoso caballo con el que finalmente se conquista la ciudad.  Pero La Ilíada es una obra coral, la crónica de una guerra con muchos protagonistas, entre los que sobresale Aquiles; La Odisea, por el contrario, es la obra de un personaje, una epopeya personal que completa la anterior, y se acerca a lo que podríamos considerar la primera novela de aventuras de la historia.

El regreso de Odiseo de Marín Sauri

Ahora, Valerio Massimo Manfredi retoma el personaje y reconstruye esa novela de su vida y aventuras.  Y si alguien puede hacerlo con garantías, es él, sin duda. Profundo conocedor de la antigua cultura griega y romana por su doble condición de historiador y arqueólogo, el escritor que, entre otras obras, tan bien recreó la vida de Alejandro Magno en su inolvidable trilogía Aléxandros, enfoca la de Odiseo al completo, desde su infancia en la isla de Ítaca, hasta su regreso, de nuevo a ella, muchos años más tarde, tras su periplo personal por todo el mediterráneo, dividida en dos volúmenes:

Odiseo, El Juramento, que nos ofrece Grijalbo, donde presenta al personaje, su entorno familiar y formación personal, y los hechos que le rodean hasta el final de la guerra de Ilion-Troya (La Ilíada), y un segundo, ya publicado por Mondadori en Italia y que aquí veremos el año que viene: Odiseo, El Regreso, con su largo y accidentado retorno a Ítaca, tras la victoria, pese a los intento por impedirlo de un enojado Poseidón.

Sirenas Marín Sauri

Manfredi utiliza en ambos casos el recurso de narrar los hechos en primera persona, lo que aporta a la historia un añadido de intimismo y profundidad que humaniza al personaje y resalta su nobleza; también sus defectos y lado más oscuro. De su vasto conocimiento sobre otras obras, y los numerosos pasajes o recuerdos que Homero (o quien fuese) intercala en la propia Odisea como «flash-back» modernos, el autor extraer la base sobre la que componer la infancia de héroe, su relación familiar, o personalidad; como aquel pasaje donde visita a su abuelo Autólico y un jabalí le causa la cicatriz por la que después le reconoce su nodriza Euriclea (Odisea: XIX, 357-465). Pero no sólo eso; también se sirve de la etimología, o la existencia de un santuario en Arcadia dedicado a Licaón, para construir los hechos, y convertir a su antecesor en un hombre-lobo (Autólico = él mismo un lobo).

Pese a todo, y según él mismo manifiesta (en una interesante entrevista de Jacinto Antón en El País), Manfredi construye un relato extremadamente realista, en el que racionaliza e intenta da una explicación plausible, lógica, o fruto del sueño, imaginación o las drogas a todo hecho divino o sobrenatural. Todo un riesgo, sin duda, desproveer a La Odisea de su componente fantástico, tan inherente, tan abundante…  Pero el historiador, el arqueólogo se impone al fabulista, y piensa, como Evemero, que antes del mito existió un Ulises real, o una guerra de Troya; alguien que vivió su propia odisea y después sirvió de base para componer el canto de imaginación de un poeta.

Creo que voy a disfrutar la lectura de esta nueva obra de Valerio Massimo Manfredi; tanto o más que otra anterior.  Odiseo es uno de mis personajes preferidos, pues, junto al guerrero, el héroe homérico, representa al hombre: tenaz y constante en su empeño, valiente y decidido en la adversidad, curioso y arrojado frente al peligro, lo desconocido; sabio y cabal cuando se le requiere; mentiroso y astuto, imaginativo, en la necesidad… o la venganza.  Y, además, un personaje que a Manfredi le encanta y apasiona, se nota en sus palabras.  Y eso es importante.

Sólo encuentro un defecto en la edición española: el cambio de título, su traducción como «Odiseo«, un nombre que, comercialmente, nos sitúa en el héroe, la propia obra, sin duda atractiva.  Pero el título original «Il mio nome è Nessuno» (Mi nombre es Nadie), es en sí mismo un canto a la imaginación, a la astucia, a la inteligencia de un personaje que es, por encima del héroe, el más humano y cercano de cuantos ha creado el mito clásico.  Y eso, lo hemos perdido.

Il mio nome é nessuno

Ilustraciones:  Odiseo, de J.M. Martín Sauri

¡¡¡ 100.000 VISITAS !!! Alcanzamos el número mágico

luces_disco

Pues sí.  Lo estábamos esperando. Lo dijimos días atrás, y sólo ha tardado 15 en llegar:

Según Google Analytics, el 12 de noviembre de 2013 alcanzamos las 100.000 visitas desde que empezamos, lo que supone una cifra mágica, impensable entonces, cuando iniciamos este Regreso a los Orígenes.

Debajo se encuentran los datos, desglosados por ubicación, y en la pestaña OTROS/VISITAS con mayor detalle.  Pero no se nos olvida que todo ello ha sido posible gracias a vosotros que, al seguirnos, lo habéis hecho realidad.  Por eso,

¡¡¡ GRACIAS A TODOS, POR ESTAR AHÍ !!!

luces_disco

Google Analytics 2013-11-12 Ubicación

Ahora sólo nos queda fijarnos un nuevo reto: alcanzar los 100.000 usuarios distintos…

¡¡¡ GRACIAS A TODOS, de nuevo !!!

ELRIC: el Trono de Rubí. Versión gráfica definitiva del personaje

Ficha ELRIC 1 - El Trono de Rubí

Cuando un personaje te gusta, cuando una obra tiene calidad suficiente para traspasar fronteras de tiempo y lectores hasta alcanzar el reconocimiento general de ellos y la crítica, también te gusta que su encarnación a imágenes (ya sea en el 7º arte, el cine, o en el 9º, el cómic) tenga también calidad suficiente como para identificarte con ella, sentirla tuya.

Así ocurre con Elric, El Trono de Rubí, primer volumen de la nueva adaptación al cómic de la Saga más conocida de Michael Moorcock, que publica Editions Glénat en Francia y Yermo Ediciones en España, y que es, sin duda, la versión gráfica definitiva del personaje.  No es que yo lo diga (que también); es la opinión del propio autor, en su prólogo a la obra:

«He visto algunas interpretaciones visuales de Elric realmente magníficas… y siempre me ha costado escoger mi preferida. Hasta ahora. Entre todas las adaptaciones gráficas de las historias de Elric, hay una muy cercana a la visión original del personaje.  Es la que tienes en tus manos.»

Con tales palabras de presentación, se corre el riesgo de elevar mucho el listón, crear tantas expectativas, que el aficionado que accede a la obra podría llevarse una decepción al contemplarla.  No es el caso.  O no ha sido mi caso, al menos.

Porque ¿qué es Elric: El Trono de Rubí, qué encontramos en este volumen?

Dragones

De inicios, una nueva adaptación al cómic de la novela Elric de Melniboné, que da comienzo a la serie; en concreto, su primera mitad, porque es imposible condensar en formato álbum europeo (46 planchas) toda la intensidad de la obra (la adaptación anterior de P. Craig Russell, en formato cómic-book USA, ocupó 6 números, unas 180 páginas).  Esto hace que el álbum se nos haga un tanto corto, escaso, que deseemos más…y no porque su adaptación elimine partes o episodios de la novela, sino lo contrario: considero que el guión de Julien Blondel es excelente, condensa de forma exquisita el contenido original al espacio requerido, y mantiene una intensidad narrativa que, al finalizar su lectura, te hace pedir más… Una adaptación que, siendo fiel a la novela original, introduce -con el consentimiento de Moorcock (él mismo no ha dudado en modificar una obra previa del ciclo para coordinarla con otra posterior, o a la concepción del multiverso)-, pequeños cambios en la historia que la enriquecen, actualizan, y le dan una visión acorde a los tiempos que corren, más de 40 años después de su creación.

Escena

Elric estudio

En la parte gráfica, El Trono de Rubí es una obra impactante.  En su inicio, grandes imágenes a página completa, de fuerza rotunda y claroscuros marcados, nos introducen de golpe en la civilización decadente, inmoral, depravada y cruel de Melniboné, el antiguo imperio que dominó el mundo durante 10.000 años y perdió su mando en los últimos 500; en la hermosa Imrryr, la Ciudad de los Sueños, capital de la Isla del Dragón, centro del mundo conocido, y en quien la gobierna, Elric, 428º descendiente directo del primer Emperador Brujo aliado del Caos que creó la dinastía; un hombre (aunque no del todo humano) poderoso, hechicero, erudito y letrado, pero atormentado y con dudas, pues desprecia aunque tolera la depravación que le rodea, inherente a su pueblo; un hombre débil también, albino y enfermo de nacimiento, que necesita magia y sangre vertida para mantener su vigor, hechizos y sacrificios en ceremonias, que en esta adaptación oficia la propia Cymoril.

Elric Oscuro

Y ese es uno de los cambios que introduce Julien Blondel, con aquiescencia de Moockock: un papel más activo de la mujer, un tanto difusa en la novela original.  Así, la huida romántica de ambos amantes a una cueva escondida junto al mar en la novela, se cambia aquí por una ceremonia sangrienta en un manantial natural, donde la Cymoril hechicera mantiene y limpia la sangre maldita de Elric a base de un lujurioso sacrificio sangriento de vírgenes humanas, acorde a la naturaleza vil y depravada de los melniboneses.

Depravación

Y esa es otra de las características, y el mayor acierto gráfico de la obra, que tanto ha agradado a su autor: la representación decadente del imperio de Melniboné (Moorcock, un anarquista romántico desde su juventud, siempre quiso representar en su obra una alegoría de aquellos viejos imperios británico y germano-nazi -o el más moderno estadounidense- dominantes del mundo, dominadores del Caos, que a él le hubiese gustado destruir; y destruye La Ciudad de los Sueños, de la mano de Elric).  En una conjunción no frecuente en Europa, tres dibujantes, Didier Poli a los lápices, Robin Recht en la tinta, y Jean Bastide que da color y dispone de libertad completa para realizar los retoques que sean necesarios, obtienen para Elric un desarrollo gráfico sorprendente, de imágenes rotundas, oscuras y nítidas a un tiempo, y tremendo impacto para el lector.  Con un estilo realista, y en unas planchas que necesariamente han de huir de aquellos experimentos oníricos que tan bien sabía componer P.Craig Russell, y comprimir numerosas viñetas donde recoger el intenso contenido de la novela, Poli mantiene la tensión narrativa con planos contrapuestos y focos cambiantes, picados y contrapicados que se suceden e intercalan entre planos generales frente a primeros y primerísimos planos, sin que falten viñetas grandiosas de sorprendente realismo; todo ello remarcado por unas tintas y colores en claroscuros que otorgan profundidad a una puesta en escena espectacular.

Straasha

La conjunción de autores adquiere estilo propio, aunque no exento de influencias, que no dudan en reconocer: la grandiosidad de Druillet, combinada con un estilo narrativo clásico -en el que personalmente he encontrado tintes de Bilal y Giraud– o el detallismo de Laufray; la incorporación de imaginería gótica y sadomaso-quista, o el fetichismo de Clive Baker, hacen que de su mano los melnibonenses adquieran tintes maligno y recuerden a los cenobitas de Hellraiser; Yyrkon se ve poderoso, y el Doctor Burlón aterra…

Yyrkoon

Sus dioses no adoptan ya rasgos parecidos a humanos, sino que recuerdan a horrendos mitos lovecraftianos, como el terrorífico Aaven’kar que conjura Yyrkkon, o Straasha, señor de los océanos, un remedo pulposo de Cthulu sin miembros humanos, con cohorte de medusas… Y para representar a Arioch se decantan por la imagen más espeluznante de cuantas transmiten maldad:un tierno infante, de hermoso rostro que se transforma.

AAvenkar

Y aunque no aparece en el volumen (aún no es hora), una parte importante de la serie será Stormbringer (Tormentosa, de nuevo, qué le vamos a hacer…). Enlazando con una entrada anterior de este blog sobre sus visiones, en la nueva serie su imagen no será estática, sino cambiante, en función del estado en que se encuentre (en reposo, ávida, en combate, o saciada) según se muestra en un estudio preliminar sobre el arma y el personaje.  Confieso que me gusta la idea, sí.

Elric y Stormbringer - Estudio

En resumen: una obra altamente recomendable, que viene a representar la imagen definitiva de un personaje siempre atractivo. Un solo defecto le encuen-tro: al ritmo normal de publicación, tendremos que esperar un año para disponer de su continuación, 16 años para completar las 8 novelas del canon central del personaje. A no ser que la unión de tres dibujantes consiga acelerar el proceso…

El Trono de Rubí recorte

CONAN el Bárbaro, volumen3: éstos no son Bêlit ni Conan

Ficha CB3

No voy a extenderme demasiado: el título de la entrada lo adelanta todo, y no se refiere al dibujo de la portada, que resulta aceptable (no en vano Bêlit conserva cierto parecido con la que diseñó Buscema en su día), sino al desarrollo de los personajes que realiza Brian Wood, guionista aclamado por Northlanders, pero que aporta muy poco, o nada, al personaje creado por R.E. Howard.

El volumen de Planeta (de edición magnífica como los anteriores, excepto por ese fallo repetido en los créditos de portada, que no indica los dibujantes reales) es prescindible (como el previo), y sólo aconsejo su adquisición a los fans muy frikis de cimmerio, que compramos todo cuanto se publica.  Recoge dos arcos argumen-tales de tres números cada uno, como es habitual en las historias de Wood:

La mujer del Muro (o las Almenas), en la que el guionista idea una nueva historia sobre el pasado de Bêlit y sus padres, y donde hace adoptar a la mujer pirata un comportamiento absurdo e incompatible con el del personaje ideado por Howard, abandonando el Tigresa y a Conan, de quien está perdidamente enamorada, por un regreso a su familia en el desierto profundo de Shem (si fuera por un tesoro, sería admisible…); y que resulta más incomprensible aún cuando en números anteriores (también prescindibles) ella acompaña al bárbaro a Cimmeria, y conoce a su madre…  Si algo puede salvarse de estos números, aparte de sus portadas, es el dibujo de Mirko Colak, correcto y cercano a unos cánones de realismo a los que estamos acostumbrados para el personaje, no los que últimamente ofrece Dark Horse, rallando lo experimental, «underground», o casi infantil…

El segundo arco, encontramos a la pareja en Ophir, antes de su regreso a los mares, en un antro de placer, abandonados a la lujuria y las drogas.  Y es bajo los efectos del loto amarillo donde Conan vive un sueño de su vida junto a Bêlit, náufragos en una isla perdida, ellos solos y sin más compañía que dos hijos, hasta su muerte, ya viejo.  Los dibujos son de Davide Gianfelice, poco atractivos.

Como digo, un volumen absolutamente prescindible, que nada aporta a la historia de Conan, y menos a la de Bêlit, pues todo él como gran parte del anterior, transcurre en tierra, lejos del mar.  Un volumen que, además, traiciona de nuevo el espíritu original de Dark Horse para la serie, donde sólo se basarían en historias, fragmentos, o poemas originales de Howard para componer la nueva historia del cimmerio en cómics.  Puede que analizando las historias fuera de contexto, con otros personajes, no sean malas; pero no son de Conan.

Menos mal que el siguiente volumen enlaza ya con «La Canción de Bêlit«, donde se adapta la segunda parte de la historia original, y pondrá fin a esta poco afortunada adaptación de la vida del cimmerio junto a la pirata shemita, y que, para inventar algo nuevo, no contiene ni asomo de aquella pasión, aventura y épica que -con sus defectos- concibieron en su día unos Roy Thomas y John Buscema geniales.

Como digo en el título, el Conan de Brian Wood no es mi Conan, ni lo es su Bêlit (ni se acercan a los de Howard, por supuesto).

CB 22En el próximo volumen, «La Canción de Bêlit»

Miniaturas ANDREA. Pequeña Aventura Fantástica

Hace poco me pasé por la página de Miniaturas Andrea, una de las casas más interesantes para el aficionado a las maquetas y dioramas, por la  variedad de opciones y colecciones que ofrece con una calidad y acabados excelentes.  Y es española.

Andrea Conan

Confieso haber pasado un buen rato, divertido, viendo su extenso catálogo. Tengo alguna de sus figuras, y tiempo atrás, cuando podía permitírmelo, incluso las pintaba,y estaba al tanto de sus novedades. Ahora, en la web, he revisitado algunas de esas piezas y descubierto otras muy interesante, en especial la gran cantidad de elementos fantásticos o de aventuras que incorpora su catálogo, escondidas dentro de su serie «General», o en colección propia; y he considerado interesante recoger algunas de ellas, nuevas y antiguas, que me han llamado la atención, y mostrároslas, incorporando un enlace para que podáis disfrutarla con diversas perspectivas.  Pero es sólo una muestra.  Os aconsejo que paséis por la página de Miniaturas Andrea.  Pasaréis un buen rato, os lo aseguro.

Comenzamos por las tres de Conan de arriba, dos versiones basadas en las películas de Dino de Laurentiis, Conan el Bárbaro y Conan el Destructor, y otra en un dibujo magnífico del gran John Buscema, una reproducción excelente, en actitud pensativa en un instante de reposo, quizás añorando su lejana Cimmeria

Por supuesto, no se utilizan los nombres, por cuestión de derechos sobre los mismos.  Por eso, también encontramos una mujer guerrera que perfectamente pasaría por Red Sonja, o un «Lobo Blanco» que es claramente Geralt de Rivia (enlaces, picando sobre los nombres), aunque echo en falta a Elric de Melniboné:

Andrea Sinja _ Geralt

Destacable es su serie de figuras basadas en personajes de películas, James Bond, El Zorro, La Gran Evasión, El Planeta de los Simios, Indiana Jones, Terminator, Predator…, reproduciendo los rasgos de sus intérpretes.  Por recoger algunas de aventuras clásicas, aquí tenéis las versiones de Príncipe Valiente (que también tengo), Tarzán y Robin Hood:

Andrea Pelis clásicas

La calidad en la reproducción de rostros originales alcanzada en las figuras más recientes es extraordinaria.  No deja de sorprender el parecido obtenido en el Aquiles de Troya (Brad Pitt), Máximo Décimo de Gladiator (Russell Crowe), o el Connor McLeod de Los Inmortales (Christopher Lambert):

Andrea Pelis modernas

Por lo cercano, me han llamado la atención las figuras del Guerrero Íbero (sacada de una conocida publicación), El Cid, o el Capitán Alatriste en una esquina de la villa y corte, alumbrada por farol, realizada en conexión y con beneplácito del propio Arturo Pérez Reverte:

Andrea Hispanos

Por no hablar de la figura dedicada a Thor, en su concepción clásica, o ese guerrero noruego de la serie Vikingos sentado en su trono, que bien podría pasar por el mismo Odín.

Andrea Thor Odin Vercingetorix

Y qué decir del porte majestuoso y desafiante que muestra la imagen del jefe galo Vercingetorix…  o D’Artagnan y Los Tres Mosqueteros, o…

Pero no sigo.  Mejor lo disfrutáis vosotros mismos…

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