CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO, de G.R.R. Martin: Grandiosa Epopeya Fantástica.

Tras escribir el post anterior sobre Juego de Tronos (la adaptación a TV, por HBO, del primer volumen de la serie), y terminar Festín de Cuervos, último aparecido hasta el momento, alguien muy cercano me propuso realizar un comentario personal sobre Canción de Hielo y Fuego en su conjunto, enfocado principalmente a los que –como él– todavía dudan si iniciar o no la lectura de una historia tan extensa.  Pero el rufián descarado lo hizo lanzando un reto: «Convénceme…» dijo; y añadió: «…si puedes». Así las cosas, como buen caballero, no puedo sino recoger el guante y aceptar el desafío, propuesto en buena lid.

Pero analizar una obra sin acabar supone un riesgo considerable y no pocas dificultades. Si además se trata de CDHYF, una historia que en extensión puede acercarse a La Biblia (cuatro libros publicados de un total de siete previstos por su autor, unas 3.800 páginas hasta el momento, sin contar preludios, «Las aventuras de Ser Duncan y Egg»), la dificultad y el riesgo se agravan considerablemente.  Por ello, velo armas y me presento al torneo.  Una justa que, necesariamente, será larga y extenso, como la obra en cuestión:

Empezaré repitiendo algo ya dicho: considero Canción de Hielo y Fuego la mejor y más grandiosa obra de Fantasía del siglo XXI hasta el momento (aunque comenzó a publicarse en 1996, dejaremos el S.XX para El Señor de los Anillos).  Una saga (o novela río, como ha dado en llamarse dada su extensión) de historias múltiples, densa de contenido; salpicada de personajes muy bien definidos y mejor tratados; tramas complejas, serias, adultas, alejadas de la simpleza que aquejan las fantasías juveniles, en la que –como en ellas– el amor y el odio, la caballerosidad o maldad son las motivaciones de sus protagonistas, pero también la ambición y el poder, la vileza y corrupción de éste, las intrigas políticas o económicas y, por supuesto, el sexo; todas ellas llevadas a sus extremos, sin tabúes o concesiones a la moral; tan reales como la vida misma, que casi siempre supera a la ficción.

Y sin embargo, pese a esa complejidad que presupone lo antes dicho (y lo mucho por decir), se trata de una obra que nunca se hace pesada, sino al contrario: cada página, cada episodio o personaje al que éste se dedica, cada volumen que inicias, te conquista y sumerge en la narración, te cautiva de tal forma que al terminar te hace desear el siguiente, continuar sin parar, no dejarlo en ese punto… Quieres más; necesitas más…

G.R.R.Martin se consagra en ella maestro magnífico en el arte de narrar lo inesperado.  Utiliza giros narrativos insólitos e impredecibles que deleitan a los lectores, pero que a más de uno, también, le ha hecho soltar imprecaciones e injurias a los siete dioses de Poniente, el dios ahogado de las Islas, o el dios sin nombre de los muchos rostros en Braavos; incluso a los más antiguos, del norte… Martin utiliza su experiencia televisiva –donde triunfa el formato serie, por temporadas– y maneja a la perfección los personajes, la transición de sus mentes, sus sentimientos cambiantes (y por ende los del lector), para hacernos ver seres entrañables en protagonistas que antes resultaban odiosos, o viceversa.  Y como no se compromete con nada o nadie, salvo el desarrollo de una buena historia, entretenida además, ni tiene reparos en privarnos de un plumazo de quienes consideramos héroe o villano preferido hasta el momento (de ahí las maldiciones…), en la mitad de historia que aún falta por llegar podremos esperar de todo, previsto o imprevisible, menos –estoy seguro– aburrimiento y cansancio.

Si tú, lector de este artículo, eres por casualidad uno de los que piensan iniciar la lectura de la obra en un futuro cercano permíteme un solo consejo: no centres tus preferencias, ni el cariño u odio como lector (que ambas cosas se generan) en un protagonista concreto; disfruta de todos.  Porque CDHYF dispone de situaciones versátiles y personajes tan ricos que evolucionan –incluso desaparecen– de un volumen a otro, y corres el riesgo de que en el siguiente lo pierdas, o debas cambiar el juicio previo que te hiciste de él.

Y si, como mi amigo, eres de los que aún no se han decidido, acepta este otro que le doy a él: ¡olvida las dudas y comienza a leer!   Sólo te arrepentirás de no haberlo hecho antes.

Si no te he convencido (todavía), espero que lo hagan los siguientes post que seguirán a éste, sobre la Historia, Preludios, Personajes,  y otros temas que -seguro- irán surgiendo.  Pero si no quieres esperar, puedes informarte mejor y más en los enlaces que relacionamos dentro de la página (pestaña superior) dedicada a la serie (pulsa aquí).

Nota final:  En Canción de Hielo y Fuego sólo encuentro un motivo de recelo y no dudo en comentarlo, como advertencia: su continuidad.

G.R.R.Martin publicó Juego de Tronos en 1996, hace ¡14 años! (en España, 2002).  Los siguientes con dos años de diferencia, Choque de Reyes en 1998 (2003), y Tormenta de Espadas en2000 (2005), pero Festín de Cuervos no apareció hasta 2005 (2007).  Las propias palabras del autor al final del volumen hacían suponer que Danza de Dragones, el quinto de la serie no tardaría en aparecer (los dos libros iban a ser uno, pues transcurren simultáneamente).  Pero aún no lo ha hecho en Estados Unidos…Las últimas noticias conocidas apuntan a que está casi listo, con una extensión de nuevo considerable, (1100 páginas manuscritas, de unas 1500 previstas).  Con ello, como pronto, se publicará en inglés en 2011 (¿en España…?). Esperemos que el autor, en su aparición prevista en la Octocon de Dublin, a mediado de octubre, desvele algún dato más al respecto.

A este paso, la serie no finaliza antes de 2020.  El problema de Martin no es la extensión de su obra, sino que dedica demasiado tiempo a otros temas aparte de CdHyF: su blog, aparición en convenciones y firma de ejemplares, otras historias (el tercer relato de Dunk y Egg, por ejemplo)… que todos agradecemos sin duda.  Pero el miedo de muchos es que al bueno de George (de 62 años) le suceda algo en este tiempo (¡Los Siete no lo quieran!), y deje la serie sin concluir.