PRÍNCIPE VALIENTE. 1937. Sinopsis y viñeta.

Aprovechando que Planeta DeAgostini inicia la publicación de la obra Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo en volúmenes anuales, quisiera compartir con vosotros la admiración que siempre he sentido por el trabajo de Hal Foster, seleccionando una sola viñeta de cada año que me haya llamado especialmente la atención; trabajo arduo, sin duda, debido a la gran cantidad de ilustraciones magnífica que es posible encontrar en 52 páginas de este autor, cada una de las cuales es una pequeña obra maestra en sí misma, por la enorme calidad y trabajo artesano que contiene, como podréis comprobar.  Trabajo fácil también, porque, elija la que elija, tendré la certeza de haber acertado y contar con vuestra aprobación.

Sinopsis de la historia.  1937: «¿Quién es ese joven audaz que captura guerreros armados y mata monstruos?» (El Rey Arturo)

Durante este año Foster narró el inicio de las aventuras del Príncipe Valiente, hijo de Aguar, rey de la legendaria Thule, en Noruega, quien, acosado por sus enemigos, se ve obligado a huir con su familia hacia el mar, donde embarcan hasta las costas lejanas de Bretaña.  Tras un primer enfrentamiento con los semi-salvajes bretones, negocian con éstos la cesión de unos terrenos en la zona pantanosa de Fens, en el golfo de Wash.  Aún niño, Val inicia su formación como guerrero, aprende el uso del arco y otras armas, y desarrolla su ingenio y valor adentrándose en los pantanos en compañía de un chico bretón.  Un día, la bruja Horrit le predice un gran dolor; pero también un futuro junto a caballeros de armaduras relucientes, castillos y brillantes ejércitos; batallas, junto a un gran rey y su reina; viajes por el mundo, donde se enfrentará al unicornio, al dragón y al grifo, y a hombres con piel negra o amarilla… Cuando regresa al fuerte, días después, encontrará que su madre ha muerto.  Un año más tarde parte en busca del futuro predicho, con el beneplácito de Aguar.

Tras aprender la lucha con cayados y conocer a Sir Lancelot,  a quien querrá parecerse, doma unos caballos y se fabrica su propia armadura con cuero, dispuesto a convertirse en caballero.  En el camino encuentra a Sir Gawain, miembro de la mesa redonda, con quien comparte comida, derrota a otro caballero ladrón y, gracias al joven, vencen juntos al monstruoso dragón que amenaza a un pueblo.  Al llegar a Camelot, Gawain propicia que el Rey Arturo se fije en él y lo conozca, y entra al servicio del caballero como su escudero.  Juntos participarán en una aventura donde serán raptados por el Conde Baldón y Sir Gawain resulta herido, siendo el ingenio de Val quien propicia la huida.  Arturo interrumpe el torneo y parte con sus caballeros a luchar contra el conde desleal.

Cuando Iléne, una hermosa joven llega a Camelot solicitando ayuda y reparación para la afrenta sufrida en el castillo de sus padres, capturados por un Ogro, en la fortaleza sólo queda un caballero: Gawain, convaleciente de sus heridas, pero dispuesto a atender la petición.  En el camino son asaltados por el Caballero Rojo, por lo que, abierta la herida de su mentor, deberá ser Val quien lo derrote.  Después deja a Gawain e Iléne con un ermitaño, y el Príncipe Valiente se encamina sólo al castillo del ogro.  El año acaba apenas iniciado este enfrentamiento.

Nota curiosa:  Para derrotar al ogro con sus propias armas, Val se fabrica una máscara con la piel de un ave.  Años más tarde, Jack Kirby se basaría en ese diseño para crear su personaje el Demonio Etrigan, para DC comics, en homenaje a Hal Foster.

La Viñeta: El Torneo de la Reina de Diamantes.

Son muchas las viñetas de 1937 que podría haber elegido para comentar: la llegada a Camelot (plancha 19), el regreso triunfal de Arturo sobre los hombres del Norte (p. 23, que contiene también un hermoso picado desde las murallas de Camelot)… pero entre todas, por su grandiosidad y composición magna, me quedo con la del Torneo que encabeza la p. 38, de 30 de Octubre, y se reproduce al comienzo del artículo.  Observadla bien (picad sobre ella, para ampliarla en pestaña aparte).

Su estructura está pensada para destacar Camelot, fortaleza magnífica, que resalta a primera vista, al fondo, en el centro de la viñeta; y utiliza las diagonales para definir los diferentes planos de profundidad, repletos de detalles, personas y movimiento.  Así, en un primer nivel, en su ángulo inferior derecho, encontramos el motivo principal que se nos narra: la llegada de Valiente y Gawain herido, tras su huida de la trampa de Baldon, presentándose a caballo ante el pabellón real, donde un rey Arturo majestuoso (observad su porte sereno) detiene el torneo y centra su atención en los recién llegados, ante la reacciones diversas de quienes le rodean, unas aún centradas en el torneo, otras -especialmente mujeres- comentando entre ellas la inesperada presencia; o los caballeros a pie de terreno, que se acercan preocupados para ayudar a su compañero.  Un segundo nivel viene definido por la propia esencia del torneo, el enfrentamiento de dos contendientes, frenando en seco el galope sus caballos ante la interrupción del paje o senescal que interpone una bandera ante ellos, mientras otro permanece atento a las órdenes del rey.  Una tercera línea de detalle, centrada casi en horizontal para divergir en profundidad, nos ofrece la multitud de personas que asisten a la justa, espectadores o participantes, a caballo, en pie, o sentadas en el suelo; en una ampliación superior (las guardas del volumen) pueden contarse hasta 100 figuras o cabezas en este plano, sin considerar animales; ninguna de las cuales resulta igual a otra ni permanece estática, todas en postura diferenciada y natural, atentas a cuanto sucede, entablando conversaciones, o intentando controlar esa montura que se ha encabritado de pronto.  Tras ellas, las tiendas y pabellones de los caballeros, con pendones coloridos ondeando al viento, y el bosque de árboles que precede a la fortaleza.  Hasta cinco o seis niveles de profundidad pueden encontrarse en sus murallas escalonadas, conteniendo cada una de ellas construcciones enormes en su interior, hasta alcanzar la estructura central de cúpula dorada, supuesta residencia de Arturo y la Mesa Redonda.  Y aún más allá, las nubes; también en movimiento, sugerido por sus formas y alguna línea cinética que las acompaña.

Todo es movimiento en esta composición magnífica, increíble de realizar hoy día -salvo excepciones- y posible sólo gracias a utilizar unas planchas enormes como base (la ilustración ocupa media página), que puede ayudar a concebir la ingente labor artesana de su autor.  Un movimiento, además, natural y en nada forzado, de gestos y posturas serenas y espontáneas, fruto del dominio increíble que poseía sobre la figura humana y el paisaje.  Naturalismos y detalle, en base a líneas y sombras de contrastes suaves, sin apenas manchas, muy trabajadas.

Así era Hal Foster, el maestro: pura poesía en imágenes (y si una simple viñeta da para tanto, imaginad cuánto se consigue disfrutar contemplando todo un volumen, o la totalidad de su obra).

¡¡Larga vida al Príncipe Valiente y su creador!!, allá en el cielo de los cómics, o donde hoy se encuentre.